La acción efectiva del trauma psíquico del acoso o abuso sexual y la seducción perversa ha sido ampliamente estudiada en el campo del psicoanálisis. Tempranamente Sigmund Freud en sus estudios sobre el papel de la herencia y la sexualidad en la etiología de la neurosis (1896) comentó que la seducción adulta puede tener consecuencias negativas en el normal desarrollo de la sexualidad infantil, hasta el punto de desembocar en neurosis histéricas, obsesivas y psicosis. Aún más, en desarrollos posteriores, el mismo Freud sostiene que ni siquiera es necesario que ocurra un evento fáctico de transgresión sexual para que se presente una afección psicopatológica. Basta una teorización imaginaria del niño realizada sobre su sexualidad y la de los adultos para que aquella actúe como desencadenante de las más profundas decepciones y desencantos con la sexualidad posterior.
Las situaciones de acoso sexual en el trabajo se afincan en tácticas de dominación y sojuzgamiento que se promueven en la organización del trabajo y que implican la violencia y el hostigamiento por motivos de género y que terminan por desarticular y menoscabar la integridad de las trabajadoras