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Hacia una Desmanicomialización Posible

 
Prácticas y Subjetividades. Primera mención del Quinto concurso Internacional de Ensayo Breve 2014-2015. 25 años de la Revista Topía. Área: “Problemáticas en Salud Mental”

“…el poder no es una institución ni una estructura,

no es cierta potencia de la que algunos estarían dotados,

es el nombre dado a una situación estratégica compleja,

en una sociedad determinada…”[1]

Foucault. M

 

Juan Rulfo hace decir a Juan preciado: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Paramo”[2]. Que alguien se pregunte por la desmanicomialización no es solo venir a Río Negro y escuchar historias de lo que se ha hecho, sobre lo conocido, lo por hacer; es hacerlo tema propio, pero también habitar un contexto que convive con fantasmas antiquísimos sobre la llamada locura. Por eso, se invoca al lector atento, de manera que no se pierda en el camino, cual anticuario de velos hegemónicos.

Este escrito abandona la repetición de la ley en sus artículos como letra muerta y se dispone a la vida, sin negar que convive con ella, pues existe y determina, aquí en la Patagonia, hace ya 23 años. Por ello, abandone quien lee, el lugar cómodo de las estructuras, suelte el muro, la ley, salga de donde está sentado, mantenga la inquietud por el tema, ya que es la invitación a poner el cuerpo en la experiencia, ahí donde se hacen prácticas y se teorizan. Conversaremos sobre prácticas; dispositivos desde donde se configuran procesos de subjetivación; una subjetividad determinada en un momento, lógicas, sentidos, significaciones, hacia la búsqueda de actores transformadores de las leyes, en herramientas posibles de sostener en lo cotidiano. Quien entre a Río Negro podrá pensarse desde aquí, en sus prácticas, venciendo el riesgo de quedar aferrado a normativas legales, cual realismo mágico.

 

La descripción deviene escenario: con-texto actual

 

Salir del texto hacia el contexto, es encontrarse desde los 80 en un estado economisista que muestra cambios en la subjetividad referidos a valores, sentidos y significados hacia la salud; como la primacía del individualismo en el acceso desigual que determina “a cada cual la salud que pueda pagar.”[3] Incluye desciudadanización; pérdida de representatividad en valores primordiales, derechos y garantías. Se instala la privatización no solo en el acceso económico; sino que se vive en lo privado, se reduce y siente como problema de uno. A esto llama Emiliano Galende privatización del riesgo; derecho que cubría la ciudadanía. Los problemas de malestar o sufrimiento mental no entran en estas consideraciones de la economía, que traslada “las políticas humanistas de atención comunitaria hacia formas de contención y control de los conjuntos sociales.”[4] De los escotomas que deja el Estado, se ocupan los seguros y empresas privadas gerneciando, corporativizando salud. Este modelo restrictivo impide sostener el énfasis en promoción y prevención, como blasonan documentos fundamentales de décadas pasadas en los que, aún hoy, se apoyan los modos de funcionamientos hacia la salud: Declaración de Alma Ata, Carta Otawa y Declaración de Caracas para la Salud Mental. Vivimos en el tiempo de entonces, en donde se espera la cura de la enfermedad enfocada en su segundo y tercer nivel de atención; con abordajes psicofarmacológicos y psicoterapias individuales: lo público es un sector de salud por el que deambulan los desolados.

Será así, mientras se sostengan prácticas medicalizantes, privatistas y dominadas por poderes hegemónicos psiquiátricos que construyen y sustentan paradigmas de enfermedad-curación; desde donde se determina una salud mental del mercado farmacológico, que produce disciplinamientos como parte de la operatoria política que la acompaña. Es necesario desdiciplinar los campos de saberes; desde las prácticas, desarmar lógicas productivas de subjetividades para crear nuevos sentidos; ya que: “la lógicas productiva de la política produce subjetividad y la lógica productiva de subjetividad produce política[5]; éste último término incluye interacciones y necesariamente refiere situaciones de poder.

