La ciencia que la humanidad tiene en un momento dado depende de lo que es la humanidad en ese momento
Georg Simmel
¿Qué lleva a una chica de 15 años a pedir para su cumpleaños una cirugía de senos y no un viaje o una fiesta con sus familiares, amigos y amigas? ¿Por qué una señorita de 25 o 30 años para sentirse más mujer pasa por la sala de operaciones? ¿Qué es lo que hoy naturalizamos tan fácil? ¿Qué hay detrás (¡y delante!) de todo esto?
El ser humano una vez más nos sorprende con sus extravagancias. La mujer para sentirse mujer íntegra necesita dos pechos grandes y firmes; y el hombre por su lado, para sentirse hombre íntegro, necesita a su lado una mujer con dos pechos grandes y firmes.
El Sapiens Sapiens tiene una atracción infantilizada hacia los senos grandes. Los mismos le representan la abundancia del alimento materno, elixir que lo dotó de los nutrientes necesarios para entrar y permanecer con vida en este mundo. Esto por un lado. Por el otro, la moda actual, expone en sus pantallas una mujer ideal, la misma tiene senos grandes y estéticamente armoniosos, firmes y decisivos, con leche o no. Pero ni siquiera el niño lactante tiene atracción por el volumen de los senos, más bien por la disponibilidad del alimento. El hombre engañado en su búsqueda va por algo de vida y la mujer engañada en su encuentro se ofrece para ser consumida.
La atracción por los senos grandes es humanamente histórica, nos remonta desde las mujeres de Fellini, al monumento nacional Las Tetas de María Guevara en la Isla Margarita. Desde la Venus de Willendorf del 30.000 A.C. hasta las obras del colombiano Botero en el siglo XX. Pero en estas últimas las formas grandes y redondeadas van acompañadas también de otras curvas grandes y redondeadas, son mujeres rellenas y voluptuosas, algo totalmente inaceptado por la moda vigente. Actualmente la reconstrucción anatómica tiene que respetar una microfísica ejemplificada en los personajes destacados masivamente, son los nuevos cuerpos a consumir. En esta esquizo-física las glándulas mamarias se valorizan en proporción a la identificación con una determinada mujer expuesta como producto, la mujer de glándulas mamarias grandes y firmes junto con un cuerpo flaco y persistente. “Pero en realidad yo no me las hice tan grandes, lo normal”, argumentan algunas. ¿Qué sería la normalidad? ¿La que tiene menos de 90 es anormal?
Isabel “la coca” Sarli fue un ícono erótico para muchos Argentinos, aunque si hoy estuviera en vigencia se la mandaría a algún programa bien para que adelgace o bien para que se haga una liposucción. Pero el tema no es desacreditar la belleza de los pechos sino el preguntarse: ¿por qué tantas mujeres desean transformarse en íconos sexuales? ¿A qué punto la feminidad pasa por un busto pronunciado y no por otros valores? “Mi definición de una sociedad libre es que es aquélla en que no es peligroso ser impopular”, dice Adlai Stevenson.
Argentina maneja uno de los índices mundiales más altos de cirugía estética, ocupa el quinto lugar en el ranking mundial mientras que ocupa el lugar 58 con respecto al acceso sanitario de la población total. Es una argentina la que por hoy sostiene el record Guinnes de los pechos más grandes, Sabrina Sabrok. La misma se operó 25 veces, tiene 3,5 kgs en cada seno y va por más. Reconoció que a causa de la última intervención tiene muchos problemas, que la piel se le puede romper, que no puede dormir acostada pero que al fin y al cabo está muy satisfecha, ganó el Big Brother VIP en México. Volviendo a la Argentina, las empresas de salud privada más importantes ofrecen incluso una cirugía cada uno o dos años como parte de su cobertura regular. Según la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, el promedio de edad de las pacientes que se someten a intervenciones con fines de embellecerse, bajó a 25 años. Un país que pasó por numerosas dictaduras que repercutieron seriamente en la capacidad crítica y reflexiva de la población se encarnó con los patrones más rígidos del capitalismo mundial en lo que hace al consumo de tecnologías.
