En el medio de apasionados debates en el Consejo de Redacción construyendo este dossier llegamos a un punto crucial. Las máscaras del sometimiento en los psicoanalistas. Los ideales de época siempre están presentes en el psicoanálisis, verdad que parece evanescerse en estos tiempos. El intento de hacer desaparecer la ideología de los analistas como categoría de investigación tiene como consecuencia ocultar su existencia. Suponer que no tenemos ideología es simplemente quedar sometido a la ideología dominante que nos convence de que ésta no existe. Y desde allí opera inconsciente e incesantemente.
En esas discusiones recordaba una anécdota esclarecedora de Marie Langer, pionera en tantos sentidos en el psicoanálisis en Argentina. En Memoria, historia y diálogo psicoanalítico relata: “En una supervisión un analista en formación me comenta que trae el caso de un ingeniero con problemas de impotencia, quien además es una persona muy capaz, pero muy exitista. Le pregunto si quiso decir exitoso pero me insiste en la palabra exitista. Inmediatamente le pregunto si él es marxista y me responde que sí. ¿Qué quiero decir con esto? Que siempre en nuestros diagnósticos hay implícito un juicio de valor. Este mismo paciente, visto por otro analista sería descrito como exitoso, y su esfera profesional, tomando un término de la escuela norteamericana, como “zona libre de conflicto”. Para el colega marxista la necesidad de éxito de su paciente indica la existencia de un rasgo patológico de carácter. Considerado así, el analista enfocará obviamente el tratamiento de otra manera, ya que su meta será que el paciente logre disminuir o eliminar esta necesidad.
Cierto tiempo después, este analista presenta en la supervisión el siguiente material del paciente: éste le comenta que quiere despedir a un viejo capataz, padre de cinco hijos, ya que no le conviene tener que pagar sobresueldo. Según la ley argentina el sueldo de un obrero aumenta por cada hijo. El analista y yo empezamos a revisar el material en relación con este problema para ver cómo abordarlo Los dos llegamos a la conclusión de que se debe estar alerta para detectar e interpretar el sentimiento de culpa inconsciente que el paciente siente frente a esta decisión. Y efectivamente el paciente no se sentía cómodo con el despido. Su malestar pudo interpretarse en dos niveles: en el nivel infantil quería vengarse de un padre que producía tantos hijos-hermanos. En otro nivel, más actual y adulto, el paciente reprimía su sentimiento de culpa social.”
Quizá no compartamos el particular enfoque del caso punto por punto. Pero contiene un develamiento de la ideología del analista al trabajar. El exitismo es hoy un valor socialmente valorado, tal como describe Silvia Bleichmar en el artículo de este dossier.
En esta sociedad diferenciar una persona exitosa de exitista es difícil, ya que la ideología imperante lo ha transformado en un punto ciego de muchos analistas, que “bien adaptados” se dicen “no ideologizados”. He ahí el valor de la historia, como la de esta supervisión, como herramienta para operar desenmarcarando el sometimiento, siguiendo los pasos de Marie Langer.
Alejandro Vainer
Psicoanalista
alejandro.vainer [at] topia.com.ar