Entrevista a René Major | Topía

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Entrevista a René Major

 

La editorial Topía recientemente ha publicado Freud, una biografía política, de René Major y Chantal Talagrand. René Major es un psicoanalista francés autor de varios ensayos, entre los cuales podemos citar, Lacan avec Derrida (Lacan con Derrida) y La Démocratie en Cruauté (La Democracia en Crueldad). Ha sido director del programa en el Colegio Internacional de Filosofía y preside en la actualidad la Sociedad Internacional de Historia de la Psiquiatría y del Psicoanálisis. También fue convocante de los Estados Generales del psicoanálisis. Dada la importancia de este texto consideramos necesario preguntarle sobre las características de esta nueva biografía sobre Freud. Entre otras cuestiones señala que: “hemos querido subrayar la importancia política del psicoanálisis como política de liberación, no de las pulsiones y de los instintos, como demasiado se tendió a decir en radical contradicción con la obra freudiana, sino política de liberación de las trabas que aprisionan: a sí mismo, al otro, al mundo. La aparición del Libro negro del psicoanálisis nos parecía además merecer una respuesta de fondo, consistente en mostrar cómo la vida y la obra de Freud seguían molestando en sumo grado a todos los mercaderes de felicidad barata.”

 

Topía: ¿Qué lo llevó a escribir una nueva biografía analítica y política sobre Freud?

René Major: A fines del año 2005 la editorial Gallimard publicó una nueva colección de biografías de escritores, pintores, músicos, filósofos. Desearon entonces que en el 2006, para el 150 aniversario de su nacimiento, saliera una biografía de Freud. Si hemos aceptado esa apuesta es porque desde hace tiempo nos parecía que las importantes biografías ya existentes (en particular las de Ernest Jones o de Peter Gay) daban poca cuenta, en el relato que hacían de la vida y la obra de Freud, de lo que el método freudiano había cambiado radicalmente en la escritura de la historia y en la misma escritura de la propia historia de Freud. Queríamos mostrar de entrada cómo la noción de retroactividad (après coup), situada en el corazón mismo del descubrimiento del inconsciente, imponía otra conformación del relato, una temporalidad distinta que ya no podía seguir la acostumbrada cronología lineal sino que más bien se veía obligada a tomar en cuenta la impronta de los recuerdos, las huellas que ellos dejan y su archivo en la psiquis. Tomar en cuenta, en suma, un tiempo del verbo, el futuro anterior. El otro aspecto que hemos querido subrayar es la importancia política del psicoanálisis como política de liberación, no de las pulsiones y de los instintos, como demasiado se tendió a decir en radical contradicción con la obra freudiana, sino política de liberación de las trabas que aprisionan: a sí mismo, al otro, al mundo. La aparición del Libro negro del psicoanálisis nos parecía además merecer una respuesta de fondo, consistente en mostrar cómo la vida y la obra de Freud seguían molestando en sumo grado a todos los mercaderes de felicidad barata.
Nos pareció por otro lado importante subrayar hasta qué punto Freud había mostrado una lucidez política sin igual en su análisis de los fenómenos de masas como el bolchevismo o el nazismo, en su búsqueda de las raíces del antisemitismo, en sus críticas frente al avance de los nacionalismos y sus reservas respecto del sionismo. Es por eso que nuestra biografía comienza con una evocación del último libro que Freud escribiera, Moisés y la religión monoteísta, para terminar con el estudio de ese mismo texto testamento, de una cavilación de lo político. El pensamiento freudiano no construye un sistema político. Analiza, deconstruye las formaciones sociales y políticas tomando en cuenta la violencia fundamental puesta en acción por la pulsión de poder (la Bemächtigungstrieb), que tiene la capacidad de poner a su servicio tanto a las pulsiones sexuales como a las pulsiones destructivas.

 

Topía: ¿Cómo revisar críticamente la historia del movimiento psicoanalítico?

