El pensamiento de Jean Joseph Gaux, siempre me ha motivado a repensar aspectos de la institución psicoanalítica. Desde su trabajo “El inconsciente Freudiano y la revolución iconoclasta”, pudimos pensar la dimensión que la Ley Mosaica tenía en el pensamiento psicoanalítico.1 La publicación de “Freud y la estructura religiosa del nazismo”2, me conecta nuevamente con lo que he venido pensando hace unos cuantos años, la estructura religiosa de la Institución Psicoanalítica3.
Gaux plantea la escritura del Moisés como respuesta, una intervención de Freud a la “locura de Hitler”, pero además, muestra que no fue tan sólo una locura, sino una estrategia de acción de masas, para sus fines políticos. “Al mismo tiempo, al luchar contra la figura del judío en el doble frente amalgamado del capitalismo (la finanza judía internacional) y del marxismo (doctrina judía) Hitler proclama desde el cmienzo que actúa según el espíritu del todopoderoso “nuestro creador” que combate para defender, la obra del Señor, cumpliendo con esto una misión para lo cual había sido felizmente predestinado. De allí la ambigüedad permanente de lo religioso en el discurso de Hitler: a la vez concebido en la perspectiva fría del político pragmático (sólo una fe profunda puede sublevar a las masas; la religión tiene un valor práctico que corresponde a profundas necesidades vitales) y profesado, sin rodeos, según el modo retórico de la convicción, por aquél que se cree una fuente de la palabra de Dios, un orador elegido por el cielo para reclamar su verdad”.4 Hitler, supo que una estructura religiosa era la más eficaz para la conducción política en su causa. En “Psicología de las Masas y Análisis del Yo”, refiriéndose a las dos masas artificiales, la Iglesia y el Ejército, Freud dice: “...un sesgo democrático anima a la Iglesia... todo cristiano debe identificarse con Cristo y amar a los otros cristianos como El los ha amado... (por el contrario en el ejército)... se pone en ridículo (el soldado) cuando pretende identificarse con el general en jefe... (y ejemplifica con la escena seis de la obra de Shiller “Wellestein Lager” donde el montero se burla del sargento)... su modo de carraspear y de escupir es la que ha copiado perfectamente Ud.” Aquello que Freud había descripto teóricamente, Hitler lo llevaba a la práctica en lo que fue su obra maestra del terror, el Movimiento Nacional Socialista. Mein Kempf se transforma en la Biblia del pueblo alemán, la cruz gamada el símbolo invencible, Hitler, el Mesías y sus oradores sus sacerdotes. La cultura alemana y europea sucumbió por adhesión o por la fuerza a esta nueva religión. El nazismo tomó por sorpresa a las instituciones científicas de su época, no porque fuera inesperado sino porque no se creía, en un principio, en su fuerza. Nadie se podía imaginar entonces hasta qué punto este movimiento penetraría en las relaciones sociales. La Institución Psicoanalítica Alemana y sus miembros cayeron en la misma trampa. Transcribo a continuación los datos históricos (solamente ellos y no las hipótesis y conclusiones) de un trabajo de investigación que realicé durante los años 1985/86 en la Cátedra de Psicología Institucional cuyo titular era el Lic. Ricardo Malfe, conjuntamente con dos colegas más, Lic. Carlos Guzzetti y Lic. Ricardo Ileayassoff5. Estos mismos datos serán trabajados desde otra perspectiva: La historia oficial cuenta cómo el movimiento psicoanalítico fue literalmente aniquilado en Alemania durante el nazismo, los hechos demuestran una integración con un costo muy alto; a expensas de los psicoanalistas judíos pero con su consentimiento, a expensas de su ética pero con la anuencia del mismo Freud, el movimiento fue salvado. En 1910 Abraham funda la Deutsche Psychoanalytische Gessellschaft (DPG), diez años después funda el Instituto Psicoanalítico de Berlín dirigido por Max Eitington del cual dependía la Policlínica de Berlín donde se ofrecía tratamiento por un honorario que posibilitaba el acceso al mismo