El sábado 25 de octubre se realizó la exposición de Nancy Caro Hollander organizada por la revista Topía en el Centro Cultural de Artes y Oficios de la fábrica recuperada Grissinopoli.
La presentación estuvo a cargo de Enrique Carpintero: (síntesis) Desde hace trece años venimos publicando regularmente Topía revista. Durante este tiempo fuimos creando un espacio de debate y difusión para desarrollar un pensamiento crítico donde el psicoanálisis se encuentra con la actualidad de la cultura…En este cruce entre psicoanálisis, sociedad y cultura pretendemos dar cuenta de los problemas que presenta una subjetividad construida en la vulnerabilidad de la relaciones sociales. Una subjetividad construida en el interior de una cultura hegemónica basada en la ruptura de los lazos necesarios para vivir en comunidad… Esto lleva a la necesidad de entender las dificultades sociales y políticos, pero también los desafíos teóricos y clínicos que se nos presenta en nuestra práctica como psicoanalistas…
Para aquellos que no la conocen Nancy Caro Hollander es una psicoanalista e historiadora residente en Los Ángeles, California. Es miembro del Centro Psicoanalítico de California y presidente electa de la sección de “Psicoanálisis para la responsabilidad social” de la Asociación Norteamericana de Psicología. Es profesora de historia de la Universidad Estatal de California. Ha publicado artículos sobre diversos temas como el capitalismo patriarcal y las mujeres en América Latina, la historia del psicoanálisis en la Argentina y la vida y obra de Marie Langer. Tradujo al inglés la obra principal de Marie Langer: “Maternidad y sexo”. Nancy milita en diferentes organizaciones comunitarias de EEUU. Entre 1981 y 1996 produjo y dirigió un programa radial en Radio Pacífica donde exploró temas relacionados con el feminismo y las luchas sociales y políticas latinoamericanas y su relación con el psicoanálisis. Entre 1969 y 1974 vivió en Buenos Aires y recorrió el resto de Latinoamérica. Escribió un libro donde relata los procesos sociales y políticos y su relación con el psicoanálisis en la Argentina y Latinoamérica durante las décadas del 60’ y el 70’. Su versión en castellano se publicó en el año 2000 con el título de “El amor en los tiempos del odio. Psicología de la liberación en América Latina”.
Luego de esta breve presentación nada mejor que escuchar sus palabras.
Nancy Caro Hollander: Quisiera darles las gracias por la invitación para hablar con ustedes en este lugar tan significativo…voy a tratar de explicarles como entiendo la situación actual en mi país desde el punto de vista psicosocial…. es decir, como es vivir con las secuelas del trauma del 11 de sep de 2001.
Bueno, como sabe todo el mundo, el asalto terrorista a las torres gemelas y al pentágono, hizo estallar en EEUU, la creencia de que somos “una excepción”, es decir, que eso le pasa a los otros, a todos los demás, en los otros países, no nos puede pasar a nosotros. Aunque EEUU es el país capitalista desarrollado mas violento del mundo, nadie dudaba que fuera inmune al terrorismo que existe en otros lugares del mundo. Una excepción. No hay duda que el ataque a las torres gemelas y al pentágono fueron vividos como un episodio traumático, y por lo que vino después, en lo político y lo económico, se transformó en un estado de trauma reiterado. Hubo repentinamente un gran desplazamiento en la economía con efectos profundos, y al mismo tiempo, una campaña persistente y alarmante advirtiendo al público de probables ataques terroristas adicionales en el futuro cercano y esto fue, en si mismo, terrorífico.
Pero desde mi punto de vista, por otro lado y paradójicamente, el 11 de setiembre tuvo paralelamente al trauma agudo, un significado contrario: hizo posible una sensación de alivio; alivio de las ansiedades profundas que durante años la gente venía sufriendo debido a los patrones devastadores en lo económico, lo cultural y lo político, transformaciones que habían surgido en el interior de la sociedad norteamericana y a las que me referiré después.
Inmediatamente después de los ataques, la gente sintió dolor por las víctimas, una profunda vulnerabilidad, mucha rabia…y terror frente a un futuro que se tornaba repentinamente imprevisible.
