Habida cuenta de que los “medios de producción del sujeto”, son principalmente los medios de comunicación, y que generan modelos de cuerpo aptos para mantenernos como consumidores de las ofertas del mercado (aunque eso signifique ser consumidos por esa búsqueda del ideal impuesto), el Trabajo Corporal para la Salud considera importante la experiencia vivencial, el contacto, vincularse, jugar con otros y realizar trabajos de investigación grupal autogestivos para indagar otros modelos, para descubrir otras posibilidades, para conseguir poner freno a la euforia consumista y permitir que nuestra incompletud por definición, genere situaciones creativas más placenteras y menos frustrantes.
Es un trabajo pedagógico orientado hacia una red de construcción de un nuevo cuerpo social que sostenga este concepto de cuerpo diverso y diferente, esta ideología de cuerpo distinta al de la ideología hegemónica. Un cuerpo que es respetado en sus necesidades y diferencias, en sus distintos significantes y significados para cada uno, pero que puede ser investigado grupalmente. El cuerpo como un territorio que pide autonomía, como propio y singular, para constituirnos en un Estado (forma de ser o de estar) Soberano, que posibilite el hacer de nuestra subjetividad, de la potencialidad de nuestro cuerpo.
La construcción de esta nueva ideología y concepto de cuerpo es una tarea conjunta, transdisciplinaria, intersubjetiva e intrasubjetiva, donde haya respeto por las diferencias, no supresión o negación de las mismas. Donde se puedan formular preguntas, interrogantes, antes que respuestas prefabricadas por la cultura dominante, modeladora de la “opinión pública”. Los intereses relativos a la cultura hegemónica, centrada en el enriquecimiento económico de unos pocos, donde en función de la acumulación de riquezas se busca destruir al diferente y restringirlo, son opuestos al enriquecimiento corporal (tomado este último también como un enriquecimiento social y del sujeto), que trata de integrar lo diferente dentro de un sistema común, ampliando el horizonte vincular. De este modo funciona como la ecología ambiental: cuanto más complejo es un sistema ecológico, más posibilidades de adaptación, crecimiento y subsistencia tiene. La complejidad, producto de la integración de elementos diferentes en un sistema común, lo hace fuerte (este concepto de fuerte incluye la flexibilidad). De igual manera funciona en el nivel social y cultural. La crisis mundial actual, política, económica y social es una crisis de la ecología humana. La gran acumulación de capital y bienes en unos pocos, con su consecuencia de grandes masas de marginados y hambreados, ha roto el equilibrio ecológico del mundo y el sistema global está dejando de funcionar ecológicamente, aún para los poderosos, poniendo en peligro una vez más a todo el planeta.
En el Trabajo Corporal para la Salud, experimentamos el vínculo, viendo al otro a los ojos como a un semejante, reconociendo en el otro a un ser humano. Un semejante no es un igual, puede ser distinto, pero es mi prójimo, merece el mismo respeto que pido para mí. Cuando uno piensa que el otro no es un semejante, está justificando una guerra, la aniquilación del otro. “Lo dicen los sabios: la más grande enfermedad del hombre no es la locura, sino la que no considera al otro como su semejante. Por esa enfermedad se mata.”1
Cuerpo y salud
En función del “mercado” y el consumo de la salud, crecen más y más las grandes corporaciones médicas donde el profesional de la salud es un asalariado que no depende ya de sus propios criterios, sino de las normativas de la organización que lo emplea, muchas veces en contradicción con su concepto de salud, y en favor de la economía de la empresa. Como advirtiera Max Weber a principios del siglo XX, los servicios que prestan los profesionales cada vez más están mediados por la corporación prestadora de servicios. Es así que el profesional ya no cobra directamente los honorarios pagados por el paciente o cliente, sino que éste le paga a la corporación, que a su vez abona un sueldo al profesional. Esta mediación de la empresa entre el médico y el paciente en el aspecto económico, también se da en lo atinente a la salud. El profesional ya no es el dueño del consultorio y de los elementos técnicos necesarios para desarrollar su trabajo, y el resultado es que la regulación de la salud del paciente (que ya no es “su” paciente, sino cliente de la organización) está dada por los criterios de la empresa, que determina el tiempo disponible para el trato con cada paciente y tiene la prerrogativa de aprobar o vetar estudios y tratamientos propuestos por el médico, en función de la rentabilidad. Se pierde de este modo la relación cara a cara, el vínculo cercano y la confianza. Esta situación afecta no sólo al paciente, que se encuentra perdido en un laberinto de “profesionales especializados” con criterios a veces divergentes, sino también la autoestima y la imagen social del profesional de la salud.