En este sentido “no se pretende ya tanto afrontar la etiología de la enfermedad…se nos  orienta, por el contrario, hacia una intervención práctica que retroceda en la cadena de determinaciones normativas, de las definiciones científicas, de las estructuras institucionales  a través de las cuales la enfermedad mental… ha adquirido aquella forma de existencia y de expresión.”[6] Desarmar las lógicas que crean estereotipos del loco-peligroso correspondientes a abordajes médicos y de control social; y determinan al sujeto a pensar desde esas oposiciones binarias clásicas; que se reproducen hoy cuando se polariza la cuestión y se desplaza la discusión hacia estar a favor o en contra de la ley, cuando debiera ser de qué formas sí y de qué formas no llevar adelante y sostener la externación, que aún apoyando la ley, no es lo mismo sostenerla a toda costa. Desde las prácticas, se elucidan lo que Castoriadis nombra significaciones imaginarias sociales: “…creación de significados y creación de imágenes que son su soporte, la sostienen, y se instituyen en y por el lenguaje. Son sociales porque existen en y por lo social…”[7] cuyas plasmaciones concretas se reúnen en representaciones; intenciones y afectos. Como dice Tito, en la novela Sin Sangre de  Alejandro Barico, mientras conversaba con aquella  de la que le habían dicho que estaba loca: “me pregunté de qué clase de locura podría haber enfermado: si iba gritando por la casa, o si simplemente estaba callada, en un rincón, contando las tablas del suelo, aferrando una cuerdecita en la mano, o a la cabeza de un petirrojo. Es ridícula la idea que uno se hace de los locos cuando no conoce.”[8]

Franco Rotelli, gira el eje en referencia a las políticas de externación, cambia el objeto de la enfermedad por el de existencia-sufrimiento; agonía,  en relación al cuerpo social, para proponer que la desinstitucionalizaición se trate de un proceso y agrego práctico-crítico en lugar de crítico-práctico, para que la transformación institucional sea en ese sentido. No debiera permitirse la reducción, como en Río Negro, a políticas de deshospitalización como desmantelamiento de los servicios de Salud Mental, ni a una transistitucionalización: internaciones en instituciones privadas y en provincias vecinas como Neuquén y no tan vecinas como Buenos Aires. Rotelli afirma que con las personas que requieren ayuda por malestar psíquico; ocurren 3 cuestiones: no se les ofrece ningún tipo de ayuda; se ofrecen estructuras, instituciones y técnicas inadecuadas, inapropiadas e ineficaces; y/o las respuestas del tipo inadecuada terminan siendo violentas, segregatorias y excluyentes sin cuidar sus Derechos Humanos; argumenta: “por demasiado tiempo la desinstitucionalización de los manicomios, no ha sido acompañada por una desinstitucionalización de la psiquiatría y este hecho ha determinado en distintos sitios resultados discutibles y negativos.”[9]

 

Del sujeto a la corposubjetividad.

 

Sepa quien lee, es importante definir la subjetividad desde la que hablamos,  Enrique Carpintero, revela que la noción que tengamos de subjetividad, no como a priori sino posicionamiento: “tiene implicancias no solo teóricas sino también en la práctica clínica.”[10] Es el sujeto hablado y pensado, que también dialoga  desde el registro, pensamiento y acción; está en las instituciones como producto de una confrontación constante entre lo instituido (lo que está allí, busca mantenerse) y lo instituyente (fuerzas de cambio); las leyes establecidas, instituídas, incluyen la posibilidad de lo distinto; la fuerza instituyente tiene sentido porque crea sentido. Castoriadis toma la dialéctica entre estas fuerzas para decir que es “a la vez lo que llena la institución, lo que se deja formar por ella, lo que sobredetermina su funcionamiento y lo que, a fin de cuentas, la fundamenta: la crea, la mantiene en existencia, la altera y la destruye”.[11] Para desinstitucionalizarnos de las normas y leyes es necesario pensarse como fragmento ambulante en ese entramado de nuevas prácticas, que atraviesan conductas, valores, normas, pautas posibles de sostener establemente y en ese sentido configuren institución materializada en diferentes organizaciones: Institutos de Formación, Facultades, Teatros, Bibliotecas Barriales, Salas de atención en salud. Esto es entender la noción de organización institucinal desde Fernando Ulloa. Son los sujetos producidos por lo instituido, como describe Guattari parte del Grupo Objeto, que sabiéndolo o no, responden a las disposiciones de una ley; los que pueden disponerse a crear y recrear, nuevas formas prácticas, desde “energías transversales como Grupo Sujeto”.[12] Carpintero habla de Corposubjetividad; un sujeto que constituye su subjetividad desde diferentes cuerpos: orgánico, erógeno, pulsional, social, político, imaginario, simbólico: “Cuerpos que a lo largo de la vida componen espacios cuyos anudamientos dan cuenta de los procesos de subjetivación.”[13] Define la subjetividad desde la idea de huellas mnémicas; las prácticas, van dejando huellas que se irán modificando por mecanismos de inscripción y a través de la plasticidad neuronal constituyen realidad interna conciente o inconsciente. Será desde las prácticas, que las huellas asocian, inscriben, se modifican, desaparecen y determinaran al sujeto en su relación con el mundo externo. La subjetividad estará en procesos de subjetivación constantes, que la determinaran, en una cultura donde se dan sus múltiples anudamientos.

