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Rescatar a Fromm

 

I-

Estos "Tiempos (pos)modernos", que nos convencen de la fascinación por los últimos gritos de la moda (ya sean nuevas tecnologías o el último fármaco milagroso), trabajar sobre Erich Fromm pareciera un anacronismo. Para muchos todo lo que no es "nuevo" se debiera desechar. Pero quizá no todo lo que nos antecede sea para descartar, y ni siquiera viejo. Resistir a esa tendencia hegemónica actual, marcando la vigencia de cierto pasado es el objetivo de estas líneas.

II-

Las múltiples ideas de Erich Fromm nunca llegaron a atravesar fuertemente al medio "psi" argentino. Fue un autor leído hasta 1966 en la naciente Facultad de Psicología pero en ese año, con "la noche de los bastones largos" quedó por fuera de la bibliografía.

Su entrada había sido a manos de la sociología, vía Gino Germani (prologador nacional de "El miedo a la libertad"). Pero se fue convirtiendo (dentro del medio psi) en un "psicoanálisis aplicado de divulgación", muy leído a lo largo de varios años. Tenía casi todo para convertirse en un innombrable (para los "psi" locales): psicoanalista "culturalista" americano (o "neofreudiano"), marxista, judío creyente y humanista (varias "malas palabras" juntas para las sucesivas hegemonías del campo).

Más allá de eso, Fromm sí atravesó la cultura (y no sólo argentina) de toda una época. La cuestión hoy es: ¿Quién se acuerda de los planteos y acciones de Erich Fromm? ¿Tienen vigencia sus desarrollos teóricos y técnicos?

III-

Fromm nació con el siglo en Frankfurt, Alemania, en el seno de una familia judía tradicional. La imborrable influencia de su niñez y adolescencia fue la tradición judía ortodoxa, con un estilo de vida ligado a sus antepasados rabínicos. Un mundo lleno de dichas lecturas, y alejado de los ideales capitalistas de aquella época. Sus maestros talmúdicos sellaron una marca indeleble. Hasta mediados de los años ’20 se interesó por las tradiciones y maestros del judaísmo. Los profetas fascinaron a Fromm a lo largo de su vida y su obra, fueron su primera fuente de pensamiento.. Su concepción de humanismo derivó en parte de estas experiencias.

Realizó estudios de psicología, filosofía y sociología en Heidelberg. Se graduó a los 22 años con una tesis doctoral: "La ley judía. Una contribución a la sociología de la diáspora". En esta formación lo impactaron Aristóteles, Spinoza, pero especialmente Karl Marx, segunda y fundamental fuente de sus ideas. Pero un Marx que siempre estará dentro de la Teoría Crítica de la llamada Escuela de Francfurt.

En la mismo ciudad conoció a quien sería su primera analista, luego su primera esposa: Frieda Reichmann. Ella lo introdujo en el psicoanálisis, la tercera y tal vez decisiva fuente de sus pensamientos. Había abierto un "sanatorio que era una especie de pensionado y de hotel judeo psicoanalítico en el que imperaba una ‘atmósfera casi de culto’ y donde todos eran analizados por Frieda Reichmann" Ellos dos abandonarían posteriormente la praxis religiosa. Pero no fue sólo el psicoanálisis el que contribuyó a que Fromm dejara la ortodoxia; paralelamente entra en contacto con el budismo en 1926, al que sientió como una especie de revelación. Posteriormente se contactaría con la obra de D.T. Suzuki, con quien luego de muchos años escribiría "Budismo Zen y Psicoanálisis".

Fromm prosiguió y culminó la formación analítica en el prestigioso Instituto de Berlín, donde se relacionó con muchos de sus futuros compañeros y rivales.

Desde fines de la década del ’20 intentó la síntesis del citado judaísmo, marxismo y psicoanálisis con una obra tan vasta como consistente. Quizá los intentos de síntesis propia y creativa de estos pensamientos fueron el camino que construyó a lo largo de toda su trayectoria.

