En estos tiempos donde la existencia del ser humano pasa por la visibilidad de su vida, en redes sociales y otros medios virtuales, se desdibujan los límites de lo interno y lo externo, de lo privado y de lo público. Me pregunto: ¿dónde queda ubicado el cuerpo en este espacio donde ser “dependerá de la cantidad de ‘vistas y likes’” dentro de un perfil virtual? Asimismo, ¿quién dirige el tiempo de nuestras acciones cotidianas y corporales? Allí es donde aparece el mercado, que gobierna el tiempo y el espacio personal y social. Entonces, ¿qué pasa con nosotros en la búsqueda de hacer para mostrar, en lugar de hacer para ser?
¿Cuál es el camino para no quedar sometidos a la lógica del mercado y a la vez adecuar y ajustar los cambios que nos permitan hacer y evolucionar?
Muchas veces, sucede que la unidad psicofísica de los sujetos se rompe. Es el arte quien resiste al intento de producir cuerpos automáticos con un alto desconocimiento de sí. Quienes trabajamos en el área del movimiento, más específicamente a través del lenguaje de la danza, podemos usar todos los recursos de nuestra profesión y las vivencias personales que nos permitieron habitar tal elección para restablecer la integridad que el sistema intenta inhibir. Al fortalecer las búsquedas creadoras, el cuerpo origina ideas a través de imágenes y engendra mensajes generadores de su propia existencia.
Vuelvo a indagar: ¿cuál es el camino para no quedar sometidos a la lógica del mercado y a la vez adecuar y ajustar los cambios que nos permitan hacer y evolucionar? Sabemos que no hay un único sendero y una sola dirección. Una posibilidad surgió de la experiencia de edificar un espacio que promueve el método María Fux1 y se dedica a trabajar desde la “composición escenográfica”. Este concepto surge porque en este método no se compone exclusivamente desde pautas coreográficas, sino que es el espacio que interpela al sujeto. Nos dejamos interpelar por el entorno y los contextos estimulando e impulsando las potencias creadoras buscando que los mensajes arriben desde y hacia el cuerpo colectivo.
La pandemia intensificó la pérdida de la presencia, de hacernos responsables de lo que decimos y sentimos corporalmente
De los encuentros intensivos abiertos a la comunidad se desarrolló un ciclo llamado “Crea tu propia Performance” que cumple con alojar nuevos sentidos en la exploración de la danza, llevando a los integrantes a comprometerse con el objetivo del abordaje colectivo. En dichos ciclos las personas se encuentran para componer sus propias escenas y luego se engloba y articula al presentarlas al público. En esta tarea se destaca el transitar un lugar de pertenencia que lleva a los participantes a dejar sus trabas animándose a crear junto a un otro, dónde el conocimiento de ese otro está señalado desde el movimiento. Se valora el espacio físico-arquitectónico, la acción que transcurre en él es transformadora y nos conecta con el estado de estar presentes en un campo colectivo donde las diferencias lejos de negarse se integran, dando por resultado un todo rebosante de nuevos sentidos compartidos. Se accede a dejar de utilizar los espacios de las redes virtuales para mostrar/decir y encontrar que el discurso que nace del accionar corporal, modifica nuestros entornos concretos.
La virtualidad autoriza a que la palabra se despoje de cuerpo, admite no hacerse cargo de los discursos expuestos.
En este sentido, la pandemia intensificó la pérdida de la presencia, de hacernos responsables de lo que decimos y sentimos corporalmente. Su llegada puede leerse como un límite que nos enfrentó con el aislamiento, el encierro y la distancia. Sin embargo, también nos invitó a volver a lo íntimo, a valorar el hogar y el entorno personal. Nos convocó a reencontrarnos con un tiempo olvidado, el tiempo interno, que suele ser más lento que el de la vorágine externa.
Si nuestra intención era volver a darle valor al encuentro colectivo en el espacio concreto, la pandemia nos dio un cachetazo. Todas las artes escénicas tuvieron que readaptarse a un medio donde los márgenes son las aristas de una pantalla. En ese marco, nos preguntamos: ¿cómo ir al encuentro del cuerpo del otro? ¿cómo ir al encuentro de la creación colectiva cuando no podemos estar en un mismo espacio físico?
En ese tiempo se construyeron grupos de estudio online, donde desde un abordaje práctico y teórico, se encontró sentido al escenario virtual. Nos apoyamos en uno de los conceptos de este lenguaje que plantea que somos creadores y espectadores en simultaneidad de la propia creación.
Sin saber cómo, explorando desde la intuición y el cuerpo los dispositivos que teníamos en casa; la pantalla, la lente de la cámara se volvieron un portal de originalidades. En plena incertidumbre, junto a un grupo de personas con diversidad etaria, funcional y cultural, sin experiencia profesional en la danza y por resistencia a no perder la búsqueda colectiva, se construyó un nuevo espacio de creación. La cámara fue el espejo donde se reflejaron las imágenes que nacían del cuerpo. Así, por contraste al espacio virtual, redescubrimos los escenarios principales y originarios del ser humano: primero el cuerpo, el principal generador de mensajes, luego los hogares, una ventana, una puerta, una mesa, un piso, etc. Y, cuando fue posible, salimos al encuentro del paisaje. Así, se delinearon nuevas fronteras cambiando la perspectiva del “hoy, aquí, ahora”. Cada uno, desde su subjetividad, fue creando danzas que se vinculaban con las danzas de los otros. Fue una experiencia fantástica que sigue demostrando que el arte del movimiento es imprescindible en la vida de cualquier ser humano más allá de su contexto.
