DESDE UNA EPISTEMOLOGIA CONSTRUCTIVISTA
"Javier, un pequeño de cuatro años cuyos padres están divorciados desde antes del primer cumpleaños del mismo, regresa una tarde del jardín de infantes y le comenta a su mamá con más incredulidad que preocupación y sorpresa, que su amigo Federico le ha dicho que su papá duerme con su mamá.
Ana, la madre del pequeño, con la ternura que despierta la ingenuidad de un niño, ofreció una explicación en la que se podía leer: "Hijo mio, TU mundo no es EL mundo. Existen grandes diferencias entre ambos y el primero es solo una de las posibilidades del segundo".
Con ella perdió Javier algo de su inocencia y de su omnipotencia".
A veces me pregunto ¿conservamos nosotros, profesionales ya, la ingenuidad de Javier?
La realidad es como una partitura musical: no existe como MELODIA hasta que no la ejecuta un INTERPRETE a través de un INSTRUMENTO. Pero no cualquier MELODIA se puede ejecutar en cualquier INSTRUMENTO.
Los sonidos son lo que son solo por la CLAVE en la que fueron escritos y el que es MAESTRO sabe leerla.
¿Quién podría afirmar seriamente que el PIANO es mejor que el VIOLIN? o ¿que la GUITARRA es superior al SAXO?
Un TECLADISTA podría transportar la partitura a la tonalidad que se adapte a su TECLADO e, inclusive, podría utilizar un SINTETIZADOR, pero siempre sabrá que la ELECTRONICA no iguala a la ACUSTICA.
Es un MAESTRO DE MUSICA aquél que es capaz de leer LAS SIETE CLAVES y puede ejecutar AL MENOS DOS INSTRUMENTOS.
La realidad no está escrita en la CLAVE DE SOL. Sostener esto obligaría a renunciar incluso, al PIANO.
Tómense los ejemplos como simples alegorías que no intentan una correspondencia punto a punto. Sólo tratan de mostrar que somos NOSOTROS quienes reglamos la forma en que se presenta la realidad.
Desde la REVOLUCION COPERNICANA KANTIANA (Siglo XVIII) la filosofía sabe esto. Fue Kant quien inauguró ésta síntesis dialéctica en la historia de la gnoseología occidental: las condiciones de posibilidad del conocimiento están en el sujeto, quien aplica sus categorías para organizar la realidad. Dicha organización corresponde al sujeto y no a la realidad. Esta adopta así la FORMA que le imprime el sujeto.
En nuestra práctica es imprescindible recordarlo: seamos concientes de nuestras construcciones, nos pertenecen, son algo más que simples traducciones de la realidad que se nos presenta.
UNA REFLEXION ACERCA DEL RECORTE QUE HACEMOS DE LA REALIDAD
Cuando escuchamos una definición de HOMBRE no solo conocemos algo acerca de la esencia del hombre, sino también de aquél que pronunció la definición.
Un biólogo sonreiría ante el concepto kantiano de hombre como ser moral. Y hasta hemos escuchado especialistas médicos que en la definición de hombre - ¿Con ánimo de lograr el efecto del chiste? - privilegian el órgano de su especialidad.
Presos de cólera escuchariamos a un nefrólogo decir que no trabaja con personas sino con riñones o a un traumatólogo que él sólo se interesa por huesos y articulaciones. Sin embargo, si hacemos un ejercicio de memoria desde nuestra especialidad como psicopatólogos pensemos ¿Cuántas definiciones de este tipo, atentos y complascientes, hemos escuchado?
El objeto de estudio es una construcción, carece de entidad ontológica, es un supuesto de la teoría que se infiere como efecto de fenómenos observables. Tenemos derecho a recortar circuitos neuronales o pautas de comunicación, sujetos del inconciente o esquemas cognitivos. Lo que no debemos olvidar es que sea cual sea el objeto elegido, éste esta encarnado en una persona. Una persona que siente y sufre y que, fundamentalmente para nosotros viene a consultar a un servicio de psicopatología a un terapeuta.
PARA QUE NOS FORMAMOS
Nos formamos para darnos formas, pero formas en plural, no una única y rígida forma que obligue a la vasta realidad a informarse en ella.
Continua siendo mi aspiración formarme como terapeuta. ¿Qué entendemos como terapeuta? Al rastrear al significado de este término quedó aún más esclarecida mi aspiración.
Terapeuta es un término griego (θεραπευϖ) que designa ser servidor de, estar al servicio de, servir a alguien, cuidar, guardar, tener cuidado de, atender a algo o a alguien, curar enfermos, heridos.
Mi pregunta acuciante es la siguiente ¿nuestra formación nos brinda la posibilidad de ubicarnos en una cabal posición terapeutica? ¿Qué elementos necesitamos para ser capaces de ubicarnos en esta posición?
Si tuviéramos acceso a la realidad independientemente de una forma o ésta tuviera la limitada función de reflejar lo existente, una sola forma o teoria explicaría esta realidad que se nos presenta.
Afortunada o desafortunadamente todas las teorías están castradas, pero aún así consiguen alcanzar éxitos terapéuticos que no podrían lograrse si la realidad se ajustara a un solo paradigma.
De la misma manera, teorías diferentes confluyen en técnicas similares lo que constituye un indicio de que estas realidades consitituidas no son contradictorias ni estancas.
Traigo la siguiente viñeta como ejemplo de que la relación TEORIA-TECNICA no es una función matemática.
