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Recordar es un estado del cuerpo

 

“ La memoria es el sistema encargado de
retener las experiencias”.
S. Freud “Los dos principios del suceder psíquico”

 

La memoria juega con el cuerpo? El cuerpo es juguete de la memoria? O será mas bien que la posibilidad de la memoria “convierte” al organismo en un cuerpo, es decir en un espacio de juego?. La memoria trabaja, procesa, organiza ese conjunto de múltiples representaciones psíquicas que con-forman el cuerpo, y también juega sobre el cuerpo como una superficie de inscripción, “territorio de imágenes”. Al mismo tiempo tanto la evocación como el olvido, el recuerdo como su ausencia se juegan en el cuerpo.
Winnicott1 nos presenta el momento en que un bajalenguas se transforma en un juguete: de instrumento a objeto transicional; un niño en brazos de su madre es atraído por un objeto de su escritorio de pediatra, los primeros impulsos, azarosos, casuales, sin intención, van organizando una experiencia: espacio, tiempo, ritmos, permisos, miradas, cierta libertad “en presencia de”.
La repetición encuentra forma y sentido, el azar se hace juego, el objeto está ahí, el juguete es creado. Es entre la experiencia y la memoria que el cuerpo se vuelve un juguete; sólo un juguete puede ser cuerpo...

La memoria en el gesto

Kary se consideraba fumadora “desde siempre”. A pesar de sugerencias médicas, ya que tabaquismo, sobrepeso y stress laboral se sumaban a antecedentes familiares cardíacos por la línea materna, no podía dejar el cigarrillo, verdadera dependencia que había intentado combatir con cursos varios y abstinencias, intentos que no duraban y terminaban con una sensación de frustración.
Ese verano trabajábamos, como tantas veces!, las tensiones de hombros y de cuello, zona más que universal de cansancios, dolores y rigidez. Luego de un registro perceptivo y de un pequeño masaje dado de unos a otros, calificado por el grupo como “aliviante y divertido”, mi propuesta consistió en detenerse en las manos y los brazos, explorar sus posibilidades de movimiento y observar cómo éstos influenciaban en los hombros, omóplatos y columna cervical. Todos se ocupan muy interesados, pero observo que Kary en un momento se detiene y permanece replegada. En su relato posterior, conmovida, comparte con el grupo la escena recordada: ”Papá estaba muerto; en la mesita de luz habían quedado su última caja de cigarrillos y el encendedor. Los agarré y desde ese momento empecé a fumar: nunca me había dado cuenta de esto. Ese gesto, es justo del lado donde siempre tengo esa contactura y ese dolor! ¿Cómo puede ser? Tanto tiempo! Creo que ahora voy a poder dejarlo....”
“¿Somos algo más que carne con memoria? ¿Trabajamos con alguna otra cosa cuando hacemos “trabajo corporal”? Por supuesto... trabajamos también con la percepción. Pero qué sería de la percepción sin la memoria.”2
Gesto como memoria y como identificación con el objeto perdido, recuerdo que irrumpe sin haber ido a buscarlo, producción de un sentido que permite un corte, perpetuación de un dolor no duelado...

Recordar es vivir

Será que recordar es un estado del cuerpo...? ¿Cómo es el cuerpo habitado por los recuerdos? ¿Cuáles son los espacios de la re-memoración?
Lo que siempre me llamó la atención en la clínica corporal es la transformación de los cuerpos en el recuerdo de aquellas experiencias, que al rememorar, revivían. El estado del cuerpo, en el momento de recordar es un estado de vitalidad: paradoja casi winnicottiana: vivir con lo que ya no está sucediendo, vivir ahora con lo que viví en el pasado. Ya sea que el recuerdo sea doloroso o feliz, el cuerpo se e-mociona, vibra, se expande: los ojos brillan, la piel se colorea, la voz adquiere tonos y diferencias, las manos inventan danzas, el pecho se adelanta, la columna se moviliza... la evocación, la reminiscencia son estados corporales plenos de vivacidad, de actualidad, de presencia. Cuando la memoria es recuerdo estamos aquí, presentes, enteros, quizás es lo más que nos podemos acercar al anhelado sentimiento de unidad.
La clínica corporal nos ofrece muchos instantes, la mayoría inesperados, del poder terapéutico del recordar, de su capacidad no sólo catártica sino de descubrimiento, de nuevos anudamientos: cuerpo-percepción-movimiento-imagen-recuerdo-palabra son no sólo pasajes del cuerpo sino instancias de un dispositivo específico de trabajo que, al desarrollar cuestiones del esquema corporal, suele desplegar la riqueza infinita de imágenes corporales, de temporalidades desordenadas, y de etapas libidinales des-fasadas!

