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Entre búsquedas, encuentros, derivas. Propuestas para pensar la psicoterapia con adolescentes

 

Y bueno… más que eso no podemos pretender: simboliza, no se suicida, no delira, no está tan mal después de todo

Sonatina- Rodulfo, 2013

 

Los adolescentes se nos presentan a veces como la caja de Pandora, ese objeto cerrado, mítico, donde confluyen todos los fantasmas que los padres y la sociedad temen. Como en otras épocas, “esos raros peinados nuevos”, estos adolescentes como efectos, subjetivaciones epocales y de un sistema de producción expresan, sienten y reflejan lo que los va atravesando.

Los adolescentes como cualquier otredad nos sacuden con la irrupción de lo violento, con su doble carga: el descubrimiento de un otro y la subjetivación en constante despliegue de procesos de diferenciación

Tocan timbre, abro la puerta y ahí está Mariano, parado en la entrada, todo lánguido, alto, la ropa suelta, negra, su cabello tapando sus ojos y los hombros encorvados y una voz entrecortada, me saluda, se pone alcohol y lo invito a pasar. Se sienta, agacha su cabeza y queda con la mirada fija en un punto.

T: -Bueno Mariano, que tal mi nombre es Lic. López como seguro ya te explico tu mamá, me gustaría que me cuentes qué te hace venir... según me dijo tu mamá estabas buscando un terapeuta…

Mariano miraba todo, me miraba, pero no emitía palabra, pasan unos minutos…

M: - (aspirando aire y en una exhalación dispara) mi mamá me dijo que venga…. yo le pedí en realidad, pero ahora estoy bien, a mí me cuesta hablar….

T: aja

Y espero… (silencio absoluto) lo miro y él vuelve a agachar su cabeza y otra vez fija su mirada…

T: Bueno no te preocupes tenemos tiempo, recién nos conocemos y hablar a veces se hace difícil por más que uno quiera o necesite hablar, cuesta asique si te parece te voy a hacer algunas preguntas y vos respóndeme si podes, y contame, por ejemplo, si te acordás que sentías cuando querías venir o sino algo más lindo ¿qué música te gusta?

(el seguía con su mirada fija en el mismo punto, como inmóvil)

M: - me gusta la música tranquila.

T: aja. ¿Y algún artista en particular?

M: Radiohead. Creep

Me levanto, busco en el celular Radiohead y pongo música de fondo, mientras él me observa lo que estoy haciendo y se ríe tapándose la cara.

M: - Ves que es música tranquila.

T: - está buena no la conocía y sabes inglés?

M: - Algo sé

Sigue callado, pero esta vez cambia su disposición como más relajado.

T: Bueno ahora que estamos escuchando música y que te reíste un poco, te hago otra pregunta.  Tu mamá cuando me habló para pedir un turno para vos me dijo que estabas queriendo cambiarte de colegio y a ella le llama la atención porque era un colegio al que fue toda tu familia y tu hermano terminó ahí. ¿Qué paso que te querés cambiar?

M: -Si, es que los profesores hacen lo que quieren y te tratan como quieren porque como es un colegio industrial y ya sabes cómo es acá el industrial son todos esos profesores que tienen ellos la verdad. Son machistas. Bah no todos, pero no me gusta. Yo hago todo lo que me piden y todos los años me pasa lo mismo, yo completo las carpetas y a mi hasta las últimas me tienen con las carpetas, pero a otro, que es diferente lo aprueban con una hoja no más. ¿Entendés?

T: -No. ¿Cómo es eso de que, a otro que es diferente? ¿Cómo diferente?

M: -No se. (hace silencio y mira fijo otra vez agachando la cabeza); bueno ese es mi problema.

T: - ¿Cuál? ¿El colegio? ¿O ser diferente?

M: -El colegio.

T: -Ah, ok ok. Bueno a cambiar de colegio entonces.

M: - Y si, pero no sé cómo cambiar. No, no tengo idea de cómo cambiar.

T: - Bueno eso es algo que podemos averiguar juntos, digo. Cómo cambiar… de colegio digo.

Me mira y se ríe.

M: Bueno, ¿vengo otro día?

T: - Sí claro, si vos querés venir vemos otro día para la semana próxima. Pero espera un poquito, antes de irte agenda mi número así me escribís cualquier cosa que quieras cambiar el día, o si te retrasas y de paso te envío recordatorio del turno. Igual yo le voy a avisar a tu mamá cada vez que sea tu turno, pero también a vos.