por parte de sectores populares. El psicoanálisis fue ganando un lugar en la cultura de su tiempo. A tal punto que en 1932, en el congreso de Wiesbaden, el presidente de entonces, Eitington, sostenía que el psicoanálisis marchaba hacia el reconocimiento oficial. Tengamos en cuenta que la DPG tenía menos de cincuenta miembros y un número no mayor de candidatos. El psicoanálisis era patrimonio de una élite cultural pero no social. Su público estaba compuesto por intelectuales de clase media, muchos de ellos judíos, y que constituían un sector muy minoritario de la sociedad. Su influencia cultural se debía no a la masividad de sus adeptos sino a la fuerza de sus ideas. Además es en el Instituto de Berlín donde comienzan a desarrollarse los primeros análisis didácticos a nivel institucional. Al mismo tiempo, como ya dijimos, intentaba acercar la psicoterapia psicoanalítica a las clases populares mediante la labor de la Policlínica de Berlín. Todo esto enmarcado en la aspiración del reconocimiento oficial. En 1926 se crea la Sociedad Médica General para la Psicoterapia, sociedad de alcance internacional, donde participaron entre otros: A. Adler, G. Jung, Karen Horney, Kurt Lewin, Ernst Simmel, Ernst Kretschmer, Frieda Fromm Reichman, J.H. Schultz-Hencke, Felix Deutsch y G. Groddek. La DPG le negó su reconocimiento porque participaban ex-discípulos expulsados del movimiento y por representar orientaciones psicoteraéuticas no ortodoxas respecto del psicoanálisis; en 1930 G. Jung era su presidente. En 1932 Eitington afirmaba aún que el ansiado reconocimiento oficial etaba a punto de ser alcanzado pero en 1933 la ley de arianización de las sociedades científicas definía que ningún judío podía ocupar cargos directivos en dichas sociedades; en la DPG Eitington, Fenichel y Simmel renunciaron, Freud había aconsejado no provocar represalias por desconocer la orden, había que preservar el movimiento. En el mes de noviembre una asamblea general de la DPG aprobó una proposición de Eitington limitando la dirección de la sociedad a sólo dos miembros, Felix Boehm y Karl Mueller-Braunschweig. Ambos eran freudianos convencidos y distaban de simpatizar con el movimiento nazi. Es de señalar que este último publicó en 1934 en el semanario nazi Reichswart un artículo titulado Psicoanálisis y Weltanschauung, cuyo principal objetivo era defender al psicoanálisis de los ataques del nuevo orden. “El reproche que a menudo se le hace al psicoanálisis, como investigación y como terapia, de ser destructivo y extraño al espíritu alemán... Es un hecho que, manejado por un espíritu de destrucción, es un instrumento peligroso y resulta tanto más decisivo saber quién posee ese instrumento... El psicoanálisis se esfuerza por transformar a los gozadores impotentes en hombre aptos para la exitencia, a las persona con instintos bloqueados en personas con instintos seguros, a los soñadores y espíritus quiméricos en individuos que traten a la realidad de hombre a hombre (...) a los disgustados, conducirlos sin falta al srvicio de la vida.” Para situar esta referencia en su contexto cotejémosla con lo que, en ese mismo año, Kurt Gauger, médico miembro de la SA, sostuvo en una conferencia dictada ante el Congreso Médico de Psicoterapia. “El problema de la salud del alma de nuestro pueblo es la cuestión básica por la que se interesa el nacional-socialismo... Hitler... no nos prometió nada. El logró algo psicológicamente sin precedentes, en cuanto que hizo demandas más bien que promesas. El pidió de todo individuo el máximo en términos de participación, y una buena disposición para la acción.” En ese mismo año un sub-grupo de la sociedad Médica Generel para la Psicoterapia toma el nombre de Sociedad Médica General Alemana para la Psicoterapia, de carácter nacional y dependiente de la primera, su director era M. Göring, primo del Mariscal del Reich. En 1935 todos los miembros judíos de la DPG tuvieron que renunciar, existía la posibilidad de disolver el movimiento en