El Modelo acerca de los fenómenos que explican la naturaleza de todos los sucesos basado en los Opuestos Complementarios (Yin-Yang) y la Teoría de las Cinco Actividades (o los Cinco Movimientos) es la base del pensamiento natural de las personas en Oriente. A diferencia de esta antigua filosofía china, en la antigua Grecia apareció entre los primeros maestros y filósofos un modelo teórico de comprensión de la naturaleza basado en cuatro elementos. Estos cuatro elementos eran para los griegos el Agua, el Fuego, el Aire y la Tierra. A partir de Aristóteles se agregó el Éter, cuya concepción impregna la cultura occidental. Pero en el Lejano Oriente, alrededor del año 400 A. C. apareció escrita la Teoría de las Cinco Actividades o Movimientos en el Nei Ching, el antiguo libro de Medicina China. Esta Teoría es la base filosófica que sustenta toda la Medicina Tradicional China: la acupuntura, los masajes, el tratamiento con hierbas, con alimentos, y también mediante las palabras y las emociones. Los Cinco Movimientos de Lejano Oriente eran diferentes a los cinco Elementos griegos e hindúes. Eran la Madera, el Fuego, la Tierra, el Metal y el Agua. Para esta doctrina China, basada en la filosofía taoísta, todo en el Universo se origina de una fuerza elemental llamada Tao o Chi, incomprensible e inabarcable, que genera en principio los opuestos complementarios del Yin y del Yang, y que ellos, en combinaciones variadas, van formando los Cinco Movimientos y luego todas las formas de la naturaleza. Así pues, más que preocuparse por la materia y los átomos como los griegos, los chinos se ocuparon de desarrollar los conceptos de energía y cambio permanentes.
Los orientales atribuyen a cada órgano del cuerpo una emoción y uno de los sentidos. Estas atribuciones, logradas por la simple observación empírica a lo largo de los siglos, están basadas en analogías y transformaciones
Para los chinos hablar de HIGADO o RIÑON, no se refería al órgano, por más que sabían su anatomía por su temprano afán de hacer disecciones, sino a la función del hígado o el riñón, y a todo lo que pueda implicar su accionar energético. Los orientales atribuyen a cada órgano del cuerpo una emoción y uno de los sentidos. Estas atribuciones, logradas por la simple observación empírica a lo largo de los siglos, están basadas en analogías y transformaciones. Así el Nei Ching dice que el hígado está representado por el sentimiento de la ira, y que los ojos, abriendo el hígado como una ventana, conectan el hígado con el mundo exterior. Dice también que el corazón es el lugar de la alegría, y que el corazón abriéndose en la lengua se conecta con el mundo exterior (órgano de la dicción). Así las analogías se suceden desde el nivel orgánico hasta el espiritual (ver Tabla). Como se aprecia en la Figura 1, para la concepción China, la energía vital circula cambiando de un estado a otro, en un ciclo de creación donde cada órgano trae fuerza del anterior y da fuerza al siguiente. La actividad energética de los órganos tiene variaciones diurnas y estacionales, y los caminos por donde circula la energía no tienen vías anatómicas, sino meridianos. Las relaciones vertidas en el Nei Ching son muy simples: el hígado nutre al corazón, el corazón da fuerza al estómago. Son observaciones que siguen siendo vigentes en el pensamiento diario de millones de personas en Oriente. La función del hígado es la de producir la sangre (según esta medicina) y hoy sabemos que todos los elementos de la sangre como la glucemia, el colesterol, las proteínas plasmáticas y los lípidos en sangre se producen en el hígado. Y la Medicina China sigue diciendo que la sangre nutre el corazón. Y que la función del corazón es distribuir la sangre por el cuerpo y así hacer circular la energía (Qi).
Esta teoría actualmente se usa, por ejemplo, para elegir el nombre de un nuevo bebé en China, teniendo en cuenta la estación anual que transcurre y hora del día de nacimiento, pues cada órgano, emoción y actividad tiene su ciclo anual y diario.
Cuando un médico oriental percibe una sobrecarga o una disminución de la actividad de un órgano, se basa en esta compleja interrelación teórica para decidir su tratamiento, que buscará equilibrar el sistema, repartiendo las cargas
El sistema incluye también un ciclo de dominancia o de control, en el cual las energías de los órganos son controladas por el órgano anterior al que le provee energía. Así, el riñón domina la energía del corazón, o el hígado ejerce control sobre el bazo (Figura 1). Además, aunque cíclico, el sistema no es cerrado, pues se entiende como una espiral en el espacio-tiempo en el que cada ciclo se repite, pero con matices y diferencias, en un devenir continuo. Los movimientos de creación y de control tienen que estar en un equilibrio dinámico: demasiada creación o demasiado control de un órgano sobre otro producen un desequilibrio entre las fuerzas complementarias de Yin y Yang y devienen en enfermedad. Cuando un médico oriental percibe una sobrecarga o una disminución de la actividad de un órgano, se basa en esta compleja interrelación teórica para decidir su tratamiento, que buscará equilibrar el sistema, repartiendo las cargas. Así, podrá usar la acupuntura o la digitopuntura para tonificar (o sedar) tal o cual órgano. O usará una hierba en infusión con el mismo sentido.