(Agarra su celular y me pide mi número, al instante aparece un hola en mensaje de wasap y se ríe. Hola, respondo. Me cuesta hablar con las personas escribe. Tranquilo respondo yo. Genial le digo: “ya estamos en contacto.”)

Se agarra la cabeza, se tapa los ojos y me dice

M: me quiero ir porque te mentí, todo lo que te dije es mentira, bah, me quiero cambiar de colegio eso es cierto, pero ese no es mi problema. Mejor me voy.

Se para.

T: -Bueno, (me pongo de pie yo también) quédate tranquilo, mira hagamos algo, ¿te parece? y a la vez le explico, Nosotros nos estamos conociendo, yo entiendo que hablar no es fácil asique vamos a jugar y como acá podemos hacer eso. ahora   vos salís y me golpeas la puerta. ¿querés?

(Se ríe y se va cerrando la puerta) Golpea la puerta, abro y digo

T: - Hola qué tal?, soy la Lic. López, me llamo Agustina

M: -Bien.

T: - ¿Adelante, Mariano verdad?

M: - Si.

T: -Bueno, adelante, toma asiento y contame, ¿disculpa te molesta la música?

M: No esa música me gusta… (esta puesta la música que él eligió)

T: ¿Bueno contame qué te pasa? ¿¿Y porque estás acá??

M:  Me cuesta hablar,

T: Aja, no te preocupes suele ser difícil hablar sobre todo cuando no conocemos a las personas que tenemos al frente.

Saca su celular del bolsillo y escribe mi problema no es el colegio mi problema es que soy un chico y quiero yo quiero ser una chica, pero no es lo mismo ser mujer que pasar a ser una mujer. Tengo miedo y vergüenza.

Lo miro y le digo

T: gracias por animarte, cambiar no es fácil, al menos, empezar a pensarlo ya es un montón y quizá sea ese el camino que podríamos recorrer. Vamos a trabajar juntos para que puedas sentirte mejor.

M: - Si, pero prefiero que mi familia no se dé cuenta, porque no se si me van a aceptar. Y yo no sé qué va a pasar conmigo eso me da miedo.

T: -Qué cosa Mariano??

M: -No sé cómo cambiar.

T: - y ¿por qué hay que saber todo…desde el inicio? eso es lo bueno de estos espacios, no hay apuros y me parece que podemos averiguarlo juntos.

M: - Bueno.

 Afloja su cuerpo y llora. Le paso unos pañuelos…me mira, se sonríe y me dice.

M: No me imaginé que iba a llorar…no lloro nunca. ¿vengo la semana que viene?

T: si, seguro.    

 

Tras el encuentro con el adolescente, resuenan las presentaciones, lo inédito de los encuentros, por más que ya se hayan dado mil veces, hacer registro de las formas y derivas que toman cuerpo y que se nos dan como oportunidades de crear en la terapia un hecho acontecimental, algo que produzca ruptura con las linealidades preestablecidas que permita dar con las inconsistencias que propone Moreno (2002).

Uno de los primeros efectos del encuentro suele derivar en las urgencias por atender, tratar de codificar la subjetividad dentro las clasificaciones en las que toman forma de diversas productividades subjetivas. Construir al paciente antes de conocer al adolescente. Es esa una de las primeras emboscadas que nos tienden los manuales y codificaciones de la psicopatología que nos lleva, en la prisa a producciones del hacer más que del pensar, de interpretar más que dejar arribar lo que adviene.

Los adolescentes como cualquier otredad nos sacuden con la irrupción de lo violento, con su doble carga: el descubrimiento de un otro y la subjetivación en constante despliegue de procesos de diferenciación. En el encuentro nos dislocan disponiéndonos en ese espacio que es en el encuentro mismo, posiciones y producciones que parten desde él. Esto significa, que parten desde cómo se inscribe el acto de presencia, como resuenan nuestras presencias en ese espacio, lo que producen juntas, hasta las derivas que adquieren cuando las subjetividades de estos jóvenes sufren complejizaciones con los pasajes al acto, desbordes, agujeros negros que absorben las potencias de cada miembro que compone su familia.  Se crean situaciones y producciones donde el criterio de realidad se halla lábil, dejando al terapeuta en una gran zona de perplejidad e incertidumbre debido a las actuaciones desenfrenadas del adolescente y a veces de su entorno.