protesta ante semejante exigencia pero se optó por la salvación del mismo; los psicoanalistas arios sabían, como sus colegas judíos, que estos últimos debían de todas formas exiliarse lo antes posible y no por ser psicoanalistas sino por ser judíos. Hubo un solo miembro no judío, H. Bernhardt que renunció al mismo tiempo para protestar por la decisión tomada. Una de las hipótesis Geoffrey Cocks6 es que los psicoanalistas arios se vieron beneficiados por la exclusión de los judíos, al acceder por ese hecho a posiciones de relevancia que hasta entonces ocupaban estos últimos. En este sentido lo que sucedió entre los psicoanalistas es una réplica de lo sucedido en el conjunto de la sociedad alemana. En 1936 el relator de asuntos universitarios del partido nazi en Berlín respondió a las críticas que algunos psicoterapeutas dirigían a Freud aclarando que él no cuestionaba el psicoanálisis, sino el hecho de que éste fuera ejercido por judíos “...todos sabemos que la reacción de Wasserman fue descubierta por un judío, pero nadie estaría tan loco en Alemania como para no usarla...” fueron sus palabras. En ese mismo año se le exige a la DPG que se separe de la IPA y se cumple inmediatamente; la Sociedad Médica General Alemana se fusiona, por recomendación del Ministerio del Interior del Reich, con el Instituto Psicoanalítico de Berlín dando origen al Instituto para la Investigación Psicológica y la Psicoterapia (llamado Instituto Göring) bajo la dirección de M. Göring. El 11 de marzo de 1938 Austria fue “anexada” al Tercer Reich, el 20 del mismo mes y año en una reunión que contó con la presencia de un delegado del partido nazi, Jones por la IPA, C. Muller Braunschweig como secretario de la DPG y miembro del consejo administrativo del Instituto Göring, Federn como presidente sustituto de la Sociedad Psicoanalítica de Viena (WPV) y Ana Freud como su vice-presidente; se firmó un convenio en el cual Freud como presidente de la WPV hacía a la DPG depositaria de los derechos y deberes de la WPV incluidos sus bienes. En noviembre del mismo año la DPG se disuelve convirtiéndose en el “grupo de trabajo A” del instituto Göring que subsistió hasta 1942, finalmente pasó a llamarse “Conferencia de Casos y Terapia” hasta 1944. Prohibidos ya el Análisis Didáctico y la docencia en 1938 se prohíbe la utilización del lenguaje psicoanalítico. No era posible hablar de Freud ni utilizar términos psicoanalíticos, empezando por el de “Complejo de Edipo”. Incluso la misma palabra psicoanálisis debía ser reemplazada por la expresión “terapia psíquica de gran profundidad y larga duración”. En 1944 el Instituto Göring pasa a denominarse Instituto para la Investigación Psicológica y la Psicoterapia del Concejo de Investigación del Reich; el reconocimiento oficial llega tarde. La asimilación de la DPG en el instituto de Goering, coincide con la reconversión del psicoanálisis en la psicoterapia. La política de los nazis respecto de la psicoterapia formaba parte de un plan más vasto. Se trataba para ellos de la uniformización de todas las disciplinas y la regimentación de las sociedades científicas por parte del estado. El sentido del instituto de Göering era reunir a todas las corrientes psicoterapéuticas alemanas bajo un solo techo, intentando de este modo hacer desaparecer toda pluralidad de ideas. La lectura de Mein Kampf era obligatoria. La formación que ofrecía el instituto era ecléctica. Incluía la teoría de Jung y seminarios de psicoanálisis —a condición de que no utilizasen la terminología freudiana—, como partes de una disciplina única, una supuesta psicoterapia genuinamente alemana. Si bien en 1933 las obras de Freud son quemadas en la plaza pública hay versiones que indican que durante varios años, hasta 1938, el retrato de Freud estaba colgado en la pared del Instituto de Goering frente al del Führer. Pero al mismo tiempo sus obras permanecían guardadas bajo llave y para consultarlas debía firmarse un pedido escrito. El Instituto Alemán para