Presencialidad de una analista con niñes en tiempos de pandemia y confinamiento | Topía

Top Menu

Titulo

Presencialidad de una analista con niñes en tiempos de pandemia y confinamiento

 

Nos hemos visto precipitados a una nueva realidad que ha conmovido los cimientos de nuestra vida cotidiana, de nuestros referentes temporoespaciales y pone a prueba nuestras fronteras psíquicas para poder enfrentarlo y metabolizarlo. Situación global impensable e impredecible que nos sumió en una gran incertidumbre. No había un afuera posible, todo el planeta estaba siendo afectado.

Mi actitud en este tiempo ha sido la de tomar nota de lo que va sucediendo en la clínica, sin apresurarme a tratar de encorsetarlo en las teorías

Momento de disrupción donde nuestros marcos teóricos y conceptuales entran en un impasse, al igual que nuestras vidas y las de nuestros pacientes. Mi actitud en este tiempo ha sido la de tomar nota de lo que va sucediendo en la clínica, sin apresurarme a tratar de encorsetarlo en las teorías, sin desconocer los andamiajes que me acompañan en mi quehacer clínico. ¿Qué hacer ante esta pandemia que pone en evidencia que el contexto es texto?, ¿cómo continuar con los espacios analíticos? Sostengo una actitud paciente, pero no pasiva. Una escucha y observación atenta y receptiva, manteniendo la libre atención flotante, teniendo como orientación la singularidad de cada situación. Cuidando el experienciar de cada niño y niña, sosteniendo y acompañando a quienes cuidan. Cuidándome. Cuidar sin vigilar.

Proponernos gestar dispositivos e intervenciones que alojen estas situaciones, sosteniendo una actitud psicoanalítica propiciatoria de la emergencia de interrogantes. Similar a la pandemia, los niños y las niñas han producido un alboroto dentro del psicoanálisis, convocándonos a su reinvención, creando variaciones al dispositivo psicoanalítico tradicional en el que prima la interpretación como intervención privilegiada, produciendo un descentramiento.2

Disponernos a alojar y recepcionar lo que los niños, las niñas, sus cuidadores y familias traen, hacerles un lugar en nuestro pensamiento, tener una actitud receptiva de nuestro cuerpo, dejarnos sorprender por sus producciones, dejarnos afectar, seguir construyendo lazos de confianza

Disponernos a alojar y recepcionar lo que los niños, las niñas, sus cuidadores y familias traen, hacerles un lugar en nuestro pensamiento, tener una actitud receptiva de nuestro cuerpo, dejarnos sorprender por sus producciones, dejarnos afectar, seguir construyendo lazos de confianza. Hacer algo con lo existente. “Quedate en casa” recorrió y afectó temporalidades y espacialidades, en donde se precipitó un presente continuo.

Una experiencia clínica3:

Cuando se permiten las salidas el papá de Federico (5 años) quiere forzarlo a que cumpla con tal disposición, como si se tratase de una obligación antes que de una opción.4 El niño, con quien trabajamos hace un año, no quiere salir (aun), oponiendo resistencia a esto que se le quiere imponer como un nuevo mandato. Su papá, entre preocupado y enojado dice: “Los expertos dicen que el encierro va a hacerle muy mal al psiquismo de los niños”, “tiene que salir, ¿vos que crees?

Establezco un tiempo de espera, un espacio de alojamiento al pedido de este papá, pongo a trabajar su pregunta, ¿qué le pasa a él con este no poder salir? “Me siento asfixiado, cansado, no soporto estar todo el día en casa encerrado.”

En este primer tiempo de escucha, se aloja lo que va sintiendo este papá, validándolo, absteniéndome de otorgar un sentido prematuro a lo que le pasa, advertida para no otorgar mandatos superyoicos de cómo debe estar en este momento con sus hijos. “Yo hago las compras, soy el que sale”,le dije a Federico que me acompañe al mercado y dijo que no”, “¿vos crees que lo tengo que obligar?” Ubico que Federico ya ha sido obligado en este tiempo, y en otros momentos de su vida a muchas cosas, e instalo la interrogación sobre el niño: A: “¿Vos qué crees que le pasa a Federico?”, este papá por primera vez dice: “No sé”, “estoy desorientado, lo veo bien, no entiendo, dejó de ir a la escuela, a la plaza, de ver a sus primos. Su mamá ahora juega con ellos, está contenta.”

