Alejandro Vainer :
En 1984 , George Orwell escribió que quien controla el pasado controla el presente y el futuro. Esta estrategia del poder del Gran Hermano en dicha novela, nos revela el modo de funcionamiento de las hegemonías. Para ello el poder trabaja duro en borrar y asesinar cuerpos y memorias. Para poder controlar pasado, presente y futuro.
Como veíamos ayer, los efectos del Terrorismo de Estado y los campos de concentración siguen vigentes en nuestros cuerpos. Fueron implantados para someter a una sociedad y desarticular propuestas de transformación social y política. El camino fue con desaparecidos y la implantación del terror para tener sujetos adaptados y sometidos. Este era el proyecto del Gran Hermano aquí. Para ello mismo, también se instaló una historia oficial, porque nunca deja de haber una historia. Una historia oficial al servicio de las clases dominantes para garantizar su hegemonía.
Este proceso, en los dos sentidos de la palabra, se intenta perpetuar en el campo de la salud mental, específicamente, mediante el borramiento de la historia de luchas y de producciones del psicoanálisis y la salud mental en nuestro país. Cualquiera de nosotros sabe que si uno borra las huellas, éste es el mejor camino para no dejar que otros puedan seguir el camino. Cuando alguien quiere intentar cambiar el rumbo, borra las huellas, y así es posible controlar los caminos a seguir.
Les voy a contar algunos ejemplos. En 1984 durante mi primer año en la Carrera de Psicología en la Universidad de Bs. As., era como si nada hubiera sucedido antes en nuestro país. A lo sumo se los mencionaban a Pichon Rivière o a Bleger como una antigüedad que no valía la pena leer.
Actualmente superviso residentes, concurrentes de hospitales públicos después de haber tenido en la facultad las residencias, y ahora con estos dos tomos me suelen invitar, en una situación curiosa, a hablar de la historia del hospital en el cual están trabajando quienes me invitan. O sea yo voy a hablar de la historia de un hospital que conozco físicamente el día que voy. En el Hospital de Niños de Buenos Aires, luego de mi exposición, una residente de cuarto año relataba que aprendió mucho más del movimiento de Salud Mental en la Argentina en una rotación en Brasil hace unos meses que en toda su carrera de psicología en toda su residencia.
Creo que es un buen ejemplo y un buen reflejo que este borramiento intenta dejar a todas las generaciones sin el patrimonio de la propia historia. Y con esto, otro objetivo: volver mucho más maleables las identidades, con esta historia oficial de que aquí no ha pasado nada, se queda en la orfandad.
Pero también hay otra clase de borramiento. El borramiento de la necesaria articulación de lo social y lo político en nuestras prácticas y nuestras teorías. Algo fundamental del precepto de la dictadura se resumía en esa propaganda oficial en la cual un estudiante decía “Yo vengo a estudiar”. Para enfrentarse al hecho de que no había que hacer política. Esto tiene sus efectos porque la idea es dejar de lado la dimensión social y política de nuestra praxis. En nuestro campo esto se tradujo en dejar de lado teorías que tuvieran el colesterol malo de la política, y que los centros de formación se dedicaran a crear profesionales. No, no voy a decir profesionales. Yo diría solo técnicos, repetidores de teorías de moda que le ganan determinaciones y participaciones sociales y políticas. Sea bien por un estructuralismo o post estructuralismo ahistoricista, una biologización creciente de la psiquiatría o el cognitivismo actual, que pretende que en cualquier condición uno finalmente puede sacar virtudes y ser resiliente.
Creo que estos dos borramientos, -de la memoria y de la dimensión social y política-, tienen como objetivo la producción de una identidad sometida . Que alguien sólo estudie los últimos gritos de la moda para estar de acuerdo con la única lógica posible, la del capitalismo, la del mercado. Con lo cual el único proyecto imaginable en ese entorno es poder poner un buen negocio en el shopping de la Salud Mental. Y digo bien, shopping de la Salud Mental, porque no hay debates ni polémicas, sino sólo negocios en los cuales los dueños de los locales explotan a sus empelados que a su vez no ven ninguna otra salida que entrar en esa lógica y tener su propio negocio en el futuro.
En el shopping no hay debates ni polémicas; solo vidrieras. Y además, nadie se quiere quedar afuera. Otro ejemplo. Hace unos días por mail recibo una jornada con un título que era “Psicosis, psiquiatría y psicoanálisis; encuentros y desencuentros”. Estaba organizado por la Asociación Argentina de Psiquiatras, la AAP. Voy a recordarles, lo he dicho ayer, se formó en 1972 en oposición a la FAP, formada por psiquiatras de derecha que después colaboraron con la última dictadura, publicitaban sus actividades en el Boletín del INSM de entonces, y que fueron creciendo. Pero esta historia está borrada. Empecé a leer los nombres y me encuentro con psicoanalistas de diferentes escuelas, lacanianos, de la IPA, junto con lo más granado de la psiquiatría manicomial de hoy y de ayer. Es que en el shopping hay quien toma todos los espacios posibles, si a uno le ofrecen un local hay que tomarlo, son posibilidades de mayores ventas. Y el único horizonte que se propone para jóvenes es hacer el camino del sacerdocio para llegar a ser dueños de un local de un franchaising francés o norteamericano. Un camino sin más horizontes que consumir toda la vida en vez de tomar una vida para abrir horizontes. Simplemente tener una vida bien adaptada. Estos son los modelos que se transmiten a través de las hegemonías, y además venden que es el único posible. Para eso es necesario borra las huellas de otros caminos posibles.