Así un diagnóstico presurosamente esgrimido, pasa a ser utilizado como herramienta impersonal, como elemento categorial para protocolizar, medicalizar, frenar, ¿sujetar? las impulsiones y desbordes, a la vez que tranquiliza al poner un orden a lo vivido como des-orden. Es decir, se configura representacionalmente lo perturbado y ¿lo coagula?  Esta disquisición no apunta a abolir diagnósticos y terapéuticas, sino a no apresurarlas.

En el adolescente durante la consulta se instala un proceso de subjetivación que se escribe constantemente, hay una subjetividad que es la vivenciada como propia, la que es bordeada por el saber del cuerpo, la propia voz que va más allá de lo codificable y clasificable, lo que afecta desde el dolor o la incertidumbre y que atañe a lo que habita y percibe en su mundo

Lo que en el adolescente o su familia se manifiesta como un clima perturbador afecta profundamente a sus miembros y a quienes los rodean, en ellos “aparece como un malestar, un estar mal muchas veces difuso e impreciso que es la característica de los estados emocionales o psíquicos. A veces ese estar-mal del mal-estar resulta de la relación con otro o con otros”, Berenstein (2001) y no es patología sino una construcción vincular perturbadora.

En la consulta con adolescentes se buscan alternativas, hallar nuevas vías como ligazones, nuevos modos de hacer, entre, con sujetos vinculados

¿Qué se busca o qué “hace a una consulta” de un adolescente?

En la consulta con adolescentes se buscan alternativas, hallar nuevas vías como ligazones, nuevos modos de hacer, entre, con sujetos vinculados. Tejer la estructura de sostén y soporte para lo que se produce en el vínculo. Nuevas, aquí quiere decir no conocidas desde antes. Sin prejuicios como proponía Puget, sin la falsa creencia de que ocupar y habitar los lugares vinculares como si fueran las mismas operaciones.

Somos interpelados en el aquí y ahora, en inmanencia, abrir espacio a deconstruir las interpretaciones rápidas que caen en las claves familiaristas tradicionales, que llevan a lecturas fosilizadas.  Que condicionan no solamente al sujeto sino a su núcleo de referencia. “La exigencia de ser madre y padre, desde una operación identificatoria (incluyendo el mandato social), los sumerge en una trampa agotadora que no les permite descubrir cómo es este hacer entre ellos, construir una con-vivencia (vivir con), para lo cual sería interesante que puedan encontrarse en un terreno que los sustraiga de sus representaciones y les permita el juego que requiere la experiencia de estar juntos, registrándose”( Kleiman, S 2021) un permitirse registrarse con el otro, no con lo que se espera sino con lo que es.

Poder pensar y definir con las adolescencias, sus familias, sus problemas, sus trabajos y su singularidad permite un entramado que no se le hace ajeno, sino que es un punto de apertura de apropiación de lo que le es impropio, una posibilidad de alojamiento de la otredad.

Queremos resaltar del espacio terapéutico a la función de amparo que no puede sostenerse si es visible desde el ideal narcisista vincular, los prejuicios profesionales o desde una perspectiva adultocéntrica

Podemos pensar la consulta vincular con adolescentes desde varias vertientes. Una de ellas, aquella ejercida desde un lugar mercantilista, un dispositivo normatizador, “normalizador” y depositario de los cuidados y la restitución de la salud, donde vemos como se configura la trilogía salud, normalidad y locura, como términos intercambiables. Siendo otra posibilidad el ser pensado desde una propuesta que lleva a la construcción de un nosotros vincular. Un nosotros que contenga a todos los que participan en la escena, no solo la familia y el adolescente, sino terapeuta y todo lo que entra por la ventana desde lo transubjetivo y epocal. Este nosotros apunta a sostener un lazo que reduzca el malestar, vivenciado en el cuerpo del adolescente y su familia, algo que alivie las sensaciones de desamparo, que aloje al malestar. La consulta con el adolescente es eso que nos interpela y “nos lleva a volver a pensar en la salud como una condición subjetiva, sus relaciones con la locura, más importante que las que tiene con la normalidad” (Rodulfo, R 2013). Pensar con ellos, los adolescentes, su entorno, y no sobre ellos, permite cartografiar otra clínica.

Queremos resaltar del espacio terapéutico a la función de amparo que no puede sostenerse si es visible desde el ideal narcisista vincular, los prejuicios profesionales o desde una perspectiva adultocéntrica. Se hace clara la necesidad de dar lugar a lo que acontece y se vivencia en el vínculo, ahí, con el registro de cada uno de los cuerpos afectados y sus singularidades.

