La pandemia que nos atraviesa hizo entrar en crisis a pacientes, analistas y los tratamientos clínicos. La continuación a través de pantallas dio lugar a algunos debates sobre la pertinencia de su uso. Muchos llegan al puerto dilemático entre tecnofóbicos y tecnofílicos. Algunos descreen que algo del psicoanálisis pueda suceder sin el encuentro presencial y otros afirman que se continuó el análisis por otro medio, en una suerte de pontificación sobre un inconsciente que no conoce frontera alguna.
Los forzados tratamientos a distancia muestran una crisis que atraviesa a analistas y pacientes
Contadas con los dedos de una mano, podríamos pensar cuáles han sido las situaciones en que la experiencia analítica, quedó atravesada en su totalidad -analistas y pacientes-, por circunstancias de una coyuntura omnipresente.
Freud, algún caso clínico relatado por Winnicott en el contexto de la guerra (bombardeo de Londres); y en un salto sin escalas para una referencia local, Argentina de fines 2001/2002 son algunas de ellas.
Podríamos pensar en esas situaciones para asemejarlas con el momento actual. Todas y todos intervenidos por una situación que por magnitud y alcance nos enfrenta a un esfuerzo de pensamiento y análisis muy singular.
Nos encontramos de forma repentina con una importante cantidad de novedosa información de los pacientes: acceso a la intimidad de su casa, muchas veces la presencia y o la presentación de hijos y otros familiares que aparecen
El “Psicoanálisis a distancia” adquirió esta denominación en función de que no era costumbre realizarlo fuera de un consultorio. En su momento constituyó una nueva y diferente forma de implementación clínica. Luego de alrededor de dos décadas de una asidua y sostenida práctica, este método fue adquiriendo una identidad propia por lo que aquella inicial denominación deja de tener actualidad, resultando más adecuado otorgarle un nombre propio:“cyberanálisis”.
Comencé a atender por vía telefónica en 2003 a un ex paciente que se hallaba viviendo en otro continente. Aquello implicó un desafío profesional que fui abordando con actitud de psicoanalista y de investigador clínico. En cierto momento evolutivo de esta práctica decidí escribir lo conceptualizado y presentarlo ante colegas de Argentina (APdeBA y SAP) (Carlino, 2005), en paneles de varios congresos latinoamericanos e internacionales y en dos publicaciones como libro, (Carlino 2010, 2011).
El concepto presencia al que denominé presencia comunicacional, consiste en que ambos de la dupla, cuando se comunican, sienten que están allí presentes.
En los años 90 viví una experiencia inaugural concerniente a la problemática del psicoanálisis fuera de las paredes del consultorio que me va a permitir introducir algunos elementos de reflexión a ese respecto. Yo tenía en análisis una paciente a razón de tres veces por semana en diván, cuyo investimiento transfero-contratransferencial era muy intenso. Se trataba de un caso de neurosis obsesiva clásica, comportando múltiples prácticas rituales, como por ejemplo apagar y volver a encender la luz de la habitación 40, 50 veces o hacer 10, 20 pasos a la izquierda o a la derecha, todo eso en función de la gravedad de sus pensamientos que implicaban a la vida o la muerte de sus padres (o de sus sustitutos) resultantes de los conflictos entre sus deseos y su sentimiento de culpa, a los que buscaba anular con sus actos compulsivos.
El concepto presencia al que denominé presencia comunicacional, consiste en que ambos de la dupla, cuando se comunican, sienten que están allí presentes.
Sin duda, la subjetividad es atravesada por los cambios tecnológicos.
Hubo un tiempo en que los mensajes de amor, podían no llegar a destino: debido a la cuarentena en Verona, Romeo nunca recibirá la carta de Fray Lorenzo y Anne Hamilton oculta las 365 cartas que Noah envió a Allie...
Ahora no hay lugar para la duda: “me clavó el visto”.
La forma en la que estamos “en línea” no es con nuestro cuerpo, capaz de proveer un sinfín de gestos comunicativos no-verbales, sino a través de las marcas visuales diseñadas para la aplicación, que simplemente indica que estamos presentes.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra