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El miedo en la Fenomenología del Espíritu de Hegel

 

En su momento, Aristóteles había afrontado el problema del miedo y había dado ya una primera definición, aún hoy más o menos válida: "Decimos que temor es un dolor o una turbación proveniente de la imaginación de un mal che puede sobrevenir, portador de destrucción o dolor" (Retórica, 1382 a 20). El "miedo" en griego se dice φοβο, que significa también "fuga" y, en efecto, a menudo pensamos el miedo en relación con la fuga para evitar la "turbación" o el "dolor" de que habla Aristóteles. Pero en este caso el miedo es una emoción que nos induce a la fuga para evitar la causa de la turbación y para permitir la restauración de la situación anterior, en la que nuestro ser se sentía seguro y estable. Como es sabido, φοβο indica también "locura", estado de ánimo completamente contrario al normal, como una suerte de situación innatural.
En las famosas páginas de la Fenomenología hegeliana, que están entre las más famosas de la historia de la filosofía, el miedo es tratado de un modo diferente, y diría aún que con un significado sustancialmente opuesto al que nos ha legado Aristóteles. Ya hace casi dos siglos que estas páginas fueron escritas (1806-1807) y cada lector de cada época suele ejercer sobre ellas una lectura diferente. Los marxistas han visto tipificadas las relaciones de clase, los existencialistas las relaciones fundamentales de la existencia humana. Cada una de estas interpretaciones no llega a agotar la gran riqueza de estas páginas, y por mi parte intentaré una nueva interpretación, traduciendo el texto en la tentativa de "traicionarlo", con el fin de extraer una lectura más filológica. El texto hegeliano será aufgehobt, "superado", "removido", "subsumido", esto es, llevado a un nivel de mayor profundidad/altura etimológica.
Resumo brevemente el contenido. Hegel provoca la confrontación de las dos autoconciencias, en sí mismas idénticas, la del esclavo y la del amo. Éstas luchan por el reconocimiento recíproco, aun siendo puestas en condiciones opuestas: el amo (Herr, que significa también "señor") es dominante en relación con el esclavo (Knecht). Este último, sin embargo, es el medio para la satisfacción de las necesidades del amo, y entonces el esclavo, que es la representación del Otro, se inserta en el interior de la autoconciencia del amo, entre Sí e Sí. El esclavo, por el contrario, no tiene necesidad del amo para satisfacer las propias necesidades, y, por lo tanto, se encuentra en una posición de efectiva ventaja respecto de aquel. El trabajo lo ha emancipado del dominio del amo. Pero el esclavo se ha hallado en la posición del dominado, "porque ha sentido angustia frente a la totalidad de la propia existencia a causa de que ha tenido miedo a la muerte (Furcht des Todes), es decir, del amo absoluto. En esta angustia, la conciencia ha sido íntimamente trastocada, ha temblado hasta en su más remoto confín, y todo lo que en ella había de fijo ha sido sacudido. Este puro movimiento universal, este absoluto devenir-fluida de toda subsistencia, sin embargo, es precisamente la esencia simple de la autoconciencia, la negatividad absoluta, el puro ser-para-sí: he aquí por qué la conciencia servil contiene todo ello en sí misma" (el subrayado es mío, A. I.). El amo, por el contrario, no ha sentido este miedo y ha esclavizado al Otro.
Pero Hegel reconoce una suerte de necesidad del sentir miedo: "Sin la disciplina del servicio y de la obediencia, el miedo permanece solamente formal y no se revierte sobre la existencia real y consciente. Sin la actividad formadora (Bilden), el miedo permanece interior y mudo, y la conciencia no deviene por sí misma... En definitiva, si la conciencia no ha sufrido el miedo absoluto, sino sólo alguna angustia (Angst) particular, entonces la esencia negativa le ha quedado solamente exterior y no ha atravesado íntimamente su substancia". En este sentido, se puede captar la oposición entre Hegel y Aristóteles, ya que para éste el miedo era algo que se advierte cuando la naturaleza del propio ser es puesta en peligro, mientras que para Hegel es necesario enfrentar la totalidad del ser para