 

Haciendo el campo de intervención: todo es acción en escena.

 

Salga el lector de los discursos y pasemos a las prácticas; parafraseando a Carpintero “solo se conoce obrando y se obra conociendo”[14]. Habitar el campo desde la autonomía, como pensador/a, “sujeto político reflexivo y deliberante”[15] hace al contexto. Es a partir de la ausencia de espacios públicos de pensamiento, en relación al sufrimiento, existencia en agonía corporal, malestar psíquico-físico-cultural llamado en lengua vieja: locura, pero también sobre desmanicomialización, que aparecen demandas de escucha y debate. Se van armando dispositivos cada vez más frecuentes, estables en la manera que suceden. El dispositivo es lo que, en investigación acción; genera, habita y construye o sostiene el investigador, con otros, en su proceso de búsqueda de lo que le incumbe, no es solo confirmar supuestos, siempre está mirando sobre qué subjetividades se configuran y qué le dicen esas configuraciones sobre sí mismo. Por ello no es un instrumentalismo; es artefacto y praxiología, “prolongación de la práctica social”[16] dice René Lourau. Son los dispositivos que lleva el investigador en su “caja de herramientas o instrumentos”[17] dice Ana Fernández; para abordar una situación específica. Se configuran prácticas posibles este año cuando contamos y dejamos que nos cuenten en La Universidad de La Plata, a partir el movimiento aule en una jornada sobre Desmanicomialización, donde se presenta el libro Tratar la locura del escritor Daniel Sans. Habla “la sala g” del Hospital Melchor Romero por ejemplo, sobre las externaciones a mansalva: “estamos viendo como el manicomio se empieza a cerrar prácticamente sin ningún tipo de plan y estrategia… va muriendo gente, los años que calcularon para que cierren el  hospital son los años que les quedan  y se distribuyen en otras salas y hay, por ejemplo, uno de los muchachos que está viviendo ahora en la garita del colectivo del hospital, pero supuestamente lo externaron ya. Está en el borde del manicomio, no está en el borde del alambrado ni tampoco en nuestro hospital”.  Ahí y ahora, en Río Negro, acá, hace 23 años. Se disponen prácticas posibles junto a otras voces, en otros dispositivos y espacios, en jornadas G.I.A (Grupos institucionales de Alcoholismo), donde lo heterogéneo busca encuentro un 20 de septiembre, este año, a 30 años de su creación, y sin ser incluidos como dispositivo desde la ley. Practicamos, meta-practicamos y se logra transformar lo desconocido en algo conocido entre los que estamos: asistentes sociales, psicólogos, alcohólicos en recuperación, estudiantes, psiquiatras; desde Salta, San Luis,  Mendoza y el Valle Rionegrino. Diálogos que van de lo personal a lo colectivo, común; cada uno se hace presente, desde el anudamiento de distintos cuerpos, con algo que lo convoca a hacerse del tema; apropiarse y dejarse ir a través de otros que dicen del cuerpo en la cultura. Habitamos otros espacios de representación pública, una fabrica recuperada, un barrio, la radio, el sostenimiento de una biblioteca desde actividades convocantes; asambleas clínicas junto a estudiantes pensando las condiciones de trabajo y estudio en la carrera de psicología (Universidad Nacional Del Comahue).

