Cuerpos arrojados desde los aviones al río (los desaparecidos), cuerpos arrojados al riachuelo (los Ezequiel), cuerpos secuestrados antes y ahora, otros arrojados, hallados en la orilla (los Diego Peralta).El río del pasado nos sigue, está aquí.
Quizás sea posible (se vuelve necesariamente inevitable) cambiar ese cauce, y ser arrojados de otro modo a las aguas del pensar-hacer, en la valentía de la acción del pensar.