Escuchar el inconsciente y sus efectos en interpelación con la cultura se inscribe en la tradición del psicoanálisis cuya aparición produce una ruptura epistemológica respecto al pensamiento del sujeto y sus padecimientos, ya que desde los inicios la escucha atañe a las personas tanto como a las cuestiones subjetivas dependientes de las contingencias socio-históricas. La separación que en ocasiones se establece dentro y fuera de la disciplina entre el Freud clínico y el pensador de la cultura no parece resultado exclusivo de la lectura de su pensamiento y algunos autores lo acreditan a la influencia de las introducciones a las obras freudianas efectivizadas por el traductor de la edición inglesa. Pinto Venegas (2021) por ejemplo, lo hace en un trabajo que “problematiza” tal división identificando las notas introductorias de Tótem y Tabú, donde Strachey señala que “las contribuciones freudianas se dirigen principalmente a lo que se entiende en términos generales como antropología social” y la correspondiente al Malestar en la Cultura, en la cual el desarrollo freudiano es considerado un “trabajo sociológico”.
El orden simbólico imperante, la sociedad patriarcal en la que Freud desarrolla el psicoanálisis, no deja de imponer sus efectos en las conceptualizaciones del autor sobre la cuestión femenina.