Las siliconas se desarrollaron luego de la Segunda Guerra Mundial al igual que otros “avances” que la ciencia nos brinda. Los aceites de silicona pueden soportar temperaturas muy altas sin descomponerse y son químicamente inertes a los metales y a la mayoría de los reactivos. También conservan la viscosidad a bajas temperaturas (a las que los aceites hidrocarburos ordinarios se espesan) y a altas temperaturas (a las que los aceites ordinarios se diluyen demasiado). Los aceites de silicona se utilizan en los sistemas hidráulicos de los aviones. Las resinas de silicona se emplean como aislantes resistentes al calor. Los cauchos de silicona se utilizan como aislantes o para otros propósitos en los que el caucho deba soportar altas temperaturas. Entre todos esos empleos también se encuentra la medicina, en la forma de cirugía estética. La palabra medicina proviene del latín mederi, significa curar, cuidar, y a grandes rasgos es la ciencia y el arte que se encarga de la curación y prevención de la salud. La cirugía estética de mamas no se involucra con ninguna enfermedad reconocida específicamente en algún manual de patologías, ya sean físicas o mentales, está dirigida más que nada a la terrible sensación de no sentirse “in” en el mercado intercambiario de cuerpos.
Se apela al aumento de auto-estima, o sea del amor propio. Para eso se corta uno la piel, los músculos y demás tejidos, se inserta un elemento artificial entre el pectoral y las glándulas para terminar cociendo todo. La recuperación es rápida y automáticamente esto que llaman “amor propio” se levanta junto con los pechos. ¿Hasta dónde se puede hablar de amor propio cuando lo propio en este caso responde a una demanda del mercado, masivo y automático, o cuando el amor se involucra con una mera modificación de las superficies, superfluas y perentorias? Por supuesto que lo propio del “yo” nunca deja de remitir al otro humano, el yo se constituye en base a identificaciones, y que el amor no remite necesariamente a algo profundo y eterno. Pero una cosa es la alteridad del yo y su relación con el otro y otra cosa es una relación entre una imagen achatada del yo y su relación con un objeto de turno. Es diferente también un amor que se compromete con un deseo proveniente de un sujeto integral a un anhelo fugaz de un individuo engranaje de una maquinaria de consumo.
El dolor de las intervenciones gracias a los avances es cada vez menor, las nuevas tecnologías tienen la facultad de poder ejercer grandes efectos sin que nos demos cuenta, sin que tomemos conciencia. Nuestra falta de sensibilidad a los acontecimientos cotidianos en donde se ponen en juego atrocidades de todo tipo va acompañada de una ciencia que día a día se vuelve más sigilosa, discreta y certera. Dentro de poco sin ningún dolor vamos a poder elegir todo nuestro cuerpo, el cuerpo de nuestros hijos y hasta gran parte de su ideología programando sus cerebritos, todo en virtud de la ingeniería genética que hoy nos convoca.
Tampoco hay que perder tiempo, la cirugía es el método más rápido para alcanzar la metamorfosis corporal. No se puede perder tiempo cultivando una ideología que no consuma, por eso: fast food, fast body, fast love, fast job, fast studies, fast, fast, fast...y rápidamente no funciona “el aparato psíquico” más que respondiendo a reflejos condicionados.
¡Pobres y clase media! Ustedes tampoco pueden quedar excluidos de esto. Sigamos los consejos que por la Web nos da el Dr. Marcelo Bernstein: “... es hora de practicarse ese procedimiento cosmético que desde hace rato ha contemplado y que ha aplazado hasta contar con el dinero necesario. Ya no se conforme tan sólo con decirle a su amiga "qué bonita quedaste" o ver los cambios extremos que se realizan en la televisión. Ahora usted también puede pagar por una cirugía estética sin tener que sacrificar otros gastos.” Este profesional como tantos otros facilita un buen plan de financiación para que nadie quede afuera. La televisión, los celulares, las marcas, Internet y demás tecnologías, son las cosas que “deben” llegar a todos.
Entonces uno se va comprando de a poquito, ¿son los objetos los que se humanizan o son los hombres los que se están objetivando? El nuevo tipo de vínculo a forjar va a tener que comprometer a dos collages, similares a una maqueta surrealista, el amor se va a poner en juego con esos protagonistas, Frankensteins atractivos, lindos, hegemónicamente bellos. El neo-moderno Prometeo, para crear un nuevo hombre y una nueva mujer recorta de los medios, los resultados los tenemos a diario. Depresión, anorexia, vigorexia, bulimia, angustias, apatía, y demás formas de violencia... se perciben cuando se mira un poco más a arriba, cuando uno busca una mirada, unos ojos, cuando uno se detiene a escuchar, a encontrarse. A partir de ahí distingamos qué es sano o qué no, qué nos hace bien, qué nos hace mal, qué nos hace humano o qué nos hace otra cosa...
Facundo Corvalán
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