Juicios y Prejuicios
Razones para introducirnos en el escenario.
En las estadísticas de la Coordinación de Vigilancia Epidemiológica de VIH-SIDA de la región zuliana se evidencia el aumento progresivo del VIH en el estado. Desde el segundo semestre del año 1992 la categoría “bisexuales” se convirtió en el grupo con mayor conducta de riesgo del Zulia, y según esta institución perteneciente al Ministerio de Salud y Desarrollo Social, los individuos dentro de la categoría de conductas sexuales desconocidas son probablemente “bisexuales no declarados”: es decir, mantienen una conducta bisexual pero no se identifican como tales.
Aquí se presenta entonces un problema de identidad sexual: los grupos mal llamados bisexuales y que desarrollan prácticas sexuales sin protección, son invisibles para la sociedad dominante, por lo que son más difíciles de abordar para poder calcular y conocer su universo.
Por esta razón, hemos determinado un perfil de estos grupos, a través de la práctica más notoria que tienen ante la sociedad: el chanceo.
La actualidad del problema, además, justifica el esfuerzo de intentar conocer con mayor profundidad a los hetero-homosexuales como núcleo social porque el conocimiento que posee la Coordinación Regional de ETS y VIH-SIDA del Estado Zulia sobre los diferentes grupos de conducta sexual lo obtienen precariamente por medio de los mismos infectados con ETS arrojando resultados muy inexactos. Es evidente que las razones por las que el Ministerio de Salud y Desarrollo Social núcleo Zulia no puede efectuar este tipo de estudios no sólo radican en la falta de recursos económicos, sino también en los prejuicios culturales que anidan en la ciencia y en los funcionarios.
No sólo el hecho de clasificar mal a los individuos en las estadísticas de ITS con identidades que no les pertenecen nos llevó a realizar este trabajo. Sino que las campañas de concienciación sobre el sida presentadas en la región zuliana se limitan a folletos que no se dirigen a la sociedad en general, manejando criterios que clasifican a los individuos a partir de su conducta sexual: atribuyéndoles identidades pretendidas, olvidando la compleja realidad que suponen las prácticas que el individuo ejecuta. De todas estas dudas partió esta investigación.
Aclaraciones: las identidades
Con base en Alfred Kinsey consideramos que el término “bisexual” forma parte de la miopía del fenómeno, redundando en la ineficiencia de las campañas de prevención. Es por ello que preferimos el término hetero-homosexual.
Kinsey define al contínuo humano hetero-homosexual, como aquel individuo que durante distintas etapas de su vida ha tenido un grado mayor o menor de relaciones con orgasmo o respuestas psicológicas con personas de su mismo sexo; poniendo en contradicción al tan difundido término “bisexual”.
A continuación leeré un pequeño fragmento del libro de Kinsey, en este párrafo él se burla del término bisexual, sólo desde el punto de vista morfosintáctico.
“inapropiado es hablar de personas “bisexuales”, pues equivaldría a referirse a individuos que presentan una estructura anatómica y un sistema endocrino u otras suertes de capacidades fisiológicas o psicológicas que los convierten en parte hombre y parte mujer, o en seres de los dos sexos simultáneamente. (...) aplicado a la conducta humana, el vocablo indica que hay individuos que gustan tener relaciones sexuales con hombres y con mujeres; y mientras no se demuestre —como no se ha hecho de seguro hasta hoy—que tal “ecumenicidad” del gusto en la relación sexual se debe a que el individuo contiene en su anatomía estructuras femeninas y masculinas, o capacidades fisiológicas masculinas y femeninas, será desacertado llamar a tales individuos bisexuales. En razón de su amplia difusión, el término seguirá siendo empleado indudablemente entre los estudiosos de la conducta humana y por el público en general. Se deberá usar, sin embargo, en el entendimiento de que está calcado sobre los vocablos heterosexual y homosexual y, al igual que éstos, se referirá al sexo del compañero o compañera, sin probar nada acerca de la constitución de la persona tildada de bisexual”. (Kinsey y cols., 1967,: 667, 669).
En la continuación de la investigación de Kinsey realizada por Alan Bell y Martin Weinberg en la década de los setenta, concluyen que la orientación homosexual posee una gran diversidad.
Debido a esta diversidad es que no podemos denominar a todo aquel hombre que sostiene relaciones sexuales con hombres homosexual, porque muchas de las denominadas, según Bell y Weinberg, homosexualidades se determinan por el grado de identificación del individuo.
