Desde hace años que hemos venido publicando en las páginas de Topía textos sobre la experiencia en Trieste. Vale mencionar, entre otros, los libros La condena de ser pobre y loco de Franco Basaglia y Vivir sin manicomios de Franco Rotelli. Pero, ¿cómo se trabaja hoy en Trieste? Su actual director envió especialmente este texto para nuestra revista, donde se transmite cómo se continúa trabajando hoy y cuáles son los logros a partir de más de 40 años de trabajo.
Introducción
En Italia, la desinstitucionalización psiquiátrica se completó al punto de que se han cerrado todos los hospitales psiquiátricos en un lapso de dos décadas (1978-1999), gracias a un movimiento crítico previo y a la ley de reforma que se aplicó en 1978. Esta ley se basa en los derechos plenos (como el derecho a la libre comunicación, el derecho a apelar, a no tener tratamientos involuntarios prolongados, a la no detención durante esos tratamientos) y no contempla la intervención de ninguna autoridad de la justicia ni del orden público. Estos principios llevaron a que se lograra la tasa más baja de tratamiento involuntario en Europa (17/100.000), así como la tasa de menor duración de estos tratamientos (10 días), lo cual evita que los usuarios del servicio pasen por un proceso pesado de institucionalización. El sector forense pasa ahora por una desinstitucionalización gradual (el 31 de marzo de 2015 la ley número 81 dictaminó el cierre de los 6 hospitales forenses existentes, reemplazándolos por pequeñas unidades regionales vinculadas a los departamentos de salud mental), con lo que en dos años se redujo el número de detenidos a menos de 600, en comparación con los 1500 de años anteriores (ROSEN et al., 2012, 2014).