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¿La voz y la mirada del analista: reflexiones en torno a los tratamientos On-line”

 

Para abrir la partida, debo confesar que este artículo iba a llamarse inicialmente “Hay ´no cuerpo´” haciendo juego con la sentencia lacaniana Hay “no-relación sexual”. Luego iba a llamarse “El sujeto no es el cuerpo”. Pero al final me decidí por un título más glamouroso y menos polémico o controversial. Lo cierto es que hoy nos haremos una pregunta por el cuerpo, un cuerpo que pereciera ya no ser requerido para hacer lazo social, o por lo menos no en su totalidad, ni en su dimensión material, tangible y cárnica.

Nos haremos la pregunta por ese cuerpo que se juega en las relaciones virtuales; y, sobre todo, los cuerpos que ya no reconoce los límites de la privacidad ni la intimidad

Nos haremos la pregunta por ese cuerpo que se juega en las relaciones virtuales; y, sobre todo, los cuerpos que ya no reconoce los limites de la privacidad ni la intimidad. Cuerpos que, como el mío esta noche, ingresan a la casa de cada uno de ustedes. O el cuerpo del analista que, a través de la pantalla, ingresa a la casa de sus pacientes, incluso hasta su cama, tal como decía la paciente de un colega: “hoy te recibo desde en cama”, comentado las dificultades que tenía para conectarse desde otro lugar.

Paradojas espaciales, que han llevado a trasladar los consultorios al living, a la habitación, a la cocina, al baño, al auto, al jardín, a la plaza, etc. Estás variaciones espaciales no sólo afectan a los pacientes sino incluso a los mismos analistas, quienes por no estar “solos en el consultorio” o para evitar el desplazamiento o por cualquier otra razón, atienden desde la comodidad de su casa. Hago la salvedad que mi intención no es catalogar estas variaciones espaciales dentro del campo moral. Para nada pienso que esté mal o bien atender a un paciente dentro o fuera de casa; desde siempre, atender en la propia casa ha sido una constante más o menos aceptada entre los terapeutas. Simplemente enuncio, lo que me parece un “estado actual de la situación”

Paradojas espaciales, que han llevado a trasladar los consultorios al living, a la habitación, a la cocina, al baño, al auto, al jardín, a la plaza, etc. Estás variaciones espaciales no sólo afectan a los pacientes sino incluso a los mismos analistas, quienes

 

Preámbulo

Heráclito de Éfeso hacía el 540 a. C, afirmaba que “nada es permanente a excepción del cambio”. Esto es algo que se reafirma, ahora más que nunca, con la pandemia producida por el virus COVID-19.

A partir de las cuarentenas instituidas en diferentes ciudades del mundo, el encuentro virtual ocupó el primer plano, posibilitando una de las formas más efectivas y seguras (por lo menos, a nivel infectológico) de contacto con el partenaire. La proliferación, divulgación y perfeccionamiento de aplicaciones como Zoom, Google Meets, Microsoft Teams, Skype, son un efecto de esto.

La supervivencia de las disciplinas que abordan lo humano, depende de la forma en que puedan saber responder a estos cambios en los paradigmas culturales y, por lo tanto, en el lazo social. Por supuesto, el psicoanálisis, también se ha visto interpelado por este viraje.

Hace algunos meses, el psicoanálisis a distancia (o psicoanálisis online, o teleanálisis) era una opción, no obstante, hoy, encontrándonos en el pico más alto de contagio, es la única vía para llevar adelante un análisis. Sin embargo, aún existe un grupo de detractores que ilegitiman dicha modalidad. Revisemos algunos de los elementos presentes en el debate sobre la pertenencia, necesidad y eficacia de estos nuevos modos de tratamiento.

La nostalgia por lo material

A comienzo del siglo XXI, los melómanos y coleccionistas se vieron atravesados por una invención que dividió en dos la historia de la música: el desarrollo de formatos de audio digital. Antes de los años 90´s, la única forma de reproducir música era a través de un vinilo (o LP), de un casete (o cinta) o de un disco compacto (o CD), que debían reproducirse en dispositivos como tocadiscos, equipos de sonidos o walkmans. La aparición del MP3, produjo gran nostalgia entre los amantes de la música, quienes afirmaban que la calidad del sonido no era la misma, que la falta de un disco material hacía que la música perdiera valor, que el negocio musical entraría en decadencia, etc.