En una de las entrevistas iniciales con Irma, mujer soltera madre de Germán de seis años, ella relata inmutable los distintos castigos que propina a su hijo por su mal comportamiento. Estos castigos cumplen una amplia gama que va desde el cachetazo hasta el arrodillado sobre el maíz.
En ese momento de la entrevista y teniendo en cuenta que el niño sería el que entraría en tratamiento, la terapeuta realiza una intervención: "A partir de ahora no lo castigue más por su mal comportamiento en la escuela y deje que en ese ámbito los maestros asuman la responsabilidad".
Esta intervención produjo notorio alivio en Irma quien continuó la entrevista relatando como le "llenaban la cabeza contra su hijo" las otras madres y el personal de la escuela.
¿Qué se buscaba con esta intervención? En primera instancia no ignoro que contiene un juicio de valor que me pertenece y que considera negativa las manifestaciones de violencia hacia el menor, por lo tanto cualquier intervención que sucediera a este relato tendería a modificar la situación. Sostengo como imposible el pensar que ésta variable pueda quedar fuera del campo de estudio ya que conforma la realidad misma que se me presenta.
No es menos cierto que, cuando estamos frente a una situación clínica concreta nuestra posición no es ingenua, la teoría guiará el accionar y desde allí, creyendola casi intuitiva haremos o no una intervención. A partir de la misma volvemos a la teoría para dar una conceptualización más acabada.
Es en este movimiento reflexivo cuando puedo pensar que los marcos teóricos se diversifican:
1) UN ANALISIS PSICOANALITICO vería a la intervención como tendiente a la inclusión de un tercero en esta relación madre-hijo donde la primera la toma como objeto absoluto de su deseo, no hay lugar para nadie más. Ella dispone, es "la dueña de su hijo" según sus palabras. Sólo ella tiene derecho a pegarle. A tal punto llega esta convicción que Irma prohibe que Germán lleve el apellido paterno ya que su padre "podría querer pegarle".
La intervención apunta a producir un corte, establecer un límite desde un tercero. En un momento en que Irma se siente desbordada esta inclusión la alivia.
2) Si lo pensamos desde una TEORIA CONDUCTISTA que apunte a la modificación de la conducta podemos explicarla desde el condicionamiento operante y la lógica de premios y castigos: en primer lugar para extinguir el "mal comportamiento" es más conveniente reforzar positivamente la conducta opuesta que castigar la conducta que se quiere extinguir. En una palabra se logran mejores resultados con los premios que con los castigos. En segundo lugar, no se puede aplicar un castigo con semejante demora temporal, pues al niño le resulta sumamente complicado poder establecer allí la asociación. Tanto los premios como los castigos deben seguir sistemática e inmediatamente a la conducta que se quiere modificar.
3) Si estudiamos la intervención desde la TEORIA SISTEMICA decimos que la terapeuta evita colocarse en posición simétrica con la madre en relación a la conveniencia o no del uso de la violencia en la educación del menor. Esta posición conduciría a una escalada a la que Irma habia venido preparada. Además, estudiando el circuito de retroalimentación, estrategicamente se intenta, más que dar una explicación, correr el foco de atención: del mal comportamiento del niño a la actitud de los docentes.
Una vez recorrido este momento reflexivo cabe preguntarse si es posible tomar una decisión desde la POSICION DEL TERAPEUTA, tomando en sentido fuerte el significado griego de este vocablo. ¿O guiarán el proceso terapéutico nuestros intereses personales?
No somos omnipotentes, no podremos ejecutar todos los instrumentos de la orquesta. Pero tenemos el deber de saber lo suficiente de música para poder leer para cuáles instrumentos pudo haber sido escrita cada partitura y asumir con toda la fuerza que el Psicoanálisis nos enseña que no solo nuestras teorías sino también nosotros, como terapeutas, estamos castrados.
CONCLUSION
De la intuición, centrada en una sola perspectiva, al pensamiento operatorio debemos recorrer un camino de sucesivas descentraciones. ¿En qué momento de equilibración en relación a nuestra práctica estamos hoy?
Considero que es tiempo de ir despojandose del egocentrismo que nos impide llegar a la reversibilidad, a una articulación de diversas perspectivas.
Cuál es el límite de ésta articulación no lo sé.
Conozco cuán peyorativizada puede resultar una articulación, se podrá tildar de ecléctica, aunque como movimiento filosófico (Siglo I a.c.) el eclectisismo constituya un esfuerzo sistemático de integración de elementos de distintas fuentes.
No afirmo esta posición. Simplemente porque no tengo los elementos suficientes de distintas fuentes para poder integrar. Pero por esta misma razón, tampoco la puedo negar.
Mi anhelo es más humilde: formarme como terapeuta donde tanto la Psiquiatria Biológica como el Psicoanálisis, la Teoría Sistémica y la Cognitiva, la Psicología Social y la Fenomenología tengan, cada una de ellas, un lugar.
Concluiré con un pensamiento de Freud que refleja el corazón de lo que deseo trasmitir: "La Psicoterapia nos ofrece procedimientos y caminos muy diferentes. Cualquiera de ellos que nos conduzca al fin propuesto, a la curación del enfermo será bueno". (Freud. Sobre Psicoterapia. 1905)
Lic. Mónica Beatriz Yañez
Residente del Hospital de niños "Dr. Pedro de Elizalde"
BIBLIOGRAFIA
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