Las acciones que tomó el gobierno de EEUU vertiginosamente después del ataque fueron justificadas y sentidas desde el punto de vista de la victima inocente que tenia que vengarse. Ahora, poniendo a un lado por el momento la controversia sobre el rol que jugó el mismo gobierno y si Bush sabía o no, o que es lo que sabía, antes del 11 de setiembre, podríamos decir que el gobierno tenía que reaccionar a esos ataques horrorosos. Lo significativo es el tipo de reacción que tuvo… obviamente, sacó ventaja poniendo en marcha una política agresiva hacia Asia y el Medio Oriente. Reaccionó en seguida sin ningún interés en permitir un espacio para pensar, para desarrollar un dialogo sobre qué quería decir ese ataque y cual podría ser la mejor estrategia para responder evitando más violencia, más sangre, más guerra. El gobierno consiguió, con la activa colaboración de los medios de comunicación masivos, el consenso dentro de la sociedad para lanzar ataques en contra de los “otros”, primero en Afganistán y después en Irak, con justificaciones que fueron cambiando día tras día. Con rasgos de una compulsión repetitiva, EEUU estaba otra vez en guerra, propuesta por el presidente, aceptada pasivamente por el congreso, fomentada por los medios… ¿El enemigo? : Todos los que no estaban con nosotros. Todo era muy simple, una guerra entre la civilización y la barbarie.
Una respuesta mas reflexiva no fue posible…. porque eso hubiese requerido otra finalidad… entender “los porque” de tanto resentimiento fanático hacia EEUU en muchas partes del mundo. Una reflexión acerca de la historia del “yanqui, go home”. Un cuestionamiento serio hubiese necesitado una autocrítica de nosotros mismos, de la política agresiva que han llevado a cabo los gobiernos norteamericanos por mas de un siglo hacia otros países y otros pueblos, siempre justificada por una ideología nacionalista y una negación psicológica en cuanto a los efectos destructivos de esa misma política.
El 11 de septiembre ha estimulado a los psicoanalistas en mi país a escribir mucho sobre la psiquis del terrorista. Ellos plantean que esa mentalidad se caracteriza por la dinámica esquizoparanoica con alto grado de envidia, odio y defensas primitivas de splitting y proyección. Pero para mí, la respuesta por parte de los EEUU muestra la misma dinámica primitiva y es un tipo de funcionamiento psicológico que está ligado a las condiciones del mundo que son cada vez más polarizadas y peligrosas. También la reacción de EEUU revela algo importante de la relación entre los que mandan y los ciudadanos, y a eso también aludiré mas adelante.
Las investigaciones psicoanalíticas muestran que el complejo de relaciones sociales, promueve tanto el desarrollo y la integración psicológica como lo obstaculiza, y que los impulsos agresivos pueden cumplir con el destino de ser enfatizados destructivamente o de ser contenidos constructivamente, pero eso depende mucho del contexto social y de la existencia de las relaciones continente-contenido desde el comienzo mismo de la vida y de cómo es reforzado en todas las etapas posteriores. El contexto social puede reforzar emociones primitivas como la envidia, la codicia, el odio o puede fomentar emociones que forman la base de la responsabilidad, de la reparación y del amor. Desde mi punto de vista, la sociedad norteamericana no se ha caracterizado por un contexto positivo que pueda contener la agresividad humana. Al contrario. Ha fomentado a través de los últimos 20 años, un ambiente traumatizante en el que los discursos dominantes de libertad, de igualdad y de democracia han sido cada vez más contradictorios e incompatibles con la realidad que vive la mayoría de los ciudadanos.
Bajo la superficie de una cultura que se define para el mundo como el ejemplo de la oportunidad sin límites, de la justicia social, de los derechos civiles, existe una realidad de desigualdades profundas. Hoy en día, por ejemplo, el uno por ciento mas rico controla el 38 por ciento de la riqueza nacional, mientras el 80 por ciento más pobre totaliza solo el 17 por ciento de la riqueza. Las familias de clase media han incrementado las horas que trabajan por año para sobrevivir mientras, al mismo tiempo, van acumulando más y más deudas. El ingreso promedio en el año 2000 estuvo por debajo del nivel de 1979 a pesar que al aumentar la productividad, las ganancias de los capitalistas se incrementaron durante esos 20 años en un 44.5 por ciento. Hoy mucha menos gente puede salir de la pobreza y pocas familias han ahorrado lo suficiente para poder jubilarse dignamente. En este año la taza oficial de pobreza subió a más del 12 por ciento de la población. Un 26 por ciento de la población negra vive bajo el nivel de la pobreza y también, un 26 por ciento de los latinos. En el país más rico del mundo, uno de cada cinco chicos vive bajo el índice de pobreza. Y así como tradicionalmente las familias que vivían en la pobreza eran encabezadas por mujeres, hoy el 40 por ciento de los pobres viven en familias con papá y mamá presentes. Los adolescentes son más pobres que antes y son muchos los que viven en familias caóticas con padres ausentes o abusadores que están sobrecargados de trabajo o desempleados. Por primera vez en la historia del país, la próxima generación va a tener menos posibilidades y un nivel de vida mas bajo que la generación de sus padres, y también van a sufrir más violencia social.