Prácticas posibles, en Fiske Menuco (Roca, Río Negro), donde acontecen relatos de vida y se arma dispositivo. Luego de la presentación del libro antes mencionado; y acompañados esa tarde de noviembre del 2013 por el pensador caminante patagónico Vicente Zito Lema, se dispone el micrófono abierto. Dejamos los tiempos de entonces, para encontrarnos ahora, con los cuerpos en la cultura y determinada subjetividad: “cuerpo como el espacio que constituye la subjetividad del sujeto. Por ello, el cuerpo como metáfora de la subjetividad se dejará aprehender al transformar el espacio real en una extensión del espacio psíquico.”[18] Cuando se configuran estos espacios, la cultura está en el sujeto, desde su condición hablante da cuenta de lo intrasubjetivo: aparato psíquico-orgánico, en relación con la cultura: transubjetividad y en relación con otro en lo intersubjetivo. Se trabaja sabiendo que algo de lo que va a suceder puede salir parecido a lo que se pensó, pero una gran parte será armar dispositivos desde los que están ahí, en ese momento, desde la afectación de los cuerpos entre sí. Esa tarde, fue pasando el micrófono abierto y nos dimos cuenta, al escuchar,  que se habían hecho presentes aquellos que iban por lo mismo y sin saberlo se habían sentado espacialmente cerca, al lado, estaban juntos; animados a pedir el micrófono para poner en palabras, hacer acto: “nosotros somos los padres de un hijo de 40 años, el es esquizofrénico y lo vemos muy aislado, no sabemos qué hacer ni con quien hablar”; “Yo soy mamá de un adolescente… ahora pude animarlo a que toque la guitarra pero lo veo solo”; entre llantos y angustia alguien puede contar: “Yo soy hermana de una joven que tiene un diagnostico de esquizofrenia, estuvo internada en Buenos Aires pero empeoró, decidimos traerla de vuelta pensando que el cariño de la casa de mi madre podría ayudarla, pero todo se transformó en un caos porque en sus peores momentos ha intentado cosas terribles y no sabemos qué hacer, ni a donde ir… vivimos muchas cosas, la semana pasada mi mamá tuvo que encerrarse en el baño porque mi hermana quiso matarla, la atacó, entonces la medicamos y ahora está todo el día sin hacer nada, porque la medicación la plancha”. Voces que encarnan el cuerpo físico, cultural y anudan el cuerpo psíquico. Resuena la voz y alguien más aparece: “yo estuve muchos años medicada, mi familia me llevó a Buenos Aires, volví, ahora estoy con medicación pero es cuestión de apoyar desde la familia y tratar de agarrarle la mano a la medicación, yo salí por el apoyo de mi familia y buscando mis lugares, otros espacios”. Lo que sucede, devela el por qué y para qué estamos ahí y no en otro lado en ese momento. Pero no es posible pensar un dispositivo a priori, podremos disponer las condiciones, sobre todo de seguridad psicológica, acercarnos a una idea de dispositivo, que se irá armando entre todos los cuerpos afectados, no antes. Toma la Palabra Vicente Zito Lema: “La primera modificación sucede a partir del conocimiento de las cosas, tal como son, no tal como quisiéramos que fuera”. Dejar de mirar lo que no hay para mirar lo que está sucediendo ahora, y se dispone en el hacer. Dejar de creer que solo la ciencia va a decir cómo convivir con el sufrimiento, dejar de buscar solo disciplinas, estructuras, sin negarlas, eso está claro, pero hay algo mas y es la posibilidad de lo distinto. El pensador propone: “los familiares deben agruparse. Hace muchos años, casi 60 mi maestro Pichón Riviere hizo la primera revolución psiquiátrica cuando convocó a los familiares al hospital Borda. Dijo que no se podía seguir tratando el tema de la enfermedad mental si no participaban en el mismo los familiares…cuesta, porque hay familiares como ustedes que están aquí dando doloroso y lucido testimonio de la necesidad y del bien social que implica cuando la familia se enfrenta con la cuestión, por amor al familiar pero también en mi lenguaje yo llamo amor social, porque ninguna familia es parte por fuera de la sociedad”. Aclaración que realiza y afirma “hay terapeutas, que siguen considerando que el vinculo es solo con el paciente… desnudando también un negocio perverso, que es el negocio de los psicofármacos…la ciencia sin ética, se convierte en un enemigo terrible y es un negocio instalado, del que todo el mundo sabe”. Continúa: “No hay una ley que pueda imponernos que amemos al que sufre, en ninguna sociedad, con ningún tipo de gobierno. Y hay que hacerse cargo y sin miedo. Solo el amor, pero no como palabra sino cuerpo con cuerpo, como alma que supera la agonía en el amor al otro puede servir… no dejar por fuera de la familia, por fuera del trabajo, es otro tema, porque en la gran reforma que se hizo en Europa a partir de Basaglia, especialmente en Trieste Italia, se logró porque los sindicatos tomaron el tema e hicieron toda una política para que la gente estuviera ligada a su fuente de trabajo…,… cuando me consultaron sobre la ley de salud mental, yo propuse… como método de contribuir a su salud el derecho a tener arte… hay que animarse a estas prácticas”. Al decir de Nietzsche: considerar la ciencia con la óptica del artista y el arte con la óptica de la vida.”[19] Sugerencias posibles: “…no confiar solo en la ley, la ley ayuda, pero si no amas al otro si no te animas a sentir como propio el dolor ajeno seguiremos comiéndonos los unos a los otros…”. Esa tarde se hizo visible la demanda social en la cual “lo que le importa al sujeto es la respuesta del otro en tanto tal: la demanda es siempre demanda de amor.”[20] No hay ley que obligue a amar al que sufre dice Vicente y  agrega Carpintero que para amar es necesario renunciar a ese yo de la omnipotencia narcisista infantil  que se basta a sí mismo y reconocer que somos parte de esos otros; y si la propia libertad nos da miedo por mostrar lo imprevisible del deseo, mas temor genera encontrarse con la incertidumbre del otro: “vivir en libertad es estar con personas y en situaciones que no se toleran. El problema de todo grupo humano es cómo convivir con lo que no se tolera del otro.”[21]

