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La subjetivación patriarcal y la función paterna de rechazo de lo femenino

 

Michel Tort es un psicoanalista francés ya conocido por los lectores. Hace algunos números publicamos su texto Psicoanalistas Ventrílocuos. Tort es profesor en la Universidad de París VII. Entre sus libros se destacan El cociente intelectual (1981) y Fin del dogma paterno (2008). A lo largo de su obra Tort ha criticado al establishment psicoanalítico francés, que con sus posturas se ha aliado a los sectores más reaccionarios. Con argumentos pseudopsicoanalíticos se han opuesto a cambios sociales tales como el matrimonio igualitario o la adopción por parte de parejas homosexuales.

Tort nos ha enviado especialmente para este número, dedicado al Patriarcado Neoliberal, este texto, una ponencia de un coloquio sobre “lo paternal” de mayo de 2013, donde pone al día sus críticas al establishment psicoanalítico francés y su operatoria política para convertirse en aliados del poder patriarcal. A esto sumamos un fragmento de su libro Fin del dogma paterno para profundizar en dicha cuestión.

 

 

Agradezco a los organizadores del Congreso por esta invitación y muy particularmente a Georges Pragier a quien se debe la iniciativa. Para empezar, haré dos observaciones acerca del título de la mesa redonda: "El padre en la cultura".

Primero: en el campo social, el psicoanálisis se articula con las demás figuras que asume el "padre". Por un lado están los roles sociales del padre, por el otro sus figuras psicoanalíticas. Se ubican sobre dos planos diferentes, pero ambos necesariamente están unidos y además son históricos.

Del lado de la historia de los padres, el retroceso de la autoridad patriarcal por vía legal, iniciado en el siglo XVII, no ha dejado de hacerse más marcado. Asistimos, en el derecho, la justicia, el trabajo social, los servicios a la primera infancia, al avance de las cuestiones que conciernen a la implicación del padre en los cuidados y en el desarrollo psíquico: un rol paterno muy diferente a las atribuciones del pater familias.

Del otro lado, el de las figuras psicoanalíticas del padre, encontramos a los padres freudianos del patriarcado liberal "de la prehistoria personal" y al "padre de la horda" especulativo, y luego a la Trinidad lacaniana de los padres real, imaginario, simbólico y como remate final a la "función paterna" de posguerra, etc. Extraña inflación de la cuestión paterna nacional que constituye una de las formas de la excepción francesa. Esas figuras psicoanalíticas se desarrollan al mismo tiempo que los roles sociales del padre.

Segundo punto: en el título de la mesa redonda se enlaza la categoría del "padre" a la de la "cultura". Se toma como "cultura" a la época contemporánea: eso remite a los textos freudianos sobre la "cultura" fuertemente enchavetados a la cuestión del "padre". "El padre" en Freud está planteado como jugando en la cultura y "la vida del espíritu", un rol prevalente sobre la madre. "Cultura" designa el paso "de la naturaleza a la cultura" que corresponde a la instauración de un orden que subordina a las mujeres: mal que les pese, Señoras -dice Lévi-Strauss-, ustedes son intercambiables; así lo pide el pensamiento simbólico.

Ahora bien, ese manejo de la "cultura" es incompatible con una historia real. La historia freudiana del padre se reduce al tramo de autopista que, partiendo del momento fundador prehistórico ubicado en la localidad Muerte del Padre, pasa por la capital Invención del Monoteísmo y termina su curso declinante en la estación Malestar Contemporáneo. Esta "cultura" no conoce ni sociedades ni políticas. Su único verdadero desvelo es saber cómo se garantiza la transmisión del Padre. Lo que cuestiono es este esquema.

El desarrollo de mi planteo es simple: me tomo primero la libertad de reconstituir de qué historia real de los padres se trata; muestro luego la solidaridad entre la teoría psicoanalítica del padre y la historia de los padres; finalmente saco dos conclusiones de las que se desprende una reformulación de la teoría psicoanalítica del padre.