Entre otros caminos posibles estábamos ya en 1997, cuando empezamos con Enrique, la gestación de las Huellas de la memoria . Veníamos trabajando en Topía y consecuentemente con ese trabajo -la revista, les recuerdo, tienen un subtítulo que dice psicoanálisis, sociedad y cultura- nosotros concebimos que es imposible considerar la subjetividad por fuera de la historia y de la cultura. En ese contexto iniciamos la investigación. No por ser historiadores, no lo somos. Y lo aclaramos bien en la introducción. El libro no es académico, es un libro político. Enrique y yo veíamos cómo se habían borrado las huellas de lo sucedido en los ‘60 y ‘70, y que estas huellas, que como toda huella de la memoria forma parte imprescindible de la identidad, estaban desaparecidas y que había que hacerlas aparecer.
En consonancia con eso por mi parte empecé a escribir -ya venía con el tema de la historia y me había ido encontrando con ciertos vacíos- en una columna en la revista de residentes que continúo hasta la actualidad, con un título que es “Memorias para el futuro”. Y la traigo hoy aquí, pensando las huellas de la memoria; he vuelto aquí porque a lo largo de esa columna he ido exponiendo una idea que tenía que era cómo poder articular los avances de la investigación con las problemáticas teóricas, clínicas y sociales de la actualidad hospitalaria. Consecuentemente con eso, la primera columna tenía el título “La pólvora ya está inventada”, tomando el hecho de que nuestros predecesores habían trabajado, y mucho, y que no había que inventar la pólvora cada vez.
Bien. Hoy están los dos tomos de Las Huellas , y como dice la canción “el futuro ya llegó”. Estas huellas son para el presente. Pero ¿para qué del presente? Creo que frente a los dos borramientos mencionados, son necesarias dos apariciones para quienes nos oponemos a nivel social y político, en el psicoanálisis y en Salud Mental, a las hegemonías dominantes.
Primero, la reconstrucción de una genealogía. Sin esta genealogía es imposible “salvar al futuro”, tal como decía Fernando Ulloa citando a Carlos Fuentes en el prólogo del primer tomo. Todos sabemos muy bien lo necesarias que son las identificaciones en la constitución de nuestra identidad. Personal y profesional. Si no lo que queda es una orfandad, o peor, una idealización positiva o negativa.
El desafío no es tener que descubrir la pólvora cada día. Es tomar lo que hicieron nuestros antepasados, apropiarse de la herencia y avanzar. Pero este trabajo con la herencia, implica una segunda aparición, que es revisar críticamente las herramientas teóricas y clínicas de quienes nos precedieron. Esto implica reconocer filiaciones y herencias, pero dentro de la herencia, qué tomaremos y que no, qué nos es útil y qué no. Yo mencionaba a Pichon Rivière y a Bleger. Qué hay que tomar de ellos y qué dejar en el baúl de los recuerdos. Así veremos que quizás no sólo son herramientas las que hay que tomar sino actitudes. La tarea no es sencilla, vivimos en un momento en que, todos sabemos, la mitad de la población está por debajo de la línea de la pobreza, que el sistema de salud está colapsado, que en Salud Mental lo manicomial sigue vigente, y creo que son suficientes desafíos como para apropiarse de estas huellas. Y por eso para terminar tengo un deseo.
Al terminar el libro, en el epílogo, colocamos un epígrafe de Shakespeare que dice “todo pasado es un prólogo”. Yo espero que estas huellas de la memoria sean el prólogo para los caminos de todos y cada uno de ustedes. Una herramienta personal y a la vez colectiva en esos caminos alternativos a los shoppings y a los sacerdotes, al poder y sus hegemonías. Un camino que construiremos y transitaremos juntos. Un camino para el que necesitamos, como dice Galeano, “recordar el pasado para liberarnos de sus maldiciones, no para atar los pies en tiempo presente, sino para que el presente camine libre de trampas”.
Enrique Carpintero :
En el final del primer tomo citamos una frase de Benjamin con la que Fernando juega en su prólogo, que dice “la historia es objeto de construcción cuyo marco no es el tiempo homogéneo y vacío sino un ámbito lleno de tiempo actual”. En este sentido es la actualidad de nuestro tiempo la que hace necesario encontrar esas huellas de la memoria. Por eso quisimos terminar este seminario pensando el presente del psicoanálisis y de la salud mental de nuestro país.
