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Encender la chispa de la esperanza

 
Recordando a Marie Langer

Este texto fue leído en las Jornadas de homenaje a Marie Langer realizadas el 3 y 4 de setiembre de 2002. 1 Incluirlo como nota editorial tiene por objeto plantear que la esperanza permite la búsqueda de una verdad en permanente construcción. Es decir, de una verdad que articula sentidos, que posibilita la elaboración, al construir el pasado dando cuenta en el presente de la historia que lo constituye, para de esta forma permitir la memoria. En este sentido, una sociedad que se debate entre la fragmentación y el reagrupamiento, entre la disolución y la reconstitución de las identidades colectivas nos lleva a preguntarnos por nuestra implicación como psicoanalistas. Marie Langer nos recuerda un psicoanálisis que se encuentra con la actualidad de su cultura en la búsqueda de una racionalidad que permita construir una sociedad plena y satisfactoria para el conjunto de la humanidad.

Para comenzar creo necesario situar el sentido de este homenaje a Marie Langer. Para ello nada mejor que citar a Walter Benjamin: “Articular históricamente el pasado no significa conocerlo ‘como verdaderamente ha sido’. Significa adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro. Para el materialismo histórico se trata de fijar la imagen al pasado tal como ésta se presenta de improviso al sujeto histórico en el momento de peligro. El peligro amenaza tanto el patrimonio de la tradición como a aquellos que reciben tal patrimonio. Para ambos es uno y el mismo: el peligro de ser convertidos en instrumentos de la clase dominante. En cada época es preciso esforzarse por arrancar la tradición al conformismo que está a punto de avasallarla. El Mesías viene no sólo como Redentor, sino también como vencedor del Anticristo. Sólo tiene derecho a encender en el pasado la chispa de la esperanza aquel historiador traspasado por la idea de que ni siquiera los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence. Y este enemigo no ha dejado de vencer”.

Recordar hoy a Marie Langer implica “encender la chispa de la esperanza” para reconocernos en una herencia donde el psicoanálisis se encuentra con el compromiso social y político. O, para decirlo más claramente con palabras de Marie Langer “el de un psicoanalista comprometido con la izquierda”.

Todo un desafío para esta actualidad en la cual nos encontramos entre la fragmentación y la reconstitución de identidades colectivas, que nos remite a la necesidad de rescatar las tres diferencias en que se organizó la modernidad: de clase social, de género y de generación.

En este sentido, esta breve exposición continúa la perspectiva de una investigación que venimos desarrollando hace cinco años con Alejandro Vainer sobre la Salud Mental en las décadas del ‘60 y el ‘70. La misma esta basada en textos de la época y en más de 100 horas de entrevistas a muchos de sus protagonistas. Allí la presencia de Marie Langer la vamos a encontrar en los momentos significativos de este período histórico. En esas entrevistas las referencias a Marie Langer como amiga, colega, analista y supervisora, permiten dar cuenta de una marca que dejó en su generación.

Esto nos lleva a una pregunta ¿Cómo trasmitir su historia a las actuales generaciones?

Para ello debemos oponer al fracaso del minimalismo postmoderno basado en la utopía de la felicidad privada, una ética propia de los grandes relatos. La cual necesita afirmarse en una razón apasionada que permita construir una democracia de la alegría de lo necesario. Es decir, una sociedad basada en una distribución equitativa de los bienes materiales y no materiales. Es evidente que la historia de Marie Langer es un gran relato sostenido en la pasión por el psicoanálisis, el marxismo y el feminismo.

Aunque conocida, creo necesario hacer una breve mención de los momentos fundamentales de su vida. Nace en Viena en 1910. Se recibe de médica en 1935, al mismo tiempo que el nazismo prohibe la entrada a los judíos en los servicios hospitalarios. Hace su formación como psicoanalista en el Instituto de Viena realizando su análisis con Richard Sterba. Se afilia al partido comunista Austríaco para luchar contra el fascismo. Esta situación le crea problemas en su relación con el psicoanálisis “oficial”. En 1936 se traslada a España con su segundo marido, Max Langer, para integrar las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española. Tiene que huir de la barbarie nazi y se exilia en Montevideo. Cruza el Río de la Plata y en Argentina funda con otros psicoanalistas la Asociación Psicoanalítica Argentina. Fue unas de las pioneras en los tratamientos grupales, siendo fundadora de la Asociación de Psicología y Psicoterapia de Grupo. Integra el grupo Plataforma, creado por Armando Bauleo y Hernán Kesselman, quienes junto al grupo Documento hacen la primera ruptura de la APA desde un cuestionamiento ideológico y político. Se ocupa de cuestiones referentes al feminismo y participa en actividades gremiales y docentes. Es presidenta de la Federación Argentina de Psiquiatras. Amenazada por la derecha peronista de la “triple A” tiene que volver a exiliarse en México. Allí organiza una institución que denomina Trabajadores Latinoaméricanos de Salud Mental Residentes en México, para ayudar a grupos de exiliados latinoaméricanos y forma parte del equipo que colabora con la Revolución Sandinista de Nicaragua. Vuelve a la Argentina donde fallece en 1987.