Estos patrones se deben en su mayor parte al proceso de desindustrialización, a la fuga de capitales a otros países en búsqueda de mano de obra mas barata, al traslado de las inversiones de capital desde lo productivo hacia lo especulativo y a la eliminación de las funciones protectoras del estado.
Tanto como los desocupados y los marginales, la clase media y la clase obrera ha sufrido un proceso de fragilización que supone la incertidumbre con respecto a sus trabajos, pérdidas de los empleos, empeoramiento de sus sueldos y eliminación de beneficios, como el seguro de salud.
Estos cambios han provocado un ataque a la sensación de seguridad, de estabilidad y de esperanza, con efectos desmoralizantes que muy a menudo se han manifestado en una violencia social creciente. Las victimas suelen ser los sectores más vulnerables de la sociedad, incluyendo a los grupos étnicos minoritarios, los inmigrantes, las mujeres y los chicos. Y por supuesto, la realidad violenta se refuerza por la violencia en la cultura, desde la televisión hasta el cine, los juegos electrónicos y el Internet. Grandes monopolios dominan los medios de comunicación masivos y promueven una visión del mundo cada vez más violenta que afecta la subjetividad de un público que llega a sentir el mundo como cada vez mas y mas peligroso. Las imágenes violentas que se repiten sin parar a través de los medios…ataques, agresiones a hombres, a mujeres y a chicos inocentes cometidos por antihéroes enfermos, omnipotentes, psicopáticos y diabólicos…..son el vehículo por el cual se instala en el imaginario social una narrativa que naturaliza todo lo destructivo. Además, la acción perpetrada por superhéroes vigilantes que actúan por su cuenta, se postula como el modelo para resolver conflictos, mucho más que la reflexión y la negociación. Sin duda que eso provoca e incrementa en el público la falta de confianza en la justicia y en los procesos legales.
Se ha probado que los medios de comunicación con sus mensajes violentos provocan una identificación con la resolución agresiva e impulsiva de situaciones conflictivas. Las investigaciones muestran que mucha gente apela a la identificación con el agresor como último recurso para defenderse del agobio, la impotencia y su propia vulnerabilidad frente a la agresión destructiva del contexto social, de los grupos que integran, de sus familias y de su propia realidad psíquica. La ironía es que si estas maniobras inconscientes funcionan con éxito, terminan reforzando una identificación con la violencia y la agresión como modelos de sentir y de actuar.
Todo esto que estoy describiendo constituye para mí un ambiente traumatizante crónico que nos permite tener una idea del contexto en el cual se inscribe tanto a nivel individual como a nivel colectivo el 11 de setiembre.
Como dije al comenzar, los ataques del 11 de setiembre y lo que siguió después se puede entender solamente en términos de una paradoja. Es seguro que el ataque terrorista fue vivido por el pueblo como una catástrofe. En las siguientes semanas, las amenazas de la probabilidad de bombas, las advertencias por parte del gobierno de que iban a ser posibles ataques terroristas con armas bioquímicas o nucleares, junto con la gran crisis económica que sobrevino inmediatamente después del ataque terrorista, constituyó una experiencia grupal profundamente traumática. Pero por otro lado, como dije, hubo otro significado contradictorio. Y fue que, dadas las condiciones sociales, económicas y políticas existentes en el momento histórico de los ataques terroristas, el 11 de setiembre fue vivido también como un alivio de ansiedades inconscientes grupales muy profundas.