En la Figura 2, que toma los niveles orgánico y emocional, se aprecian grupos de órganos relacionados desde la antigüedad en Oriente con los afectos. Es notable la vigencia de las analogías. Cada emoción comprende toda la gama de intensidades que pueda tener, (el miedo va desde el temor al terror, la compasión va desde los sentimientos de autoestima hasta los de culpa) y a su vez cada una se expresa en una actividad: la alegría en la risa, la pena en el llanto, el miedo en el gemir, la ira en el grito y la compasión en el canto. En la práctica, las diferentes emociones representan el desempeño externo de la función y el estado del órgano correspondiente. El equilibrio tiene gran importancia para mantener la función fisiológica normal del cuerpo humano y prevenir la aparición y el desarrollo de enfermedades. Por ejemplo, si una persona está extremadamente enojada, esto será malo para el hígado y debe tratarse o neutralizarse con la emoción de la tristeza, que se rige por los pulmones según la teoría de los Cinco Movimientos. En este caso, el metal (tristeza) podría controlar la madera (ira), lo que significa que el pulmón (tristeza) podría controlar el hígado (ira). En Medicina China, esta terapia se llama curiosamente “Terapia Emocional”.
Entre los sentidos llama la atención que siendo cinco, no son los mismos que describió en occidente la cultura Helénica: para Oriente son la audición, la visión, el gusto, la olfación y la dicción. El tacto (la piel) se incluye con el olfato (los pulmones).
La inclusión del decir como sentido nos remite a entender que, para los orientales, los sentidos, en mayor o menor medida, tienen la doble función de estar volcados hacia fuera y de llevar hacia adentro. Es posible que para esta filosofía la dicción se refiera tanto a lo que se dice como a lo que se entiende, y el oído tanto a lo que se oye como a lo que se escucha. Es posible que en lugar de pensar en Occidente a un ser humano capaz de sentir estímulos aferentes del exterior y producir una respuesta, los Orientales hayan visto al ser humano con un motor energético que se despliega en Actividades como comer (el sentido del gusto en la boca), ver (ojos), oír (oídos), oler (nariz) y hablar (la lengua). Le prestaron atención así a las actividades cotidianas de los orificios presentes en la cabeza.
Los Orientales pusieron el ver, el oír y el decir en un mismo plano... Sentidos con intención. Para ellos, los orificios de los sentidos son posiblemente las puertas de la comunicación
En Occidente nos llevó tiempo entender la función perceptiva del ojo o del oído. Los que estudiaron anatomía y fisiología en sus comienzos, separaron entre nervios sensitivos y motores, creyendo que el óptico y el auditivo eran sensoriales. Hemos considerado al brazo y la pierna como ejemplos de actividad motora y olvidamos que sus nervios traen la sensibilidad de la piel y la de los propios músculos y huesos (receptores propioceptivos). Los Orientales pusieron el ver, el oír y el decir en un mismo plano... Sentidos con intención. Para ellos, los orificios de los sentidos son posiblemente las puertas de la comunicación. Tal como figura en el “I-Ching” (Libro de las Mutaciones), en el hexagrama llamado “las comisuras de la boca”, el noble presta atención a sus palabras y es moderado en el comer y el beber. Y más adelante, el autor aclara ... el silencio hace que las palabras que salen de la boca no sobrepasen la justa medida y que tampoco sobrepase la justa medida el alimento que entra por la boca.
En realidad, parece más acertado estudiar los cinco sentidos al estilo Oriental, como ubicados en la cabeza e incluyendo la intención de percibir. Quedan sin clasificar entonces el tacto (sensaciones de la superficie de la piel de manos, pies y el resto del cuerpo) y lo propioceptivo (receptores en los músculos, tendones, huesos y aparato vestibular para establecer el equilibrio postural y el tono muscular relacionado con la función del cerebelo).
Siguiendo con la concepción Oriental, los ciclos de creación son fáciles de entender en el nivel emocional. Se dice que la ira deriva naturalmente del temor, y que éste se convierte en alegría (la timidez se suelta con la rabia, y el enojo nos mueve, muchas veces, a risa). La alegría lleva a sentimientos de compasión. Los duelos o las penas nos llevan poco a poco, al temor. El temor se agranda con el dolor o la pena. El miedo acrecienta la rabia. De este modo se van sucediendo las emociones en forma cíclica. Si alguna queda bloqueada, el sistema se desequilibra, y un médico Oriental que quiera usar la palabra para curar, usará su buen criterio para armonizar las emociones con cantos, chistes o sustos. Además, otro curador podrá abordar el problema a distinto nivel usando sus conocimientos de acupuntura, herboristería o nutrición, tomando las analogías del sistema.