construir el propio saber y con él el propio ser. Hegel da muestras de su apropiación del mundo hebreo, que es el mundo que hace del miedo y del temor el fundamento mismo del saber. Recuérdese el Salmo 111, 10: "Principio de la sabiduría es el temor de Dios", repetido, como recuerda Rubén Dri en Intersubjetividad y reino de la verdad, en Proverbios, 1,7: "El temor del Señor es el principio de la sabiduría". Como es conocido en Hegel, el saber de la Fenomenología se transforma en el ser, en el comienzo de la Ciencia de la Lógica. Correctamente, por lo tanto, concluye Jean Hyppolite: "En tal miedo el hombre ha tomado conciencia de la totalidad de su ser".
Nada más lejano del sereno mundo de los griegos donde las emociones radicales y absolutas debían ser evitadas, mientras que, en el ajetreado mundo germánico, desde la lucha de las emociones surge la conciencia de sí. Este es el mundo de la bellum omnium contra omnes y no es casual que Hegel utilice los términos de Herr y Knecht, que son típicos términos alemanes que designan las relaciones feudales. Pero el mismo Hegel nos había advertido que aquí estamos ante un miedo absoluto, y no ante una angustia particular, como era el miedo para Aristóteles.
Pero si tratamos de traducir el término alemán Furcht en latín, nuestra lengua originaria, podemos realizar un descubrimiento interesante: en latín vulgar tendremos pavura y en el latín clásico pavor del verbo pavere, afín a pavire, que significa "aplanar la tierra", de lo que tendremos pavimentum, "tierra aplanada". En italiano, en efecto, ha permanecido este término latino, por el cual nosotros los italianos decimos "paura". Naturalmente, entre el alemán y el latín existen enormes diferencias etimológicas, pero no podemos dejar de lado este método de trasponibilidad lingüística para hacer que las palabras expresen todos sus significados intrínsecos, posibles e implícitos. Al intentar retraducir en alemán el término pavimentum, realizamos otro descubrimiento interesante: en alemán tenemos Boden, que significa "tierra" o "suelo". En alemán, la frase Grund und Boden significa "posesión terrena" y, como es sabido, el feudo era el dejar en posesión de alguien, del que se tenía confianza, un objeto. En efecto, la palabra feudo viene del franco fëhod, que significa "propiedad (od) del ganado (fëh)" o del longobardo fiu ("propiedad"). Naturalmente, la diferencia entre "propiedad" y "posesión" escapaba a los primitivos pueblos germánicos, mientras que los latinos indicaban con la proprietas (que significaba también "naturaleza" y "carácter") la posesión reconocida por la ley, y con possessio la posesión no reconocida por la ley. El término Grund (de Grün el "verde", el color de la hierba, el alimento del ganado, fundamental elemento para un pueblo de pastores nómades, como eran antiguamente los alemanes) en alemán significa también "fundamento" en el significado filosófico, lo que indica algo perteneciente a la naturaleza y al carácter de una cosa.
Después de este excursus lingüístico podemos llegar a la conclusión de que el miedo (Furcht en alemán) es una emoción radical, fundamental, absoluta, típica de un mundo lingüístico y cultural que estaba acostumbrado a la conquista de las tierras de pastoreo, a la lucha y a la ley del más fuerte, y por ende muy distinto del mundo estable de la constancia de la ley, típico de los pueblos mediterráneos que estaban habituados a huir de las modificaciones radicales del ser. Curtius indica el origen del término "timore", en español "temor", en los términos sánscritos tamra, "oscuro" y tama, "noche", por lo tanto una condición que no permite el conocimiento o la visión de la naturaleza del ser de las cosas. Nos encontramos frente a significados completamente divergentes respecto de las condiciones psicológicas que deberían describir: la Furcht es una condición absoluta, mientras que el "timore" o "temor" describe una situación relativa a un ser particular. Sólo el término italiano paura se acerca al sentido alemán de Furcht, y sería el italiano "temor pánico" que viene del griego y que significa miedo de frente a un trastorno de la naturaleza normal de un ser, porque era el sentimiento que surgía frente a la figura del dios Pan, mitad animal y mitad hombre. La muerte del dios Pan, según la mitología griega, fue anunciado por un timonel de nombre Thamus. El español miedo, por el contrario, viene del latín metus, que significa "respeto", "no voluntad", "peligro", "temblor".