René Major: El psicoanálisis hoy, cualquiera sea el país en el que se ejerza, está confrontado desde el exterior a la cuestión de la identidad del psicoanalista: identidad inverificable, estatuto indefinible, capacitación que no ofrece ninguna garantía. Con una legitimidad que sólo se conquista desde un fondo de ilegitimidad. Freud siempre abogó a favor de una política de laissez faire (en francés en el texto) y ha argumentado ésto detenidamente, como una cuestión de principios. Freud la emprendió en primer lugar contra la medicina, para mostrar que no solamente ciertos médicos se apoyaban en la autoridad de su título para ejercer el análisis sin tener la necesaria competencia, sino que es desde ella, la medicina, que llega la preocupación "terapéutica", puesta siempre en primer plano. La curación, desde el punto de vista médico, es la restitución a un estado anterior considerado como sano. Nada más opuesto pues a la experiencia del psicoanálisis, en el que son las modificaciones que intervienen sobre el pasado las que cambian el presente. Freud siempre habrá reivindicado el derecho del psicoanálisis a no estar sometido a otro saber constituído, como tampoco a la religión, a una ideología o a un poder de Estado. En el postfacio a ¿Pueden los legos ejercer el análisis? Freud insiste una vez más sobre el hecho de que el psicoanálisis presenta una situación por completo inédita, para la cual todas las formaciones son inadecuadas. Es por ello que, en ese mismo texto, insiste sobre el hecho de que el programa de estudios para la formación de un analista, además de su experiencia personal del análisis, aún está por crearse. Debería incluir las ciencias del espíritu, la psicología, la historia de la civilización, la sociología, la anatomía, la biología, la historia de la evolución, etc. En definitiva, una sólida cultura general que permita desarrollar un riguroso espíritu crítico.

 

Topía: ¿Qué enseñanzas podemos encontrar en Freud ante la situación actual del psicoanálisis?

René Major: Sin que hayamos podido pensar en hacer toda la historia del movimiento psicoanalítico, estando la vida de Freud estrechamente unida a la de sus primeros discípulos y a una organización, a una política del psicoanálisis que se instala frente a la incredulidad y a la oposición que suscita el reconocimiento de las fuerzas inconscientes de la vida psíquica, es evidente que el estudio de los orígenes del psicoanálisis echa viva luz sobre las consecuencias de la historia. Que Freud se equivoque respecto de Jung al ver en él a un heredero que pudiera servir a la expansión de la nueva ciencia fuera del círculo restringido de los primeros discípulos, que pueda ser ilustrado por Ferenczi acerca de la "patología de las asociaciones" en la creación de la IPA aunque desaprobaba la técnica activa de su viejo amigo, o que Jones, su futuro biógrafo, se quiera guardián, no siempre confiable, de la ortodoxia, todo eso habrá dejado huellas que resurgen en la historia de hoy. En aquellos, en particular, que satisfaciendo su apetito de poder terapéutico, se desvelan por buscar eficacia a costa de abandonar el rigor que está al servicio de la autonomía del sujeto.
Más pesadas aún en cuanto a sus consecuencias serán las posiciones adoptadas por Jones en 1933 cuando la Sociedad Psicoanalítica Alemana se separa de los analistas judíos para aceptar las imposiciones del régimen nazi y adherir a los objetivos del Göring Institute y cuando, veinte años más tarde, Jones envía a Río, como analista didáctico a Werner Kemper, que había aceptado esa componenda. Bien conocemos las consecuencias.
En lo que concierne al método historiográfico mismo, mostramos las consecuencias de la fábula inventada por Jones para dar cuenta del fundamental descubrimiento de la transferencia: atribuyendo Jones a la paciente de Breuer el haber desarrollado un embarazo fantasma más bien que una fantasía de embarazo. Guiado más por sus propias fantasías que por la verdad material, nuestro historiador chocará más adelante con las investigaciones que restablecen una realidad muy distinta, pero habrá dejado el flanco abierto a la corriente revisionista estadounidense que, sobre la base del relato de Jones, tratará al psicoanálisis de fabulación echándole directamente la culpa a Freud en lugar de al historiador.
La revolución freudiana ha transformado al universo de pensamiento en el cual estamos inmersos. Todos somos herederos de Freud, lo queramos o no, lo sepamos o no. Los detractores, tanto como los más fieles defensores, están diversamente ocupados por esa herencia que asumen o que rechazan.
 

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Articulo publicado en
Octubre / 2007