(Me acordé, y me volví a impactar, a sentir la angustia, las dificultades, lo áspero del trabajo en aquél geriátrico, de viejos muy, muy enfermos,” me los traían” a todos dopados y en sillas de ruedas, eran muchos y ninguno estaba allí conmigo. Trabajo humilde, con mucha sensación de impotencia, y mis intentos de que puedan registrar y mover los pies en el apoyo de la silla y...qué torpeza la mía! Justo voy a decir eso en un grupo donde a una señora le falta una pierna!!!! Pero...la pierna existente de María golpea y presiona rítmicamente, y una sonrisa aparece y ella habla despertando a sus casi muertos vecinos y les cuenta que allá en Italia, toda su familia y los viñedos, y ella chiquita con sus dos patitas saltando y aplastando metida adentro de la tinaja y todos, especialmente la coordinadora volvemos a sentirnos respirando y algo del jugo de la uva nos chorrea por un ratito sobre el alma).

“La memoria está menos subordinada al tiempo, ese enigma, que al espacio, que le da forma y consistencia...” dice Pontalis3. Los espacios vividos se hacen espacios del cuerpo, están en el mundo, pero son del cuerpo, un contacto, un olor, una forma apenas entrevista; paisajes psicosomáticos, recovecos de los sentidos, huecos donde se alojan verdaderas experiencias: el coro de pájaros en el registro muscular de los labios, en el sonido relanzado, en la mirada cómplice, en el dolor de la pérdida.

La memoria sin recuerdo

Ella no recuerda, no con afecto, no con emoción. Sus comunicaciones toman muchas veces la forma de expediente, denuncia judicial: con frialdad enumera los cargos y distribuye penas imaginarias. Es el cuerpo el que recuerda, el que insiste en mantener actualizada la afrenta, el abandono, el accidente... Aún me impresiona su enunciado: “tengo un dolor que me camina por el cuerpo”. Nuestra relación está teñida de estos dolores, urgentes, erráticos, siempre de diagnósticos confusos, que se imponen en la sesión de terapia para ser resueltos, la mayoría de las veces poco y nada, y que impiden, a la vez, un proceso, una tarea desplegada en el tiempo que permita arribar a una mejoría estable. Ella es su dolor, y su dolor es el documento que testimonia una infancia terrible y desolada, con padres muy perturbados que huyeron tanto de sus deseos como de sus responsabilidades. Toda la vida de Patricia ha sido un desafío: pese a su apariencia frágil y delicada, sus ojos expresan la furia y el tesón con que se enfrentó a quienes no le permitían vivir, estudiar, trabajar. Pero el dolor persiste, y no hay pasión en su vida... El desafío se transforma pronto en decepción, claudicación del deseo, en contínua sensación de debilidad, y en un miedo crónico a exponerse a aquellas situaciones, que, a la vez, ambiciona. No hay sostén de la vitalidad, de la esperanza. El desafío es su forma del duelo, duelo sin memoria, ni emoción, rencor congelado, reproche hecho dolor. No hay juego de la memoria, sólo sus monumentos. Tal vez, con el tiempo...podamos hacer experiencia, recuperar algo de la vitalidad.

La tarea es habilitar el recordar, no sólo en sus contenidos, sino como actividad creadora emparentada con el soñar, con el jugar, el bailar. Reconquistar aquello que fue “denegado a la conciencia”, lo que no quisimos saber, lo que nos resultaba intolerable o lo que fue necesario olvidar para sobrevivir.
También lo que todavía nos siguen sustrayendo: la información que se achata y banaliza en las pantallas, la manipulación de nuestras opiniones, la justicia, justiciera a medias... La memoria es un derecho del cuerpo colectivo, el recuerdo un patrimonio social.
Cuando la memoria es recuerdo, no hay duda que estamos en el espacio de la vida. El problema es cuando la memoria no recuerda: vacío de ser..., padecimiento sintomático..., qué cuerpo es el de la memoria sin recuerdo?
“Los Dementores están entre las criaturas más nauseabundas del mundo. Infestan los lugares más oscuros y sucios. Disfrutan con la desesperación y la destrucción ajenas, se llevan la paz, la esperanza y la alegría de cuanto los rodea. Incluso los “muggles” perciben su presencia, aunque no pueden verlos. Si alguien se acerca mucho a un Dementor, éste le quitará hasta el último sentimiento positivo y hasta el último recuerdo dichoso”.4

Mónica Groisman
Lic. en Sociología, Psicoanalista, Terapeuta Corporal
momapalermo [at] yahoo.com

Notas

1 Winnicott, D. Escritos de pediatría y psicoanálisis, Ed. Lumen, Barcelona, 1958.
2 Pomiés, J., “Kiné Biblioteca, N° 1”, JyC editores, Bs. As., 2004.
3 Pontalis, J.B., El amor a los comienzos, Ed. Gedisa, Barcelona, 1988.
4 Rowling, J.K., Harry Potter y el caliz de fuego, Ediciones Salamandra, 2001.
 

 
Articulo publicado en
Agosto / 2004