Recordemos muy brevemente el período que abarcamos en los dos tomos de nuestro libro, 1957-1983, en esta época se replantean los problemas de la atención en lo que se va a denominar el campo de la salud mental. Se crea un nuevo espacio donde el psiquiatra debía compartir su práctica con otras disciplinas. Ya no era solamente el psiquiatra el que daba cuenta de la Salud Mental, sino también comenzaron a aparecer otros actores, especialmente psicólogos, psicoanalistas. Estos ganan espacios en los hospitales y los Centros de Salud Mental. Las conceptualizaciones del psicoanálisis, la sociología, la antropología, la psicología institucional, la psiquiatría comunitaria cuestionaban las instituciones manicomiales y ponían el acento en las prácticas comunitarias y preventivo-asistenciales. De esta manera se intentaba dejar atrás el paradigma de la vieja psiquiatría manicomial en consonancia con la reforma que se deba en el mundo y la importancia que el psicoanálisis empezaba a tener en todos los ámbitos de la cultura. Fueron años de fundaciones pero también años donde se crearon las primeras residencias de salud mental, las salas de internación en los hospitales generales, los hospitales de día, las comunidades terapéuticas, se difundieron los trabajos familiares, grupales, el trabajo con niños, y también los profesionales se agrupaban y se implicaban en las luchas sociales y políticas. Esto llevó a que se fundara la Asociación de Psicólogos y la de Psiquiatras. Fueron tiempos de creaciones y de desarrollos. Pero también durante esos años se profundizaron nuevos encuentros entre el psicoanálisis y la Salud Mental. En el campo del psicoanálisis se produce la primera ruptura de la APA, con Plataforma y Documento , desde una crítica ideológica y política que también abarcaba un cuestionamiento en la formación de los psicoanalistas. Luego se creó la Coordinadora de Trabajadores de Salud Mental donde además de su implicación planteando la reforma en el campo de la salud mental, también había una implicación en lo social y en lo político. Evidentemente fue una época donde predominaba la creatividad de las pasiones alegres y también la fuerza destructiva de las pasiones tristes. Había contradicciones, conflictos y problemas. Pero, como desarrollamos en el anterior encuentro, la dictadura militar de 1976 instala el terror de Estado y el miedo se inscribe en nuestra subjetividad. Se destruyen los servicios de salud mental, ya que las instituciones fueron intervenidas por una burocracia cívico-militar para llevar adelante una política represiva basada en los campos de concentración y exterminio y la desaparición de personas.
Cuando comienza el período de la transición democrática se empieza a generar una política de salud mental para recuperara los espacios destruidos por la dictadura. Acá me voy a detener un poco. Hoy casualmente, en el suplemento cultural de Clarín , aparece una larga nota sobre nuestros dos libros. La autora rescata algo que es lo que nosotros quisimos hacer con estos dos libros. En especial refiriéndose al prólogo de Fernando en el primer tomo y al de Gilou en el segundo, rescata que la escritura de estos dos libros, implica una actitud ética. Pero también por otro lado, lo que plantea es la posibilidad de ir pensando un psicoanálisis relacionado con otros saberes, un psicoanálisis relacionado con la militancia política, con la salud mental, con el marxismo, con la filosofía, etc. Creo que de una u otra manera esto es lo que intentamos rescatar para poder problematizarlo. Es decir, cómo aparecería hoy, qué particularidades tendría, en tanto estamos viviendo una época absolutamente diferente a la que relatamos.
En este sentido, si nosotros seguimos con nuestra historia reciente, vemos que en los ‘90 se reafirma una política neoliberal capitalista regida por la desregulación, la privatización y la competencia. La Salud queda en manos del mercado, es decir, de los grandes laboratorios y empresas de medicina. Su consecuencia es una derechización de la gestión de las crisis sociales, que modificará las reglas de juego en el campo de las políticas sanitarias. El Estado desaparece y deja su función social de atender la salud pública. De esta manera se produce un desmantelamiento de las instituciones públicas ya que la salud queda en manos de la iniciativa privada, que tiene su eje en costos- beneficios. El proceso de concentración capitalista trae aparejada la exclusión y desafiliación de amplios sectores de la población, cuyo resultado es quedar en los márgenes de la sociedad. Pareciera que la sociedad ha dejado de dividirse en sectores sociales, y lo que importa es la gente. La gente es la nueva categoría social. La gente, por supuesto, no incluye a los pobres, que como todos sabemos parece que no son gente. De esta manera aparece la hegemonía de un neopositivismo, que valorizando los descubrimientos realizados en el ámbito de la neurociencia terminan por hacer un reduccionismo que desconoce la incidencia de la cultura en la estructuración de los síntomas. El malestar en la subjetividad se considera a partir de exclusivas perturbaciones biológicas que se deben enfrentar solamente con el recurso de los psicofármacos. También nos encontramos con técnicas cognitivas, que acorde con los tiempos que corren prometen finalizar los síntomas en muy pocas sesiones. Sin embargo, nuevas fuentes de conflictos provocan el malestar en los diferentes modos de vivir que crean transformaciones en las manifestaciones sintomáticas. Estas dificultades han llevado a que en general, los psicoanalistas se encerraran en el ámbito clínico y perdieran la dimensión social y política. Este corte ha llevado a que el psicoanálisis se retirara de las problemáticas del campo de la Salud Mental. En cierto sentido se ha dejado de lado el discurso freudiano, donde el psicoanálisis no es solamente una técnica terapéutica ya que entiende que los conflictos, las expectativas y los sufrimientos del sujeto están relacionados con problemáticas sociales. Sin pretender profundizar en este tema podemos decir que la práctica clínica del psicoanálisis no se realiza exclusivamente sobre la realidad del mundo interno y tampoco sobre los comportamientos externos. Se realiza en ese lugar de encuentro entre la realidad externa que constituye al sujeto y éste constituye a la realidad. Es decir, operaría sobre lo que podemos denominar un “entre”, y en este “entre” la subjetividad no es ni pura interioridad ni pura exterioridad. No es como lo entiende un subjetivismo cognitivo, pero tampoco una psiquiatría biológica que interpreta la subjetividad desde la exterioridad y el aparato orgánico donde el padecimiento psíquico se reduce a neurotransmisores. De esta manera, entendemos que toda producción de subjetividad aparece en el interior de una determinada organización histórico-social. Es decir, toda subjetividad da cuenta de la historia de un sujeto en el interior de un sistema de relaciones de producción.