 

Practicar derechos.

 

Se propone la práctica social, efectuar condiciones de atención/abordaje al sufrimiento, a la agonía, como praxis desde la elucidación; “pensar lo que hacemos y saber lo que pensamos”[22]; donde la teoría no es dada previamente, emerge en el hacer. Se apoya en un saber fragmentario y provisional, donde lo nuevo rompe con teorías exhaustivas y el sujeto, transformado por la experiencia, a la vez la transforma. Un  hacer, donde se generen procesos de subjetivación hacia la autonomía: se va dando la ley y el sujeto la cuestiona, así garantiza su actualización, participa activamente de la regulación y constante transformación de aquello que intenta decir de lo cotidiano desde la norma, lo hace él porque vive en lo cotidiano. Esta práctica “no es hacer cualquier cosa, no es el reino del deseo, ni la espontaneidad bruta, es darse la ley a través de la reflexión, e implica eliminar la monopolización, la autoridad en el pensamiento y establecer una relación profunda entre la capacidad creadora y el ámbito de su socialización.”[23] Es abandonar lo superfluo que genera la heteronomía; desde la completa regulación por otro, dominación externa que bloquea la libertad, desubjetivizando.

Una práctica ética; que mantenga la lucha por lo público y representativo, y transmita que la atención del padecimiento en su mayor o menor manifestación sea tema prioritario, se haga tema de todos: “el investigador no es ya el espectador desprendido de los monumentos del discurso mudo, no solo está involucrado como cualquier otro en las prácticas que estudia, además está en gran parte producido por ellas, y convierte este hecho en tema.[24] Se configura una investigación sustancialmente ética cuando se interesa por problematizaciones que enfrenta una cultura por la interacción de sus prácticas, saberes, estrategias políticas, estilos de vida personales.

Prácticas para Colectivizar en la Numerosidad Social: como cooperación, actuar en conjunto sobre la base de un paradigma en común y generando condiciones a partir de dispositivos como asambleas clínicas, al decir de Fernando Ulloa: “donde cuentan tantos sujetos como sujetos cuentan; el primer cuentan tiene que ver con que la mirada sea en reciprocidad… de manera que cada uno sea perceptor y percibido; y el segundo cuentan da cuenta de la condición hablante del sujeto, se produce un acto de habla mirado.”[25]