 

La historia de los padres

 

Dos aspectos del tratamiento psicoanalítico del padre se confunden constantemente en el psicoanálisis:

  • la clínica y la teoría producen nociones en relación con las figuras inconscientes que obran en los padres y en las relaciones con ellos: teoría de las pulsiones, complejo de Edipo, tópicas del funcionamiento psíquico, etc.;
  • el discurso sobre el padre no procede en modo alguno del psicoanálisis, sino que se compone de variaciones sobre la partitura "discurso del padre", sostenidas por "Los Padres" desde los orígenes del patriarcado hasta su versión actual. En lo que sigue, el patriarcado no designará un reino prehistórico lejano, sino al régimen general que hasta hoy regula las relaciones entre los hombres y las mujeres asumiendo diferentes formas históricas (patriarcado antiguo, monoteísta, liberal, finalmente neoliberal).

Si admitimos que teoría clínica y discurso del padre son distintos, constatamos dos movimientos contradictorios:

  • por un lado, la teoría psicoanalítica se define sustrayendo continuamente sus constantes a los estereotipos sociales fantasmáticos. Ejemplo: la seducción, en el sentido psicoanalítico "seducción generalizada", tardó un siglo en deshacerse de su sujeción a los envites de la sociedad (discurso del padre), del ejercicio social de la seducción, de la incriminación encarnizada ya sea de los padres o de las madres que impide pensar en la "primacía del Otro", adulto generador de lo sexual;
  • por otra parte, al mismo tiempo que el psicoanálisis se apoderó, con sus propios instrumentos, de su experiencia, integró también irreflexivamente a su conceptualización una parte notable de las construcciones sociales dominantes concernientes al sexo, al género, al parentesco, a la filiación, solidarios con el orden patriarcal, como si el todo fuera en bloque resultante del psicoanálisis. En los conciertos socio-políticos dominantes tales como los sistemas patriarcales que se han sucedido históricamente -desde el derecho romano o canon hasta las legislaciones sexistas y homofóbicas que imperan hoy en forma aplastante en el planeta-, se nota la reconducción de fantasías vinculadas a la psico-sexualidad conceptualizadas por los psicoanalistas, tales como la supuesta superioridad de los hombres ligada a su falo, la inferioridad de las mujeres vinculada a su falta de pene, etc. Pero eso no es razón para que consideremos que el psicoanálisis ha producido ciertas construcciones desde su sola entraña: función paterna que subordina a la madre, rechazo de lo femenino, no han esperado al psicoanálisis para existir, sino únicamente para ser formulados como fantasías y tratados como tales.

Por otra parte no podemos olvidar que existen desde los orígenes de la humanidad conciertos sociales de la ley que hacen explícitamente obstáculo a los funcionamientos pulsionales: algunos, como la prohibición del incesto, se imponen desde el origen de las sociedades humanas, otros, como los derechos humanos, han sido establecidos desde hace algunos siglos o incluso más recientemente por la comunidad nacional e internacional. Desde hace siglos, y más aún desde los años 1960, en Occidente todo el afán de invención de las legislaciones se esfuerza especialmente por contrarrestar sistemáticamente la idea, la realidad y el ejercicio de una suerte de omnipotencia supuestamente ineludible de un concierto desigual fijo de lo masculino y lo femenino. Es extraño que nosotros los analistas tengamos tendencia a considerar que esas leyes no forman parte de lo simbólico.

Porque no alcanza con que distingamos en nosotros mismos -por medio de un singular clivaje, por otra parte-, al ciudadano que aceptaría de buen grado (o no) las exigencias democráticas (la paridad, por ejemplo) y al psicoanalista que advertiría: "¡qué quiere usted, el «Señor Inconsciente» no lo ve de la misma manera!", y sigue luego haciendo funcionar tranquilamente el conjunto de sus operaciones sobre el modo patriarcal de la falicidad, del rechazo de lo femenino. Todo ello para sacar generalmente en conclusión que el poder seguirá de todos modos siendo siempre masculino y lo femenino siempre el horror feminae. Sin embargo, todo el mundo siente que no podemos limitarnos a eso. Evidentemente no podríamos trabajar como analistas echándole la culpa a los efectos del patriarcado, pero ciertamente tampoco sin detectar y analizar sus efectos sobre nuestros conceptos.