Hablé recientemente de psicoanalistas que se encerraron en el ámbito clínico, pero no todos. Por eso hemos invitado acá a Juan Carlos Volnovich y a Fernando Ulloa. Pero también debo decir que todos los que hacemos la revista Topía venimos reflexionando hace 15 años desde un psicoanálisis que de cuenta de lo específico de la clínica incluyendo lo social y lo político. Por eso en aquel lejano primer número de la revista en 1991 decíamos: “la práctica del psicoanálisis requiere una permanente reflexión sobre sí misma, sobre la cultura en la que se realiza, a la cual aquél también ha contribuido a modificar. Freud escribió que la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio psicología social. Pero no porque esta última pueda reemplazar a la primera, sino porque no podemos entender las manifestaciones que se producen en la subjetividad sin dar cuenta de la cultura a la que el sujeto pertenece. Por eso la práctica que se realiza en un consultorio es una actividad en la cultura y, por lo tanto, el psicoanálisis se realiza plenamente cuando deviene análisis histórico y cultural”.
Todos somos sujetos de una época. Escribimos este libro para poder pensar el presente, es decir, para no olvidar pero también para no repetir; ya que el olvido lleva a la repetición como efecto de la pulsión de muerte. A ella debemos enfrentarnos con la creatividad propia de la pulsión de vida. Creo que este es nuestro desafío.
Fernando Ulloa :
Ayer, después de un encuentro en este mismo Congreso, una persona me dijo “nos hablaste con el corazón”. Y yo, con cierta autocrítica que creo válida, dije “sí, pero por momentos me olvidé el cerebro”.
Estaba escuchando a Alejandro, hablando tan despaciosa y cansinamente, después a Enrique que fue más pasional y pensaba, sí, pero las cosas que dicen. Y recordaba una milonga de Borges, Jacinto Chiclana , cuando dice “alto lo mío, cabal, con el alma comedida, capaz de engrosar la voz y de jugarse la vida”. Esto forma parte de este libro.
El año pasado, Juan Carlos y yo protagonizamos una situación, donde él hizo una autocrítica particularmente importante del grupo que el integraba, Plataforma ; yo acompañé con algunas historias, pero creo que comencé, a partir de esa situación a plantear cierta autocrítica. Porque este libro comienza precisamente con Plataforma y Documento , que es un hecho chico, pero es un hecho importante.
Yo recuerdo, tomando esa frase de Alejandro, que la última clase que yo di en la Carrera de Psicología, en el 73 ó 74, ya sabía que íbamos a tener un sumario por subversivos, había mucha expectativa y era muy emotiva esa situación; sabíamos que nos separábamos, llevé un libro que no sé de quien es que se llamaba Recuerdos del futuro . Lo mostré como título de la clase, iba a cerrar todo un ciclo. La verdad es que nunca imaginé que ese futuro iba a contener este presente.
Ayer mencioné dos cosas; dije que mi intención era plantear dos pautas en las que se fundamenta para mí la Salud Mental y Las huellas de la memoria son una reconceptualización desde el psicoanálisis. Yo decía que en esas dos patas ponía en primer término lo que llamaba las causas de la movilización. Y algo esbocé de lo que era la movilización clínica de esa situación de padecimiento que es el conflicto. La Salud Mental no es la enfermedad, nunca podría serlo. La Salud Mental reconceptualizada -convengamos que actualmente la idea de Salud Mental es un mamarracho en muchos aspectos, entre otras cosas porque se confunde la Salud Mental con la enfermedad, el mismo apellido- es una clínica específica desanudada de la clínica tradicional que se ocupa de la patología. Una clínica suelta. Para ello proponía una gramática universal en la esencia de la mente que justificara por qué los chicos podían hablar tan rápidamente. Es una hipótesis que se parece bastante a las fantasías originarias que planteaba Freud, que por momentos son esas cosas que van más allá de la historia de un sujeto y que parece que son propias de la especie.
Una reconceptualización de la Salud Mental implica tres desanudamientos: una clínica liberada, suelta, de gran movilidad como es la metodología clínica para leer el campo social. También proponía un segundo desanudamiento de lo que se llama el malestar en la cultura, donde ese malestar es la postergación -no la renuncia ni el sacrificio- del propio deseo y la consiguiente libertad en función del bien común. Y ese malestar es lo que hace en un sujeto hechura de esa cultura. Pero además, esa postergación de parte de su deseo y su libertad hace en ese sujeto protagónico el rol de la cultura. Entonces el malestar de la cultura es la tensión dinámica que se da en la postergación del beneficio y de la libertad común y la tensión dinámica que eso plantea con alguien que es protagónico, hacedor de la cultura. En cambio, en el malestar de la cultura, que es la cultura de la mortificación, la cultura del padecimiento, que es el objeto específico de la clínica en la Salud Mental, el malestar es el pathos .
Aparte quiero contestarle a Enrique que habló de la frase de Benjamin, y sugirió que yo había contestado algo. Yo contesté, en efecto, articulando un concepto muy lúcido de Benjamin con un concepto de Carlos Fuentes que dice “la memoria salva, la memoria esconde, la memoria filtra, la memoria no mata. No hay presente vivo con pasado muerto. Pasado peso muerto. Solamente el deseo y la memoria salvan el futuro”.
