Hace poco tiempo, realicé con un compañero un artículo acerca de las redes sociales, que fue publicado en esta revista1. En el mismo, intenté elaborar un análisis acerca de los modos de vínculo que se dan en las redes sociales hoy en día, particularmente, en aquellas con pregnancia de la imagen, la cual se vuelve un objeto de la mirada de múltiples otros, y por qué no, sede de un intercambio numérico, con esto podemos aspirar a decir, simbólico, pero no singular ya que se trata de algo genérico, muchas veces, numérico, y con efecto de sanción de un Otro generalizado, con sus más severos efectos en el narcisismo y en la emergencia de la angustia, tal como Freud la describe en Introducción al narcisismo2.
Es necesario que reflexionemos acerca de qué relación con el narcisismo tienen las redes sociales y qué función cumple el “perfil”, esa “carta de presentación”, ese modo de “mostrarnos al mundo” que cada quien elige.
Por supuesto, aún sostengo algunas de las posiciones en ese artículo desarrolladas, pero no todas. Más aún, considero que la temática de las redes sociales y su lugar central en los modos de hacer lazo social que hoy en día se producen, ha de estar en constante revisión. Además, han de prevenirse – tal como un vídeo que vi hace poco nos invita a hacer3 – perspectivas y desarrollos que rocen lo catastrófico y apocalíptico del “ya no es lo que era...”. Estos modos de abordar los fenómenos pueden llegar a caer en generalizaciones absolutistas, así como cumplir una función de resistencia, defensiva frente a lo novedoso y el trabajo que toca para poder mirarlo con detenimiento y captarlo en su esencia. No estoy con esto diciendo que todo lo nuevo es bueno y que hay que aceptarlo así, empaquetado como viene. Por el contrario, considero que el ejercicio de mirada a la que la disciplina psicoanalítica nos invita es una mirada que haga foco en lo singular y que no retroceda en el deseo de comprender y de construir un saber; mirada que se ofusca en posiciones apresuradas y absolutistas.
En el artículo que menciono y con el que discuto, creo haber sido catastrófico y apocalíptico. Hago mención a un ahogo en lo imaginario, analogía con el mito de Narciso que se ahoga en el lago, lago de pantalla en este caso. Esta aseveración, de no ser tomada con pinzas, nos introduce desde el vamos en ese absolutismo que, creo, pretendemos evitar. Habrá quien hoy en las redes se ande ahogando, pero no siempre y no todos. Sin embargo, es necesario que reflexionemos acerca de qué relación con el narcisismo tienen las redes sociales hoy en día, y qué función cumple el “perfil”, esa “carta de presentación”, ese modo de “mostrarnos al mundo” que cada quien elige.
Retomemos, la función del estadio del espejo en la formación del yo, tal como Lacan la presenta4, para analizar la imagen (o el perfil, o la carta de presentación, o la mostración al mundo). Se trata del registro de la imagen especular, ese objeto que se dispone a la mirada del otro, que percibe una cierta sanción del Otro, que retorna construyendo al yo por esa vía especular, por ese eje a-a’, y que nos genera una ilusoria completud y una efectiva mascarada. Lacan, en el Seminario 35, se refiere a la relación del narcisismo como la relación central para el establecimiento de una relación interhumana. Se trata aquí de una función esencial, en tanto “le brinda el complemento ortopédico de la insuficiencia nativa” 6. Es esta la vía que opera en las redes sociales, es esta la lógica: un Otro – generalizado, múltiple, y genérico – que sanciona, o, mejor dicho, por el que nos hacemos sancionar. Hay, por supuesto, que poner sobre la mesa y no debajo del mantel la cuestión de la implicancia subjetiva, la elección de participar de las redes, la elección de ponerse ahí a tejer la red también.
Que el yo sea algo bastante ilusorio, que se trate de un espejismo, no lo transforma en un mal al que hay que combatir, en una falsedad y una hipocresía de la que haya que desprenderse.
