Cuando Topía me pidió un texto que hablara de “Psicoanálisis sin diván” mi primera reacción fue de risa, porque me pareció que preguntarse acerca de si el Psicoanálisis sale con o sin diván sería algo que debería preocupar a un fabricante de divanes. Pero no a un psicoanalista. Después, poco a poco, las cosas se me fueron poniendo más serias.