Los pasajes al acto, las ideaciones suicidas, los discursos impenetrables de los adolescentes pueden ser puntos de partida, lugares de anclaje y motores de la consulta pero debemos cuidarnos de rápidas intervenciones, así sean éstas  esperanzadoras, de perder la empatía o la escucha sincera ya que podemos quedar presos de  los “ideales de armonía e integración que se presentan como obstáculo para pensar lo imprevisto” (Puget, 2011) y que, enunciados de otra manera, en el furor curandis, en el intento irrefrenable de abolir lo disruptivo  perdemos la oportunidad de elaborar y dar espacios a nuevas configuraciones que aparecen con la novedad de lo que nos violenta.

Por lo que pensar el cuándo de las entrevistas y de las intervenciones nos lleva también a replantearnos sobre las ideas actuales que se desarrollan con nuevos autores, que apuestan a hablar de conjeturas psicopatológicas, aportando otra lógica para pensar el sufrimiento de los sujetos en los vínculos, lo que los constituyen, sostienen y que son necesarios para su subjetivación y supervivencia.

Lo que moviliza a los adolescentes en sus búsquedas, en sus sufrimientos, nos lleva a repensar lo que plantea Spinoza cuando expone que la individuación es un constante conflicto entre la conservación versus destrucción

Preciado en el prólogo de Esferas de la Insurrección nos cuenta a lo que Suely apuesta: “… una práctica analítica que funcione como una política de subjetivación disidente, permitiendo la reapropiación de la potencia vital de creación y el desarrollo de lo que ella llama el “saber-del cuerpo”, el saber de nuestra condición de vivientes.” (Rolnik, 2018) apunta a propiciar alianzas potenciadoras entre pares para soportar el malestar y colectivamente pensar estrategia de resistencia y fuga a lo impuesto. Integrando esto a nuestras prácticas, nos permite ser porosos a lo que adviene en la sesión, nos deja en contacto con lo que allí sucede y los procesos que se generan, siendo también nosotros con- en el proceso terapéutico.

Alojar, dar espacio al malestar antes de ponerlo en el candelero, es una posible puerta de entrada del adolescente en nuestro encuentro. Un posible soporte de su voz genuina, sin captura, sin intentos de coacción. Es aquí justamente donde encontramos otro desafío: el para qué de la consulta con los adolescentes.  Abre una danza entre las defensas y los sentidos.

Los trabajos del entre en la psicoterapia vincular siguen siendo con las defensas, pero ahora desde una lectura más amplia ¿De qué se defiende el adolescente a través de su conducta? ¿qué es lo que él percibe como perturbador y amenazante para sí?

Lo que moviliza a los adolescentes en sus búsquedas, en sus sufrimientos, nos lleva a repensar lo que plantea Spinoza cuando expone que la individuación es un constante conflicto entre la conservación versus destrucción.

La vitalización o el denudamiento que viven los adolescentes que exceden de los moldes, que desborda, en cierta manera, podríamos pensar que es difícil una individuación, sin derrame o exceso.

El complejo trabajo de los adolescentes no puede ignorar a lo transicional y a los conflictos que derivan del espacio que se ve como un conflicto. Una zona hostil que no logra diferenciar ni alojar. Los procesos de subjetivación no permiten la diferenciación sin que la aniquilación (destrucción) domine al mismo y aquí la psicoterapia con perspectiva vincular, como un nuevo espacio transicional habilita o da lugar al desborde en un matiz co- creado de contención, producción y subjetivación.

Entonces, el para qué, el porqué y el cuándo como grandes cuestionadores que nos saca de la anestesia de lo esperable, hace que el encuentro psicoterapéutico funcione como un terreno fértil para lo transicional, la inconsistencia y la interferencia, espacios de reblandecimiento que permiten la diferenciación, individuación y la presentación del mundo a través de sus bordes a esos espacios que la individuación nos ofrece.

¿A qué trabajo somos convocados en una escena vincular?

Somos convocados a producir, somos subjetividades que participamos y actuamos en una situación que deviene entre la escucha y la interacción cuerpo a cuerpo. “La incapacidad de generar metáforas, que en ellos todavía es un poder en gestación, hace de sus cuerpos una metáfora andante. No es una verdad sobre el otro sino una aproximación a ellos mismos. A veces un pedido de auxilio, el camino angustiante y torpe y lleno de pozos que es hacerse entender.” (Santamaría 2020).