Mi visión de este fenómeno se relaciona con el concepto de la ansiedad de muerte propuesto por el psicoanalista Robert Lifton. El se ha dedicado a estudiar los impulsos destructivos en la subjetividad del ser humano que desde su punto de vista se ve reflejado en la dinámica del trauma y la supervivencia. Ha planteado que la pulsión de muerte de Freud, que esta basada en el instinto destructivo universal, se puede entender mejor desde el eje de una teoría del significado y de la significación… psicología of meaning …...Según Lifton, desde el nacimiento en adelante luchamos para realizar algo que podríamos traducir como una “vitalidad” que tiende a la inmortalidad. Las experiencias tempranas de separación, de pérdida, y los temores a la desintegración… la fragmentación… representan los equivalentes de la muerte. En este sentido son precursoras de lo que después el ser humano significa como conflicto entre la vida y la muerte. El concepto de Lifton, psychic numbing, de un sujeto psicológicamente insensible, fue desarrollado a través de los análisis clínicos que llevó a cabo con sobrevivientes de Hiroshima y Auschwitz y alude a la reacción psicológica frente al trauma extremo cuando el sujeto toma distancia de la experiencia traumática que se encapsula como incomprensible y que no se puede integrar simbólicamente. Dice Lifton que el desafío terapéutico consiste en poder, poco a poco, integrar el psiquismo fragmentado, cuidando al mismo tiempo la necesidad de reconstituir el yo que existía antes del trauma con la necesidad de metabolizar la experiencia traumática. Si no se puede conseguir esta elaboración, la persona traumatizada busca resignificar la experiencia a través de una salida perversa que incluye la explotación psicológica de los otros. Como sugiere Lifton respondiendo a las situaciones traumáticas que no son integradas “nosotros asumimos nuestra propia vitalidad e inmortalidad simbólica por la negación a los otros del derecho de vivir y por la identificacion de ellos con la muerte.” Así que la destructividad incluye la proyección de la ansiedad de muerte sobre los otros que deberían ser, entonces, quienes deberían soportarla y contenerla. Añade Lifton que los seres humanos no podemos matar a multitudes sin que una causa virtuosa figure como motivación, así que la masacre en una escala extendida siempre manifiesta un intento de afirmar el poder de vida por parte del grupo que la lleva a cabo.
En este sentido, entonces, el 11 de setiembre ha constituido simbólicamente un alivio en la cantidad de ansiedad persecutoria provocado por la experiencia de vivir en una cultura que se esta destruyendo desde adentro. La implosión refleja los patrones que ya describí brevemente y se ha manifestado en una serie de síntomas como, por ejemplo, la erosión de la familia y la comunidad, la corrupción en el gobierno y su estrecha relación con los ricos y los poderosos, el abandono de la clase trabajadora por las grandes empresas que se han ido del país, el deterioro de las zonas urbanas, una juventud adicta a la droga y el fatalismo, los medios adictos a la violencia que a su vez motivan y reflejan una violencia creciente en la realidad, la erosión de la participación cívica en una democracia cada vez mas decadente, una cultura de consumo que ocupa un espacio central en la formación de la subjetividad, la discriminación racial, el backlash contra la mujer y sus luchas reivindicatorias, un creciente porcentaje de familias desalojadas que tienen que elegir entre pagar comida o alquiler, y la devastación ecológica sin limites.
¿Como todo esto no se ha vivido como un suicidio social…una catástrofe, un ataque agresivo…contra la vida misma y el bienestar psicológico del pueblo….como una guerra llevada a cabo adentro del yo social?
En este contexto, el ataque terrorista desde afuera permitió un breve respiro para la sensación de asfixia que el pueblo norteamericano estaba viviendo; un alivio para la opresión que el proceso de decadencia determinado por factores internos del sistema estaba provocando. Procesos demasiado complejos para ser entendidos a nivel conciente, pero que fueron vividos a nivel inconsciente, como una desintegración total de lo familiar, lo conocido y lo confiable. Y el ataque terrorista provocó una vitalidad renovada a nivel grupal a través de una reconfiguracion de las fuerzas políticas y psicológicas….las tensiones dentro de la sociedad norteamericana entre los ricos, los pobres, las clases sociales, los grupos étnicos, los sexos, las generaciones, los que defendían el estatus quo y los que lo atacaban….todo cedió dentro de una ola de nacionalismo en la cual un pueblo unido….”somos todos Americanos”…se soldó frente de la agresión que venía desde afuera. Al mismo tiempo, se puso en evidencia una generosidad, una solidaridad muy significativa, y actitudes de auto sacrificio por parte de millones de ciudadanos, que los medios de comunicación se encargaron de exaltar. Esto fue reafirmando para la sociedad un sentido de nosotros mismos como gente buena, con una cultura buena, un país bueno, capaz de llegar a los sentimientos positivos de la posición depresiva de amor y empatia. Impactó sobre la subjetividad en el sentido en que podemos confiar en que somos “buena gente”, “lo mejor del mundo”. De golpe las relaciones fracturadas aparecieron reparadas en las reacciones al hecho traumático del 11 de setiembre. El enemigo ya no fue el nudo complejo de fuerzas internas tan difíciles de entender y cambiar, sino un enemigo fácil de identificar y de entender que vino desde afuera, marcado por sus diferencias con nosotros, por el hecho de ser “tan salvaje, pre moderno y sin civilización”. El alivio social vino con la posibilidad de proyectar las agresiones sobre un enemigo externo que fue fácilmente deshumanizado y así las agresiones proyectadas podían ser simplemente justificadas, atacadas y destruidas. Para mi, la reacción de EEUU al 11 de setiembre muestra como la ansiedad persecutoria dentro del sujeto y la sociedad puede tratarse mas fácilmente cuando se la experimenta como un estado provocado desde afuera en vez de desde adentro.