En las sesiones que habíamos tenido con el niño durante los primeros tiempos del confinamiento, no se había manifestado angustia. Como también sucedía con otros pacientes. Así mismo observo que se estaba gestando un nuevo espacio con sus cuidadores, estando su mamá más disponible para jugar con él, habilitándose un adentro de encuentros creativos que se había producido de modo fallido en sus primeros tiempos de vida. Antes de tener el primer encuentro virtual con Federico tengo una serie de entrevistas con su mamá y su papá, con quienes trabajamos la importancia de que el niño cuente con información dosificada, acorde con su edad y posibilidad de entendimiento, siendo ésta una condición necesaria (aunque no suficiente), para que el niño pueda comenzar a armar algún relato que ficcionalice y mediatice la realidad inasible que se impone. Ambos se presentan preocupados por qué decirle al niño y por cómo el aislamiento lo afectaría. M: “justo ahora que estaba empezando a soltarse más, estaba bien y tan contento en su nueva escuela.” Hasta este momento yo no sabía si podríamos continuar una terapia virtual con Federico, me habitaba la incertidumbre y a su vez la decisión de que íbamos a probar, siendo ésta la única opción. Nunca había realizado una terapia virtual con un niño de su edad, habiendo sido un impensable hasta entonces. Nunca había realizado una terapia virtual, si bien utilizaba medios tele tecno mediáticos como complementarios y suplementarios, formando parte de mi caja de herramientas. Asimismo tenía en el consultorio una Tablet, como un objeto más que niños y niñas podían usar, a través de su pantalla me sumergía con ellos/as en espacios virtuales diversos, me mostraban sus juegos, Roblox, Tik Tok, Snapchat, funcionando como el conejo que acompaña a Alicia cuando se sumerge a través del espejo en ese maravilloso país. Pero estos tiempos que se avecinaban tenían una cualidad diferente…

Sin apresurarme a responder ni a conjeturar anticipatoriamente con respecto a lo que le estaba pasando al niño con este no querer salir, inquietada e interrogada, lo tomo como material a trabajar. Federico se presentaba en el consultorio, y en los demás espacios que habitaba, pre pandemia, como un niño dócil y obediente, cumplidor de las indicaciones, especialmente de las de su papá. ¿Estamos ante la inauguración de un nuevo proceso en este niño?, ¿se ubicará en serie con las inhibiciones que lo llevaron a la consulta?

En la primera sesión virtual el niño se presenta con un disfraz de superhéroe, lo cual me sorprende, ya que no era un jugar de su agrado. Él registra mi asombro. Le pregunto cómo se llama. F: “soy Geko”, entablamos una conversación. Cuenta que es un lagarto poderoso que va a matar al coronavirus, él es bueno y el coronavirus es malo, enferma y mata a las personas, F: “los murciégalos son más chicos que los lagartos.”Matar a estos villanos!” A continuación, me invita ha-ser Amaya (compañera de aventuras de Geko en la serie PJ Mask). Salgo por un instante de la pantalla, manteniendo mi presencia con la voz. Con mi chalina hago una máscara, me pongo lentes que tengo sobre la mesa, la manta que cubre el sillón deviene capa. F: ¡hay muchos murciégalos, sígueme!”, levantándose de la silla en la que estaba corporalmente quieto hasta entonces y abriendo el ropero, agarra una caja con peluches y los tira con fuerza al piso. F: “ayúdame Amaya”, “Ayúdame son muchos”. Me paro de mi silla, tomando un rociador de alcohol, exclamo “Geko tengo algo que puede ayudarnos”, “un arma poderosa que puede ayudarnos a derrotarlo”. Este jugar se repite, con variaciones, durante semanas. Le propongo a Fede escribir las aventuras de Geko y Amaya, con diferentes materiales (jugares narrativos, dibujares, escrituras en la pizarra del zoom, relatos) se va construyendo una trama ficcional.

Observo la configuración de escenarios en los que se va entramando el jugar, esa zona transicional a no ser desafiada. Es crucial remarcar el valor que adquiere la narración, la materialidad del juego aquí estaría dada por el narrar juntos. La narración trasciende la dimensión del espacio y del tiempo objetivables, ¿de qué espacio y tiempo está hecha? Narraciones que puedan ser transmitidas a las siguientes generaciones, transformando aquello que podría dejar marcas traumáticas en la historia.

A lo largo de las semanas comienzo a vislumbrar un niño que ya no necesitaba ser tan obediente. En sesión con Federico dice: “Mi papá quiere que salga, que vaya con él a hacer alguna comprita, ¡eso no es salir! No me divierte.” Vale la pena reflexionar aquí sobre el salir y el pasear5, sobre ese salir por obligación, como indicación difiriendo del pasear en tanto cualidad humana; salir implicará entonces, hacerlo para lo esencial, ¿qué es lo esencial para el humano?, ¿acaso lo deseante no se le puede escapar? Lo deseante como propiamente humano resiste las políticas de encorsetamiento, rebasando el salir. Pasear da lugar a la indirección y al jugar, cuando paseo hago una serie de cosas que no tenía previstas, posibilitando el asombro.

Múltiples líneas y direcciones (que no se agotan en las mencionadas) se van abriendo y posibilitan entramar sentidos diversos al no querer salir de Fede. Temor al contagio; decir no, inaugurando así un deseo de oposición en el que el niño, parece orientarse más al pasear que al salir.

Como analista deseo que el niño desee, no cual o tal deseo, sino deseo como movimiento; poniendo en suspenso lo que dicen los expertos, desmarcándome de ese lugar con respecto a lo que las niñas y los niños necesitan en este tiempo, estoy atenta a cómo esto funciona en cada quien.

Jugamos con Federico al “por ahora”, matizando el quedate en casa del confinamiento. Y con su papá, que este salir se metamorfosee en pasear, que de este salir pueda emerger el pasear, pedido genuino de este niño. Instalando así un gesto de esperanza. Acompañándolo a que pueda acompañar a Federico.