Es el futuro que yo pensaba hace treinta y pico de años y que hoy lo estamos protagonizando felizmente. Y yo espero, por lo menos por muchos años.
En esta memoria creo que es muy importante, -y luego le voy a ceder la palabra a Juan Carlos que es el que era uno de los contrincantes de Documento .
Enrique Carpintero : De Plataforma (corrige).
Fernando Ulloa : No, no, era uno de los contrincantes de Documento (risas).
Enrique o Alejandro, no recuerdo quien, casi comete un fallido semejante cuando habla de la nueva asociación conservadora y después hablan de la oposición a la FAP, y sin hacer ninguna coma, dice fundada por psiquiatras conservadores. Con lo cual quedó como si la FAP hubiera sido fundada por psiquiatras conservadores. De cualquier manera, cuando nosotros protagonizamos el cisma no nos dimos cuenta de que también llevábamos en las entrañas las causas de ese cisma. Entonces con todo lo que pudimos recabar en la FAP precisamente, nos enfrentamos en una lucha que felizmente logró hacer el Centro de Docencia e Investigación (CDI) que fue un buen proyecto, pero no logramos afianzarlo. Yo decía que Plataforma se corrió demasiado a la movilización y por lo menos para algunos, tiraron por la borda -eso me decía Mimi Langer- tal vez la incumbencia específica de nuestro oficio que era el psicoanálisis.
Hay una cosa que a mí me comentaron y que es cierto, y que creo que acá tal vez se podría resolver que es que en la concepción de la palabra “política” (porque una cosa es la movilización específicamente en la clínica. Pero si esa movilización no se logra transformar en una movilización por afuera de la clínica, una movilización social, política), el problema es que política es una palabra que está vacía. Y uno de los vaciamientos de la política se da cuando alguien, sea un estudiante o un psicoanalista, por hacer política desafía la incumbencia específica de su rol social. De esto que yo tengo acá que lo hace hacedor y hechura de esa cultura. Hay una situación política de la Salud Mental que no es ajena, porque la Salud Mental finalmente para que haga cultura -es la defensa de los derechos de este Congreso, que se llama “de la Salud Mental y los derechos humanos”-, ¿de qué está trabajando la Salud mental cuando está trabajando? Precisamente en los derechos humanos conculcados en un sujeto que está paralizado, a un paso de la pasión.
Yo creo que Documento y Plataforma no se enfrentaban. Veo a Plataforma yéndose quizás más en la movilización con cierto abandono de la incumbencia específica y Documento se preocupó muchísimo de eso y por eso le ganamos las elecciones de la FAP a lista completa. Me acuerdo que me habían propuesto y yo estaba podrido, ya que era una carga publica, de los cargos que tenía en la APA y dije “bueno, póngame como vocal suplente”. Como yo trabajaba mucho en los hospitales saqué más votos que alguien como Mimi, que además quería ser presidenta. Pero Documento se quedó corto en la movilización. Esa es una autocrítica que hay que hacer. Yo diría, hoy creo que no solamente el psicoanálisis, muchos de los que estamos trabajando en lo social con el psicoanálisis hemos superado mucho de lo que Freud planteó.
Y la tercera pata de la reconceptualización es que contamos con esto, con Las Huellas de la Memoria . Con esto termino. (Aplausos)
Juan Carlos Volnovich :
Las Madres de Plaza de Mayo abrieron una brecha en el muro de un poder despótico por el que podemos circular todos nosotros con cierto orgullo y cierta dignidad. Las Madres de Plaza de Mayo también abrieron la brecha por la cual Enrique y Alejandro pudieron producir un texto maravilloso, porque ayuda a la construcción de la memoria, lo más digno de la memoria del psicoanálisis y de la Salud Mental en la Argentina. Mi gratitud va entonces para Madres y para Alejandro y Enrique. Quería comenzar con dos anécdotas, una que lo tenía a Fernando Ulloa de protagonista, y otra a un taxista, sin ánimo de comparar. Pero voy a comenzar con dos anécdotas de Fernando porque la ovación que recibió Fernando recién me hizo recordar una muy semejante en la Carrera de Psicología donde una multitud lo aplaudía de pie y entonces Fernando empezó a sentirse medio incómodo, y medio molesto y conmovido ante semejante ovación dice: “Sí, sí, todo muy bien. Pero ahí al fondo hay uno que está sentado y no aplaude” (risas).
La otra anécdota que hace mucho a la experiencia de este momento nuestro, es que en una situación muy semejante a ésta, es decir, una multitud de jóvenes que lo tenían a Fernando como profesor -entre los jóvenes estábamos nosotros, claro- era Psicología Clínica de Adultos, Fernando era profesor titular. Igualito que ahora, con el mismo flequillo sólo que un poquito más morocho. Y había decidido, en vez de dar una clase teórica, convencional, trabajar con esta multitud con la técnica de grupo grande. Lo que significa todas las características que tiene el trabajo en grupo, respetar los silencios, etc. Estaba Fernando sentado acá y todos los alumnos rodeándolo, una multitud casi tan numerosa como la de ahora, y en eso se abre la puerta y entra el Secretario Académico de la Facultad, que abre la puerta y ve una multitud en silencio, Fernando también en silencio, el secretario lo mira a Fernando y Fernando lo mira a él, se da cuenta que hay un interrogante en esa mirada, y Fernando le dice: “estamos pensando”.