En la China Antigua, en cambio, la medicina prepaga funcionaba así: los médicos tenían a su cargo la salud de una pequeña comunidad, o grupo de familias. A cambio de su trabajo profesional, este grupo social pagaba con alimentos, ropas, casa o moneda. Este pago lo realizaban únicamente mientras gozaban de buena salud (mientras estaban sanos). Cuando algún miembro de la comunidad enfermaba, dejaba de pagarle su cuota al médico, que continuaba atendiéndolo hasta lograr su restablecimiento. Recién entonces, al recuperar su salud, volvía a pagar su “cuota” al médico.
En esta forma de medicina es muy diferente tanto la actitud del paciente como la del profesional, ya que debe existir una buena comunicación entre ambos y común acuerdo en cuanto a comidas y actividades, un seguimiento cuerpo a cuerpo, persona a persona. Requiere un protagonismo y auto-responsabilidad mayor del paciente, un vínculo cara a cara donde la responsabilidad por la salud es compartida por el médico con la comunidad, y donde la prevención en salud es un trabajo necesariamente mayor que la curación. La cuestión de la salud no empieza ni termina con la visita al médico, sino que forma parte de la vida cotidiana.
Los Trabajadores Corporales para la Salud (y pretendo englobar en este término a todas las Terapias Corporales y/o Medicinas Blandas Complementarias), todavía no figuramos en ningún nomenclador. Esta aparente desventaja nos da sin embargo la posibilidad de mantener un trato directo con nuestros pacientes y alumnos, de compartir una responsabilidad creativa con ellos en cuanto a la salud, el bienestar y el desarrollo de las potencialidades del cuerpo humano. Pensando al ser humano como una totalidad, en un momento histórico, social y geográfico determinados, podemos construir juntos un modelo diferente de cuerpo, con la suficiente flexibilidad como para incluir diferencias y particularidades en los distintos sujetos, aportando identidad desde este juego de diferencias y semejanzas. Así pues, nuestro trabajo incluye promover conciencia acerca de posibilidades y limitaciones, favorecer el descubrimiento y la indagación por sobre el prejuicio, ayudar a encontrar el propio ritmo en cada momento de la vida, y abrir los canales a la expresión de la emoción y la creatividad.
En las palabras de P. Stokoe y A. Sirkin, se trata de“...una vía fundamental para que el sujeto social protagonista del cambio hacia una sociedad con justicia, igualdad y respeto mutuo se torne eficaz en su incesante creación y recreación del mundo y de si mismo.”2
Notas
1 Kouyaté, Sotigui. Director de Teatro del equipo de Peter Brook. Artesano de Palabras, entrevista de Hilda Cabrera publicada en “Página 12” el 16-9-99.
2 Stokoe, Patricia; Sirkin, Alicia. El Proceso de la Creación en el Arte.
- Pichón Rivière, Enrique. Ecología Humana y Psicología Social.
- Lores Arnaiz, María del Rosario. Hacia una epistemología de las ciencias humanas.
- Tenti Fanfani, Emilio. Las Profesiones Modernas: Crisis y Alternativas.