Partiendo de la diversidad creada por los grados de identificación sexual de los individuos se ha utilizado el término HSH (Hombres que mantienen Sexo con Hombres).
En nuestra investigación hemos decidido partir del término hetero-homosexual planteado por Kinsey para hacer referencia a todos los HSH, pero en especial a aquellos individuos que no se identifican como homosexuales pero mantienen relaciones sexuales con hombres a través, entre otras vías, del rito del chanceo.
Sabemos que los homosexuales han buscado salidas para desarrollar sus vidas a través de códigos específicos que los diferencien de los demás miembros de sus comunidades. Por esto, la creación de sus propios espacios como saunas, cafés y discotecas, no logran calar en los llamados hetero-homosexuales debido a que son lugares producidos para gente que posee una identificación plena como homosexuales o bisexuales.
Es por ello que, probablemente, recurren a un rito específico de la vida gay que no consiste en ligar en sitios comerciales como los bares, sino en la calle. En el caso de Maracaibo el ligue se ejecuta en baños de centros comerciales, universidades y en la calle.
Para la cultura del homosexual zuliano los individuos que realizan este tipo de ritos son denominados chanceros: hombres que buscan un chance u oportunidad sexual con otros hombres, generalmente desconocidos. En este tipo de encuentros se conjugan una serie de códigos, un lenguaje muchas veces no verbal, que sitúa al homosexual o hetero-homosexual en un contexto específico, en el cual el único fin aparente es obtener y dar placer.
La palabra chancear, deriva de chance u oportunidad. Con ella no sólo se define un rito sino a sus ejecutantes, además también se coloca un sello de menosprecio por parte de la misma comunidad gay hacia los individuos que realizan este tipo de encuentros.
El rito del chanceo es un acto en el cual el anonimato es básico para algunos de los individuos, lo que traducimos como: sexo de manera clandestina o secreta, para así resguardar los grados de identidad sexual.
Ahora, por otro lado, es claro que algunos hombres que se paran en la calle a esperar un chance no pretenden mantener su conducta sexual en el anonimato o disimular lo que hacen ante la comunidad gay, pero sí, probablemente, ante el resto de la sociedad; mientras que otros quieren mantenerse al margen de ambas sociedades y negar el acto que realizan ante otros gays que les conocen.
El chanceo comporta una ritualidad que protege a los sujetos, reproduciendo una tradición de códigos que, al pasar al exterior, son desapercibidos.
A través del chanceo muchos hombres que mantienen una vida heterosexual entran frecuentemente en este campo para convertirse en hetero-homosexuales.
Este rito es popular en otros lugares del mundo en los llamados “territorios gays”, comunidades habitadas o frecuentadas por gente de ambiente. En Maracaibo los “territorios gays” son aún irreales. Aunque sí podríamos delimitar lugares a los que esta comunidad es asidua, además de sitios o calles en los que el chanceo es altamente frecuente como: la avenida 5 de julio, el Paseo Ciencias y los baños de malls o centros comerciales y universidades.
Nuestro estudio se centra en la avenida 5 de Julio debido a: la alta frecuencia de contactos chanceros en este lugar, por su carácter emblemático en este tipo de actividades entre las representaciones de la sociedad dominante y porque parece tratarse del sitio donde se inició este tipo de prácticas en la ciudad.
Avenida 5 de Julio
La calle 77 de Maracaibo se encuentra ubicada en la zona norte de la ciudad, fue convertida en boulevard en la década de los ochenta y desde entonces se le conoce como Boulevard 5 de julio o Avenida 5 de julio. Aquí se ha sedimentado el rito del chanceo a lo largo de los años, lo que probablemente se deba a que los bares gays de la ciudad se comenzaron a edificar en este boulevard, como consecuencia del gran éxito comercial que tuvo en la década de su origen, así como del hecho de haberse convertido en una de las pocas zonas de la ciudad que presentó condiciones de peatonalidad e iluminación satisfactorias.
La primera estructuración que encontramos depende de la manera cómo se desplaza el chancero en el boulevard:
Chancero peatonal: es aquel que camina o espera de pie en alguna zona del boulevard 5 de julio por la llegada de su posible compañero sexual, el cual puede venir en automóvil o también puede ser un chancero peatonal.
Chancero conductor: es el que transita por el boulevard conduciendo un vehículo; observa a su posible pareja sexual y la aborda a través de códigos no verbales.
El chanceo se ha hecho tan frecuente que puede ocurrir a cualquier hora y cualquier día de la semana. Sin embargo, cabe resaltar que hemos observado una mayor frecuencia por las noches después de las 8 PM, en el caso del chanceo en días entre semana; y los fines de semana en general.