Y el otro le contesta: “¿Acá, en la Facultad?” (risas).
En esta Facultad estamos pensando y es una maravilla poder hacerlo. Porque además hay algo de construcción del pensamiento y eso me parece que es conmovedor.
Va la anécdota del taxista. Era un 21 de septiembre, día maravilloso. Salgo a los apurones del consultorio para ir a mi casa y tomo un taxi, el comentario profundo, “lindo día, ¿no?”. “Sí, -me dice el taxista- Sólo que tener que laburar…” Entonces yo, para hacerle una especie de psicoterapia de apoyo, para demostrar que somos una misma cosa tú y yo, le digo, bueno, “yo también, no vaya a creer. Vengo de laburar, ahora voy volando a mi casa pero vuelvo a laburar de vuelta”. Entonces el taxista me pregunta: “¿Usted de qué labura?”. Le digo: “yo soy psicoanalista”. Entonces el hombre se da vuelta, me mira y me dice: “¿Usted es lacaniano?” (risas). Chau, me tocó un colega que por la crisis le ha tocado manejar un taxi, me muero de vergüenza. Entonces le digo no lo sé bien, pero, “¿usted como sabe eso?”. “No, -me dice- porque yo tengo dos laburos; este del taxi y aparte en una editorial, donde hay libros de Lacan y yo he leído un libro de Lacan”.
Esto es algo que no pasa en ninguna parte del mundo. No sólo no pasa en ninguna parte del mundo que un taxista haya leído a Lacan, sino que lo que ha pasado en la Argentina en cuanto a la discusión del psicoanálisis, es algo que es un fenómeno absolutamente inédito. Que no pasa en ninguna parte del mundo. Y lo que ha pasado en la Argentina a partir de Plataforma y Documento , ese momento fundante entre los ‘60 y ‘70, -también a pesar de haber sido un hecho muy pequeñito-, ha tenido una trascendencia enorme porque ha dividido el psicoanálisis mundial en dos. Por supuesto que este episodio tiene antecedentes, pero piensen ustedes que a partir de Freud, a partir de haber instalado una nueva disciplina, como fue el psicoanálisis a principios del siglo XX, y en función de esta prematura escisión que protagonizó todo el siglo XX entre capitalismo y socialismo, el psicoanálisis quedó condenado a la espera del capitalismo y el fluido del socialismo, el fluido de la Unión Soviética. Parece que quedó pegado al capitalismo y fue así hasta que en la década del 70, con Plataforma y Documento se produjo un quiebre que generó dos psicoanálisis. Uno al servicio de la adaptación, del establishment , de la clase que lo consume y lo produce, y otro psicoanálisis dispuesto a no estar sin o ayudando por lo menos, tratando de no estar encontrado con los movimientos sociales, con los cambios sociales, con los cambios revolucionarios. Y si se puede también, apoyando y ayudando. Entonces, esto es un fenómeno único en el mundo. No obstante eso, nosotros, los argentinos y los latinoamericanos en general, como parte de culturas periféricas, vivimos convencidos de que somos como la copia de un original que está en otra parte. Que somos una versión diferida y deficiente de un original que está en Francia, en Inglaterra, en Estados Unidos, y con una especie de complejo de inferioridad donde resulta que cuando podemos ir a ver donde está ese original nos encontramos con que no existe. Es decir que somos la copia de un original que no existe porque ni en Francia, ni en París, ni en Estados Unidos existe un movimiento, una producción teórica ni existen prácticas como las que se han dado acá en la Argentina y que sin embargo no tenemos conciencia de ello, no tenemos una representación; nos vemos, nos representamos a nosotros mismos como máscaras, como un eco y no como la voz. La verdadera voz. A mí me parece que esta experiencia, estos congresos, esta posibilidad maravillosa de incluir en este, y me parece que Fernando se quedó corto y me gustaría si alguien refuerza este concepto que es el de la movida. El movimiento y la movida. Esta es una movida, pero movida en el sentido que pueden tener las diferencias que hacen algunos teóricos como Badiou o Deleuze entre evento y acontecimiento. Hay eventos que son experiencias que en cierto sentido son más de lo mismo. Y hay acontecimientos, a veces ni siquiera demasiado eficaces, pero que generan un cambio, que hacen que nada vuelva a ser como fue antes. Yo tengo la impresión que estamos protagonizando -y precisamente, cuando uno lo protagoniza no tiene conciencia de ello- estamos protagonizando una movida, un momento de cambio, donde algo del orden del acontecimiento se está produciendo, y me parece que este congreso, las Madres y el libro, esta obra a la que yo no tengo palabras para agradecer lo que han hecho Enrique y Alejandro porque ha sido un trabajo inconmensurable, son una colaboración creo fundamental para esta movida. (Aplausos)
Debate:
Fernando Ulloa . Dos palabras nada más. Así como nosotros llevamos en las entrañas de nuestra separación reprodujimos ese drama folclórico de la política argentina.
