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Algo se veló camino al foro

 

Velo: “Pretexto, disimulación o excusa con que se intenta ocultar, atenuar u oscurecer la verdad.”
Diccionario de la real academia española

 

...los seres humanos vivencian su presente como con ingenuidad, sin poder apreciar sus contenidos”
S. Freud El Porvenir de una Ilusión.

 

Es enorme la riqueza de los procesos sociales argentinos que tienen como punto culminante el 19 y 20 de diciembre de 2001. Los balances de la acción y el pensamiento crítico que la sustente ayudaran a poner en cuestión la tentación de andar este presente “como con ingenuidad” al decir de S. Freud.
Pocas veces hemos podido ver un develamiento tan profundo de las relaciones sociales como el que se dio en los últimos días de la presidencia De la Rua, proceso que puso en cuestión el conjunto de poderes y valores del régimen capitalista.
Haciendo una síntesis podemos decir que existía una crisis largamente anunciada que se transforma en una catástrofe social con enormes daños por la expulsión y expropiación de los sectores bajos y medios de la sociedad. En la misma las luchas sociales se potencian como lógica consecuencia de la rebeldía ante la catástrofe y dan por tierra con varios presidentes de la república.
En esta situación, que tiene muchos niveles de análisis, queremos recordar que la transformación de la crisis en catástrofe tuvo estos detonantes:
a) El secuestro y expropiación del dinero de los ciudadanos depositado en los bancos por parte del estado.
b) La posterior suspención de los derechos y garantías civiles por la instauración del estado de sitio. Entre uno y otro pasan aproximadamente veinte días y dentro de los cuales se montan sectores de la provincia de Buenos Aires trabajaban para el ascenso de Duhalde a la presidencia.
c) Consecuencia de lo anterior millones de personas quedó por fuera del sistema laboral y social. Absolutamente sin recursos.

 

Las instituciones políticas:
Es lícito preguntarse cómo y por qué la legalidad y las instituciones burguesas, pasan de ser repudiadas bajo la consigna “que se vayan todos” a nuevamente creíbles y generadores de expectativas.
Es decir que el conjunto de instituciones adquiere el sentido de una vuelta a la normalidad, a una lógica que la sociedad acepta. Para que ello ocurra una serie de actos políticos deben necesariamente instalarse con valor de verdad y, por lo mismo, es necesario que transite el camino que va de la creencia a la ilusión. Negando las sobradas evidencias de lo peligrosas que son para los ciudadanos las lógicas del poder político y económico. Con ese movimiento empieza a circular, por debajo, una de las creencias básicas del sometimiento social: que todo cambio del orden social puede ser mucho peor.
Recordemos que la instalación de la creencia se basa, fundamentalmente, en el modo religioso de pensar el que está vinculado a los modos mágicos de reflexión, es decir que se apoya en los aspectos más regresivos e infantiles de los seres humanos.
Por su parte la ilusión se sostiene fervientemente en que la realidad funcione de acuerdo a los deseos y anhelos personales, es decir el sujeto se convence de que lo que pasa y lo que desea está en algún tipo de relación y armonía o, en todo caso, ve la realidad de acuerdo a sus propios deseos.
Claro que hay que tratar de establecer la necesaria línea entre lo que desean las personas y aquello que el velo social impide: las distintas formas en que el poder hegemónico realiza tanto las manipulaciones conscientes como inconscientes como para que la población se ilusione y desee. Si la historia la escriben los que ganan, como dice la canción, son esos mismos ganadores los que producen las creencias e ilusiones para que subjetivamente los ciudadanos se sometan acríticamente, manera en que predomina, de alguna u otra forma, la dependencia infantil de los habitantes del país.