la Investigación Psicológica y la Psicoterapia fue financiado en un comienzo por los aportes de sus miembros. Luego del inicio de la guerra recibe ayuda del Frente de Trabajo para el apoyo de la psicología industrial, de la Luftwaffe, del Partido y del Estado. En 1942 pasa a ser financiado por el Instituto de Investigaciones del Reich, para pasar en 1944 a formar parte directamente del Consejo de Investigaciones del Reich, esto es, adquiere rango oficial. El proceso que culmina con el paso de la psicoterapia al status gubernamental, la lleva al apogeo de su desarrollo profesional. Bajo el nacional-socialismo no produjo progresos teóricos pero sí un avance en cuanto a su aceptación por los médicos y el público en general. El interés de los nazis en la psicoterapia se apoya en la preocupación por la salud del pueblo. Consideraban que una psicoterapia y una psicología arianizadas garantizarían la productividad y la lealtad del pueblo alemán, como así también permitirían determinar las cualidades internas y los imponderables del carácter ario. Desde el comienzo de este proceso en 1933 los analistas alemanes mantuvieron permanentes consultas con Freud y su hija Anna. En ese momento ante la ley de arianización, Freud pensaba, al decir de Jones, que “el simple cambio de personas en la dirección de la DPG no impediría de ningún modo que el gobierno terminara por proscribir el psicoanálisis en Alemania. Así y todo no consideraba prudente darles el pretexto que significaría el abstenerse de realizar el cambio ordenado y fue así como consintió en que Eitington fuera reemplazado por Boehm en la Comisión.” En enero Freud había aconsejado a Eitington no abandonar su puesto hasta último momento. Más adelante, en 1937, en el curso de una reunión en su casa para discutir la integración del Instituto de Göering, en la que Böehm habla durante tres horas, Freud lo interrumpe y se retira diciendo. “¡Basta! los judíos han sufrido a causa de sus convicciones durante siglos. Ahora ha llegado el momento de que los colegas cristianos sufran por las suyas propias. No concedo ninguna importancia al hecho de que mi nombre se menciona en Alemania, siempre y cuando mi obra sea presentada allí en una forma correcta.”7 A pesar de todos esos esfuerzos, todo fue inútil, los pocos psicoanalistas no judios que permanecieron en Alemania tomaron caminos alternativos; algunos se dedicaron a la práctica privada e intentaron cierta independencia del Instituto Göering, que promovía una psicoterapia aria estandarizada. Como dijimos anteriormente el 11 de marzo de 1938 los nazis anexan Austria y a fines de mayo Freud emigra a Londres, después de varias persecuciones a su familia y allanamientos a su casa, gracias a la mediación de la princesa Marie Bonaparte8. Todo este proceso deja huellas muy fuertes en la Institución Psicoanalítica, lo más fuerte es el cambio de su lengua madre (alemana por inglesa). Otras deberán tener que ver con la culpa que produjo este proceso de integración ya que en la biografía de Jones se sostiene la teoría de la “liquidación”. En Alemania es recien en la década del setenta que comienzan un trabajo de reconstrucción9. En 1950 Müller Braunchweing funda la la Deutsche Psychoanalistische Vereinigung (DVP) un desprendimiento de nueve miembros de la DPG. Pero solamente la primera fue reconocida por la IPA. La tradicional Sociedad Psicoanalítica Alemana, fundada por Abraham en 1910, no será más componente de la asociación internacional y se afiliará a la Americam Academy of Psychoanalisis10. Tambien dejó una huella muy dura en la identidad de los psicoanalistas alemanes, lo que Erikson (1959) caracterizó de “autonomia versus vergüenza y deuda”. “A los psicoanalistas alemanes no les está permitido la cómoda manera habitual de reafirmar las identidades profesionales propias a través de la crítica teórica a Freud (el padre fundador), pues esto es sentido como una identificación con aquellos que lo rechazaron política y racialmente y persiguieron