Perspectivas y debates desde las ciencias sociales en Argentina y el sur de América Latina. Silvia Faraone y Eugenia Bianchi (compiladoras) / Flavia Torricelli y Ana Silvia Valero (coladoradoras) (Ed. Teseo, 2018. 436 páginas. )
Transcribimos a continuación el Prefacio del libro.
Durante la última mitad del siglo pasado afloró en Estados Unidos el diagnóstico de lo que ahora llamamos “trastorno por déficit de atención e hiperactividad” (TDAH). En los primeros tiempos tuvo una variedad de nombres, que incluían “disfunción cerebral mínima”, “hiperkinesia” y “síndrome hiperactivo de la infancia”. A fines de la década de 1980, el término “trastorno por déficit de atención e hiperactividad” fue adoptado oficialmente en el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de los Trastornos Mentales (DSM-III) de la Asociación Americana de Psiquiatría. Un diagnóstico paralelo, con criterios más restringidos, se incluyó en la CIE-9 de la Organización Mundial de la Salud, como trastorno hiperkinético (HKD). Los signos del trastorno incluían hiperactividad, falta de atención e impulsividad. Hasta la década de 1990, el TDAH (y el HKD) era un diagnóstico predominantemente de América del Norte. Se considera que en 2000, aproximadamente el 7% de los niños de Estados Unidos fueron diagnosticados con ese trastorno, mientras que en otros países la tasa -cuando ésta era medida- era de menos de la mitad de esa cifra. En años recientes, se realizaron estudios que estiman que la prevalencia del TDAH es de entre el 5% y el 7% de la población. Si bien las estimaciones basadas en la investigación se sustentan en una amplia gama de estudios, los críticos cuestionan la validez de esas cifras.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra