De la insumisión a la insurrección: el existenciario femenino | Topía

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De la insumisión a la insurrección: el existenciario femenino

 

Una no nace mujer. Llega a serlo.
(Simon de Beauvoir.p 109; 1949)[1]

 

"En los modos de subjetivación intervienen relaciones de poder y relaciones de saber, siempre"
(Deleuze y Guattari. p.127; 1986)[2]

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El psicoanálisis y los feminismos tienen una larga historia de confrontaciones, lazos, cruces, tensiones.

A la luz de los nuevos maremotos feministas y bajo una época de retorno fascista mundial; me gusta pensar al psicoanálisis y los feminismos no como un simple cruce teórico- epistémico, si no como una verdadera alianza política-clinica. Alianza que produzca insurrección. Armar lazos y conexiones impensadas para producir existencias totalmente inéditas.

Simon de Beauvoir escribió que el psicoanálisis ha realizado grandes progresos en tanto pensar al cuerpo, no como el objeto de estudio de los sabios, si no ese cuerpo vivido por el sujeto.[3] Pero ante todo alertaba del problema de hacer lecturas monistas -o sea desde una sola perspectiva-  sobre los problemáticas de género.

Años después Lacan va a pensar la relación epistémico-somática, de ese cuerpo no-todo, que goza, subjetivado desde una lógica falo-logo-céntrica[4]

El sujeto nunca es primero. Es producto de una derivación,  de una operación; en donde se vuelve legible, visible, aceptado, incluso por qué no querible para una lógica de sentido. Pero hay restos de partes cuerpos, de experiencias, de fuerzas, de intensidades, de afectos, efectos y afectividades que quedan por fuera de esta legibilidad.

¿donde va a parar esas experiencias vitales no significadas?

Pensar a la lógica fálica, en tanto  opera en los procesos de  subjetivación, en  su dimensión falo/castración, como una lógica  que implica un tipo de ordenamiento de las representaciones de mundo, que administran y regulan las pulsiones, los deseos, los cuerpos,  potencias y fuerzas de determinadas maneras: pasivo/activo; fálico/castrado.

Pero hay procesos, devenires vitales y experiencias de cuerpo-vivido y sentido, que no se pueden dar cuenta con las representaciones disponibles en el Otro del discurso cultural hegemónico.

Lo femenino entonces como experiencia vital que no se halla representada en la lógica fállica, no significa que no tenga su propia potencia de consistir en una existencia fuera lo castrado.

 

Desde el feminismo de beauvoir y hasta  el psicoanálisis  de Lacan

Una de las hipòtesis principales de Simon en el Segundo sexo (1949), es que “la mujer” se determina y se construye  a partir de la diferencia con lo universal. Entonces es un símbolo del mundo del hombre o del “macho”  La mujer es El Otro. Tomando a Levi-Strauss, a Hegel y a Sartre ubica que ninguna colectividad pudo nombrarse así misma si no constituyendo un Otro en frente de sí.  Llevada a lo singular, esta conciencia del sujeto afirmándose en oposición, (el Otro lo niega y lo afirma)  Hay un sujeto y hay un Otro. Venerada y temida, la mujer como símbolo del mundo del hombre, entra en serie con la naturaleza, eso caótico e impredecible  que se domina, se organiza, y se pone a disposición;  pero este lugar de terror y veneración la coloca más allá de lo humano. Dejándola en estado de -potencia precaria-

“Decir que la Mujer era el Otro, es decir que no existía entre los sexos una relación de reciprocidad: Tierra, Madre o Diosa, no era un semejante para el hombre; su potencia se afirmaba más allá del reino humano, por lo tanto quedaba fuera de ese reino”

(S. Beauvoir; p 94; 1949)[5]

 

En Lacan vamos encontrar en el recorrido de su obra, que el falo, a diferencia de lo que plantea Freud, no es ya, el pene, sino que es un  significante. Si se inscribe en el inconsciente la falta como "tener el falo" hay que usarlo, y se tiene a costa de una prohibiciòn (complejo de castraciòn); si  se inscribe la falta como falta de falo,  se juega a serlo (mascarada) o se busca como suplencia (pennisneid).  (Lacan;1962, 1963)

En el Seminario 20 ( 1972) escribe  los modos de sexuación en una fórmula de dos lados, en donde todo ser hablante, por ser hablante, dirá él, se ubica.

Curiosamente las principales interlocutoras (aunque no presentes) para pensar aquello fueron las mujeres del MLF (Movimiento de Liberación de las Mujeres/Femmes) que  en Francia  habían tenido una gran participación en el mayo del 68; insurrección política obrera-estudiantil de la cual Lacan fue apenas empático. Dice:

“ Hay un goce (...) del cuerpo que está, si se me permite, mas alla del falo. Que daría verdadera consistencia al MLF” (Movimiento de liberación de las Mujeres/Femme) (Lacan;p.90;  1972)[6]

Un lado lo universal (función fálica falo/castradx), sujeto en tanto se inscribe en la función fálica, lado hombre o macho. El otro lado lo que queda por fuera de eso, la otredad o el más allá del falo. El lado mujer que "veta la universalidad". Aquí no hay referencia fálica.

La función fálica designa un goce, el fálico. El edipo dice cómo hay que gozar. Instala una prohibición y entonces el goce  se articula al deseo gracias a esa prohibición. Para lo masculino todo está ordenado bajo la misma fórmula y referencia. Lo universal.

En cambio, para  lo femenino partimos de que no hay referencia fálica. Entonces: ¿no hay ninguna referencia? ¿hay multiplicidad? ¿cómo se constituye la diferencia?

 

Estado de sumisión

¿De que modo gozan las existencias femeninas si sus goces están sometido a lógicas, referencias y leyes  que no solo no le son propias si no que las dejan del lado de un más allá que Beauvoir marca como fuera del reino humano?

¿Qué otras maneras que no sean fálicas hay para gozar?

Si lo femenino se define desde una falta, tener, entonces para lo femenino se vuelve una encrucijada, por que se vuelve un crimen.  Y es un crimen que hay que pagar, como Eva pagó haber pecado. Se paga, se castiga con culpa. ¿Qué es lo que se  está castrado, extraído?  La autonomía simbólica.

“ Si se afana por superar sus tendencias -pasivas-  que la mantienen dependiente del objeto, y obtener autonomía social e intelectual, se encuentra con que de alguna manera compite con algún hombre, castrándolo; y por otro lado la autonomía que forma parte de los requisitos esenciales de los decálogos de salud mental” (Emilce Dior Bleichmar; p. 24 1985) [7]

Las representaciones disponibles que hay en la cultura de lo femenino son las representaciones que el mundo del hombre ha inventado para abordarlo.

Una paciente me decía en relación a sus vínculos eróticos: "me siento sucia cuando hay una situación erótica, como culpable" Otra paciente adolescente  de la relación con su padre: "me da vergüenza pedirle, me siento en falta" También una joven que me contaba una situación en su trabajo "me cuesta poner limites por que a veces no se lo que me corresponde o no"

La posición de falta, de inferioridad, de desvalimiento se pone en juego en  la transmisión, posición y  enunciación de las existencias femeninas.

Así lo femenino, como dirá Beauvoir, queda en estado de potencia precaria , queda despojado de sus potencias y flujos vitales: castrada, inferior y avergonzada. Siente culpa cuando algo siente, aunque extraño,  por fuera de su castración.

La culpabilización entonces como un efecto subjetivo que opera en los cuerpos,  de esta operación de extracción de autonomía.

 

Proceso de insurrección

"el lugar de la mujer en la sociedad es siempre el que le asignan;
en ningún tiempo ella a impuesto su propia ley

( S. Beauvoir; p.96; 1949)[8]

¿Es a través de prácticas, políticas y  experiencias vitales que pueden advenir nuevas representaciones? ¿Cuáles son estas representaciones?

Lo femenino en su dimensión aberrante, desterritorializante, anomal, múltiple, por fuera de la lógica logo-fálica, en su ser puro proceso vital, incodificable, ilegible, lo diverso: subjetivarse desde su potencia. Que supera la categoría de género en sí mismo y lo mantiene en tensión. En la medida que la referencia fálica estorbe ,  adviene la pregunta o acaso lo que- se siente-, que debe haber un goce que no esté regulado por lo fálico. Una ley que le es propia. ¿Acaso será la misticidad de la que habló Lacan?

“ sienten, vislumbran la idea de que debe haber un goce más allá del falo. eso se llama un místico”(Lacan; p.92 ; 1972) [9]

Pero lo místico en todo caso es cosa seria.  Lo místico como territorio en donde se perciben y se liberan las fuerzas y flujos vitales singulares, donde se da el despliegue de las potencias propias. Que no será legible ni codificado por la lógica fálica.  Si no más bien será sentido. Pero ese sentir tiene que tener estatuto verdadero, en tanto consistir, existir, por sí solo.

El más allá tiene que empezar a pensarse como más acá. Por que siempre que este más allá será cosa de la otredad, de lo no posible, alejado de lo humano.

Más acá, como práctica de la consistencia a ese sentir que todavía no encuentra palabras para definirse, su propia legalidad, pero ante todo está ahí, porque se siente.

Suely Rolnik  (2019) - psicoanalista y crítica cultural brasilera- plantea que existe un saber-del-cuerpo o saber-eco-etológico, experiencia del cuerpo viviente conectado con los flujos, potencias y afectos del mundo que funciona como brújula ética y por otro lado, un saber del sujeto, experiencia subjetiva, en donde se descifra el mundo a partir de las representaciones, palabras, conceptos ya existentes, que sirven como brújula moral. Es ese saber del cuerpo lo que está más allá/más acá.

Pensar que otras epistemologías,  lecturas y lógicas pueden dar cuenta de estos procesos y con los que podemos ayudarnos para producir  planos de consistencia clínicos que orienten un tratamiento, una dirección de cura.

Ese más allá de lo fálico, es un más acá de nuestras fuerzas de percepción, de fragilización, de afectividad, del registro del cuerpo, ni en su concepción biológica ni puramente significante, si no en su concepción viviente en relación con las fuerzas del mundo. Nuestra capacidad de producir nuevas existencias.

 

Sofía Guggiari
sofia.guggiari [at] gmail.com (​)

 

BIBLIOGRAFÍA

G. Deleuze; La Subjetivación; Editorial Cactus. Buenos Aires

S. Beauvoir, El segundo Sexo; Buenos Aires. Ediciones Siglo XX; 1970

J. Lacan. Seminario 20; Editorial Paidos; Buenos Aires 2016

J. Lacan. Seminario 10; Editorial Paidos; Buenos Aires 2016

Emilce Dior Bleichmar; El feminismo espontaneo de la histeria; Editorial Fontamara;  Mexico; 1997\

Suely Rolnik, Esferas de la Insurrección, Editorial Tinta Limon; Buenos Aires; 2019

 

[1] S. Beauvoir, El segundo Sexo; Buenos Aires. Ediciones Siglo XX; 1970

[2] G. Deleuze; La Subjetivación; Editorial Cactus. Buenos Aires

[3] S. Beauvoir, El segundo Sexo; Buenos Aires. Ediciones Siglo XX; 1970

[4] J. Lacan. Seminario 20; Editorial Paidos; buenos Aires 2016

[5] S. Beauvoir, El segundo Sexo; Buenos Aires. Ediciones Siglo XX; 1970

[6] J. Lacan. Seminario 20; Editorial Paidos; buenos Aires 2016

[7] Emilce Dior Bleichmar; El feminismo espontaneo de la histeria; Editorial Fontamara;  Mexico; 1997

[8] S. Beauvoir, El segundo Sexo; Buenos Aires. Ediciones Siglo XX; 1970

[9] J. Lacan. Seminario 20; Editorial Paidos; buenos Aires 2016

 
Articulo publicado en
Junio / 2019