Varios hechos se sucedieron en su vida: integra el Instituto de Investigación Social, (con M. Horkheimer y otros), dentro de la cual realiza una de las primeras investigaciones sociopsicológicas: sobre la postura política de los trabajadores y empleados de la República de Weimar, además de comenzar con sus estudios sobre el autoritarismo. En 1931 enfermó de tuberculosis pulmonar, lo que lo llevó a estar un año en Suiza para su cura. En ese momento se divorció. En 1933 K. Horney lo invitó a Chicago para dar unas conferencias. En 1934 se mudó a Nueva York, en vista de la situación existente en Alemania. Vivió allí hasta 1949, año en que se traslada a México (a raíz de la enfermedad de su segunda mujer), donde luego fundó la Sociedad Mexicana de Psicoanálisis. Pero siempre siguió manteniendo contacto con los Estados Unidos. En la década del ’70 se mudó a Suiza ,por problemas de salud, donde falleció en 1980.

IV-

Las críticas de Fromm al psicoanálisis "oficial" comenzaron a partir de la década del ’30.

Por un lado su conocido abandono de la teoría de la libido (cuya discusión merecería otro trabajo), para poder entender al individuo más allá de los conflictos libidinales. En ese punto acentuó las determinaciones económicas y sociales, "abandonando" a la libido. Pero debemos considerar que en ese momento la libido era pensada meramente como una fuerza biológica, a la cual oponían como términos antitéticos y excluyentes los determinantes sociales.

Pero por otro lado, siendo este hecho mucho menos conocido, Fromm vivió practicando el psicoanálisis. Tras 10 años de práctica "ortodoxa" del psicoanálisis, lentamente comenzó con cambios en su forma de trabajo acordes a las nuevas ideas que iba produciendo. No se encuentran muchos escritos sobre este tema, pero sabemos que Fromm dedicó las tardes de su vida a la práctica clínica. Es desde allí donde fue elaborando las concepciones que leemos en sus textos.

En este sentido fue consecuente con sus propias ideas (desarrolladas en su obra) y su trabajo analítico. Se fue oponiendo a una práctica intelectual, de reconstrucciones históricas, predominante de la época. Su técnica fue tornándose más activa: "La meta más importante de su terapia psicoanalítica es hacer que el paciente experimente su realidad inconsciente, antes que teorizar sobre la misma" Su idea era que el psicoanálisis penetre rápidamente hacia el centro de la vida del paciente (no que espere la resistencias, sino que se encuentre con lo resistido), y para ello rechazaba la idea de un psicoanalista silencioso y pasivo. Era un psicoanalista comprometido. Desde ya, y en concordancia con las ideas que desarrolló desde "El miedo a la libertad", no será la adaptación la meta del proceso terapéutico. Por el contrario, Fromm apostará a promover el proceso de individuación y la consecuente libertad, que implican necesariamente soledad y angustia por el encuentro con sí mismo y con los otros.

Como se notará, está en las antípodas de lo que en Argentina se conoce como "psicoanálisis norteamericano" (al que erróneamente se identifica con una de sus ramas: la psicología del yo). Esta ignorancia iguala ideas y prácticas que en realidad se oponen. Porque ese tipo de psicoanálisis (adaptacionista)será el que Fromm atacará a lo largo de su vida.

 

V-

Hay ciertas actitudes de Fromm que vale recordar:

En la década del ’30 se fueron produciendo las ideas que se convertirán en el primer libro de Fromm, "El miedo a la libertad" (1941); libro que publicará antes de "terminar" sus ideas, a raíz del momento histórico (la posibilidad que triunfe el fascismo en el mundo). El texto es una apuesta política: "Los actuales sucesos políticos y los peligros que ellos entrañan para las más preciadas conquistas de la cultura moderna –la individualidad y el carácter singular y único de la personalidad -, me decidieron a interrumpir el trabajo relativo a aquella investigación más amplia para concentrarme en uno de sus aspectos, de suma importancia para la crisis social y cultural de nuestros días: el significado de la libertad para el hombre moderno" Por lo tanto, el compromiso de Fromm contra el fascismo le hace anticipar sus ideas sobre la estructura del carácter del hombre moderno. Desde ese entonces, fue uno de los pocos psicoanalistas que sostuvo su implicación (y no una supuesta "neutralidad")con la sociedad en que vivía.

