En Clepios Nº13, Nery Fures dice: “El año pasado empezamos con una prueba piloto para ir cambiando la formación desde su disciplina y darle una visión más interdisciplinaria, se trabajó con tres experiencias pilotos, una en el Hospital Belgrano, la otra en Berizo y la otra en Hulingham, en donde son Residencias integradas, multidisciplinarias, con algunas ya se venía trabajando como con el Belgrano, se empieza a incorporar el trabajo en el primer nivel con equipos interdisciplinarios.”
Al concluir la lectura de la entrevista tuve una extraña sensación. Me sentía mucho más joven. Sonaban palabras parecidas. Interdisciplina, residencias integradas, primer nivel...
La falta de historia puede tener ventajas, por ejemplo uno puede sentirse siente joven. Vuelve a escuchar lo mismo que hace diez años, y por un momento la fantasía de que el tiempo no ha pasado...
Hace más de diez años hubo otro proyecto interdisciplinario. Hablo de la Residencia Interdisciplinaria en Salud Mental (RISaM), a la que perteneció el autor de estas líneas. El proyecto surgió de Vicente Galli, el Director Nacional de Salud Mental del gobierno de Alfonsín, entre 1983-1989. Se instauró en varios lugares del país (en la Sección Arqueología de las Residencias pueden encontrar historias de alguna RISaM). La idea de la Residencia era formarse en el marco de APS. En Capital se usaron las vacantes de Residentes de los tres Manicomios. Fue integraba por Enfermeros, Trabajadores Sociales, Terapistas Ocupacionales, Médicos y Psicólogos. Solamente fueron cuatro camadas (86-89) de una “Residencia Utopica”, en palabras de su creador, porque era la Residencia del “no lugar” donde “residir”. Además de no contar con equipos idóneos para la formación de los residentes equipos interdisciplinarios, los residentes debían además luchar por sus lugares de inserción (pequeñas delicias de la utopía “gallicista”). La mayor parte de veces comandados por los solitarios y bienaventurados Jefe de Residentes, quienes consiguieron diferentes lugares para la formación y la práctica.
La breve historia en Capital terminó cuando Angel Fiasché reemplazó a Galli en la Dirección Nacional de Salud Mental. Decidió que la residencia volviera a su lugar de origen (los viejos Hospicios, que habían tenido las vacantes por veinticinco años), y que dejara de ser interdisciplinaria. Desde ya, y como es ley en la Argentina, sin evaluación de ninguna clase. Por otro lado hubiera sido imposible, porque no se puede descartar un sistema de formación de cuatro años en cuatro años; sin un Plan de Salud Mental, ni proyecto alguno.
Otra decisión política “a la argentina” que abortó otra vez más otro proyecto.
Pero, para ser justos, la RISaM fue un intento de reinventar el tipo de trabajo de la década del ’60 y ’70 que se había realizado a partir de la experiencia del Lanús con Mauricio Goldenberg, de donde provenía el mismo Galli. Trabajo en equipos Interdisciplinarios como metodología básica de los abordajes en Salud Mental: No desde una sola disciplina (fuera cual fuera) para abordar el complejo “nuevo campo”, sino dentro un equipo de trabajo.
Van más de 40 años de experiencia en la formación de Recursos en este sentido, por tomar las metodologías interdisciplinarias que implican los grupos operativos generados por Pichon Rivière, a fines de la década del ’50.
Pero hoy volvemos a leer lo mismo y sin cita alguna a proyectos del pasado. Y menos aún a los actuales, como la Residencia de Educación para la Salud de la MCBA, que tiene más de 10 años de existencia.
A veces me pregunto si en nuestro ámbito la falta de historización es una lipoaspiración subjetiva de varias generaciones que pueden creer que siempre están en el último grito de la moda, de-formación e información. Eternos y bellos adolescentes con la posta.
Pero si no se historiza se volverán a cometer los mismo errores, y trabajar demasiado por los aciertos. Tal vez a muchos no les importe porque se seguirán sintiendo jóvenes y con proyectos espectaculares y “novedosos”.
Leo en otra Revista:
“En nuestro país no están organizadas, por desgracia, las estructuras que puedan poner en marcha una política sanitaria de higiene mental. Salvo tentativas aislada, una actitud declamatoria reemplaza la planificación que debería existir, y sobre todo, carecemos de técnicos que entienden este problema, muy distinto del ejercicio individual de la psiquiatría. Las actividades que fomentan y protegen la salud pública se ejecutan sin un programa explícito o implícito de higiene mental, y es de lamentar que la mayoría de los médicos y trabajadores sanitarios carezcan de nociones sobre la trascendencia de los problemas.”
Me gustaría que la frase fuera de hoy, pero pertenece al Editorial de Acta Neuropsiquiátrica Argentina de 1960.
No quisiera volver a leer el mismo cuento de la buena interdisciplina en diez o veinte años.
El precio por ser eterno joven y fantástico es muy alto: no tener lugar en la historia.
*Publicado en Clepios, una revista para residentes de Salud Mental Nº15, 1999.