En cuanto a los días viernes y sábados después de las 3 de la mañana, los chanceros convierten a 5 de julio en su territorio. El número de estos no es elevado, pero su manera de abordar durante la madrugada suele ser más agresiva y directa, debido a la casi inexistencia de otro tipo de transeúntes por el boulevard.
Por consiguiente, los chanceros peatonales suelen mirar a los conductores de manera más incisiva, y los chanceros conductores suelen pararse a la primera vista de un chancero peatonal, incluso llegan a sonar el claxon de su vehículo para llamarlos a un acercamiento y proponerles “un empujón”.
Los domingos la estrategia es muy similar a la de los días entre semana, ya que la mayor hora de chances es entre 3 y 7 de la tarde, en donde el factor luminosidad se convierte en peligro; por esto muchos de los hetero-homosexuales que transitan en sus vehículos buscando un chance deben dar innumerables vueltas para encontrar no sólo de sexo sino de clandestinidad y discreción.
El automóvil como elemento de protección en el espacio
Hemos observado que el tipo de encuentros sexuales que se suscitan dentro de los vehículos depende de la visibilidad interior de los mismos, por esto clasificamos a los chanceros conductores en:
Visibilidad interna del vehículo
Chanceros conductores
Invisibilidad interna del vehículo
Al hablar de visibilidad interna del vehículo nos referimos a la posibilidad de que éste posea o no vidrios oscuros, lo que determina el tipo de prácticas sexuales que ocurren dentro del automóvil: éste cumple una doble función en el escenario del chanceo. La más elemental es que transporta a uno de los dos tipos de chanceros, pero también significa la protección para el chancero peatonal.
Recuerden que, después de varias horas transitando la calle, el chancero peatonal puede estar fatigado, cansado e incluso amilanado por los otros individuos presentes en el escenario por cuestiones de territorialidad del espacio. El carro abordado se convierte en su guarida, en el lugar en el que al fin va a conceder alivio, no sólo a su deseo sexual, sino también a la noche.
A su vez, la invisibilidad interna del vehículo, aunada a su carácter protector, crea las condiciones para un mayor relajamiento y permisividad de actividades sexuales que son, casi siempre y a fin de cuentas, accidentales y apresuradas. El vidrio oscuro resguarda a los sujetos de exponer su intimidad, todas sus identidades y, al mismo tiempo, los guarda de un mundo peligroso y extrañado territorialmente por otros grupos que lo han invadido por razones delincuenciales y económicas.
Fuera de los escenarios protegido por el automóvil, los chanceros peatonales pueden mantener sexo con otros chanceros peatonales si las circunstancias son propicias. Es decir, si uno de los dos tiene algún sitio a donde ir. Los más osados suelen buscar un lugar oscuro para mantener algún tipo de contacto que suele ir desde besos y caricias hasta sexo oral o anal.
Interacción entre Chanceros peatonales y Chanceros conductores
En el caso concreto del chancero peatonal podemos decir que son de dos tipos:
La primera de éstas corresponde más fielmente al chancero que busca a un chancero conductor. El esperar de pie o sentado es un símbolo de mayor despreocupación por parte del chancero; probablemente éste mantiene una identidad gay o “bisexual” sin problemas, o sencillamente a pesar de considerarse gay y no manifestarlo ante su entorno social no le da la menor importancia al chanceo.
El chancero peatonal que espera de pie o sentado se puede clasificar según el grado de luminosidad del área de abordaje:
Las señales simbólicas presentadas en el escenario se determinan por los grados de claridad en cuanto a la visibilidad del individuo. Existen chanceros que no se atreven a ejecutar el rito de día sino de noche. Sin la luz del sol, algunos contactan a la posible pareja sexual en un lugar bastante transitado e iluminado (como es el caso de las paradas de autobús en horas comerciales), procediendo luego a indicarles, a través de señales, un segundo lugar donde poder conocerse y concretar.
El chancero conductor que es closet puede en ocasiones buscar un sitio más oscuro para recoger a sus compañeros o fijar más su mirada en los individuos ubicados en las zonas poco iluminadas para así lograr uno de los elementos que conforman este rito: la brevedad del proceso de ligue o chanceo.
El Oscuro Tranvía del Deseo
Dónde y cómo viaja el riesgo
Los chanceros, en su mayoría, mantienen sexo en sus automóviles. De hecho, la mayoría, conductores o peatones, no tienen un lugar en dónde mantener relaciones sexuales, debido a que viven con sus familias o incluso tienen vida marital.