Concluyamos este punto: cuando Freud declara en uno de los miércoles de la Sociedad de Viena en 1908[1]: "Una mujer no puede ejercer al mismo tiempo una actividad profesional y criar niños. [Las mujeres como grupo] nada ganan con los movimientos feministas modernos", no formula un enunciado que emane del psicoanálisis. Es el enunciado de un burgués liberal. Es necesario pues detectar cómo el "discurso del padre" se insinúa en las construcciones psicoanalíticas del padre. Existe una continuidad entre la problemática freudiana de la cultura, la del "Gran Hombre", entre la posición que vemos tomar aquí a Freud una noche en Viena en 1908, y la teoría de la función paterna y la primacía del padre, supuestamente psicoanalíticas.

Freud inscribe su "teoría del padre" en ese espacio del discurso del padre. Es consciente de las consecuencias. Lo atestigua su declaración a Abraham Kardiner durante el análisis de éste: "Padezco de una serie de handicaps que me impiden ser un gran psicoanalista. Entre otros, soy demasiado un padre. En segundo lugar, me ocupo todo el tiempo de teoría, de modo que las ocasiones que se presentan me sirven más para trabajar mi propia teoría que para prestar atención a las cuestiones de terapia"[2]. Declaración notable, por la forma en que reúne la cuestión del padre y la de la teoría.

Freud en el fondo dice, y ahora sigo libremente sus palabras: "la contratransferencia paterna se me impone porque el padre ocupa un lugar fundamental en mis pensamientos. Le imprimo a la teoría, por la cual siento desde siempre la misma pasión devoradora que la que tengo por el padre. Vean mi himno al padre, dirigido a Fliess el 29 de diciembre de 1899; busco sin pausa, hasta en las curas, hacer avanzar la teoría del padre, así fuera en perjuicio de esas curas. Pero nunca he logrado hacer entrar verdaderamente al padre en la metapsicología. Nunca publiqué mi "Vista de conjunto de las neurosis de transferencia". Como ya les he dicho respecto de mi historia del parricidio primitivo (cito ahora a Freud dirigiéndose realmente a Kardiner): "Es algo que soñé un domingo de lluvia". "Sin embargo (continúo) yo había esbozado mejor esta teoría con la introducción del Superyó, que resulta de mi diálogo con el jurista Kelser". Fin de entrevista imaginaria. Admirable lucidez. No se puede enunciar con mayor claridad el verdadero problema que representa así la "teoría del padre: plantea a la vez el verdadero objeto que se trata de definir psicoanalíticamente (y de distinguir del "discurso del padre") y el obstáculo que representa la "teoría del padre" en virtud de los elementos de contra-transferencia (las fantasías sociales reconducidas, no analizadas).

 

Teoría psicoanalítica e historia de los padres

 

La solidaridad entre la "teoría del padre" freudiana y el "discurso del padre" liberal-victoriano se muestra de manera notable en el trabajo de una filósofa política británica, Carole Pateman (2010). Ella demuestra luminosamente lo siguiente: los teóricos del contrato que desconectan el fundamento del poder político del derecho paterno arraigado en el Génesis 3/16 ("Dios ordenó a Adán dominar a su mujer y sus deseos deben someterse a él") definen el contrato político excluyendo a las mujeres, es decir manteniendo la sumisión, convertida en "natural" y no divina, de las mujeres. Freud reconduce este análisis: relación "natural" de las mujeres con la familia y la reproducción, hostilidad de las mujeres hacia la vida civil, insuficiencia de sus investimentos intelectuales y sublimatorios, etc. Los (grandes) hombres mantienen la civilización imponiendo la ley del derecho sexual masculino.

El padre freudiano se construye, pues, sobre una historia que -cito a Carole Pateman- "reprime la historia de los orígenes políticos para que la ley del derecho sexual masculino pueda ser ignorada". Simplemente acusa un cambio del tipo de patriarcado.