Habida cuenta de que los “medios de producción del sujeto”, son principalmente los medios de comunicación, y que generan modelos de cuerpo aptos para mantenernos como consumidores de las ofertas del mercado (aunque eso signifique ser consumidos por esa búsqueda del ideal impuesto), el Trabajo Corporal para la Salud considera importante la experiencia vivencial, el contacto, vincularse, jugar con otros y realizar trabajos de investigación grupal autogestivos para indagar otros modelos, para descubrir otras posibilidades, para conseguir poner freno a la euforia consumista y permitir que nuestra incompletud por definición, genere situaciones creativas más placenteras y menos frustrantes.
Es un trabajo pedagógico orientado hacia una red de construcción de un nuevo cuerpo social que sostenga este concepto de cuerpo diverso y diferente, esta ideología de cuerpo distinta al de la ideología hegemónica. Un cuerpo que es respetado en sus necesidades y diferencias, en sus distintos significantes y significados para cada uno, pero que puede ser investigado grupalmente. El cuerpo como un territorio que pide autonomía, como propio y singular, para constituirnos en un Estado (forma de ser o de estar) Soberano, que posibilite el hacer de nuestra subjetividad, de la potencialidad de nuestro cuerpo.
La construcción de esta nueva ideología y concepto de cuerpo es una tarea conjunta, transdisciplinaria, intersubjetiva e intrasubjetiva, donde haya respeto por las diferencias, no supresión o negación de las mismas. Donde se puedan formular preguntas, interrogantes, antes que respuestas prefabricadas por la cultura dominante, modeladora de la “opinión pública”. Los intereses relativos a la cultura hegemónica, centrada en el enriquecimiento económico de unos pocos, donde en función de la acumulación de riquezas se busca destruir al diferente y restringirlo, son opuestos al enriquecimiento corporal (tomado este último también como un enriquecimiento social y del sujeto), que trata de integrar lo diferente dentro de un sistema común, ampliando el horizonte vincular. De este modo funciona como la ecología ambiental: cuanto más complejo es un sistema ecológico, más posibilidades de adaptación, crecimiento y subsistencia tiene. La complejidad, producto de la integración de elementos diferentes en un sistema común, lo hace fuerte (este concepto de fuerte incluye la flexibilidad). De igual manera funciona en el nivel social y cultural. La crisis mundial actual, política, económica y social es una crisis de la ecología humana. La gran acumulación de capital y bienes en unos pocos, con su consecuencia de grandes masas de marginados y hambreados, ha roto el equilibrio ecológico del mundo y el sistema global está dejando de funcionar ecológicamente, aún para los poderosos, poniendo en peligro una vez más a todo el planeta.
En el Trabajo Corporal para la Salud, experimentamos el vínculo, viendo al otro a los ojos como a un semejante, reconociendo en el otro a un ser humano. Un semejante no es un igual, puede ser distinto, pero es mi prójimo, merece el mismo respeto que pido para mí. Cuando uno piensa que el otro no es un semejante, está justificando una guerra, la aniquilación del otro. “Lo dicen los sabios: la más grande enfermedad del hombre no es la locura, sino la que no considera al otro como su semejante. Por esa enfermedad se mata.”1
Cuerpo y salud
En función del “mercado” y el consumo de la salud, crecen más y más las grandes corporaciones médicas donde el profesional de la salud es un asalariado que no depende ya de sus propios criterios, sino de las normativas de la organización que lo emplea, muchas veces en contradicción con su concepto de salud, y en favor de la economía de la empresa. Como advirtiera Max Weber a principios del siglo XX, los servicios que prestan los profesionales cada vez más están mediados por la corporación prestadora de servicios. Es así que el profesional ya no cobra directamente los honorarios pagados por el paciente o cliente, sino que éste le paga a la corporación, que a su vez abona un sueldo al profesional. Esta mediación de la empresa entre el médico y el paciente en el aspecto económico, también se da en lo atinente a la salud. El profesional ya no es el dueño del consultorio y de los elementos técnicos necesarios para desarrollar su trabajo, y el resultado es que la regulación de la salud del paciente (que ya no es “su” paciente, sino cliente de la organización) está dada por los criterios de la empresa, que determina el tiempo disponible para el trato con cada paciente y tiene la prerrogativa de aprobar o vetar estudios y tratamientos propuestos por el médico, en función de la rentabilidad. Se pierde de este modo la relación cara a cara, el vínculo cercano y la confianza. Esta situación afecta no sólo al paciente, que se encuentra perdido en un laberinto de “profesionales especializados” con criterios a veces divergentes, sino también la autoestima y la imagen social del profesional de la salud.
