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#Quedateencasa: Familia, maltrato infantil y COVID-19

 

El mes de abril es el período de aislamiento y restricción por el COVID-19 y también el mes de la concientización a nivel mundial del maltrato infantil. Las dos están mucho más relacionadas de lo que parece.

Estamos inundados de noticias e historias en redes sociales que muestran una cuarentena ideal (o eso es lo que se quiere mostrar). Se cocina, se “entrena”, se ordenan placares y los niños cumplen una rutina ordenada, juntos y “en familia”.

#Quédate en casa se viralizó mundialmente como mensaje para protegernos entre todos. Indiscutiblemente el resguardo y el aislamiento físico previenen el contagio del COVID-19, preserva nuestra salud (física).

En familias disfuncionales donde ya se ejercía violencia, el aislamiento aumenta esta condición.  Mientras que en otras puede desprender conflictos nuevos en las relaciones.

Sin embargo, este hashtag supone la presencia de un hogar que cuida y aloja de los peligros externos. Presencia supuesta porque muchos no tienen una casa, y cuestionable que proteja, porque muchos niños son maltratados dentro del hogar. Para muchos hoy, el peligro es también interno: ahora están encerrados viviendo abuso psicológico, físico o sexual.  En familias disfuncionales donde ya se ejercía violencia, el aislamiento aumenta esta condición.  Mientras que en otras puede desprender conflictos nuevos en las relaciones.

En los contextos de emergencia, la violencia se incrementa y la capacidad de asistencia se debilita debido al cambio y la falta de recursos. Las fallas de los sistemas ya no se disimulan

El último estudio de UNICEF en Argentina demuestra que el 70% de los hogares utiliza métodos de disciplina hacia los niños que incluyen violencia física o verbal. Si bien la mayoría de los adultos no están de acuerdo con ejercer malos tratos, lo hacen. Hay generaciones que se educaron, y ahora educan, con modelos de crianza basados en la violencia. Gritos, zamarreos, amenazas, descalificación, castigos físicos, aislamientos. Son conductas naturalizadas y justificadas, en general por padres o cuidadores que explican que “De vez en cuando un chirlo no le hace nada”.

En los contextos de emergencia, la violencia se incrementa y la capacidad de asistencia se debilita debido al cambio y la falta de recursos. Las fallas de los sistemas ya no se disimulan. La atención está puesta en el virus, que se considera hoy lo más peligroso para la integridad de todos.

Este período puede ser vivido como un evento estresante y también convertirse en una situación traumática. Tanto las dificultades escolares, como las condiciones socio ambientales son factores que acrecientan el riesgo de violencia dentro del hogar.

Muchos han quedado en este momento sin asistencia en salud mental, sin un lugar de refugio o escape. Se les bloqueó la posibilidad de ayuda externa y quedaron solos. Para estos niños la escuela es una casa que contiene y no sólo un lugar donde aprender. Para otros, estar en su hogar es una tortura. La idealización y sacralización del sistema familiar los imposibilita de pertenecer a otros sistemas que ofrezcan relaciones saludables.

La pérdida de espacios como el terapéutico impiden al niño vincularse con ambientes que le ofrezcan un modo vincular diverso y le devuelvan una mirada reparadora. Una terapia online con un niño maltratado es difícil. Sienten temor de por sí, el juego es limitado y establecer un vínculo confiable es difícil. Peor aún si el padre que lo maltrata está a su lado. En estos días, hemos pasado por situaciones como llamar un paciente para ver cómo está y cómo organiza la tarea escolar. Su mamá, que ejerce disciplina correctiva, le pidió que pusiera la llamada en altavoz. Frente al control, se perdió la privacidad.

La ansiedad, la angustia y la incertidumbre pueden generar más desborde y menos posibilidad de postergar la descarga. El confinamiento y convivencia sin elección puede ser frustrante y fomentar la agresión. Si a un niño le pegan porque al volver de la escuela hace ruido, estando todo el día en la casa hará más ruido y probablemente será más maltratado. La concepción de una familia violenta todavía es inconcebible para parte de la sociedad. A pesar de que es una temática con mayor visibilización.

Por otro lado, los niños que tienen dificultades de aprendizaje, son los que a la hora de hacer la tarea “agotan” a sus padres. Según ellos, se cansan porque “El niño no puede, no entiende, se distrae, o simplemente “no le da”. Muchos de estos padres son quienes encuentran en la dificultad la justificación para sus propios desbordes, lo que mal conocemos como la disciplina correctiva. Es una de las formas de maltrato más difíciles de desnaturalizar, porque aún hoy, está socialmente aceptada y no asociada en el imaginario colectivo al maltrato infantil.

Estos niños están entre dos grandes problemas. En primer lugar, entender y procesar desde su vulnerabilidad emocional la situación totalmente extraordinaria que estamos transitando a nivel mundial. Una situación que los obliga, entre otras cosas, a vincularse con el aprender desde una nueva perspectiva tecnológica, con nuevas modalidades, con nuevos procedimientos. Por otro lado, permanecer en un contexto familiar disfuncional, violento y/o que acumula tensión.

El covid-19 es una emergencia sanitaria, el maltrato infantil una emergencia social. En este contexto que nos atraviesa a todos, debemos repensar qué podemos aportar cada uno desde su lugar, ahora y para el futuro que sigue.

Todas las crisis abren infinitas posibilidades de cambio. Necesitamos promover mayor concientización sobre los malos tratos a los que los niños están expuestos y fomentar modos de crianza saludables. El covid-19 es una emergencia sanitaria, el maltrato infantil una emergencia social. En este contexto que nos atraviesa a todos, debemos repensar qué podemos aportar cada uno desde su lugar, ahora y para el futuro que sigue.

En una situación de violencia, el niño siempre es la víctima del abuso de poder que ejerce el adulto. Una buena infancia dura para toda la vida, fomentarla previene toda una arista de problemáticas posteriores.

Lic. Marilen Osinalde
Lic. En Psicología, especialista en evaluación y diagnóstico psicológico. Ex miembro del equipo de Asistencia a víctimas de violencia intrafamiliar en la Obra Social de las Fuerzas Armadas. Ex docente en la Universidad del Salvador. Pertenece al Pool de Salud Mental de la ONG Médicos sin Fronteras.

Psicop. Prof. Constanza Robledo
Psicopedagoga, Prof. En Cs. De La Educación. Profesional del Equipo de Asistencia a víctimas de violencia intrafamiliar en la Obra Social de las Fuerzas Armadas mconstanzarobledo [at] gmail.com

 

Bibliografía

 

  • Buenaventura DELGADO, Historia de la infancia, Ariel, Barcelona, 1998
  • CASTAÑEDA, A., Evitando la revictimización. Desarrollo de la entrevista a niños, niñas y adolescentes. Cuaderno de Trabajo N°1. (2010) Save the Children Perú
  • GARROTE, Norberto. Maltrato infantil.  Journal, Argentina (2018)
  • PERRONE, R., NANNINI, M., Violencia y Abusos sexuales en la familia. Paidós, Buenos Aires  (2010).
 
Articulo publicado en
Mayo / 2020