Es interesante recordar que Fromm luchó también incansable e infructuosamente (fuera y dentro de varias instituciones que debió ir abandonando) por la aceptación del ejercicio del psicoanálisis para los no médicos en Estados Unidos. Allí exclusivamente los médicos podían ser psicoanalistas (otro de los benditos "modelos" importados por nuestro país). Siempre fue un obstáculo su propia condición de "lego", y mantuvo su insistencia en la formación de psicoanalistas no médicos, siendo absolutamente freudiano en ese caso. En ese sentido es llamativo que la mayoría de los psicoanalistas emigrados a los Estados Unidos, - y maestros allí- no hayan sido médicos.

Fromm había sido excluido de la Sociedad Psicoanalítica Alemana por su condición de judío en 1934. Luego descubrió que también había sido excluido de la IPA , aunque era miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Washington (y de la más alta categoría). Para volver a la IPA debía solicitar nuevamente el ingreso y someterse al Comité de Selección (en 1951, Congreso de Amsterdam). Su negativa al proceso lo excluyó definitivamente de las discusiones dentro de la IPA, y del psicoanálisis oficial. En 1953 envió una carta de protesta diciendo: "En verdad no se trata tanto de la cuestión de querer convertirme en miembro de la IPA, sino más bien de enterarme de las razones por las cuales he perdido mi condición de miembro".

También es poco conocida su diversa participación política. En la década del ’50 se afilió al Partido Socialista de los Estados Unidos, pero renunció tras notar que la burocracia desatendía a las bases del Partido. Luego tomó otras políticas como la publicación y difusión de posiciones sobre problemas de la época. Militó posteriormente en Movimientos por la paz y el desarme. Su libro "¿Podrá Sobrevivir el Hombre?" sintetiza sus posturas y propuestas.

En 1968 apoyó activamente la campaña por la nominación para la presidencia del senador demócrata E. MacCarthy (reconocido humanista, según Fromm), acompañando su campaña con variados discursos y textos. Un infarto lo obligó a abandonar dicha actividad.

Por último, en la década del ’70 se opuso a la utilización de la violencia como instrumento de cambio social, ante el pedido de entrevistarse y ayudar a detenidos políticos alemanes.

VI-

En estos tiempos no podemos darnos el lujo de dejar de lado trabajar pensadores del psicoanálisis y sociedad como E. Fromm. Su descripción del tipo de sociedad que resultó triunfante a fin de siglo es tan actual que sorprende. Tal vez debamos repensar sus teorizaciones y propuestas, pero su observación es implacable:

"¿Qué tipo de hombre, pues, requiere nuestra sociedad para poder funciona bien, sin roces? Necesita hombres con los que se pueda cooperar fácilmente en grupos grandes, que quieran consumir cada vez más y que tengan gustos normalizados, fáciles de prever e influir. Necesita hombres que se crean libres e independientes, no sometidos a ninguna autoridad, ni principio, ni moral, pero que estén dispuestos a recibir órdenes, que hagan lo que se espera de ellos y que encajen sin estridencias en la maquinaria social; hombres gobernables sin el empleo de la fuerza, obedientes sin jefes y empujados sin más meta que la de seguir en marcha, funcionar, continuar..."

"En esta nueva sociedad de la segunda revolución industrial, el individuo desaparece. Queda completamente enajenado. Está programado por los principios de la máxima producción, el máximo consumo y el mínimo roce. Y trata de aliviar su aburrimiento con toda clase de consumo, comprendido el consumo de sexualidad y estupefacientes. Y de esto se servirá la tentativa de dar un buen funcionamiento al hombre como parte de la mega máquina, junto con la posibilidad de utilizar la neurología y la fisiología para hacerle cambiar de sentimientos, además de manipular su pensamiento mediante las técnicas de sugestión."

Estas certeras descripciones sobre la subjetividad actual no dejan de impactar. ¿Un Erich Fromm para el 2000? El rescate recién comienza.

Quizás - como en el psicoanálisis -, nuestro futuro lo encontremos en hacer trabajar algo del pasado olvidado.

 

Articulo publicado en
Agosto / 1998

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