Hay otra cosa, además. Como ha indicado Hanna Segal, los grupos suelen ser mas narcisistas aún que los individuos, con tendencias a la auto idealización y a una posición paranoica con respecto a otros grupos, por lo que pueden negar sus propias agresiones que proyectan sobre un enemigo, real o imaginado, para despreciarlo y atacarlo. En este sentido, el 11 de setiembre permitió que surgiera un nuevo discurso sobre el malestar fundamental en el mundo. Si bien durante la última década, el movimiento antiglobalización desarrolló un discurso en el cual el conflicto básico en el mundo era entre: por un lado, 1) EEUU y los otros gobiernos del primer mundo, las grandes empresas transnacionales y las instituciones internacionales financieras, y por otro lado, 2) las luchas populares de toda índole, los organismos de derechos humanos, los movimientos ecologistas….
A partir del 11 de setiembre ese discurso fue reemplazado por uno nuevo articulado por el Presidente Bush en el cual la contradicción fundamental mundial se presentó como la batalla entre la civilización y la barbarie, es decir, el terrorismo fundamentalista. Pero esta llamada “civilización” y los que la representan, quedan prisioneros de su propio fundamentalismo con los mecanismos primitivos de que habla Segal, incluyendo una idealización hiperbólica de sí mismo y una proyección de todo lo malo, incluyendo las consecuencias de la agresión inherente a la larga historia del imperialismo, en el medio oriente y Asia. Esta agresión es proyectada sobre un objeto despreciado que, entonces, puede y debe ser atacado y destruido. Así que el gobierno norteamericano, que fue durante años corrompido por sus vinculaciones con las grandes transnacionales, se ha constituido ideológicamente en el defensor nacionalista del pueblo norteamericano. En el proceso, el patriotismo secuestró el dolor del pueblo y el militarismo secuestró los temores y las ansiedades del pueblo, convirtiéndolos en un consenso pasivo para el sostén de un gobierno cada vez más represivo en sus políticas tanto en el interior del país como en el exterior.
El sentido de defensa psicológica que tiene este nuevo discurso ideológico también tiene que ver con el tema relacionado con la ansiedad de muerte….la amenaza de la aniquilación de la especie humana con que hemos vivido desde que EEUU usó la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki. Los lideres de EEUU y de otros países que han desarrollado las armas de destrucción masiva, inclusive bombas nucleares, niegan sus propios impulsos agresivos considerando sus motivos como meramente defensivos. La negación de su propia capacidad y motivación ofensiva en la competencia por producir armas nucleares es muy peligrosa porque sostiene la necesidad de depender de defensas protectoras que estimulan la paranoia. Con referencia a este problemática, el 11 de setiembre ha facilitado al gobierno de EEUU la posibilidad de proyectar su propia responsabilidad por haber contribuido a amenazar la supervivencia de la especie humana, sobre los terroristas actuales que, a lo mejor, han podido robar o comprar los componentes de armas biológicas o bombas de radiación financiadas o construidas por EEUU mismo. Así el gobierno de Bush ha conseguido que EEUU pase de ser, un protagonista principal de la proliferación de armas de destrucción masiva, a ocupar el lugar de la victima, cuya constante expansión de la industria militar esta justificado como una política puramente defensiva. El estado usa en sus guerras ofensivas la imposición a otros gobiernos de desprenderse de bombas nucleares, al mismo tiempo que esta planeando una inversión grande en la producción de una nueva generación de bombas nucleares chicas más útiles que los miles de bombas nucleares grandes que ya tiene.
