El 30 de junio falleció Roberto Harari. Psicólogo y psicoanalista de una notoria trayectoria en el campo del psicoanálisis y de la Salud Mental.
Había nacido en 1943. Se recibió de psicólogo en 1965 en la UBA. Entonces se convirtió en uno de los representantes de la segunda generación de psicólogos, aquéllos que se atrevieron a cuestionar las enseñanzas de José Bleger y la necesidad de ser miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina para convertirse en psicoanalista. También profundizaron las luchas por la Ley del psicólogo. En esos caminos, Harari fue presidente de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires de 1969 a 1971 y durante su gestión se empezó a publicar la Revista Argentina de Psicología (RAP), una de las emblemáticas publicaciones de la época que permitió avanzar en luchas en el campo profesional. Entonces había comenzado sus producciones. Tomó la dirección de la RAP de 1971 a 1973, luego del alejamiento de Ricardo Malfé. Allí fue protagonista con varios aportes, entre ellos, polemizar sobre el rol del psicólogo para cuestionar la tesis blegeriana de ser agente de cambio. Por lo contrario Harari, quien ya había comenzado entonces sus lecturas de Althusser y Lacan, intentaba demostrar que el psicoanálisis era una ciencia -y no una profesión- con un objeto específico, el inconsciente. Y sostenía que el psicoanálisis era la teoría que facultaría a los psicólogos para poder operar en las diversas situaciones que podía enfrentar. En este camino promovió y prologó libros como El rol del psicólogo (1973), El psicólogo y su profesión (1975), y autor de Teoría y Técnica de los abordajes marginales (1974), El objeto de la operación del psicólogo (1976), que tuvo un epílogo de Louis Althusser.
Luego fue protagonista indiscutible del campo psicoanalítico desde una perspectiva lacaniana, probablemente su faceta más conocida. En 1977 fue miembro fundador y luego presidente de Mayéutica, institución psicoanalítica. Se recibió de Doctor en Psicología en 1985 (USAL). Participó como iniciador de la fundación de Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis y Convergencia, Movimiento Lacaniano por el Psicoanálisis Freudiano. Publicó 24 libros traducidos al francés, inglés y portugués. Entre ello se destacan Discurrir el psicoanálisis (1986), Fantasma ¿fin de análisis? (1990), Las disipaciones del inconsciente (1998) y El sujeto descentrado (2008). Harari colaboró con nuestra revista a lo largo de estos años. Su relato “Consideraciones inactuales” fue incluido en el libro Un psicoanalista en el 2050.
Queremos recordarlo con un fragmento de su último libro donde hace una defensa de la práctica y la teoría del psicoanálisis:
“Proponemos entonces, como una suerte de aforismo respecto del psicoanálisis, el siguiente: su única chance de existir implica la presencia, al mismo tiempo, de esta lucha contra quienes intentan desvirtuarlo y darlo por terminado, “mostrando” que sus días están contados. Hoy día, uno de los rostros de dicha resistencia pretende tomarlo como una práctica nacida en la Viena de fines del siglo XIX; por consiguiente, propia de una época ya superada –el seductor argumento temporal insiste–, muy distante de las exigencias de la vida contemporánea, de sus problemáticas dominantes, de sus urgencias, y así siguiendo. Nuestro aporte al respecto, si bien parcial, insuficiente, pero en coincidencia plena con valiosos historiadores del psicoanálisis preocupados por la temática, consiste en señalar un origen diferencial como motor de dicha repulsa. No se trata en ésta, como a veces se sostiene con extendida ingenuidad, del énfasis puesto por Freud en la sexualidad, en un contexto de neto perfil victoriano donde la misma era censurada de modo terminante. Desde ya, algo es cierto al respecto: el abordaje freudiano enseña cómo la actividad sexual no es algo propio y exclusivo de la adultez ni de la adolescencia, porque da cuenta de la existencia de la sexualidad infantil... Además, se adjudica a Freud la afirmación conforme con la cual el sexo determinaría todo el acontecer general de los humanos. Entonces, según el ¿juicio? de sus detractores, para el psicoanálisis todo sería sexual. En realidad, la afirmación de Freud implica, en primer término, todo lo contrario de cualquier pansexualismo, de una causalidad sexual única, porque su consideración del conflicto, en tanto dinámica psíquica insoslayable, indica de por sí la existencia de fuerzas encontradas, contrapuestas. Así, al postularse lo sexual –no reductible a lo genital, lo cual es valedero para cualquier sapiens– se requiere dar cuenta, a la par, de aquello no sexual que, de manera conflictiva, se le opone de modo inexorable.”