Lo cierto es que los formatos digitales y la proliferación de medios de reproducción streaming, trajeron consigo una serie de ventajas para los oyentes: mejoras en la calidad del audio, disminución en los costos de consecución de las canciones, accesibilidad de los contenidos, variedad de dispositivos de reproducción, entre muchas otras.

Este suceso es consonante con la nostalgia que se percibe en un gran número colegas y pacientes, respecto a la posibilidad de psicoanalizar a través de una pantalla; éstos argumentan que la dimensión del cuerpo es vital para la iniciación, desarrollo y mantenimiento de un análisis y todo lo que esto implica: fenómenos transferenciales, interpretación, asociación libre, etc. Aquí es posible preguntarse si este empuje a lo virtual es un obstáculo o, más bien, una posibilidad para el psicoanálisis.

Enunciare algunas de las quejas más frecuentes de colegas sobre el psicoanálisis a distancia: obstáculos transferenciales, aumento de las resistencias, desuso del uso del diván, complicaciones en la comunicación, el retraso (o delay), llamadas entrecortadas, ruidos extraños, interferencias, mala recepción, inseguridad (hackers), implementación del pago electrónico, obstáculos al momento del corte, dificultades en la privacidad, desaparición del pudor, falta de signos no verbales.[3]

Para intentar abordar la mayoría de estos argumentos, presentaré dos concepciones del uso del cuerpo del analista, provenientes de dos posturas psicoanalíticas distintas, manteniendo de fondo el interrogante ¿qué cuerpo es el que se presentifica en el encuentro virtual?

Corpus psicoanalítico

Este uso imaginario del cuerpo del analista, es transversal en la obra de Winnicot. Sin el ánimo de criticar ni de invalidar estas formas del análisis, considero que aquí se asienta uno de los precedentes que dificultan la concepción del psicoanálisis a distancia, reforzando un lugar primordial de la presencia del cuerpo en el análisis

Iniciaré esta sección con una cita, un poco extensa, de un artículo en donde se presenta la defensa del porque “no se considera posible la práctica del psicoanálisis bajo una modalidad on-line” (Jaime Bacile, E & Cura, V. L. 2015, Pág. 345):

“surge la incertidumbre de si el medio -gadget- por el que se concreta, no alimenta en cierta medida los síntomas, primando la fantasía y la proliferación de los imaginarios en torno al otro, ya que la presencia tanto del analista como del analizante, sus cuerpos, sus miradas, sus gestos, sus posturas y manifestaciones corporales faltan. Ante la ausencia de todas estas presencias, presencias que históricamente formaron parte de la práctica que funda al psicoanálisis, nos preguntamos si estas teorizaciones del dispositivo analítico pensadas a partir de ese encuentro, entre analista y analizante, pueden trasladarse a esta nueva situación en la cual los cuerpos quedan afuera.” (Jaime Bacile, E & Cura, V. L. 2015, Pág. 343)

¿Qué cuerpo es el que queda afuera?, ¿son la voz y la mirada otras formas de cuerpo?, ¿en qué momento el cuerpo físico (la carne, lo tangible) se convirtió en condición necesaria para llevar a cabo un análisis?

En la revisión que realicé, encontré dos elementos de diferentes posturas teóricas que pueden estar reforzando estos dogmas corporales: el encuadre (setting) y, lo que llamaré, lectura materialista de Lacan.

  • (Des)Encuadre

Si bien Freud nunca menciona explícitamente el término setting, en su texto Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico (1912) se pueden rastrear los antecedentes de esta práctica; estableciendo una serie de reglas e indicaciones, que sentarían las bases para la introducción del término por parte del psicoanalista Donald Winnicot[4]. Para éste, el encuadre corresponde al sostén terapéutico que, además del dispositivo material, está formado por la psique y el cuerpo del analista:

“Si partimos de la premisa del cuerpo del setting como una ampliación del cuerpo del analista, además de todas las fantasías inconscientes proyectadas en este espacio, tanto del lado del analista cuanto del analizando, sabemos que cuando un paciente entra en la sala no estaremos más solos, y tampoco sabemos en qué nos transformaremos.” (Pryzant, E. 2016, Pág. 3)