Según el Nei Ching, demasiada ira dañará el hígado, y la tristeza podría inhibir la ira. La alegría extrema provocará enfermedades del corazón, mientras que el miedo podría controlar la alegría, pensar demasiado (o la culpa) dañará el bazo (órgano de la compasión), mientras que la ira podría disminuir el sentimiento de culpa. La tristeza daña al pulmón, y la alegría curará la tristeza. La sensación de miedo es mala para los riñones. Pensar demasiado o sentirse culpable podría vencer el miedo. También los médicos chinos tendrán en cuenta el ciclo de control (o destrucción), pues saben que, así como la ira deriva en alegría, esta última es controlada por el temor: los sentimientos exagerados de alegría se disminuyen remitiendo a temores. O que el dolor se controla con la alegría: una pena grande se disipa con un chiste en el momento justo. Un terapeuta oriental, basado en la Teoría de los Cinco Movimientos, podrá aliviar a alguien con grandes sentimientos de culpa, si busca la ira que controla aquellos.
Este modo de trabajar, apenas esbozado aquí, fue y es usado desde la antigüedad en Oriente. Nos interesa difundir este esquema teórico-práctico tan antiguo y vigente, enseñado hoy en las escuelas de medicina de China y de Japón, a la par de los conocimientos occidentales.
Quienes trabajan en Escuelas de Medicina Psicosomática en occidente han dicho que la afección orgánica y el problema emocional corren por caminos paralelos (análogos), y el cambio en cualquiera de los niveles se refleja en las otras esferas del ser. Una persona con úlcera de estomago puede tener fuertes sentimientos de culpa; si se medica con antiulcerosos puede mejorar su humor, si hace psicoterapia puede curar su úlcera.
Los médicos en Oriente trabajan en especialidades diferentes, pero ellas están basadas en la misma Teoría. Este nexo de unión nos parece fundamental y tal vez aplicable en Occidente. Además de lo orgánico y lo emocional, la Teoría de los Cinco Movimientos establece analogías con otros niveles de comprensión: el estético, el nutricional, el intelectual, el musical, el calendario.
Como decíamos, en Oriente los diferentes órganos tienen diferentes características que representan las emociones, las estaciones y las propiedades herbales de la Medicina Tradicional China para tratar un órgano específico. Por ejemplo, el hígado, cuya emoción es la “ira”, se asocia con alimentos ácidos (trigo y yogur). El hígado pertenece a la madera en la teoría de los cinco movimientos, la madera crecerá en primavera en China, el color de la primavera o los árboles es verde, por lo que la representación del color del hígado es verde. La madera, al igual que los árboles también se asocia a viento, el amanecer del día también está asociado y representa la primavera como la época del año en que las plantas comienzan a crecer, por lo que el amanecer y la primavera también están relacionados con el hígado. Los ojos abren el hígado hacia el exterior, y los meridianos conectan el hígado y los ojos. La acupuntura se basa en los meridianos de la superficie de nuestro cuerpo. Así, los puntos de acupuntura en las órbitas sobre los ojos están relacionados con el hígado. Por lo tanto, un paciente que está enojado, deprimido y experimenta problemas hepáticos y dolor de cabeza se considerará menos grave en una mañana de primavera que en medio de una tarde de invierno porque la energía del hígado es más activa en primavera y en la mañana. Los médicos chinos probablemente recetarán alimentos amargos (las hierbas amargas de la Medicina China pueden ventilar el “Qi” en el hígado, mientras que el hígado siempre necesita ser ventilado) o liberar la ira haciendo que el paciente grite. O pueden utilizar la acupuntura también para aliviar el hígado.
Aunque las escuelas sean distintas a lo largo de tanto territorio y tanta gente en Oriente, aunque unos usen dietas, otros acupuntura, y más allá alguien use la comunicación verbal, la Teoría de los Cinco Movimientos da unidad estructural al pensamiento de la Medicina de Oriente. El estudio de esta teoría milenaria podría ser valioso también en Occidente.
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Tabla ilustrativa de las asociaciones de los cinco movimientos.
(Tomado de Daniel Reid, 1989)
Rafael Iribarren
rafairibarren [at] gmail.com
Consultorio Dres. Iribarren, Buenos Aires, Argentina
Huan Yan
Department of Ophthalmology and Visual Sciences, The Chinese University of Hong Kong, Hong Kong, China