Prácticas en los Niveles de abordajes: hacia un nivel Psicosocial del sujeto y sus vínculos (junto a sus cuerpos físico, psíquico y cultural y anudamientos posibles); sociodinámico dentro de los grupos; institucional (del instituido e instituyente) en múltiples instituciones (familia, trabajo, salud, educación y en otro sentido, su casa, oficina, plaza etc.) y comunitario/colectivo y/o hacia la numerosidad social; “ámbitos que no son excluyentes, sino a la inversa, todo estudio completo debe abarcar a todos, en su unidad e interjuego”.[26]

Prácticas que destierren la hegemonía de algunas profesiones y la deshospitalización se transforme en desinstitucionalización, y ya no se favorezca una autoridad  centralizada en quienes administran psicofármacos y producen psiquiatrización como prueba de la falta de alternativas, o de alternativas fallidas, o no suficientes. Desinstitucionalización en el sentido de “La emancipación terapéutica (que llega a ser el objeto sustitutivo de la curación) no puede ser más que la puesta en práctica de acciones y comportamientos que emancipen la estructura entera del campo terapéutico.”[27] Plantea Rotelli, ir construyendo las políticas desde la práctica de derechos y la particularidad de cada territorio, para que los pacientes, la comunidad, opinión pública, se vayan movilizando, implicando, interesando como actores de cambio. Desinstitucionalizar implica un cambio en la relación del paciente con el sistema jurídico, quien lejos de actuar para el control social y creación de significaciones imaginarias del miedo y peligrosidad, debe ser garante de sus derechos civiles. Desinstitucionalización, no es dejar de contar con instituciones, ni con los servicios de salud; sino en el sentido manicomial, como dice Daniel Sans: “desarrollar previamente las prácticas y los dispositivos que obturen lo manicomial.”[28]

Practicar derechos, en actos que los garanticen, ocuparse de transformar los modos de vivir todos los días, desde las representaciones, afectos, imágenes que configuran significaciones e imaginarios sostenedores el sufrimiento; transformar esa imagen del mundo concreta y cotidiana, que alimenta ese sufrimiento y así restituír subjetividad. Los derechos de ciudadanía no  garantizados por un saber, sino en la práctica ambulatoria, talleres, asambleas, dispositivos de pensamiento público, de expresión poética; desde al arte, labor y trabajo, desde la participación en la vida cotidiana. Practicar derechos de ciudadanía desde el reconocimiento social, actuarlos, e ir hacia el Derecho Humano, dentro del cual se garantice salud y no por fuera de éste, como parte de otra cosa; protestar constantemente hacia el Estado para su reconocimiento.

Al fin el principio de la investigación: La producción textual.

El acto de escribir va transformando el tiempo en espacio, permite dejar de encontrarnos en entonces para ir a ahora, donde se descubre uno mismo en las voces de otros y puede traer aquellas voces lejanas a la cercanía de lo propio. En la escritura, se transforman en herramientas los dispositivos. Escribir permite documentar experiencia, contar a otros, contarles, contarse y dejarse ir. Es lo que permite elaborar el exceso de realidad para alojarse en proyectos. Porque allá, en Río Negro, de dónde venimos ahora, acá ustedes, como en Comala Pedro Paramo, contamos para atravesar la noche: “con tal que no sea una nueva noche, pensaba él. Porque tenía miedo de las noches que le llenaban de fantasmas la oscuridad. De encerrarse con sus fantasmas. De eso tenía miedo.”[29]

 

 

Bibliografía.

 

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  • Ulloa, F. En  http://www.youtube.com/watch?v=1apyFep3hNg. Ultima visita 26/07/13

 

Notas

 

[1] Foucault, M (1976). La arqueología del saber. Pp176. Ed Siglo XXI. México

[2] Rulfo, J. (2011). Pedro Paramo. pp5. Ed. RM. Fundación Juan Rulfo. Santiago de Chile.

[3]Galende, E. (1997) De un Horizonte Incierto. Psicoanálisis y Salud mental en la Sociedad Actual. cap 3 p 140. Ed. Paidos. Bs As

[4]Galende, E. (1997) De un Horizonte Incierto. Psicoanálisis y Salud mental en la Sociedad Actual. cap 3 p 193. Ed. Paidos. Bs As

[5]Fernandez A, (2006). Plítica y Subjetividad. Asambleas Barriales y Fábricas recuperadas. 3° Edicion. Pp11.Ed. Biblos. Bs As.