En la China Antigua, en cambio, la medicina prepaga funcionaba así: los médicos tenían a su cargo la salud de una pequeña comunidad, o grupo de familias. A cambio de su trabajo profesional, este grupo social pagaba con alimentos, ropas, casa o moneda. Este pago lo realizaban únicamente mientras gozaban de buena salud (mientras estaban sanos). Cuando algún miembro de la comunidad enfermaba, dejaba de pagarle su cuota al médico, que continuaba atendiéndolo hasta lograr su restablecimiento. Recién entonces, al recuperar su salud, volvía a pagar su “cuota” al médico.
En esta forma de medicina es muy diferente tanto la actitud del paciente como la del profesional, ya que debe existir una buena comunicación entre ambos y común acuerdo en cuanto a comidas y actividades, un seguimiento cuerpo a cuerpo, persona a persona. Requiere un protagonismo y auto-responsabilidad mayor del paciente, un vínculo cara a cara donde la responsabilidad por la salud es compartida por el médico con la comunidad, y donde la prevención en salud es un trabajo necesariamente mayor que la curación. La cuestión de la salud no empieza ni termina con la visita al médico, sino que forma parte de la vida cotidiana.
Los Trabajadores Corporales para la Salud (y pretendo englobar en este término a todas las Terapias Corporales y/o Medicinas Blandas Complementarias), todavía no figuramos en ningún nomenclador. Esta aparente desventaja nos da sin embargo la posibilidad de mantener un trato directo con nuestros pacientes y alumnos, de compartir una responsabilidad creativa con ellos en cuanto a la salud, el bienestar y el desarrollo de las potencialidades del cuerpo humano. Pensando al ser humano como una totalidad, en un momento histórico, social y geográfico determinados, podemos construir juntos un modelo diferente de cuerpo, con la suficiente flexibilidad como para incluir diferencias y particularidades en los distintos sujetos, aportando identidad desde este juego de diferencias y semejanzas. Así pues, nuestro trabajo incluye promover conciencia acerca de posibilidades y limitaciones, favorecer el descubrimiento y la indagación por sobre el prejuicio, ayudar a encontrar el propio ritmo en cada momento de la vida, y abrir los canales a la expresión de la emoción y la creatividad.
En las palabras de P. Stokoe y A. Sirkin, se trata de“...una vía fundamental para que el sujeto social protagonista del cambio hacia una sociedad con justicia, igualdad y respeto mutuo se torne eficaz en su incesante creación y recreación del mundo y de si mismo.”2
Carlos Trosman
Psicólogo social - corporalista - docente
carlostrosman [at] interlink.com.ar
Notas
1 Kouyaté, Sotigui. Director de Teatro del equipo de Peter Brook. Artesano de Palabras, entrevista de Hilda Cabrera publicada en “Página 12” el 16-9-99.
2 Stokoe, Patricia; Sirkin, Alicia. El Proceso de la Creación en el Arte.
- Pichón Rivière, Enrique. Ecología Humana y Psicología Social.
- Lores Arnaiz, María del Rosario. Hacia una epistemología de las ciencias humanas.
- Tenti Fanfani, Emilio. Las Profesiones Modernas: Crisis y Alternativas.