Una verdadera partida de ajedrez
Cómo es eso?
Llegamos a convivir doce años juntos.
Doce años?
Cuando nos peleábamos ella me ofendía. Aclaro que no es difícil ofenderme pero generalmente sabía utilizar la palabra exacta que lograba desequilibrarme. Era un latigazo justo sabía donde pegaba.
Y usted no le decía nada?
Hubiera sido imposible porque ninguno creyó nunca en la posibilidad de esclarecernos dialogando. Todo intento de aclaración lograba acrecentar nuestro odio mutuo y allí comenzaba el combate. Eran magníficos. Vacío sádico mío de comienzo seguido de silencio absoluto, cese de miradas ésta era una jugada que yo realizaba generalmente los fines de semana ella contestaba con mínima sorpresa y aclaro -mínima sorpresa- es una actitud o jugada que asumía como no comprendiendo mi indignación. Todo sin palabras aumento del vacío sádico de mi parte jugada dos.
Me aclara un poco por favor?
Llegar al patio jugada tres tomar café desentendiéndome de su presencia esta jugada se llamaba soledad es una buena apertura a la que ella respondía con pasaje indiferente. Pasaje es una jugada muy inteligente porque pasaba cerca de mí yendo y viniendo pero ignorando mi presencia... quiero decir como si no existiese como si no tuviese corporeidad. Le confieso que pasaje indiferente era una jugada muy complicada cuando a veces la complementaba en su paseo con sonrisa inteligente. Sonrisa inteligente es una pequeña mueca imperceptible que sugiere la felicidad de ella en su momento de máxima prescindencia autonómica aquí me quedan dos jugadas posibles.
Como Karpov y Kasparov. Cuando se enfrentaban?
Eso mismo rivales que se conocen mucho hace años y que por ese mismo motivo el factor sorpresa puede ser fundamental para desequilibrar el match. Hay que tener en cuenta que cada cotejo, cada rival sabe de antemano que una jugada determinada generalmente va a ser replicada por el rival con una específica jugada determinada lo que le da un atractivo muy especial. Como se dará cuenta uno juega con el rival pero al mismo tiempo con el conocimiento que el rival tiene de uno.
Como jugar con uno mismo.
Sobre la última jugada de ella -sonrisa inteligente- me quedan sólo dos aperturas posibles. Una de ellas simulacro de salida que uso habitualmente es un intento de demostrarle que estoy por irme de la casa me empiezo a vestir para salir cosa excepcionalmente difícil que ocurriese porque en realidad salgo muy poco sin ella. Es una jugada muy fuerte porque de no tener un efecto inmediato es decir una jugada de ella antes de mi partida durante mi prueba de vestuario uno corre el peligro de tener que terminar de vestirse y salir de la casa porque no puede haber vuelta atrás. En el caso de hacerlo uno perdería la partida.
Dónde iba cuando salía a la calle?
Ese es el gran problema de esta jugada dónde ir. A esta edad a uno le quedan pocos lugares donde permanecer una o dos horas fuera de la casa. A veces esta jugada podría salir muy mal cuando al transponer la puerta de la casa uno comienza a caminar lentamente mirando el reloj sin percibir que toda caminata de media hora fuera de la casa es vivenciada como tres horas del tiempo de reloj cronológico. Esto significa que si en esta jugada yo salía vestido a caminar a las siete de la tarde y volvía a las siete y media yo pensaba encontrarla a ella desesperada pensando por ejemplo que pudiera no volver más porque yo pensaba haber permanecido tres horas fuera de casa cuando en realidad había caminado sólo media hora.
Le creo.
Tiene que creerme. Yo pensaba haber permanecido fuera de casa cuatro horas y el efecto entonces provocado en ella imaginaba podía ser tremendo pero ocurría generalmente que al llegar ella me dijera una frase que se constituía en una jugada ganadora o que dijera simplemente dejemos de jugar esto me cansa vamos a almorzar te extrañé. Y vos? A lo que yo contestaba desesperadamente: Yo también
Tablas?
Exactamente. Usted lo dijo. Eso era tablas. Pero también podía ocurrir otra jugada de ella
Cuál jugada?
Podría decirme si mirar. Son tan volvedores...
A quién se refería. A usted?
Gramaticalmente no porque al decir son tan volvedores yo no estoy involucrado como sujeto concreto.
Entonces tablas?
No, porque era una jugada perfecta que me dejaba sin sentido. Son tan volvedores quería decir en su jerga habitual que los niños y los hombres siempre vuelven porque tienen miedo de estar solos.
Dónde vuelven?
A su casa. A dónde vamos a volver. A la casa de nuestros padres, de nuestras mujeres. Pero siempre los hombres vuelven o volvemos. Si decía esa frase yo me sentía descubierto derrotado porque en esa caminata de media hora no había podido dejar de pensar en ella un solo instante comprende usted, un solo instante
Con todo el odio del mundo me imagino?
Pero pensando en ella y entonces me sentía descubierto desnudo perplejo débil huérfano en mi más tremenda necesidad y sólo atinaba a decir ganaste la partida es así
Y cómo terminaba esto?
Muy bien. Una vez terminado el match nos planteábamos siempre el tercer tiempo rivales a muerte en el cotejo y compañeros al finalizar la contienda.
Como si Karpov lo incitara a comer a Kasparov después del match.
Exactamente el match era sólo eso un ritornelo donde jugábamos todo pero fuera de ese espacio y de ese tiempo todo volvía a nuestra cotidianeidad.
Y usted nunca ganaba?
Pocas veces, muy pocas veces. A veces me lo pregunto.
Porqué?
Porque creo simplemente que ella jugaba mejor que era más fría más calculadora.
Como Kasparov?
Exactamente eso. Como Kasparov.
Eduardo Pavlovsky
Psicoanalista. Autor, actor y director de teatro