Esto nos lleva a estructurar un status social en el chancero, el cual podría ser relevante, ya que en ocasiones, de la capacidad económica de los individuos depende el dónde y cómo mantener prácticas sexuales: es decir, muchos chanceros no utilizan condón no sólo porque no saben en qué tipo de relaciones sexuales deben emplearlos o porque no quieren hacerlo, sino también porque muchos no poseen dinero para adquirirlos. Así como el hecho de tener que sostener relaciones sexuales en los automóviles o en la calle, sólo porque no pueden ir a un hotel o a sus casas.
Las estructuras y clasificaciones descritas anteriormente, se reflejan perfectamente en los diarios de campo que se incluyen en el capítulo VI del trabajo de investigación titulado El laberinto del oprobio. Sin embargo, podemos resumir algunas estructuras a continuación:
Posibles estrategias
Es sabido que en Latinoamérica la principal problemática con este tipo de grupos de HSH es el poco conocimiento que se posee de estos.
Para entender a un HSH, y más a un chancero, lo primero que se debe hacer es quitarse la venda de los ojos. Dejar atrás esquemas prenocionales sobre las identidades sexuales y sobre los grupos que salen de la “norma social” implantada, ese sería el primer paso.
Tomando en cuenta que Venezuela se encuentra entre los tres países de la región andina en los que la principal transmisión del VIH continúa siendo la relación sexual desprotegida entre HSH, las medidas de prevención, investigación y concienciación en estos grupos son fundamentales.
Es por ello que nuestras primeras propuestas se enmarcan en la necesidad de la planificación estratégica, por parte de grupos que trabajan por los HSH, así como la realización de unas primeras campañas de prevención que intenten englobar a los distintos tipos de hetero-homosexuales sin caer en las categorías implantadas a las identidades.
Estas planificaciones y campañas deben ser propuestas por los mismos grupos de ambiente o por los que trabajan por éstos, debido a que es bien sabido en nuestro país que el Ministerio de Salud y Desarrollo Social aborda la problemática de manera general a través de campañas de concienciación ineficientes.
Es así, como a través de la consolidación de las ONG’s en Venezuela es posible llamar la atención de las instancias mayores para que realicen, junto a nosotros, los abordajes a este tipo de grupos. Esto es, sin olvidar los factores culturales de cada grupo, a partir de la contextualización de su especificidad.
Hablamos de hacer que el Ministerio de Salud y Desarrollo Social se interese, no sólo en conseguir los medicamentos o a dar charlas en colegios, sino también en la prevención y conocimiento correcto de los grupos que pueden ser catalogados como riesgosos en materia de ITS.
En general podríamos partir de los siguientes lineamientos para una posible planificación estratégica:
Es importante aclarar que los venezolanos y la población hetero-homosexual no conocen las ITS, no saben sus síntomas y ni siquiera saben que existen exámenes médicos que pueden diagnosticarlas.
Recordemos que lo más significativo no es sólo el control a través de los números. No basta tener un gran número de estadísticas que nunca estarán completas, porque los que podrían engrosarlas siguen caminando por las calles o buscando desde sus carros en las avenidas de Venezuela, sexo, amor, comprensión e infecciones.
Ellos no son la epidemia, nosotros tampoco. Los gays no lo son, tampoco los chanceros, ellos solo buscan la sensibilidad entre hombres, el amor masculino que la sociedad les ha arrancado; el problema es el estigma que se ha creado alrededor del VIH y de las ITS por la información mal concebida y por la poca accesibilidad a ésta.
Definición de Términos Básicos
Ambiente — En el caso de los hetero-homosexuales el ambiente no es más que el medio gay en el cual se desarrolla su entorno social. Suele ser además una palabra que explica la identidad del individuo, por ejemplo: ¿Eres de ambiente? o ¿Él es de ambiente?.
Chancero — Todo aquel individuo que busca una oportunidad sexual con otro de su mismo sexo, generalmente desconocido, a través de señales recíprocas y explícitas.
Closet — Es el individuo que mantiene su identidad sexual en absoluto secreto, por lo que suele mantener un profundo temor al rechazo social. En algunos países de habla hispana este vocablo adoptado de la lengua inglesa a sido traducido y empleado como Armario. Coloquialmente en Maracaibo el ambiente le denomina Encapotado.
ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) — Estas siglas identifican a las enfermedades de transmisión sexual como: sífilis, gonorrea, VIH, herpes, hepatitis B, virus del papiloma humana (VPH), entre otras. Institucionalmente la denominación Enfermedades de Transmisión Sexual ha sido sustituida por el acrónimo ETS. En la actualidad existen otras siglas, ITS, que se refieren a Infecciones de Transmisión Sexual.