Volviendo a Hegel, encontramos en sus páginas que el miedo frente a la totalidad del ser corresponde en el esclavo a la privación de su fuerza en la plenitud de la lucha por el reconocimiento de su propia alteridad. Sólo el trabajo lo libera de esta condición de miedo. La relación amo-esclavo es una suerte de modelo de toda forma de relación entre los seres humanos, porque está fundada en la categoría de dominio α ρ χ η , del cual α ρ χ ω ν "señor". El miedo es el sentimiento más típico frente al Otro, cuya naturaleza es desconocida pero estimada extraña a la propia. Hegel con el miedo describe la "pura negatividad", la experiencia de la conciencia que se construye en la confrontación dialéctica con la propia negatividad, con la diferencia absoluta respecto de sí misma. No es una casualidad que de las dos autoconciencias prevalezca la del esclavo, que está en una condición de minoridad. Se puede conjeturar que Hegel en su texto haya tenido presente el famoso escrito kantiano ¿Qué es la ilustración?: "La ilustración es la salida del hombre del estado de minoridad que debe imputar a sí mismo. Minoridad es la incapacidad de servirse (bedienen) del propio intelecto sin la guía de otro". Esta conjetura se sostiene en virtud del uso hegeliano del término Dienst (servicio) del verbo bedienen, que hace aparecer el texto hegeliano como una suerte de cita del famoso concepto kantiano.
La fluidez de la autoconciencia es sustituida por la construcción que cumple el trabajo, que constituye una nueva y sólida figura: la libertad de la autoconciencia, a que se llega, según Hegel, mediante la superación del miedo frente a la totalidad del ser y a la construcción de una autoconciencia autónoma e independiente por sí misma. Prefiero cambiar el término "libertad" por "liberación", ya que toda superación de una forma de dominio es siempre un movimiento de liberación y en realidad la Fenomenología entera es una obra en que es descripta la liberación de los condicionamientos y de los obstáculos que limitan el ser del hombre. Uno de estos obstáculos es el miedo, cuya superación es un momento de liberación, a condición de que, sin embargo, la liberación suceda junto a una toma de conciencia, junto a una reapropiación por parte de la conciencia de su propia naturaleza, a un reconocimiento de esta naturaleza, que llegue a una "reconciliación con la realidad" propia. Obviamente, una reconciliación con la propia realidad debe ser obtenida también trámite la reconciliación con la realidad del Otro, que así llega a constituir la realidad común. Alexandre Kojeve, a propósito de este pasaje de la Fenomenología, recordaba que en el Fragmento de sistema de Frankfurt, el joven Hegel veía en el amor el concepto fundamental de toda forma de reconciliación con la realidad.
Provocativamente se podría ensayar otro paso más en la traición de la dialéctica amo-esclavo. Con la benevolencia de las feministas, se podría ver en el esclavo a la mujer y en el amo al hombre. De las dos autoconciencias tocará a la mujer la tarea de superación frente a la totalidad del ser y la reconciliación con una forma superior de verdad que la certeza de sí (título del capítulo de la Fenomenología donde se describe la dialéctica amo-esclavo) hacia la libertad de la autoconciencia. Las feministas podrían replicar que una interpretación de este tipo lleva a la conciencia infeliz (parte del título del capítulo sucesivo al de amo-esclavo). Se podría replicar, a su vez, que la "conciencia infeliz" es la conciencia religiosa, la cual se funda sobre la total diferencia, mientras que amo y esclavo para Hegel son idénticos, en tanto ambos son igualdades consigo mismos: ¿la liberación de la mujer no es quizás y también liberación del hombre?

Antonino Infranca
Filósofo
toninfranca [at] elsitio.net

traducción del italiano: Gabriel Livov
 

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Articulo publicado en
Octubre / 2001