Partamos ahora de algunas constataciones: las funciones parentales son atribuidas y transmitidas a las mujeres y a los hombres en referencia a fundamentos que remiten ya sea a representaciones tradicionales de tipo religioso, ya sea a representaciones que combaten el predominio de las evidencias de desigualdad, fundamentalmente las que conciernen a las relaciones de sexo y las relaciones entre las generaciones (autoridad, violencias legitimadas).

La organización de las funciones parentales depende en adelante de políticas sociales que transforman a las funciones parentales transmitidas en el sentido de una modificación voluntarista de la relación de fuerza entre los sexos. Se lo lamente o no, en los países democráticos esa exigencia política reemplazó a todas las exigencias trascendentes. Hoy el depositario de la función de tercero entre padres e hijos es una singular trinidad: 1) el "Padre" del patriarcado tradicional monoteísta transmitido por el superyó cultural; 2) de jure y de facto, el Estado de los ciudadanos y ciudadanas; 3) el padre de la "función paterna", derivado "psicoanalítico" lejano del Nº1 desde los años 1950. La crítica encarnizada de la parentalidad y de la teoría de género entre los psicoanalistas en Francia (en los Estados Unidos parecen integradas al psicoanálisis) resulta de esta competencia en el mercado de la tercerización y de las normas sexuadas. Ocupémonos del Espíritu Santo de esta neo-trinidad: la "función paterna".

Al mismo tiempo que se operaba esta transformación de las funciones parentales, se ha asistido al desarrollo de concepciones psicoanalíticas de esas funciones que son mixtos hechos de construcciones propiamente psicoanalíticas intrincadas con nociones que orquestan las distribuciones sociales patriarcales de los roles parentales.

¿Cuál es, desde Freud, su objeto, para empezar? Se trata de describir las condiciones supuestas del desarrollo psíquico temprano, la estructuración del infans. Ahora bien, se constata muy pronto que esa descripción metapsicológica, especulativa en parte, se efectúa ineludiblemente asignándole al padre el papel que le toca en su figura cultural. Esa armonía preestablecida es problemática.

La clave de gran parte de esas teorías psicoanalíticas está constituida por lo que he identificado como la "solución paterna", fantasía de salvación por el padre que ve en la figura paterna la instancia de resolución del Edipo. He intentado en otra parte demostrar que la base de esto está en una división sexuada histórica de los cuidados parentales, que por otra parte sigue prevaleciendo, aunque cada vez sea más difícil considerarla "natural", teniendo en cuenta la transformación de las relaciones entre los sexos. Si el padre aparece como separador en el desarrollo, es un truco de magia de la teoría de la "función paterna" el hacer aparecer que eso no tiene relación alguna con el hecho de que la madre no es socialmente un verdadero sujeto y que, limitándose a gozar del niño, debe ser separada de él para bien de ambos.

La solución paterna es una formación del inconsciente determinante en las religiones; también es central en la teoría freudiana, debido al apego pasional de Freud a la figura paterna. El desarrollo mismo del psicoanálisis en Francia difunde socialmente larga manu la función paterna en las instituciones de atención, de gestión y de control de la primera infancia, donde se enfrenta a la resistencia de las críticas feministas a las normas de género.

Del hecho de que nuestras organizaciones patriarcales hacen funcionar de todas las formas posibles una "función paterna" no resulta para mí de ninguna manera que ella sea por eso una necesidad psíquica "paterna" universal. Lo cual por otra parte su tendencial reemplazo por la "tercerización" ilustra por sí sólo.

Quisiera ahora señalar que sobre los dos puntos ligados fundamentales que son "función paterna" y "rechazo de lo femenino", ya disponemos de construcciones psicoanalíticas que, en lugar de obrar las fantasías patriarcales en la construcción metapsicológica, las toman por objeto de análisis.