[6] Rotelli,F (2014). Vivir sin Manicomios. La experiencia de Trieste. p33. Ed. Topia. Bs As.

[7] Castoriadis, C. (2010).La institución imaginaria  de la sociedad- 1ª.ed.1ª.reimp.-(Pag. 377).Ed. Tusquets. Bs. As

[8] Barico,A (2003) Sin Sangre. Pp98. Ed. Anagrama. Barcelona

[9] Rotelli,F (2014). Vivir sin Manicomios. La experiencia de Trieste. P100. Ed. Topia. Bs As.

[10] Carpintero, E. (2014). El Erotismo y Su Sombra. El amor como potencia del ser. cap 2. Pp29. Colección Psicoanálisis Sociedad y Cultura.Ed Topia. Bs As

[11] Cristiano, J. (2009).Lo social como institución imaginaria: Castoriadis y la teoría sociológica. Cap IV. Lo imaginario: superación del pensamiento heredado.p.86.Ed. Eduvin. Villa María

[12] Barus-Michel, J; Enriquez, E; Levi, A (2009).Psicosociología; Nociones y autores fundamentales. P. 373. Ed. UCSH. Santiago de Chile.

[13] Carpintero, E. (2014). El Erotismo y Su Sombra. El amor como potencia del ser. cap 2. Pp30. Colección Psicoanálisis Sociedad y Cultura.Ed Topia. Bs As

[14] Carpintero, E.La libertad está con los otros. Pp3.En: http://www.topia.com.ar/articulos/la-libertad-est%C3%A1-con-los-otros. Ult. Visita. 21/09/14

[15] Castoriadis, C. (2010).La institución imaginaria  de la sociedad- 1ª.ed.1ª.reimp.-(Pag. 162).Ed. Tusquets. Bs. As

[16] Lourau, R. (2001). Libertad de movimientos. Una introducción al Análisis Institucional. Traducción, prologo y notas de Gregorio Kaminsky. P. 39. Ed. Eudeba. Bs As

[17] Fernández, A. (2008)  Las lógicas colectivas; Imaginarios, Cuerpos y Multiplicidades.. p34. 2da edición. Ed. Biblos. Bs As.

[18] Carpintero, E. (2014). El Erotismo y Su Sombra. El amor como potencia del ser. cap 2. Pp30. Colección Psicoanálisis Sociedad y Cultura.Ed Topia. Bs As

[19] Nietzsche, F. (2009). El Origen de la tragedia. (p 10).Ed. Gradifco. Bs:As.

[20] Lacan en Barus-Michel, J; Enriquez, E; Levi, A (2009).Psicosociología; Nociones y autores fundamentales. P. 200. Ed. UCSH. Santiago de Chile.

[21] Carpintero, E.La libertad está con los otros. Pp2.En: http://www.topia.com.ar/articulos/la-libertad-est%C3%A1-con-los-otros. Ult. Visita. 21/09/14

[22] Castoriadis, C. (2010).La institución imaginaria  de la sociedad- 1ª.ed.1ª.reimp.-Ed. Tusquets. Bs. As

[23] Castoriadis, C. en Dominique Bolliger (1992). . Entrevista: Autonomía Individual y Autonomía Social. en http://www.youtube.com/watch?v=3JSnOswXlhk.

[24] Donda, C. (2005).Lecciones sobre Michel Foucault. Saber, sujeto, institución y poder político.pp53. Colección conjeturas de filosofía. Ed. Universitas (Ed. Científica universitaria de Córdoba. Córdoba

[25] Ulloa, F. En  http://www.youtube.com/watch?v=1apyFep3hNg. Ultima visita 26/07/13

[26] Bleger,J.(2007). Psicología de la Conducta .2° Edición. pp52. Ed. Paidos. Bs As

[27] Rotelli,F (2014). Vivir sin Manicomios. La experiencia de Trieste. p34. Ed. Topia. Bs As.

[28] Sans, D. (2013). Tratar la Locura. La judicialización de la Salud Mental.  Pp59. Colección Fichas para el Siglo XXI. Ed Topia. Bs As

[29] Rulfo, J. (2011). Pedro Paramo. Pp132. Ed. RM. Fundación Juan Rulfo. Santiago de Chile.

 
Articulo publicado en
Septiembre / 2015