Habilitar la trama que ahí se traza y que se produzcan efectos psíquicos que habitan en la potencialidad de la vincularidad.  

La terapia como proceso creativo, una terapeuta que se pone a jugar y recrear con Mariano, relevando otra cartografía. Acercándose a su mundo, vibrando con él, con su música, con su lenguaje de chat. Entrando y saliendo del lugar tantas veces como sea necesario. Con curiosidad y deseo, pero también con cautela y con respeto. Así parece darse lugar a un nuevo encuentro, tan novedoso que no sabemos hacia dónde los llevará, pues ambos desarman viejas guaridas defensivas. “Te mentí,” dice Mariano. Ya no hay juicio, sólo presencia que acoge, hospitalidad. Y así llega el “tengo miedo y vergüenza”. Y al final, “vengo la semana que viene”, “sí, claro” dice la terapeuta. El encuentro dio sus frutos, el proceso echó a andar.

 

*María Soledad Bolgán - soledadbolgan [at] yahoo.com.ar - Médica Psiquiatra especialista en Infanto Juvenil. Diplomada en Diagnóstico, Prevención y tratamiento de las violencias. UBP. Maestranda de “Vínculos, Familia y diversidad sociocultural” del IUHI. Miembro de CD de APIA. soledadbolgan [at] yahoo.com.ar ()

**Virginia Grosso - virggrosso [at] yahoo.com.ar - Licenciada en psicología, especializada en psicoanálisis vincular, maestranda de “Vínculos, Familia y diversidad sociocultural” del IUHI. Docente de Grado (UES21) y Posgrado (UCC y APCVC) Miembro de CD de APCVC - virggrosso [at] yahoo.com.ar ()

 

BIBLIOGRAFÍA

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-Deleuze, G (2002) “Diferencia y Repetición”. Material de Cátedra de la Maestría en Vínculos, Familia y diversidad sociocultural” del IUH - Cohorte 2021

-  Gutman, J (2006) “Psicoanálisis de familias con adolescentes”. Material de cátedra de la Maestría en Vínculos, Familia y diversidad sociocultural” del IUH - Cohorte 2021

-Gutman, J (s/f) “La subjetividad del analista vincular”. Material de Cátedra de la Maestría en Vínculos, Familia y diversidad sociocultural” del IUH - Cohorte 2021

-Kleiman. S (2012) “Ocupar y habitar:  Diferentes operaciones vinculares. El psicoanalista ante las familias y las parejas del Siglo XXI: nuevos desafíos técnicos”. Revista internacional de psicoanálisis de pareja y familia AIPPF, (Nº 11-2012/1) 38-48 https://aipcf.net/revue/wp-content/uploads/2017/07/Ocupar-y-habitar-diferentes-operaciones-vinculares-1.pdf

- Lewcowicz, I (2003) “La institución materna.” XXII Encuentro Latinoamericano sobre el Pensamiento de D. Winnicott, Montevideo, 18 octubre 2003.

-Moreno, J (2002) “Ser Humano. La inconsistencia, los vínculos, las crianzas”. Editorial Libros del Zorzal.

-Moreno, J (2014) “La infancia y sus bordes”. Editorial Paidós. Bs. As

-Puget, J (2011). “Los prejuicios como instrumentos discriminatorios”. Material de Cátedra de Carrera de Especialización en Psicología Vincular de Familia con niños y Adolescentes. IUHI - Cohorte 2021

- Puget, J (2015) “Subjetivación discontinua y psicoanálisis. Incertidumbres y certezas”. Buenos Aires: Lugar.

-Rodulfo, R (2013) “Andamios del psicoanálisis”, Cap. 17- Planeta Libros.

-Rodulfo, R (2010) “El psicoanálisis de nuevo”. Un nuevo acto psíquico: la inscripción o la escritura del nosotros en la adolescencia (Cap. 9), Eudeba

-Rolnik, S (2018) “Esferas de la Insurrección”. Ed. Tinta Limón.

- Santamarina, J (2020) “Ni uno menos”. La Agenda revista.

https://laagenda.tumblr.com/post/626433527554228224/ni-uno-menos

-Simondón, G. (2015) La individuación. A la luz de las nociones de forma y de información. Ed. Cactus.

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Enero / 2024