Iré al grano. He tomado conocimiento de la presentación realizada por Christian Delourmel del conjunto de los argumentarios, todos ellos franceses, de la función paterna. Me asocio sin reservas a las críticas hechas a la teoría del padre de Lacan, pero simplemente me asombra que todos los trabajos metapsicológicos expuestos lo sean antes de la perspectiva lacaniana cuando son todos ellos posteriores y están en total continuidad de su problemática, como lo demuestra una de las conclusiones. Mayormente, todos los autores de esos modelos "concuerdan en introducir al padre y a su función en el fundamento del psiquismo y de su funcionamiento"[3]. Ahora bien, por mucho que la descripción de la estructura enmarcante de la madre, el papel asignado a la doble inversión de la pulsión, a una tercerización, etc., me parecen adelantos, la atribución al padre -no crítica, supuesta evidente-, del monopolio de un rol inhibidor de la descarga pulsional cada vez más temprana, así como de las modalidades de representación, no me convence. Admiro las proezas que es necesario desplegar en las presentaciones clínicas para hacer aparecer que la escucha y las intervenciones ilustran el argumentario teórico que muestra a lo paternal operando el fiat lux en la materia materna. Esta atribución al padre de ese poder representa puramente un abuso que hace eco directamente a la figura social transmitida del padre y al discurso del padre, con la subordinación de la función materna y de lo femenino, que se ven así justificadas por el funcionamiento psíquico temprano. Este abuso está por así decirlo amortiguado en la metapsicología presentada, a la que yo llamaría "poslacaniana", mientras que en Lacan la intromisión del padre patriarcal en la teoría es resplandeciente, y expone el rutilante tejido patriarcal con un goce cínico que le ha dado su éxito público y social. Recuerden a la madre cocodrilo con bastón paterno en la boca en el Seminario IV de Tintín-Lacan en el Congo. Yo pediría: por favor, un esfuerzo más para romper con el embrujo de esa "función" que no procede del psicoanálisis.

 

Conclusiones

 

Primera conclusión: la "función paterna" subordina a lo femenino.

Reivindico la responsabilidad de las consecuencias que saco de dos artículos de Jean-Luc Donnet, quien tuvo la primicia de mi intervención y me hizo algunas observaciones críticas que le agradezco mucho.

El problema de la teoría de la función llamada paterna fue muy bien detectado por J.-L. Donnet en "la impersonalización del superyó" (Donnet, 2009, p. 141-157). Señala primero que Freud no privilegia de ninguna manera a la función paterna en la estructuración del superyó: "el superyó no es inmutable puesto que está inscripto en la historia". Pero entonces se plantea el problema de lo que él denomina "colusión con la ideología patriarcal de la cultura en la que emerge el psicoanálisis"[4]. El resorte de la "teoría de la función paterna" es el discurso del varón patriarcal. Al mismo tiempo, J.-L. Donnet remite esa colusión a Freud como sujeto. Percibe acertadamente cómo Freud tiende a confundir así "función paterna y función simbólica". Pero ¿puede ponerse de relieve esa colusión padre/patriarcado sin sacar la evidente consecuencia?: si el contenido de "función paterna" está unido al patriarcado, no se podría definir un contenido de la "función paterna" fuera de ese horizonte. El juego de malabares de la "función paterna" es que se la presenta como una función del padre en sí, negando que ese contenido expresa al patriarcado y, por lo tanto, escamotea las relaciones de sexo...

Segunda conclusión: el rechazo de lo femenino al que apunta la función paterna es una configuración sintomática del varón patriarcal.

Saco aquí las consecuencias de otra tesis de J.-L. Donnet que, en un texto reciente, abre una nueva perspectiva sobre el rechazo de lo femenino[5] (Donnet, 2010). Partiendo del texto de Freud  "Análisis terminable e interminable", se toma de la famosa "roca de lo biológico". En lugar de sumirse en una racionalización "filogenética" del recurso a lo biológico, se interesa por los afectos, vinculados en Freud a la resistencia que encuentran sus esfuerzos por modificar la relación de los sujetos de ambos sexos con la femineidad, relación que Freud identifica como "rechazo de lo femenino". J.-L. Donnet ve en la "apelación" a lo biológico la invocación de una ayuda trascendente a la que interpreta como una resistencia de contra-transferencia. Abre lugar de paso a la idea de que las identidades sexuadas están modeladas por fuera de la biología por la historia socio-cultural: confirmación del hecho de que la cuestión psicoanalítica es la de una interpretación de la realidad histórica de las formas de identidad sexual y de sus relaciones.