No basta la presencialidad para estar presente, la presencia excede el empirismo de las corporalidades, la cercanía física de los cuerpos

El aislamiento social obligatorio y el salir obligatorio del papá de Fede, se presentaban como imperativos categóricos en los que este niño pareciese no enmarcarse, ubicándose una dimensión potenciadora en esta situación. Trabajamos para que el oponerse a su papá no sea un obstáculo para pasear. Paseamos juntos en diferentes espacios virtuales, recorremos la ciudad del ADOPME6 en la cual se puede salir sin tiempos fijos, construimos nuestras casas, nos visitamos, cuidamos mascotas, hacemos nuevos amigos a los que podemos visitar, organizamos fiestas… Habitando un espacio virtual de los juegos en red que crean un nosotros. Poco a poco comienza a querer pasear por las calles de su barrio.

Comienzo a utilizar el ROBLOX como herramienta con niños y niñas, ya no, como lo hacía en el consultorio, como visitante, ahora soy jugadora, tengo mi cuenta, elijo un personaje, una vestimenta, un nombre. Desplazándome, en un ir y venir de la videollamada al ROBLOX y a otros juegos en red, pensando en estos espacios como disposición potencial que posibilita el despliegue de lo saludable de cada niña y niño. Ubico que estos encuentros virtuales me llevan también a pasear por sitios antes inimaginados por mí. La pandemia nos ha requerido reinventar modalidades de trabajo, no solo incorporar la virtual de inicio como única opción.

Cada sesión de un análisis (modalidades virtual y cuerpo a cuerpo) requiere operar instaurando la presencia, operatoria necesaria para propiciar el encuentro

Para ir finalizando, me pregunto ¿Es posible un encuentro “a distancia”? ¿El dispositivo de análisis virtual configuraría una modalidad de terapia “a distancia”? La virtualidad transciende la presencia- ausencia. La no presencia derrideana, efecto de la deconstrucción del binomio presencia ausencia nos sirve para pensar lo virtual. En estos tiempos en los análisis la presencialidad de lo virtual se torna visible. Ubicándose la virtualidad como modalidad diversa de presencia. Cada sesión de un análisis (modalidades virtual y cuerpo a cuerpo) requiere operar instaurando la presencia, operatoria necesaria para propiciar el encuentro. No basta la presencialidad para estar presente, la presencia excede el empirismo de las corporalidades, la cercanía física de los cuerpos. La presencia requiere de disponibilidad afectiva, capacidad para estar, para entonar con el otro, dejándonos afectar por el otro. Presencia psíquica necesaria en ambas modalidades, sin por esto desconocer que en la presencia virtual queda precluida cierta información sensorial, pudiendo potenciarse en la virtualidad el campo de la mirada (con miradas que no se encuentran) y el de la escucha, la mirada del rostro y su gestualidad, que a su vez, están en parte excluidas de la nueva forma del análisis cuerpo a cuerpo, corporalidades afectadas por la pandemia, rostros enmascarillados que resaltan las miradas, miradas que pueden encontrarse.

Notas

1. La escritura tiene que ser leída en clave de lenguaje inclusivo.

2. Cuestiones trabajadas por Ricardo Rodulfo en su vasta producción.

3. Apunto a transmitir una experiencia que no es generalizable a toda la clínica. Con algunos la terapia virtual no ha sido posible, por ejemplo, niñas/os con severas dificultades en el armado de su subjetividad; menores de 4 años; quienes requirieron de un diagnóstico por sospecha de haber padecido agresiones sexuales perpetradas por adultos, así como con otros cuyas familias no contaban con la tecnología mediática necesaria, o no pudieron respetar el espacio de intimidad que la sesión virtual requería. Ante estas situaciones comenzó a inquietarme que estos niños, niñas y adolescentes, no encontrasen un espacio de atención. Muñida con mi Equipo de Protección Personal, ya ducha en su uso aprendido en la Guardia del Hospital de Niños en la cual trabajo, con un estricto protocolo, decido volver al consultorio cuerpo a cuerpo. Aclaro que, en todas las situaciones en las que se dificultó el trabajo virtual con el/la niño/a y adolescente, continuamos trabajando desde el inicio con las/os adultas/os a cargo.

4. Como analista infantojuvenil considero que es crucial el contacto con otros del mundo exogámico desde los primeros tiempos de la vida, no es posible pensarnos sino desde los vínculos, desde un apuntalamiento en los grupos de pares. Contacto que para cada niña/o adquirió diversas modalidades en estos tiempos, requiriendo de diversos trabajos para poder efectuarse.

5. La diferencia entre salir y pasear es retomada del texto de Ricardo Rodulfo: “El concepto de pasear en psicoanálisis. Un grupo de transformaciones” (pp. 187-204) en: Pagar de más, Editorial Nueva Visión, 1986.

6. Juego de la plataforma ROBLOX.

 

Gisela Grosso
Psicoanalista de niñas, niños y adolescentes
psigiselagrosso [at] gmail.com

Temas: 
 
Articulo publicado en
Agosto / 2021