a él y a su pueblo, es ahí la ambivalencia entre la ortodoxia servil y la formación reactiva “neurótica en contra de ella”11. La pregunta es: ¿Qué lo lleva a Freud a ese empecinamiento suicida, para sus colegas y para la institución? ¿Por qué los discípulos alemanes seguían consultándolo, obedeciéndolo a pesar de lo que padecían? En la reunión entre Böehn y Freud en 1937, el primero trataba de disuadir a éste de continuar en Alemania, la respuesta fue clara: Defiendan mis ideas, no mi nombre, a costa de su sacrificio. “Los católicos como antes los Judíos”... no eran ni unos ni los otros eran Psicoanalistas, (el problema de los judíos ya se había superado en la Institución) que no podían sostener sus ideas frente a la máquina de hacer pensar a todos igual, que era el nazismo. Freud es claro, las convicciones psicoanalíticas debían defenderse igual que las religiosas. Ya en 1885, estando en la Salpetrièe cuenta en una carta a su novia Martha algunas disputas que tenía con sus colegas y dice: “ya en la escuela me encontraba entre los opositores más audaces. Siempre estaba allí cuando se trataba de defender una idea muy extrema y por regla general dispuesto a pagar por ello. A menudo me pareció que soy heredero del espíritu insumiso, y de toda la pasión con que mis antepasados defendían su templo, y que podía sacrificar mi vida por una gran causa.”12 Cuando una institución científica, política, etc., convierte la tarea de difundir sus ideas en causa, deviene en religión, en fe. Sólo desde allí se puede “sacrificar la vida”. Parafraseando a Goux podemos decir que podríamos considerar religión a todo dipositivo significante que pueda sostenerse al punto de “justificar la guerra” o dar la vida. En varias oportunidades Freud, se dirige a sus discípulos hablando de la causa. Sobre todo en los momentos difíciles. En una carta a Abraham (en la época que se jugaba la defenestración de Jung) le dice:...“No le pido que se sacrifique por mi persona sino por la causa”13. Este le contesta: “...Conservo siempre la sensación que me es difícil hacer lo suficiente por nuestra causa, ya que la deuda que tengo contraída con Ud. es en algún aspecto demasiado grande.” La respuesta de Abraham es brillante, seguramente había estudiado, pero no lo recordaba el trabajo sobre la “Negación”, se sacrifica por Freud y no por la causa. La respuesta de Freud fue acorde: “...accederá automáticamente a un puesto de gran importancia...”13 y lo nombra presidente de la DPG. Groddeck escribió Freud acerca de su incorporación a la causa, que prefería una “conversión con reservas”, la respuesta de Freud es muy ilustrativa: “...observo que me insta Ud. a confirmarle que no es psicoanalista, que no pertenece al grupo de discípulos sino que se le puede considerar como algo aparte e independiente. Evidentemente le haría un gran favor a Ud. si lo rechazara al lugar de Adler o Jung. Pero no puedo hacerlo, debo reclamarlo a Ud., debo insistir en que es un analista de primer orden que ha captado la esencia de la cuestión de una vez para todas. El hombre que ha reconocido que la resistencia y la transferencia son el eje del tratamiento, pertenecen irrevocablemente a la “cacería desenfrenada”14. En estas cartas Freud pone de manifiesto tres aspectos: implicación total y absoluta; él definía la condición de psicoanalista y pertenencia, y el discenso se pegaba con la expulsión. Esa “pequeña orda salvaje” “cacería desenfrenada” (como en la intimidad llamaba a su organización), no pudo matar al padre, pero si existieron guerras fratricidas. Freud es el Creador, Dios, y en la iconoclasia, en la ley Mosaica, éste es infigurable y no hay correspondencia absoluta entre Dios y el padre. En tanto Dios es palabra, no existe identificación a éste, sólo se puede adorarlo y repetir sus palabras, sólo queda la fe, que es la base de la obediencia. La estructura libidinosa, donde la palabra del líder conserva semejante fuerza, sustenta una transferencia donde el sujeto se coloca en