J.-L. Donnet busca la respuesta a la dificultad clínica del "rechazo de lo femenino" en el terreno de la elaboración de una estrategia psicoanalítica. No tengo tiempo para exponer sus operaciones en detalle: es la idea de una regresión contra-transferencial que da acceso a una feminización subjetiva. En lugar de naturalizar una dificultad del psicoanálisis y las identidades sexuadas mismas, describe el rechazo de la femineidad como una configuración clínica, como el síntoma de una feminización primaria que hubiera quedado como enclave imagoico no subjetivable.

Este anticipo nos deja frente a cantidad de preguntas acerca de los vínculos que ese síntoma, delimitado así psicoanalíticamente, mantiene con las culturas en el espacio y el tiempo. Si el rechazo de lo femenino es una teoría freudiana del varón patriarcal y (me ha hecho notar J.-L. Donnet) de la nena patriarcal, y es recuperada en el psicoanálisis como un aspecto de una configuración muy particular de la relación con lo materno, se convierte en una teoría particular, deja de ser la encarnación de lo universal. Es un síntoma: devuelto a la fantasía, se hace mucho más difícil valerse de él para fundar la exclusión universal de lo femenino.

O bien la función del padre es definitivamente solidaria del patriarcado y veremos proseguir el conflicto abierto desde los años 1980 entre un psicoanálisis patriarcal y las transformaciones sociales; o bien el patriarcado no es el horizonte definitivo de la historia y será necesario revisar la contingencia de nuestras construcciones psicoanalíticas del tercero, tanto más cuanto otros conceptos del Otro y del Nebenmensch han sido desarrollados a partir de las funciones maternas.

 

Traducción de Miguel Carlos Enrique Tronquoy

Michel Tort

Psicoanalista

michelhenri.tort [at] free.fr

 

Bibliografía

 

Delourmel C.: “De la focntion du père au principe paternel”, Bulletin de la SPP, octobre 2012

Donnet J.-L. (2009): L’humour et la honte, Paris, Puf.

Donnet J.-L. (2010): “Freud et le refus de la féminité : entre “roc du biologique”et contre-transfert”, Revue française de psychanalyse, 5, p. 1495-1503.

Pateman C. (2010): “Le contrat sexual” (1988), Paris, “La découverte”, 2010.

Les premiers psychanalystes. Minutes de la société psychanalytique de Vienne, Paris, Gallimard, 1976, T.I.

 

Notas

 

[1] Les premiers psychanalystes. Minutes de la société psychanalytique de Vienne, (Los primeros psicoanalistas. Actas de la sociedad psicoanalítica de Viena) Paris, Gallimard, 1976, T.I,  p. 364. Edición en español de las Actas: Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena 1906-1908, Nueva Visión, Buenos Aires, 1979.

[2] Abraham Kardiner, Mon analyse avec Freud , Les Belles Lettres, 2013. Edición en castellano: Mi análisis con Freud: reminiscencias, Mortiz, 1979.

[3] Delourmel, C., "De la fonction du père au principe paternel" (De la función del padre al principio paternal) in "Le paternel",  Bulletin de la Société psychanalystique de Paris, oct-nov. 2012, p. 78

[4] Punto que ha dado lugar a la formulación explícita de Lacan concerniente a la invención del psicoanálisis por parte de un hijo del patriarcado judío.

[5] JL Donnet, "Freud et le refus de la féminité entre “roc biologique” et contre-transfert" (“Freud y el rechazo de la femineidad entre "roca biológica" y contra-transferencia”) en Revue Française de psuchanlyse, 2010-5.

 

 
Articulo publicado en
Abril / 2014