Cuando volvimos a la presencialidad, nos encontramos con cuerpos que llegan a clase desorientados, cargados de tensiones, con miedo al contacto y con desgano. No importa la edad, la capacidad o los límites que posean, la gente que llega “está rota”. Rota por la exigencia de un sistema que les pide recuperar el tiempo que, supuestamente, la pandemia les quitó. Nuevamente “hacer para mostrar” y “exponer para existir”.
Lo que la pandemia tal vez nos pudo enseñar, en ese tiempo de revalorizar lo íntimo, el mercado lo arrebató vorazmente.
Las exigencias laborales, la economía que no alcanza, la guerra, el hambre, el desamparo, golpea al cuerpo social. La realidad es como un laberinto, hoy estamos afuera, pero continuamos aislados, buscando resolverlo.
En 2001 frente a un país destruido social y económicamente, María Fux decía que “la salida del laberinto era navegar juntos, construir con el otro”. Hoy sus palabras resuenan con fuerza.
Con el retorno de los encuentros presenciales de composición escenográfica nos encontramos con un grupo de enorme diversidad. Muchas personas se acercaron por la necesidad de reencontrarse con el cuerpo en movimiento. Otras, por la necesidad de contacto para no sentirse solos. También llegaron algunas personas que buscaban ser parte de una foto o un video que luego podrían “mostrar” sin implicarse en las búsquedas del movimiento creativo.
Quienes llegaron con la actitud de mostrarse, percibieron que es imposible crear contenidos sin antes haber descubierto un mensaje colectivo que nace desde el cuerpo. Tuvieron que enfrentar la incomodidad de ser parte de un grupo que incita a la búsqueda. Sintetizando; tuvieron que hacerse cargo del estado de presencia que demanda el hecho creativo para que sea un hecho artístico.
Logramos realizar una performance presencial después de la pandemia. El sentimiento de reinicio fue contundente. “Siempre se puede volver a iniciar” nos dice María Fux en sus textos y así lo sentimos; recomponer los fragmentos de las roturas del cuerpo no sería posible sin el encuentro con los otros. Nos reconstruimos como comunidad que danza la vida y que no se deja vencer.
El danzar como protagonista en todos los sujetos sin distinción y límites más que el deseo de hacerlo, va a estar enfrentado a cualquier sistema que atente contra la libertad y el aumento de la expresión amorosa y solidaria.
Quiero compartir el mensaje poético que nació de la búsqueda de cada escena y se creó colectivamente:
“Puntos luminosos... encontrarme para descubrirte, el reflejo de lo vital en expansión, con el latido del color y el ritmo infinito voy hacia vos, no se trata de otra cosa... sólo dar” Según María Fux “dar” es una condición del ser humano y si no podemos entregar lo que somos al otro, la vida pierde sentido.
Los cuerpos deben cargarse nuevamente de discursos poéticos que inciten al cambio social. No acomodarse únicamente al escenario virtual, que se volvió legítimo, pero en donde las palabras no tienen cuerpos presentes
Es menester intervenir desde el movimiento y la danza espacios concretos. Invitar a las personas a reencontrarse con lo importante, el cuerpo propio y el cuerpo colectivo; construir un objetivo artístico y volver a entrar en contacto valorando lo íntimo como lugar de creación para descubrir la transición que existe entre el adentro y el afuera.
Componer mensajes que nos pertenezcan junto al otro, uniendo las diferencias para potencializar el hecho creativo. Otorgarle un sentido distinto a la exposición, cambiar la idea de “mostrar” por la búsqueda de saber qué significa “dar”; dar a los otros, dar a la sociedad de la que somos parte.
Los cuerpos deben cargarse nuevamente de discursos poéticos que inciten al cambio social. No acomodarse únicamente al escenario virtual, que se volvió legítimo, pero en donde las palabras no tienen cuerpos presentes. La acción tiene que descubrir la salida hacia el espacio fisco, concreto y debe ser junto al otro. Volvamos a habitar los espacios de forma creativa y creadoramente2 para cambiar esta realidad que tanto duele.
Anabel Caeiro
Bailarina, coreógrafa y danzaterapeuta Método María Fux
anabelcaeiro [at] hotmail.com
Notas
1. Método artístico creado por María Fux, pionera de la danza moderna y la Danzaterapia en Argentina. Surge de sus hallazgos escénicos y al mismo tiempo del desarrollo del material creado en sus clases con grupos heterogéneos. Esta disciplina inclusiva busca recobrar el sentido creador que todos los sujetos poseen, siendo un puente de comunicación con el medio, generando no sólo cambios físicos, sino involucrando activamente al cuerpo interno.
2. Hay una diferencia entre el ser creativo y el ser creador. El primero se mueve con originalidad en un espacio ya existente, el segundo lo funda, lo inicia, hace de un territorio vacío un lugar fértil. Al igual que no es lo mismo cuando el cuerpo resuelve creativamente una imagen que cuando la crea.