Este uso del cuerpo, es vital en la práctica de Winnicot (1947), esto lo vemos en gran parte de sus formulaciones, por ejemplo:

“Para el neurótico, el sofá, la habitación caldeada, la comodidad pueden simbolizar el amor materno; para el psicótico, sería mejor decir que estas cosas constituyen la expresión física del amor del analista. El sofá es el regazo o el vientre del analista, la temperatura de la habitación es el calor vivo del cuerpo del analista, y así sucesivamente.” (Winnicot, D. 1947. Pág. 1296)

Otro ejemplo más, lo encontramos aquí:

“El diván y los cojines están ahí para que el paciente los utilice. Aparecerán en ideas y sueños y representarán el cuerpo del analista, pecho, brazos, manos, etc.- en una variedad infinita de formas. (Winnicot, D. 1954. Pág. 1174)

Este uso imaginario del cuerpo del analista, es transversal en la obra de Winnicot. Sin el ánimo de criticar ni de invalidar estas formas del análisis, considero que aquí se asienta uno de los precedentes que dificultan la concepción del psicoanálisis a distancia, reforzando un lugar primordial de la presencia del cuerpo en el análisis.

  • La persona del analista no es su cuerpo.

En contraparte se encuentran, desde la orientación lacaniana, algunas citas que han dado lugar a varias interpretaciones y que se han situado en el lugar del pensamiento único. En esta oportunidad tomaré solamente dos citas bastantes conocidas y divulgadas en el medio psicoanalítico; la primera del texto la dirección de la cura:

“[el analista debe] pagar con su persona, en cuanto que, diga lo que diga, la presta como soporte a los fenómenos singulares que el análisis ha descubierto en la transferencia” (Lacan, 1958. Pág. 561).

Está claro que, en un sentido fenomenológico, se podría entender al cuerpo del analista como soporte de la transferencia, de esta forma, y lógicamente, en el momento en que ese cuerpo no está, la transferencia cae.

Sin embargo, otra posible lectura, que no apunta para nada a convertirse en la exégesis del texto, la podemos construir leyendo a Lacan (1958) con Lacan (1971-72). Así, en el seminario 19 Lacan (1971-72) afirma: “El analista ocupa legítimamente la posición del semblante[5] (Pág.170). Está aquí la clave del asunto: el analista encarna una función más que un lugar, es un catalizador dentro de una formula subjetiva. El analista, más que presencia, es un vacío, lugar vacante; un objeto a, que más que obturar, pone en marcha el deseo, el blablablá del sujeto. En un análisis lo único que debe tomar cuerpo es lo imposible de decir.

Tal vez en esta ausencia del analista radique la esencia del psicoanálisis. Esto es consonante con los “consejos” de los escritos técnicos de Freud (1913), en donde ordena al analista no comunicar más explicaciones que las indispensables. Este “mandar a callar” a los analistas (proveniente del mítico “Dr. calle Ud., no me interrumpa, déjeme hablar a mí…" que Emmy von N. declama a Freud), evidencia que el cuerpo del analista se filtra (o más bien, ¿se infiltra?) a través de la voz -una voz que Lacan eleva a nivel de objeto pulsional.

Pero esta presencia del analista, como no inocentemente preguntaba anteriormente, tal vez se presentifica no solo a nivel de la voz sino también en el plano de la mirada. Una mirada que para Freud (1913) puede resultar en algunos casos siendo un obstáculo:

“Mantengo el consejo de hacer que el enfermo se acueste sobre un diván mientras uno se sienta detrás, de modo que él no lo vea. […] No tolero permanecer bajo la mirada fija de otro, ocho horas (o más) cada día. Y como, mientras escucho, yo mismo me abandono al decurso de mis pensamientos inconscientes, no quiero que mis gestos ofrezcan al paciente material para sus interpretaciones o lo influyan en sus comunicaciones. Es habitual que el paciente tome como una privación esta situación que se le impone y se vuelva contra ella, en particular si la pulsión de ver (el voyerismo) desempeña un papel significativo en su neurosis.” (Freud, 1913. Pág. 135)

Este consejo instauró casi que un uso totémico del diván, haciendo que éste fuese para el psicoanálisis, lo que el confesionario es para el sacramento católico de la penitencia.

