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La primera residencia en Salud Mental

 
MEMORIAS PARA EL FUTURO 4

Publicado en Clepios, una revista para residentes de salud mental, Nº16, 1999.

 

¿Cuál fue la primera Residencia en Salud Mental en la Argentina?

Me sorprendió encontrar dicha información hace poco tiempo en el curso de mis investigaciones sobre historia reciente de salud mental en el país. Fue todo un hallazgo, a pesar de tener más de diez años de contacto con las residencias. Para verificar el tamaño de mi ignorancia, interrogué con curiosidad a viejos compañeros del Hospital, antiguos docentes, y actuales jefes de residentes y residentes. Nadie acertó con la respuesta. A esto se sumó que en un número atrasado de Clepios figuraba una información muy ambigua sobre el mismo tema, en la arqueología de dicha residencia.

Todo esto me decidió a hacer justicia con la historia, los protagonistas y los inicios de las Residencias.

La historia:

En 1957 se creó el Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) por mandato del Dr. Raúl Carrea, funcionario del gobierno que había llegado al poder con la Revolución Libertadora. El hecho se encontraba enmarcado en las políticas mundiales de “Salud Mental” que promovía la Organización Mundial de la Salud. Este movimiento, cuyos referentes a nivel mundial fueron la Psiquiatría Comunitaria en EE.UU. y el “Sector” francés, entre otros; alentaba la responsabilidad del Estado en la prevención, tratamiento e investigación de las enfermedades mentales de todos los ciudadanos.

El INSM nació con ese horizonte. Constaba de dos organismos: el Consejo Nacional de Salud Mental, con miembros rentados; y una Comisión Nacional Asesora de Salud Mental, ad honorem y de composición interdisciplinaria.

El primer Consejo Nacional de Salud Mental (que entre sus tareas tuvo la redacción de la reglamentación de la Ley que creó al INSM), tuvo tres integrantes: Mauricio Goldenberg (que acababa de ganar por concurso la jefatura del primer Servicio de Psicopatología en un Hospital General, el Policlínico de Lanús); Raúl Usandivaras (psicoanalista pionero en psicoterapia de grupo en el país); y Jorge García Badaracco. Este último es nuestro protagonista. Había retornado al país luego de un período de aprendizaje en Francia, donde había realizado su formación psiquiátrica y psicoanalítica con los maestros de la época (Lacan incluido). Después de estar en 1956 a cargo de la Cátedra de Psiquiatría en Mendoza, regresó a Buenos Aires. Allí comenzó con la tarea de Consejero del INSM, y tomó a cargo una Sala de internados en el Hospicio de Hombres (hoy Borda). El proyecto fue formar allí una “Residencia de Becarios del Instituto Nacional de Salud Mental”. La idea central fue promover otra formación a los futuros psiquiatras.

¿Cuáles eran las posibilidades de un médico para ser psiquiatra hasta 1957? El estudio y la práctica se concentraba en los Hospicios, a través de las Cátedras de Psiquiatría allí instaladas. La formación quedaba en manos de estos psiquiatras “manicomiales”, que a la vez ocupaban lugares de directivos y docentes. “La Cátedra” tenía a su cargo tanto el Curso de Psiquiatría para cursantes de Medicina, como el de Graduados, con un sistema de clases magistrales y un programa obsoleto –de psiquiatría más residual que “clásica”. El título de psiquiatra también se podía obtener, como hasta hoy día, luego de cumplir cinco años de asistencia y desempeño en cualquier servicio de psiquiatría (obviamente dentro de los mismo manicomios) del país. No había otros Centros de formación oficiales.

La directiva del INSM por medio de García Badaracco, era formar psiquiatras orientados hacia la “Salud Mental”, que incluyeran diferentes abordajes y perspectivas que rompieran con la tradición psiquiátrico-asilar. García Badaracco, un psicoanalista, a cargo de la residencia. La orientación de la misma comenzó siendo predominantemente “dinámica” (nombre que se le daba al intento de complementar la psiquiatría con el psicoanálisis). Pero siempre estuvo “abierta” a distintas teorías y prácticas. Como era de esperar, esto provocó innumerables conflictos dentro del Hospicio. El psicoanálisis era sinónimo de charlatanería para la mayoría de los psiquiatras de los manicomios de la época.

El novedoso sistema se tomó del modelo de las residencias de Norteamérica. Proponía una formación teórico/práctica muy intensa viviendo en el Hospital, en la “Residencia”, la “Casa de Residentes”. De ahí el nombre “Residencia”. Los Becarios, como indica su denominación, recibían una pequeña suma de dinero por el trabajo realizado. La residencia duraba dos años, con opción a un tercero, para “jefes y subjefes” de residentes que salían de la elección del mismo grupo de Residentes.

El esquema que tuvo fue similar al de cualquier residencia actual. Residentes trabajando en la Sala. Cursos y supervisiones a cargo de prestigiosos docentes “ad honorem”. Las esperanzas puestas en el INSM, y en su residencia en particular, convocaron a lo más granado del que podríamos llamar “reformismo” en Salud mental. Mauricio Goldenberg, Enrique Pichon Rivière, José Bleger, José Itzigsohn, Emilio Rodrigué, Jorge Mom, Marie Langer, Telma Reca, Gilou García Reynoso, J. J. Morgan, Arnaldo Rascovsky, entre otros. Se tuvo que incorporar a psiquiatras del manicomio al plantel docente, que nunca llegaron a alcanzar la notoriedad de los arriba mencionados.

La Residencia comenzó en 1958. Las primeras generaciones tuvieron residentes de la talla de Armando Bauleo (psicoanalista y grupalista, líder de Plataforma, el grupo que se separaría de la APA en 1971) y Mario Strejilevich (el “padre” de la gerontopsiquiatría en Argentina). Mejorar la formación y la asistencia sería una constante que se mantuvo en el origen de cada nueva Residencia que se crearía a lo largo de la historia. A esta Residencia le siguieron la del Hospital de Niños y el Lanús.

Esta primera residencia, que después sería simplemente “la del Borda”, se mantuvo prácticamente sin interrupciones, a pesar de los conflictos, hasta la actualidad. Se cambiaron denominaciones y dependencias. Se incluyeron y excluyeron psicólogos. Hasta hubo una época en que fue interdisciplinaria.

Pero en esta experiencia está el sello de origen de quienes son/fuimos Residentes.

La vocación de transformación de la Salud Mental corre por las venas de Usted, mi querido lector, sea ex o actual residente.

Por si no lo supo hasta ahora, este es el inicio de su historia.

 
Articulo publicado en
Enero / 1999