Fuerte — Palabra utilizada en el ambiente gay internacional para denominar a aquellos homosexuales en quienes resalta el amaneramiento o manifiestan libremente su orientación sexual. También, puede ser empleada para adjetivar un lugar cuando es frecuentado por gays, por ejemplo: “Ese café es fuerte” o “esa discoteca es fuertecita, se la pasa llena de gente gay”. En ocasiones los homosexuales suelen disgregarse por grupos debido a que discriminan a los fuertes (esto se debe a que no pueden aparentar ante la sociedad una “normalidad” si se ven acompañados por este tipo de individuos).
Gay — “El término inglés gay (literalmente, <<alegre>>), se emplea internacionalmente como sinónimo de homosexual y es exclusivamente en este sentido como se utiliza en el presente libro. Algunos autores o grupos de libración homosexual utilizan el adjetivo gay para referirse al homosexual liberado que se acepta como tal y desarrolla de forma adaptativa su tendencia sexual. Igualmente, algunos homosexuales prefieren llamarse gays porque suponen que este término no lleva implícita ninguna atribución de roles [sexuales relativos a la posición penetradora y/o penetrados] específicos. Sin embargo, el éxito de la palabra gay probablemente se deba sobre todo a su ambigüedad semántica. (N. del T.)” (Weinberg y Bell, 1978,: 27).
Hetero-homosexual — Kinsey (1948) define al continuo humano hetero-homosexual, como aquel individuo que durante distintas etapas de su vida ha tenido un grado mayor o menor de relaciones con orgasmo o respuestas psicológicas con individuos de su mismo sexo.
Homofobia — “es un miedo intenso y sin razón a los homosexuales, y constituye una tragedia doble. Aquellos de nosotros que tememos u odiamos a los homosexuales solemos pensar que no conocemos a ninguno, aún cuando puede haber cierto número de personas con quienes socializamos, trabajamos o tal vez hasta convivimos, que son gays o lesbianas. Al mismo tiempo, muchos homosexuales se pasan la vida escondidos “en el closet”, temiendo que la homofobia destruya sus relaciones familiares, su amor propio o hasta sus mismas vidas. Por desgracia, la gente homofóbica se la pasa perpetuando ciegamente ideas falsas sobre los homosexuales que pueden llegar a ser muy hirientes”. (The Awareness Project, (1997). La homofobia. ¿A qué le tenemos tanto miedo?, en: ww.arenal.com).
Homosexualidades — Basándose en el estudio previo de Kinsey, Weinberg y Bell (1974) continuaron analizando al hetero-homo llegando a la conclusión de que debido a su diversidad y complejidad las orientaciones sexuales no deben ser denominadas en singular sino en plural.
HSH — Hombres que tienen Sexo con Hombres. Definición que, aunque aún no es oficial, está siendo utilizada por ONUSIDA para referirse a estos individuos sin implicar asuntos de identidad sexual.
Prácticas sexuales de alto riesgo — Mantener relaciones sexuales que conlleven el intercambio de fluidos corporales como: sangre, semen, secreciones vaginales, etc., sin utilizar condón.
Prácticas simbólicas — “Toda cultura, los ritos, las instituciones, las relaciones sociales, las costumbres, etc., no son otra cosa que formas simbólicas en las que el hombre encierra su experiencia para hacerla intercambiable (...) se instaura una sociedad cuando hay “comercio de signos” (Eco, Humberto, 1976,: 107).
Rito — Prácticas simbólicas que ocurren en las culturas de modo recurrente y que, cargados de evocaciones cosmovisuales, ejercitan, refuerzan socialmente, dan integridad y sentido a los signos humanos. “Desde Durkheim (1912) y Radcliffe Brown (1922), el rito ha sido considerado como un instrumento destinado a crear y reforzar las relaciones y a promover la integración social” (Finol, 1989-abril,: 1-2). En el estudio de las sociedades contemporáneas el término presenta incomodidades debido a que referencia prácticas tradicionales de una cosmovisión estables, quizás demasiado estable para la dinámica de las modernidades, pero su revelación habla de las formas ocultas y estructurantes del lenguaje de lo contemporáneo.
Roles sexuales — Son definidos en virtud de la función penetradora, éstos pueden ser de tres tipos: activo (penetrador), pasivo (penetrado) y 50/50 (ambos).
Referencias bibliográficas