La crueldad y la Ley en el marco de los interrogantes freudianos. | Topía

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La crueldad y la Ley en el marco de los interrogantes freudianos.

 

La pregunta acerca de la razón del movimiento rectilíneo y constante planteada por Aristóteles fue invertida, luego de 20 siglos, por el genio de Newton: lo que requería explicación no era el origen de ese movimiento sino su desviación o su detención. Y la Ley de Gravedad fue la respuesta a esta original pregunta. Algo parecido sucede con los planteos freudianos. Quisiera referirme -en relación a la crueldad- a tres de esos interrogantes originales. En primer lugar, al desentenderse del origen y la razón del habla, se concentra Freud en las razones que hacen al detenimiento o desviación de un flujo de palabras que no encuentra barrera a su continuidad, flujo que ni el dormir logra detener Es la imposibilidad de su detención lo que el psicoanálisis viene a explicar apelando al concepto de “represión”. Sin embargo si bien en ese flujo la cadena de significantes resulta infinita e ilimitada, no lo es el significado reducido en última instancia a dos de ellos: sexualidad y muerte, que son, a fin de cuentas, dos caras de la misma moneda. Es por ello que, en segundo lugar, la pregunta por las crisis, lejos de apuntar a sus novedades, impone -como ya sabía Marx- la necesidad de constatar en ella la inevitabilidad del “retorno” de aquello que había sido “desviado”. Y, por último, que aquel retorno en el desvío del flujo de palabras conduce inexorablemente hacia aquello que, preservado del olvido, apunta a lo esencial del ser humano; cuando, burlado el límite de la ley, logra expresarse en toda su libertad.1
Los relatos sometidos al análisis cobran desde la perspectiva de estos originales interrogantes freudianos una nueva luz. Así puede suceder con éste, realizado sobre algunas escenas de la película presentada entre nosotros con el título de “Ojos bien cerrados”: “Unas frases triviales intercambiadas durante una conversación intrascendente, transforman una relación matrimonial afectuosa y cálida en una inesperada escalada de confesiones sumamente dolorosa para ambos. Sucede que durante una fiesta ella observa –en tanto baila lascivamente con un caballero que intenta excitarla- a su marido en un seductor flirteo con dos mujeres muy atractivas. Esa noche, mientras fuman marihuana en su dormitorio, conversan relajadamente en torno a aquellas escenas. Es una pregunta insubstancial la que va a desencadenar una serie de comentarios hirientes entre ellos: él expresa su total incredulidad ante la posibilidad de descubrir en ella una infidelidad. Comprobar que la considera incapaz de sentirse atraída por un hombre que no sea él, provoca su dolor y su resentimiento. Le recuerda entonces una travesía en barco durante la cual cruzaron miradas con un marino que le resultó sumamente atractivo. Ante la creciente angustia de su marido le hace saber que ese marino ocupó su pensamiento durante toda aquella noche al punto de buscarlo al día siguiente con intención de seducirlo y acostarse con él. Si bien el marino había desembarcado, confiesa que su imagen y su deseo siguen presentes en ella. Este relato atormenta a su marido que no puede detener su curiosidad ante el relato de un sueño sumamente angustiante para ella. En él reaparece el marino con el cual termina teniendo relaciones en una playa rodeados de hombres a cuyos brazos ella se arroja reiteradamente para tener también relaciones con cada uno de ellos. El relato pormenorizado de este sueño les resulta sumamente doloroso a ambos: ella se abraza a él llorando, insoportablemente culpable por saber cuánto lo lastima con sus confesiones sin lograr, sin embargo, detenerse. Él, paralizado de dolor, no puede contener un afán inquisitivo que lo atormenta cada vez más. Cada uno de ellos, contra su propia voluntad y arrastrados por una especie de placer morboso, incrementa el dolor del otro y al mismo tiempo el propio, sin poder evitarlo”.

Me pareció interesante considerar este fragmento desde la perspectiva del trabajo requerido para sostener un matrimonio. Trabajo que, en este caso parece burlar la posibilidad de detener o, al menos, “desviar” un flujo de palabras. Este “fracaso” parece poner de manifiesto una “incontrolable” crueldad que nos obliga a preguntarnos acerca de los modos bajo los cuales aquel “perverso polimorfo” -que jamás dejamos de ser y en el cual encontrara su lugar la castración- podría retornar en los momentos de toda “crisis matrimonial”.

Lograr la posibilidad de una continuidad matrimonial (y en última instancia, familiar) implica que sus miembros, sin saberlo ni sospecharlo, se han visto llevados a realizar múltiples esfuerzos para poner barreras a estas disposiciones “perversas” que aparecen como “instintivas innatas y autónomas del ser humano”. Lo que es necesario explicar no son los actos de crueldad del ser humano -hecho claramente constatable-, sino esos recursos a los cuales debe apelar quien logra eludir sus mandatos. Quizá ello sirva para aquilatar cada vez más el valor y el trabajo que supone el amor, la solidaridad y la búsqueda de la paz. En última instancia el trabajo de aceptar el doloroso sometimiento a una cultura que se ve llevada a realizar múltiples esfuerzos para poner barreras a estas disposiciones por medio de la Ley. Ley que resulta ser así, un valor permanente mucho más importante y preservable que la tan manoseada “libertad”.

 

Nota

1.  “Cuando desaparecen las inhibiciones puede el hombre manifestar desenmascarada su cruel agresividad que, como bestia salvaje no conoce el menor respeto por los seres de su propia especie. La cultura se ve llevada a realizar múltiples esfuerzos para poner barreras a estas disposiciones instintivas innatas y autónomas del ser humano, que constituyen el mayor obstáculo con el que tropieza la cultura.” [Freud.1930,pg.45]. Conrad Lorenz señalará años después, una carencia en el hombre de los mecanismos inhibidores específicos que les impedirían -como ocurre en otras especies- matar a sus congéneres [LORENZ, pg.180]

 

Bibliografía

FREUD, Sigmund (1930): El malestar en la cultura. Amorrortu. Bs.As.1976. Volumen III.
LORENZ, Konrad: Consideraciones sobre las conductas animal y humana. Planeta. Barcelona. 1985.
 

 
Articulo publicado en
Octubre / 2003