Que el yo sea algo bastante ilusorio, que se trate de un espejismo, no lo transforma en un mal al que hay que combatir, en una falsedad y una hipocresía de la que haya que desprenderse. Se escucha a veces que las redes sociales atrapan, sumergen, y ahogan, en hipocresía y banalidad, en falsedad y puro egocentrismo. Yo diría, no siempre. Por supuesto que las redes sociales se sitúan, eminentemente, en un registro imaginario, en una cierta pregnancia yoica. La cuestión, por principio psicoanalítico, será indagar por el sujeto y su deseo. Desde ya, una terapéutica no puede mantenerse y orientarse por ese registro, por el registro de la imagen y a nivel del yo, pero si habrá de tenerlo en cuenta. Más aún en lo relativo a fenómenos que se producen en este registro, como la cuestión de la red social, con la importancia que eso adquiere hoy en día.
La férrea crítica hacia el vínculo por intermedio de las redes sociales, al vínculo intermediado por pantallas, no pareciera contemplar los modos en los que las redes sí ayudan a hacer lazo. Como ya dijimos antes, función narcisista de relación interhumana. Relación, por supuesto, yo a yo. Considero que la imagen que se construye en las redes sociales, se trata eminentemente de una construcción yoica, y mientras eso no rebase, mientras eso no limite y no exceda la cuestión, mientras haya mediación simbólica, mientras no haya confusión y mientras haya siempre la posibilidad de una pregunta por el sujeto del deseo ¿tanta resistencia a admitir la importancia de las redes, hoy? Por supuesto, esto no intento de que se trate, en absoluto, de la minimización de una problemática que, en otros niveles de análisis, adquiere dimensiones sociales, económicas y psicopolíticas7.
Las redes hoy cumplen un papel a veces también por fuera de esta imaginería que todos nos cansamos de mencionar. Cumplen función de ser sede de intercambio, intercambio de mensajes, de objetos del saber, de palabra y de experiencias. Cumplen, por supuesto con otras lógicas temporales, función análoga a la que cumplía la carta en otra época ¿Por qué no decir acaso, que el acto de escribir una carta hace 50, 60, 100 años, puede tener la misma importancia para quien hace 30 años llamaba por teléfono y que hoy publica y escribe, aunque por otro medio y con otra temporalidad?
La férrea crítica hacia el vínculo por intermedio de las redes sociales, al vínculo intermediado por pantallas, no pareciera contemplar los modos en los que las redes sí ayudan a hacer lazo.
Las redes sociales nos tienden esa doble perspectiva, nos arrebatan hacia una paradoja en la que el facilismo de un primer análisis nos hace decir – o al menos, me hizo decir – “eso es falsedad, es hipocresía”, “menos Instagram, menos selfie, menos espejo”. Después, la mirada detenida y el pensamiento calmo, abre la posibilidad de que pensemos en cómo cierto lazo a veces prospera por estas vías, porque sí, porque hoy, a veces, prospera.
Referencias.
1. Ortega, F. & Piñeyro, M. (2019). Redes sociales: El nuevo lago de Narciso. Revista Topía, disponible en https://www.topia.com.ar/articulos/redes-sociales-nuevo-lago-narciso
2. Freud, S. (1914). Introducción al narcisismo. En Obras Completas, vol. 15. Buenos Aires: Biblioteca Nueva, 2017.
3. Martínez, J. M. (2019) Psicoanálisis e Internet + Matías Tavil (Asociación Libre). Vídeo disponible en https://www.youtube.com/watch?v=Tw7L4Q2Pb5o
4. Lacan, J. (1949). El estadio del espejo como formador de la función del yo [Je] tal como se nos presenta en la experiencia analítica. En Escritos I.
5. Lacan, J. (1955-56). Clase del 18 de enero de 1956. El Seminario, Libro 3: Las psicosis. Buenos Aires: Paidós, 2017.
6. Ibíd. pp.138.
7. Hang, B-C. (2014). Psicopolitica. Barcelona: Herder Editorial.
Ortega, Facundo
Facultad de Psicología, UNC.
facundortega [at] gmail.com