una posición de goce masoquista (Psicología de las Masas y Análisis del Yo) y la red libidinal que sustentaba la causa tenía que ver con la fe, la obediencia y los que osaban disentir eran excomulgados (Adler, Jung, Stekel, Rank, etc.). Otros siguieron caminos más trágicos como Tausk y Silherer (suicidio) Y en Alemania, muchos, se integraron al Instituto Göering, siguiendo las consignas de su líder de defender la “causa del psicoanálisis”. Concuerdo con Gaux, que en su obra póstuma Freud, responde a la locura de Hitler, diciéndole que el pueblo judío no era el elegido de Dios. Pero también quiero afirmar que es una intervención analítica sobre el origen de la Institución del Psicoanálisis. Advierte que la posición de Moisés como padre y legislador del pueblo judío, no coincide con la de Dios-Creador (iconoclastía) y que además Moisés es un extranjero en su cultura. Es en ese lugar de “out sider” que él no se puede colocar frente a su organización, quedando sobre-implicado en la misma. No puede sacar a su pueblo psicoanalítico del cautiverio de los nazis. No mira a su alrededor esta comprometido con su causa, que no es más que difundir sus descubrimientos y que estos no fueran deformados. La estructura de secta religiosa le permite un control político omnipotente y seguramente adecuado, para una ciencia nueva y de carácter conjetural. El defendía la pureza de una ciencia nueva, los nazis la pureza de una raza. La obstinación religiosa en Freud continuó mientras estuvo en Viena. Despues de la invasión de los nazis y en la última reunión de la Junta de Gobierno de la Asociación Psicoanalítica de ésta Freud observó._“todos estamos acostumbrados a la persecución: por nuestra historia, nuestra tradición y algunos por experiencia personal”_ Inmediatamente después de la destrucción del templo de Jerusalem por Tito, el rabino Jrchanawban Zakkai, pidió permiso para abrir la primera escuela sobre la Torah en Jabneh”. A los pocos días saldrá para un exilio, que será la diáspora del psicoanálisis. En los últimos capítulos del Moisés, Freud plantea una concepción de la historia, donde afirma que los pueblos conservan como latente vivencias y acontecimientos primordiales acontecidos (Geschichte - Urgeschichte) y pueden retornar después de muchos años con la fuerza de un delirio psicótico (Historich) o retorno e verdad. Reescrito en esa diáspora el legado mayor para sus discípulos e instituciones, es este texto con este final sobre la repetición histórica que no ha sido muy tomado en cuenta, ¿quizás por “ser” freudianos?
Alfredo Caeiro
Psicoanalista
1. La Institución del Psicoanálisis. Origen y Predestinación. A. Caeiro - S. Balanza. El espacio Institucional
2. Lugar Editorial 1992. 2 Editorial Letra Viva. Revista La Nave Nº 17 y 18.
3. Id. 1.
4. Id. 2.
5. El psicoanálisis en el Nazismo. Alfredo Caeiro, Carlos Guzzetti y Ricardo Ileayessoff. Revista Psyche Nº 5. Diciembre 1986.
6. Psiconalise y Nazismo. Samuel Katz. Ed. Tauro. Río de Janeiro, Brasil.
7. Vida y obra de Sigmund Freud. Ernesto Jones. Ed. Horme.
8. Sigmund Freud: mi padre. Martín Freud. Ed. Horme Psicología hoy.
9. Psiconálise na Alemanha hitlerista – Como foi realmente? Hans Martin Lohmann – Lutz Rosenkötter.
10. Teoría y Práctica del Psicoanálisis. Thoma J. Kagele. Ed. Herder.
11. Idem nota 10.
12. Freud y sus discípulos. Paul Roazen. Alianza Editorial.
13. Corespondencia Freud Abraham. Gedisa. Barcelona, 1979.
14. Idem nota 12.
14. Idem nota 12. Esta frase también aparece en Moisés y la religión monoteísta.
Bibliografía
— Revista de Psicoanálisis Nº 4, Buenos Aires, 1985.
— Historia de la Psycoandyse - Diric. Roland Yaccard. El Heachette
— Correspondencia Freud - Abraham. Ed. Gedisa.
— La Cultura Nazi - Gerge L. Mosse. Ed. Grijalbo, Barcelona.
— Psicoanalise e nazismo. Compilador. Chain Samuel Katz - Ed. Tauro - Río de Janeiro, Brasil.
— Les Années Brunes - Presentador J.L. Evarad. Ed Confrontation - Paris, 1984.
— Moisés y la religión monoteísta. Ed. Nova. Barcelona.