Su producción teórica la constituyen numerosos artículos y textos que reflejan estos momentos. El libro Maternidad y sexo es el primero, en nuestro país, donde podemos encontrar una revisión, desde el psicoanálisis, de ciertos aspectos teóricos y clínicos acerca de la mujer en la obra de Freud. Por otro lado, Psicoterapia de grupo escrito junto a Emilio Rodrigué y León Grinberg se constituyó en una obra obligada en su época para pensar lo grupal desde el psicoanálisis. Como compiladora de los textos Cuestionamos I, Cuestionamos II y su artículo “Psicoanálisis y/o Revolución social” la encontramos impulsando un psicoanálisis que trata de reflexionar desde la izquierda.

Sin embargo, hay un aspecto de su producción teórica, quizás menos conocido, donde Marie Langer trata de pensar sobre nuestra época. Es decir, trata de reflexionar sobre los problemas de las próximas generaciones. Me refiero a su interés por la ciencia-ficción. En 1966 escribió un libro de cuentos llamado Ecuación fantástica y años después varios artículos sobre el tema. Uno de ellos fue “El analizando del año 2000”. En este artículo cuestiona el concepto de neutralidad en la clínica psicoanalítica y afirma que la ideología está presente en todo analista. Luego se propone que, para pensar en el analizando del futuro, y vislumbrar su diagnóstico y sus dificultades, es necesario realizar un vector temporal, desde los primeros pacientes de Freud hasta sus propios analizandos, para luego suponer el futuro de sus hijos. También el tomar noticia de los transplantes de órganos y otras innovaciones técnicas le permite imaginar cómo van a influir en las personas. Veamos algunas de sus conclusiones. Plantea toda la problemática que hoy se conoce como la “familia ampliada”. La extensión de la adolescencia incluso en la adultez. Una mayor tolerancia frente a la homosexualidad y otras prácticas y vínculos pregenitales. La importancia de la psicoterapia en la transformación del sexo y el transplante de órganos. El problema de la longevidad y el rejuvenecimiento por las cirugías plásticas. Los problemas de identidad, el bloqueo afectivo y el uso masivo de drogas. Finaliza diciendo que no pretende establecer si habrá cambios sociales profundos, de lo que sí esta convencida es de que el psicoanálisis, al ser una ciencia y un tratamiento con hondo sentido humanista, predominará en el futuro.

Sabemos que si el futuro es impredecible, se lo trata de atrapar a través de diferentes saberes que hoy quedan como testimonios de interrogantes que reflejan la época en que fueron escritos. En estas ideas de Marie Langer encontramos una serie de problemas que afectan al analizando actual. También la esperanza de un mundo mejor.

En este sentido, debemos entender que la esperanza permite la búsqueda de una verdad en permanente construcción, es decir, de una verdad que articula sentidos, que posibilita la elaboración, al construir el pasado dando cuenta en el presente de la historia que la constituye para de esta forma permitir la memoria. Por ello, la esperanza es una forma de la memoria. Esta última nos recuerda nuestros logros y fracasos, nuestros límites y posibilidades, nuestros sueños y realidades, nuestros deseos y fantasías. Es que recordar no es una actividad que nos lleve al recuerdo fáctico, sino al recuerdo de las razones por las cuales esos valores no forman parte de nuestra cultura. De esta manera, la vida se significa en el ser humano al ligarse a algún proyecto que la temporalice como pasado a superar y futuro a realizar.

Como decía Marie Langer en una entrevista con Enrique Guinsberg: “Freud en El malestar en la cultura, nos dice que para salvarnos de este malestar hay pocos remedios y cita el sexo, la ciencia, la droga, el arte y la fe (si se la tiene, es una gracia, dicen los católicos). Curiosamente no cita la política. Para mí es precisamente eso: qué hacer con tu trascendencia frente a la seguridad de la muerte, sin más allá. ¿Qué hacer con tu ‘estar en el mundo y para qué’, como dirían los existencialistas, sino encuentras algo que te sobrepase?. Para mí y para muchos es estar -pero no pretendo definirlo analíticamente- en la línea de la historia: naces en determinado momento histórico, te incluyes en lo que existió antes de ti, y vives tu ciclo con la historia o contra de ella. En un momento te toca morir, pero si viviste con la historia mueres con la sensación de quedar incluido en ella, de que vives más allá de tu vida personal y de que aportaste al futuro, aunque sea en mínima medida”.

Estas jornadas demuestran que Marie Langer quedó incluida en la historia. Continuar su perspectiva depende de todos nosotros.

Nota

1 En la exposición comenzaba diciendo: “Quiero agradecer a Monika Arredondo y a Victoria Martínez el haber organizado estas jornadas e invitarme a participar en ellas. También quiero agradecer a Fernando Ulloa, Armando Bauleo, Gilou García Reynoso y Juan Carlos Volnovich quienes, desde diferentes perspectivas, me transmitieron una historia donde Marie Langer representa un psicoanálisis que se encuentra con la actualidad de su cultura.”

 
Articulo publicado en
Noviembre / 2002