Entre ustedes, había muchos de nosotros, y de nosotros había muchos, los estamos viendo en este momento… mis grandes amigos estaban en Plataforma . Siguieron siendo amigos felizmente. Entonces, una propuesta que yo hacía era que habría que ver como estructuramos este movimiento, que no repitamos lo que ilustra como analizador Documento y Plataforma , entonces hablé con algunos muchachos muy politizados cuando salí de ahí, dije tenemos que plantearnos como y que es lo que hay que resolver la continua fragmentación que existe en el campo de la izquierda. Y eso es específicamente un aporte que el psicoanálisis puede hacer precisamente trabajando en el campo social. Derrida dice una cosa bastante interesante; que esa fragmentación siempre remite al afuera. Remite a la fragmentación cruel, remite a las luchas fraticidas. Y Derrida dice que el psicoanálisis tiene en si mismo una resistencia auto inmune que le impide meterse con la crueldad siendo un dispositivo. Para que la salud mental haga cultura, necesitamos realmente. Yo hablo de salud mental pública- hay un trabajo poco conocido pero formidable de Lope de Vega que se llama “Arte nuevo, ¿nacer? ¿hacer? comedia en nuestro tiempo”, escrito en el siglo de oro de la literatura española. Y él, se propone “convocando a los parroquianos atender a sus padecimientos en las tabernas y caen en el ánimo pendenciero y alcohólico. “ De eso quiero hablar. A ellos me voy a dirigir. Para ellos quiero hacer teatro. Esto es lo que quiero señalar. Lope de Vega se propone primero hacer públicas sus ideas. Hacer público, publicar sus ideas. Pero al mismo tiempo hacer concretamente público, hacer un público para este teatro.
Bueno, nosotros tenemos que hacer lo mismo. Como realmente llevábamos- y creo que aquí realmente podemos empezar el debate- en general es difícil debatir grande grupos. Hablaban de las asambleas clínicas. Ahí había una metodología, para que esta numerosidad social para que realmente cuestione este capitalismo…
…. No podríamos eludir la responsabilidad de convocar multiplicidad de grupos pequeños para discutir esto, y precisamente la anécdota que vos contaste era ilustrativa en ese sentido; yo había hecho un seminario de dinámica de grupo cada 20 personas y hubo muchísimas personas. Entonces dividí en dos seminarios e hice un trabajo muy interesante que realmente era: a cada seminario lo dividía en dos grupos, un grupo que discutía en el adentro, y un grupo que actuaba de observador. Al segundo trabajamos sobre las observaciones del grupo de afuera y así sucesivamente. Una vez alguien entró y yo dije, estamos pensando.
Alejandro Vainer : Abrimos a preguntas, comentarios…
(silencio)
Fernando Ulloa : Yo les quiero hacer una interpretación colectiva: cuando alguien se para…en su corazón camina la arrogancia. La de exponerse a la mirada y no mirar. Pero la contraparte de ese aspecto, de la arrogancia, aunque uno no sea arrogante, es que el público está espiando- como Sartre decía espiando por el ojo de la cerradura- y alguien entra y tiene una profunda vergüenza. La arrogancia del que habla exponiéndose a la mirada sin mirar provoca en el público la vergüenza.
Participante : Yo no voy a hacer una pregunta, a mi lo que me parece es que una situación- no solamente que está- como decía Juan Carlos, que las madres abren una brecha donde ustedes se pueden mover y pueden contar la experiencia que han tenido, me parece que por momentos es tan movilizador, como decía Ulloa, provoca tanta movilización, que en realidad no es que estemos paralizados. Produce tanta intriga, tanta pregunta, que en realidad los que nos vamos de acá, dentro de dos horas podríamos preguntar miles de cosas que en este momento es difícil poder elaborar lo movilizante que es escuchar no solamente a los realizadores del libro sino a dos personas que han sostenido en tanto tiempo, tanta trayectoria, una perspectiva tanto profesional como política.-
Fernando Ulloa : Eso es cierto, lo que vos estás planteando, cuando uno se expone la interpretación se corre pero provoca un fenómeno muy importante: un analista puede ser convocado, tolerado, pero no es demandado en su especificidad interpretativa. La neurosis de transferencia puede ser que ocurre pero sería totalmente impertinente. Pero lo que conmueve es lo que vos decís. Se empieza a fraccionar la resistencia y ocurre la transferencia ínter tópica. Hay multitudes, cosas que aparecen- vos lo acabas de ilustrar claramente- en el pensamiento de uno, porque uno está muchísimo atento a las preguntas que uno tiene que hacer. Eso es totalmente cierto.
Participante : (no se entiende la pregunta)
Fernando Ulloa : Yo personalmente, a lo largo de los sucesivos congresos siempre estuve trabajando, aprovechaba. Yo tengo dos grandes bancos de pruebas. Uno es Berisso, se trabaja en la miseria, y es un lujo trabajar con esta gente, ser clínico en esas condiciones significa tomar medidas que son correctas, a veces consensuadas. En un alto grado son médicos, trabajadores sociales y psicoterapeutas, se toman medidas que son duras. Y cada tanto descubrí que lo que parecía correcto y consensuado resultó un grosero error. Y yo trabajo específicamente sobre eso, tratando de conceptualizar la práctica. Ese es uno de los bancos de prueba. El otro es Oliveros, donde hay una lucha extraordinaria, realmente están trabajando en una comisión colectiva, integrada por psicólogos, psiquiatras, abogados, enfermeros, que realmente se está tratando de trabajar con personas. Y resulta que la conceptualización que voy haciendo, no se traduce muchas veces en lo que digo, pero yo para esta charla escribió por lo menos 100 páginas. ¿Por qué? Porque estoy conceptualizando un libro que nació con un nombre muy estrafalario, que era “Para el pueblo argentino Salud Elemental”, después fue Salud Mental.