Las instituciones bancarias:
-En estos días se ha comprobado que El 85% de los ahorristas que tenía dinero en el denominado “corralón”, último bastión que impedía a los depositantes recuperar su dinero secuestrado en las instituciones bancarias, dejó sus dineros en los mismos bancos. Lo que muestra que la mayoría de los damnificados y estafados por los bancos vuelven a creer en ellos como organismos de resguardo de sus valores y bienes.
Por ello vale la pena preguntarse por qué los repudiados bancos de no hace mucho vuelven a cobijar los dineros de la gente luego de ser los agentes de una fenomenal transferencia de recursos. Preguntarse el por qué del éxito de esta recuperación, de esta demostración de reorganización del poder que los devuelve a los bancos como confiables y protectores.
Esta acción de confianza de los ciudadanos expropiados requiere un mecanismo psicológico de renegación del proceso vivido, es decir es necesario olvidar, omitir cómo y de qué manera se dio ese apoderamiento absoluto de los depósitos donde el estado rompió la regla básica de su sostén: la propiedad privada como ley sagrada del capitalismo. Es decir en ese proceso subjetivo se pierden las causas y motivos del por qué el poder político anuló el contrato social y ordenó a las instituciones bancarias que inhiban la circulación dinero, se niega, en suma, lo que la crisis dejó al desnudo: que la verdad de la institución de la propiedad privada se reduce a que sólo los poderosos tienen derechos. Consecuentemente esa renegación desliza el temor hacia otro lugar, no es casual que cada vez que las operaciones bancarias indicaban el interés del poder económico de que la gente dejara el dinero en los bancos se abre una ola de inseguridad, secuestros y robos en casas y barrios, donde los medios ayudan a deslizar el terror de la gente hacia los ladrones o secuestradores y no a los poderosos. Así la gente con dinero en los bancos odia y teme la inseguridad y acepta someterse al poderoso, es decir vuelve al templo a protegerse.
Cuando se rompió la circulación del dinero también se quebró la concepción del mismo como el dios de las mercancías, representante y síntesis de todas ellas. Por ello con ese cierre de los bancos se clausuran las múltiples seguridades e ilusiones que tiene el banco, como templo del dios todopoderoso: el dinero. Por lo tanto no sólo se expropió a los poseedores del dinero depositado sino que, además, se rompieron una serie de representaciones tanto simbólicas como imaginarias que el dinero tiene para el conjunto de la sociedad.
Desde le punto de vista institucional la relación dinero depositado, templo que lo cuida y lo protege, se extiende a la subjetividad en la creencia que la institución por extensión “nos cuida y nos protege”. Como en cualquier religión el diezmo se transforma en la lógica ganancia del templo, aceptada como tal cuando el orden social funciona y claramente es puesta en cuestión cuando la voracidad del templo hace que todo quede para la misma.
Recordemos que el diezmo es una derivación del sacrificio, siguiendo esta secuencia: primero sacrificio humano, donde dios pide para sí lo más valioso de cada uno o de cada comunidad. Luego terminada la etapa del sacrificio se pasa al animal sacrificial, ritual y de éste, cuando el templo dejó de ser el único responsable de la emisión de dinero, al diezmo. Es decir que en la subjetividad ese diezmo de épocas normales tiene una relación con el sacrificio. La entrega de un porcentaje para que el resto, esa parte que queda en manos de los feligreses lo sea con el beneplácito de los dioses. Cuando este contrato se hace insoportable por la voracidad de los que mandan aparecen los deseos de expulsar a los mercaderes del templo. Lo más frecuente es que el templo, invocando la ira de dios, expropie y someta a los creyentes.
Actualmente los bancos dan pingues ganancias en la bicicleta financiera para los ahorristas. Con ello su especificidad vuelve a ser creíble y aceptada. En función de esta dinámica de la ganancia se reniega lo que esos mismos bancos hicieron con el dinero de la gente. Vuelven a tener una imagen de credibilidad.
Es decir que en esta maniobra se legaliza la institución del dinero, con lo cual recupera para sí, con este substrato divino, la capacidad que el dinero tiene de establecer y organizar vínculos sociales. Con la necesaria enajenación y alienación que esto tiene.