Bueno. Pero no es un desastre total, aunque después de todo lo que he dicho, pareciera que si. Porque ya, en los últimos meses, está germinando otra cosa, un polo opositor, criticas que están despertando una nueva conciencia en el pueblo, una nueva subjetividad. Y esto se debe a la franca impunidad que se ve en todos lados estimulado por este gobierno ilegitimo, no elegido, en todas las ramas de la sociedad. De veras, como se ha visto durante toda la historia de los imperios, cuando tienen que usar sus recursos para la expansión de su poder, no solamente los pueblos conquistados son las victimas, sino también el pueblo que vive dentro del corazón del mismo imperio paga un precio cada vez mayor.
Así que el gran deterioro actual de la sociedad norteamericana revive las ansiedades persecutorias que existían antes del 11 de setiembre. Ahora el ambiente traumatizante que describí antes esta exagerado por la política de Bush y las fuerzas económicas y políticas cuyos intereses están representadas por su gobierno.
Ahora se sabe que ésta política no se desarrolló como respuesta al 11 de setiembre, sino que fue un proyecto concebido años antes por el grupo de políticos que rodean a Bush. El proyecto se concretó hace una década en un trabajo que se llama “Proyecto Para un Siglo Nuevo Norteamericano” en el cual se plantearon todas las estrategias que EEUU tendría que utilizar en el siglo 21 para que, ganador de la guerra fría, mantuviera su posición hegemónica dominando el mundo entero. La estrategia de Bush de montar una guerra global antiterrorista eterna casi sale de las páginas de este trabajo.
Está saliendo a la luz cada día más información de la contradicción, de la discrepancia, de la incompatibilidad entre los intereses de ese grupo y la mayoría del pueblo de EEUU. Ahora se sabe que el mismísimo grupo de “genios” que escribió éste proyecto tiene posiciones estratégicamente importantes en todas las ramas del gobierno actual. Son ellos los que, al lado de Bush y su vicepresidente, Cheney, tienen intereses económicos en las grandes empresas, como Halliburton, que están recibiendo subsidios del gobierno de miles de millones de dólares, (dinero que viene de los impuestos pagados por los ciudadanos norteamericanos) para ampliar sus inversiones y ganancias en el exterior, hoy Irak, mañana no se sabe donde.
También los ciudadanos somos testigos de las mentiras y distorsiones de información que el gobierno ha implementado para cumplir con su política de guerra—se esta fomentando un movimiento entre las familias de los soldados que están en Irak, por ejemplo, con la finalidad de traer a sus familiares de regreso a casa. En la medida en que el gobierno demanda más dinero para seguir con sus fines en Irak -recién pidió 87 billones de dólares más- diciendo que es muy importante construir escuelas y hospitales, etc. para los Iraquíes- el pueblo norteamericano se esta enfureciendo porque en el país mismo, hay una gran crisis económica que afecta la calidad de vida….las escuelas están cada vez en peor estado, el costo de las universidades públicas está más allá del alcance de la clase obrera y aún de la clase media, el costo de atención médica ha subido tanto que muchísima gente no puede atenderse con médicos y más de 44 millones de ciudadanos no pueden pagar seguro médico, hay múltiples cierres de hospitales públicos y clínicas comunitarias por falta de presupuesto, los edificios públicos, las carreteras, las reservas de agua, los servicios públicos, como por ejemplo bomberos, servicios de auxilio primario, servicios policiales, la vivienda subsidiada, las jubilaciones, todo se está cayendo en pedazos vertiginosamente. En fin, se puede decir que la política de éste gobierno representa al mismo tiempo la extensión de los intereses del gobierno y las grandes empresas hacia mas rincones del mundo, al mismo tiempo que representa la transferencia masiva sin precedente de los recursos de las clases medias y obreras hacia las elites que tienen el poder.
