La cultura del Planeta Cyborg nos arroja con prisa y sin pausa a que seamos cuerpos en velocidad, velocidad que nuestros tiempos subjetivos no pueden capturar y son parte central del malestar actual. El cuerpo es obligado constantemente hacia la aceleración. Esto se le hace claro al usuario cyborg cuando, por ejemplo, una computadora se lentifica, cuando su celular no se prende, cuando desaparece la conexión a internet, ni que hablar del colapso personal que sobreviene cuando le roban su prótesis comunicativa que hace una unidad con su mano. Son momentos de inquietud y frustración difíciles de soportar. El desasosiego se hace presente.
Estamos en tiempos de premuras absolutas que involucran todas las actividades humanas, las que obligan a vivir bajo las condiciones que impone la hiperconexión que vuela por la placenta mediática de ida y vuelta en nanosegundos