  • En cuerpo ¿Aún?

La segunda cita de Lacan (Lacan 1971-72) que propongo trabajar es del seminario O Peor:

“[…] si existe algo denominado discurso analítico, se debe a que el analista en cuerpo, con toda la ambigüedad motivada por ese término, instala el objeto a en el sitio del semblante. (Lacan 1971-72. Pág. 226).

Este en cuerpo de la cita, debería ser escuchado entre la homofonía francesa del en corps ("en cuerpo") y del encore ("aún'', "otra vez"), homofonía que justamente corresponde al nombre del seminario del año siguiente (encore). 

En la actualidad, pareciera que los analistas estamos sordos a estas polifonías que, tan creativamente y no inocentemente, introduce Lacan. Un ejemplo de esta sordera es la proliferación, lo que denomino, “una lectura materialista de Lacan”, en donde los conceptos toman cuerpo y quedan reducidos a este: a) El sujeto como sinónimo de paciente, como la persona; b) el Otro como el partener; c) goce como encarnado y tipificado, una taxonomía del goce.

a) La enseñanza de Lacan tiene un factor común: la desontologización de los conceptos. Este es un punto de separación epistemológica con Freud, que queda más claramente ejemplificado en el concepto de inconsciente: Para Freud el inconsciente es tópico, dinámico y económico, mientras que para Lacan es un inconsciente en acto, en acto hablado, Ça parle (eso habla), Parlêtre (hablanteser).

Y estas concepciones se trasladan al campo de sujeto. Para Lacan, el sujeto existe como efecto significante, de ahí que sea fundado en el campo del Otro. “El sujeto es nadie” (Lacan 1954-55, Pág. 88) dice Lacan; Que ce sujet, qui est personne, jugando entre persona y nadie. El sujeto no se define como la res extensa, su materialidad es entre significantes. El sujeto no es el cuerpo, pero no es sin el cuerpo. El sujeto no es el individuo, es todo lo contrario, divisible, en falta, agujereado por el discurso; de ahí que sea condición sine qua non estructurarse immixing al Otro, en inmixión de otredad.

La tesis que intento defender es que estos aforismos lacanianos, en los que se sostiene que el analista ocupa la posición del semblante, advierten que el cuerpo del analista desde siempre ha representado un lugar virtual; un lugar tácito; aparente; implícito: un acto de fe. Además, que el cuerpo que entra en análisis no es el cuerpo presente, es Otro-cuerpo, con toda la ambigüedad de la expresión

b) Si bien resuena en el medio que el Otro no existe, es en la línea de que “no hay un Otro del Otro” (Lacan, 1960), tal como se formula en Subversión del sujeto; no existe en cuanto garantía universal, en cuanto garante tangible, en cuanto encarnado; no existe en tanto que no goza.

c) Esto nos lleva a pensar también el campo del goce, no como un algo localizado (“gozar de…”), no como sinónimo de actividad displacentera (“goce mortífero”), no como taxonomía (“goce autista”, “goce masculino”, “goce sádico”) sino como un lugar, en su esencia interdicto, entredicho, dicho entre letras, mal-dicho, en últimas, constituido de la materia misma del lenguaje. El goce “no es sustancia, fuerza o energía sino significante” (Muñoz, 2019, Pág. 287)

Volvamos a la pregunta ¿qué cuerpo es el que se presentifica en el encuentro On-line?, ¿no son la vos y la mirada las dos formas en las que predominantemente se presentifica el cuerpo del analista en sesión?, ¿no están acaso, estos dos elementos, presentes en nuestras sesiones por Skype o Zoom?

Bajo esta óptica, es posible pensar que están dadas las condiciones para llevar adelante la escucha analítica: una voz que se hace oír, una voz que se puede interrumpir, una voz que se puede dar lugar al silencio, una mirada que observa, una mirada ausente, una mirada que se puede apagar, una no-mirada.