“La salud mental en el espacio público político”. Ese libro a mí me gustaría poder discutirlo también, tener oportunidad de discutirlo, pero no es justo con los pequeños grupos. Y hay muchos otros aportes.
Juan Carlos Volnovich : Yo tengo editores…(risas) De qué hacer. Esa gran pregunta, ¿Qué hacer?. La ilusión de que alguien pueda tener una receta, sobre que es lo que se debe hacer y en todo caso, lo seguro es que lo que no se debe hacer o lo que yo pienso que no se debe hacer es bajar línea y decir lo que hay que hacer.
Si puedo dar una idea de lo que ya se hizo. Me parece que algo que es parte del patrimonio de nuestro psicoanálisis, que es haber trabajado- esto es una experiencia única en el mundo- haber trabajado desde los últimos años de la dictadura militar y los primero s de la democracia hasta hora sobre los efectos directos e indirectos de los terrorismos de estado. La enorme diferencia que hay por ejemplo, entre el psicoanálisis francés que se consume habitualmente entre nosotros y la propia producción es que el psicoanálisis francés no se ha puesto a reflexionar ni sobre los estragos que produjo Francia en Argelia cometiendo uno de los genocidios mas grandes de la humanidad, ni el impacto que esto tenía en la producción teórica de los psicoanalistas. Ni en los estragos de la segunda guerra mundial. Recién últimamente, 40 años después los psicoanalistas franceses se pusieron a pensar sobre los efectos psicológicos y los efectos de la teoría de el nazismo, del fascismo y del genocidio con el pueblo de Argelia a excepción de Fanon.
Como diferencia entre nosotros; desde el mismo momento de la dictadura militar y desde cualquier línea teórica: lacaniana, freudiana, de todos lados, los psicoanalistas nos hemos puesto a pensar y a trabajar sobre los efectos psicológicos de los terrorismos de estado, la restitución de la identidad a los niños robados y sobre como el terror genera que la adaptación a la realidad, a esta realidad injusta y desigual, y el refuerzo – incluso por aquellos que se proponen denunciarlo.- el refuerzo de esa realidad injusta y desigual. Si bien es cierto que triunfa ese poder despótico, mortífero, triunfa; en Mar del Plata es probable que haya habido mil psicólogos que adhirieron al congreso de la sesión de psiquiatras, y en este hay 3600.
Participante : Me toco mucho esa convocatoria que hizo Fernando. La pregunta que me hago es ¿Qué hacemos ahora?
Participante : Quería agradecer a los escritores del libro, yo no provengo del campo de la salud mental, lo leí circunstancialmente y me fue muy útil, un lenguaje muy claro. A veces los psicoanalistas complican un poco para los que no provenimos de este campo. Sobre todo agradezco las citas bibliográficas que son muchas, que son muy ricas; y les agradezco también la objetividad
Participante : (no se entiende)
Enrique Carpintero : Creo que s importante aclarar algo que dijo Juan Carlos y resuena con lo que estás diciendo; con esto de no bajar línea o que no tenemos ninguna respuesta. Yo creo que si, que hay respuestas. Y además es necesario que algunas personas que si saben cosas puedan transmitirlas. Porque sino entramos en una especie de nadie sabe nada, todos somos iguales. Y creo que hay gente -por ejemplo Fernando y Juan Carlos- que saben más que otros, tienen mas cosas para decir y me parece que en este sentido con la cuestión del no saber nada podemos quedar en una línea posmoderna donde la historia terminó y todo hay que inventarlo de nuevo. Lo que si creo que es importante subrayar es preguntarnos como con ese saber colectivo podemos construir un “nosotros”.
Fernando Ulloa : Una cosa que yo quise hacer con mi viejo trabajo de Malraux cuando habla del arte, el santuario , dice que hay un primer período de idealización. Ese es un riesgo mortal. La idealización busca la inmortalidad. Yo creo que si nosotros idealizamos este libro pero no lo leemos, si vos decís cosas tan lúcidas como la que acabás de decir, y no te parás para que te vean, realmente…….acabás de hacer un acto bárbaro.
Nosotros no podemos idealizar todo, hay que pasarlo a la práctica. Fíjense que interesante, Malraux dice “con el correr de los siglos el arte sumerio pasó a la estilización.” Y yo pensaba, que querrá decir con la estilización, ¿será algo decrativo? Hasta que me di cuenta que estilización es no con el correr de los siglos sino con el correr de la escritura. Los sumerios inventaron la escritura cuneiforme, el puño que se va poniendo intercambiando letras, y el aparato el instrumento para escribir a mano era el estilete. De ahí viene la estilización. Quiere decir que con el correr de los siglos y de la escritura ya la idealización no corre. Porque cuando ustedes desnudan la realidad, y puede ser estudiada, se presenta, este libro hay que leerlo. Hay que leer todo el potencial que significa solamente la gente que está acá en este momento que realmente se podría organizar. Realmente algo tenemos que hacer para que esto no quede sólo como una hermosa experiencia.
Enrique Carpintero : Tenemos que cerrar, pero quiero decir algo. Me parece que este final de Fernando es una buena propuesta para que estas Huellas de la memoria no queden solamente como unas huellas de la memoria. Gracias.
Seminario dictado en el IV Congreso Internacional De Salud Mental y Derechos Humanos.