Y si esto no fuera bastante, hay aún más. Hay un ataque a los derechos civiles llevado a cabo por la justicia, amparada en una nueva ley que consiguieron sancionar después del 11 de setiembre….El Acto Patriótico. Con esa ley, el gobierno ha conseguido la restricción de los derechos civiles que han estado garantizados en la constitución desde que nació el país. Ahora los servicios de inteligencia y espionaje tienen el derecho de entrar en cualquier casa para investigar, para buscar cosas, sin tener que mostrar documentos oficiales ni orden de allanamiento, sin avisar, aún sin que uno sepa que estuvieron. Pueden tener acceso a las computadoras para ver los mail, los sitios que uno usa, escuchar conversaciones telefónicas y de celulares de cualquiera sin que uno se de cuenta. Pueden hasta conseguir información de los títulos de los libros que uno compra o que uno saca de las bibliotecas. Todo esto supuestamente para buscar terroristas potenciales. El FBI, la CIA, la policía pueden hostigar, acosar, capturar y llevar preso a cualquiera de quien simplemente se presuma o sospeche que está metido en actividades relacionadas con el terrorismo. Y cuando se le de la gana, el secretario de estado puede declarar a cualquier grupo político o social, un grupo terrorista o partidario del movimiento terrorista y quitar la ciudadanía a sus participantes. ¿Como se define el terrorismo? solo ellos saben.
Al lado de todo esto, es cada vez más y más difícil detectar la diferencia entre las amenazas terroristas verdaderas y las amenazas representadas por el estado mismo, cuya política y discurso se despliegan en la dicotomía establecida entre “ellos” los enemigos del exterior y “nosotros” los ciudadanos en el interior, como táctica para encubrir su ataque. Vivimos continuamente con un código de peligro: a menudo hay alertas que estamos en código naranja, quiere decir que es muy probable que haya uno o más ataques terroristas en cualquier momento. Nos avisan que debemos cuidarnos mucho pero seguir en la normalidad, consumiendo para apoyar al país. Es para volverse loco. Al mismo tiempo se sabe que a pesar de haber creado una nueva oficina de protección del país que se llama Homeland Security, el gobierno no ha dispuesto casi de recursos para reforzar las defensas, y por eso los edificios públicos, los puertos, las plantas nucleares, los sitios donde se guardan las armas de guerra y los centros de investigaciones donde se guardan materiales biológicos y químicos, están totalmente expuestos y vulnerables ante un ataque.
El impacto sobre la subjetividad del pueblo que vive en este ambiente es bastante complejo. Se ve que una parte sigue sintiendo bastante miedo y así se identifica con las políticas agresivas, las justificaciones ideológicas y las defensas psicológicas primitivas de splitting y proyección de los que mandan. Pero también cada vez hay más y más gente indignada y protestando por las contradicciones que son cada vez más y más agudas.
Como dije antes, la realidad social puede o no promover el desarrollo y la integración psíquica. Creo que la realidad actual en EEUU no ayuda en ese proceso psíquico. Sin embargo, desde mi punto de vista, las condiciones actuales constituyen una coyuntura crítica en la cual puede llegar a predominar la dinámica esquizoparanoide o la depresiva. Puede ser que la mayoría del pueblo reaccione a estas condiciones de deterioro, manifestando síntomas de trauma y así negando la impotencia a través de fantasías de ser rescatado por un líder fuerte; o usando defensas maníacas en su apoyo a la política del gobierno como expresión de sus propios deseos e impulsos de represalia a través de una identificación con el agresor. O, al contrario, pueda ser que el pueblo ya esté bastante harto de tanto robo, tanta corrupción, tantas mentiras…en una palabra, tanta impunidad, que se identifique con los movimientos de oposición que por sus discursos y acciones criticas están abriendo un espacio de reflexión y la posibilidad de actuar y tener un impacto transformador sobre la realidad.
Los movimientos que a veces se juntan contra la globalización, inclusive los sindicatos de base, los luchadores en derechos humanos, los ecologistas, las feministas y muchos mas, han estado montando varias campañas combativas relacionadas con los problemas que existen en la sociedad. Inmediatamente después de los ataques terroristas, una consigna surgió desde algunas familias que perdieron a sus seres queridos en las torres gemelas y que se opusieron a la respuesta bélica de Bush, diciendo “no en nuestro nombre”; no promover una guerra donde, se sabe, va a morir mucha mas gente. Este lema ha sido adoptado por muchos diferentes grupos que luchan dentro del país por algo diferente, algo mejor. La esperanza es que el pueblo se identifique más y más con el significado de la consigna “NO EN NUESTRO NOMBRE” en todos sus sentidos, para que haya un cambio hacia un destino mas digno, tanto para el pueblo norteamericano como para todos los pueblos del mundo que están sufriendo por las políticas de la globalización y de la guerra.