La tesis que intento defender es que estos aforismos lacanianos, en los que se sostiene que el analista ocupa la posición del semblante, advierten que el cuerpo del analista desde siempre ha representado un lugar virtual; un lugar tácito; aparente; implícito: un acto de fe. Además, que el cuerpo que entra en análisis no es el cuerpo presente, es Otro-cuerpo, con toda la ambigüedad de la expresión.

En este sentido, el cuerpo del analista no es más que una construcción virtual del paciente. Cuerpo que desempeña una función especular, una imagen que interviene desde la palabra; palabra que, según indica Lacan (1958), es aquello otro con lo que también paga el analista “si la transmutación que sufren [estas palabras] por la operación analítica las eleva a su efecto de interpretación” (Lacan, 1958. Pág. 561).

Algunas consideraciones finales

Hoy no se da por terminado el debate sobre el psicoanálisis a distancia; un debate que, si lo pensamos bien, data desde ese casi mítico análisis epistolar que Freud sostuvo con Fliess o incluso del análisis del pequeño Hans (o Juanito) que el mismo Freud[6] realiza a través de otro cuerpo, a decir, bajo la supervisión del padre. Con los planteamientos presentados se buscar abrir el dialogo sobre el quehacer del analista en el siglo que transcurrimos, un siglo caracterizado por los lazos virtuales y a distancia.

La doxa lacaniana versa: “mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época” (Lacan, 1953, Pág. 308); haciendo una invitación ética a los analistas para estar a la altura de su tiempo. Seguramente para ello el analista de hoy deberá capacitarse en temas informáticos y manejo de medios de comunicación virtual. ¿Cuántos de ustedes eran expertos en el manejo de plataformas de videollamada antes de la cuarentena? El desafío es aprender a direccionar a través de los medios digitales, haciendo existir el inconsciente en línea, maniobrando con estas variantes del lazo social y operando con estas nuevas formas del Otro.

Sí bien existen “ruidos”, “retrasos” e “interferencias” en estas formas de comunicación -que se podría pensar que será cuestión de tiempo antes de que el avance de la tecnología logre minimizarlos al punto de ser imperceptibles al oído humano- será tarea de los analistas utilizar estas fallas o errores, al nivel que se utiliza la falla lingüística (o el acto fallido) en las sesiones presenciales, por supuesto con ciertas variaciones y matices.

Tampoco se puede negar que, bajo esta nueva modalidad, hay decenas de intervenciones cuerpo a cuerpo que se inhabitan o imposibilitan, pero que no dejan de ser intervenciones a nivel significante. Por ejemplo, la anecdótica intervención que Lacan hace a Suzanne Hommel, quien luego de escuchar el relato que ella hace sobre un sueño de angustia que la martiriza, en el que la GESTAPO va a buscar los judíos a su casa a la cinco de la mañana, se levanta de su sillón y, acercándose a ella, le da una caricia extremadamente tierna sobre la mejilla. Con este acto, logra transformar el significante GESTAPO en GEST UN PEU. Una caricia, un gesto que permite introducir el malentendido o, más bien, otro sentido en la homofonía.

El unbewusste (inconsciente) es su esencia una equivocación (une-bévue); si bien, el lenguaje no comunica, la presencialidad tampoco no es garantía de comunicación. No por la distancia física, el inconsciente dejará de existir. Siempre habrá formas metafóricas de sustituir y/o reconstruir las intervenciones cuerpo a cuerpo, a través del cuerpo virtual (la voz y la mirada). Este es el horizonte de los analistas.

El encuentro virtual se ha convertido en una herramienta que posibilitará el análisis con pacientes que estén a una amplia distancia física. Aun así, las sesiones a distancia deberán ser evaluadas caso por caso, pues habrá pacientes que, por estructura o por fenomenología sintomática, no podrán soportar la no presencia del otro; incluso estarán aquellos que conciben que lo no tangible carece de valor. Mientras que habrá otros a quienes se les facilite, por preferencias subjetivas o por comodidades espacio-temporales, esta variante del análisis. Aquí tendrá el analista que definir, a la medida de cada uno, dependiendo de las condiciones y necesidades de cada paciente, lo que se ajuste más a particularidad de cada sujeto; pudiendo incluso alternar entre estos dos espacios (el virtual y el presencial). Estará en el criterio de cada analista como maniobra esta modalidad, con la formula singular que siempre ha caracterizado la ética psicoanalítica.