Instituciones políticas y los bancos:
Fetiche: Idolo u objeto de culto al que se atribuye poderes sobrenaturales. Especialmente entre los pueblos primitivos.
Diccionario de la Real Academia Española
No es de extrañar que las instituciones políticas y las bancarias corran parejo en esto de ser los parámetros de razonabilidad, de organización de la sociedad. El fetiche de la buena organización social capitalista y el fetiche del dinero no tienen más remedio que correr juntos a su suerte. Ambos son partes de la misma raíz y comparten un destino que, como pocas veces vimos, fue puesto en claro por los grandes movimientos de masas indignadas contra las distintas formas de estafa que la organización social argentina, sometida y obediente a los asuntos que le dictaminó el capitalismo mundializado, realizó sobre los habitantes de la patria.
Estos poderes que el fetiche pudo tener en la antigüedad son hacia donde se dirigen los velamientos que el poder económico y social instaura y para lo cual convoca a modos primitivos de pensamiento.
Desvelar: “Poner gran cuidado y atención en lo que uno tiene a su cargo o desea hacer o conseguir”.
Diccionario de la Real Academia

“Una de las pocas impresiones gozosas y reconfortantes que se pueden tener de la humanidad es la que ofrece cuando, frente a una catástrofe desatada por los elementos, olvida su rutina cultural, todas sus dificultades y enemistades internas, y se acuerda de la gran tarea común: preservarse contra el poder desigual de la naturaleza”
Sigmund Freud. El porvenir de una Ilusión. Tomo XXI
Podemos decir que el proceso que vivimos sacó a miles y miles de personas de sus vidas habituales, dado que dejaron de tener rutinas laborales porque fueron expulsados del empleo. En esta adversidad dispusieron toda su energía y entrega para intentar parar la catástrofe social desatada y resolver los problemas a que las sometió el desmadre de todas las instituciones políticas y económicas del sistema capitalista.
Es evidente que con la reorganización institucional y política para muchas personas el tiempo de la revuelta terminó, se podrá discutir que esto es momentáneo o circunstancial, pero que con las elecciones un gran porcentaje de los resueltos y activos militantes anticatástrofes social han hecho un alto, un descanso y este resuello se traslucen en el apoyo pasivo al orden institucional que, sin duda, contempla algunos de los aspectos de esa tremenda lucha que la gente libró contra el sistema político y sus representantes. Esto no quiere decir que la mayoría de los damnificados por la misma hayan reconstituidos sus vidas en forma más o menos razonable. El cuerpo social muestra a las claras que hay millones de personas que difícilmente recuperen formas de subsistencia dignas.

El orden social:
Sin duda la lucha entre la organización social del orden burgués y otra que podría surgir de los desposeídos y débiles del mismo es desigual y requiere una titánica tarea para que éstos últimos puedan producir los dispositivos comunitarios, organizativos que reemplacen las instituciones actuales por otras radicalmente diferentes.
Sin duda el éxito de la reorganización burguesa se basa en la velocidad y eficacia con que reinstala esa creencia en que este orden social actual es el ideal para todos los seres humanos que cobija en su seno. Trabajando para ello en el inconsciente los sentimientos más infantiles de las personas donde promueve la demanda amorosa y el pedido de protección ante el desvalimiento. Con ello invita a acomodarse en estas fragilidades y con ello extorsiona a los sujetos con el terror hacia los cambios sociales a los que identifica como aquello siniestro y peligroso, es decir lo que el desvalimiento y la dependencia infantil quieren evitar a toda costa. Es en esta instauración del poder del fetiche de la institución y el fetiche del dinero donde el imaginario permite que todas las negaciones, renegaciones y olvidos sean posibles y permiten la reconstitución del orden social hasta la próxima revuelta.

César Hazaki
Psicoanalista
cesar.hazaki [at] topia.com.ar

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Articulo publicado en
Octubre / 2003