Fabián Yesid García V
Psicoanalista. Psicólogo Universidad Nacional de Colombia, candidato a Especialista en Psicología Clínica con Orientación Psicoanalítica Universidad de Buenos Aires. Miembro del Foro Analítico del Río de la Plata. Autor del libro “Dos Mujeres de Carne, Un Hombre de Papel (2020) (Editorial Tinta Libre, Argentina) <fabianyesidgarcia [at] gmail.com>

 

Bibliografía

  • Freud, S. (1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (caso del pequeño Hans). En J. Strachey (Ed.), Obras Completas (J. L. Etcheverry, trad., Vol. X). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu. 1991.
  • Freud, S. (1912). Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico. En J. Strachey (Ed.), Obras Completas (J. L. Etcheverry, trad., Vol. XII). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu. 1991.
  • Freud, S. (1913). Sobre la iniciación del tratamiento. En J. Strachey (Ed.), Obras Completas (J. L. Etcheverry, trad., Vol. XII) (pp. 121-144). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu. 1991.
  • Jaime Bacile, E & Cura, V. L. (2015). El cuerpo del analista. Presencia en-cuerpo. VII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXII Jornadas de Investigación XI Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
  • Lacan, J (1953) “Función y Campo de la palabra y del lenguaje en Psicoanálisis” en Escritos 1 (pp 231-309). Buenos Aires: Siglo XXI. 2008. (Ed. revisada y corregida).
  • Lacan, J. (1954-55) El Seminario. Libro 2: “El yo en la teoría de Freud”, Bs. As., Paidós, 2001.
  • Lacan, J. (1958) "La dirección de la cura y los principios de su poder", Escritos II, Siglo XXI, México,2008.
  • Lacan, J. (1960) "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", Escritos II, Siglo XXI, México,2008.     
  • Lacan, J. (1971-72) El Seminario Libro19: ... o peor. Buenos Aires: Paidós, 2012.
  • Muñoz, P. (2019) “las voces del goce”. Facultad de psicología – UBA. Secretaría de investigaciones. Anuario de investigaciones / Volumen XXVI de la página 281 a la 288
  • Pryzant, E. (2016) “El Cuerpo del Setting”. Federación Psicoanalítica de América Latina. Septiembre 13 al 17 de 2016. Cartagena, Colombia.
  • Scharff, J. (2014) Psicoanálisis asistido con tecnología. En Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis. Número 18. Págs. 151 a 172.
  • Winnicot, D. (1947) El odio en la contratransferencia. Biblioteca D. Winnicot – Obras completas.
  • Winnicot, D. (1954) Aspectos metapsicológicos y clínicos de la regresión dentro del marco psicoanalítico. Biblioteca D. Winnicot – Obras completas.
  • Winnicot, D. (1964) Importancia del encuadre en el modo de tratar la regresión en psicoanálisis. Biblioteca D. Winnicot – Obras completas.

 

[1] Conferencia presentada el 2 de noviembre de 2020, en el Foro del Campo Lacaniano del Rio de la Plata.

[2] Psicoanalista. Psicólogo Universidad Nacional de Colombia, candidato a Especialista en Psicología Clínica con Orientación Psicoanalítica Universidad de Buenos Aires. Miembro del Foro Analítico del Río de la Plata. Autor del libro “Dos Mujeres de Carne, Un Hombre de Papel (2020) (Editorial Tinta Libre, Argentina)

[3] Para una mayor exploración, consultar el artículo de la psicoanalista Jill Savege Scharff: Scharff, J. (2014) Psicoanálisis asistido con tecnología. En Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis.

[4] El término encuadre (setting) es ampliamente explorado en textos como: Winnicot, D. (1964) Importancia del encuadre en el modo de tratar la regresión en psicoanálisis. Biblioteca D. Winnicot – Obras completas.

[5] Cursiva propia.

[6] Ver: Freud, S. (1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (caso del pequeño Hans).

Fabián Yesid García V[2]

<fabianyesidgarcia [at] gmail.com>

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Articulo publicado en
Octubre / 2021