Un artículo publicado en el diario Página/12, del 15/9/04, titulado “La concentración de la pobreza” dice: “Contra todo lo que se puede suponer, el segundo cordón del conurbano bonaerense es la región más pobre del país, situación que da por tierra con las teorías de las ‘regiones inviables’ cuando se analiza el noreste y noroeste del país. La afirmación pertenece a Artemio López, quien al frente de la consultora Equis realizó un análisis sociográfico que ‘patentiza’ –a su juicio- la existencia de ‘sectores sociales inviables’con verdaderas megaconcentraciones de pobreza e indigencia en el Gran Buenos Aires…En los distritos que componen el cinturón que rodea a la Capital Federal hay poco más de ocho millones de habitantes. El 53,5 por ciento de esas personas viven por debajo de la línea de pobreza y el 22,8 por ciento es directamente indigente….La situación es más precaria en el segundo cordón, ya que allí los pobres representan el 60,5 por ciento del total de la población.”
Al comienzo del año 1999 fui convocado por el equipo de profesionales que trabaja en la Dirección de Población, Prevención Social y Casa de la Juventud de la Municipalidad de Vicente López para realizar la supervisión clínica de su tarea. Esta se realiza en consultorios en la Casa de la Juventud, sita en una zona muy paqueta del distrito y en centros periféricos en Villa Martelli y Carapachay. Es donde consultan las personas de los “sectores sociales inviables”.
La tarea de la supervisión clínica es uno de los pilares de la práctica psicoanalítica, garante de la contratransferencia y de la atención flotante del terapeuta. Es donde se recrea la actividad solitaria y artesanal del psicoanalista, espacio atravesado también por el fenómeno de la transferencia - contratransferencia, para dar cuenta de lo acontecido entre el paciente y el terapeuta. Cuando la tarea se realiza en el área de lo público, ya sea en hospitales o centros de salud, considero que es imprescindible tener en cuenta los múltiples atravesamientos que influyen en la práctica clínica de los psicoanalistas y que siempre están presentes en su quehacer. Daré cuenta de los que considero más importantes:
1° - El Estado. Teniendo éste el poder político y económico sobre las instituciones está presente permanentemente en la práctica cotidiana. Designa a las autoridades y al personal, fija los sueldos y dice quién cobra y quién no (ya que el personal ad-honorem es siempre significativo). Con los cambios de autoridades públicas se despierta mucha incertidumbre en momentos de elecciones o cuando se anuncian cambios de ministros, ya que siempre traen aparejados cambios de directores, de políticas de salud, o restricciones en el personal y/o sueldos. Esto sobre todo en el Gran Buenos Aires, donde los cargos no son cubiertos por concurso.
2°- La institución. Ésta tiene una historia singular, desde adentro y desde afuera. La misma circula como mito o novela institucional entre sus integrantes y como prestigio o desprestigio en la comunidad, lo cual genera transferencias positivas o negativas tanto en su personal como en su clientela. En las instituciones existen fantasmas, competencias y persecuciones que están presentes a la hora del trabajo concreto con pacientes.
3° - El equipo. Éste tiene una importancia sustancial ya que se convierte en el espacio soporte de las ansiedades y angustias que provoca el trabajo clínico con pacientes graves, así como las mencionadas anteriormente provenientes de la institución. Las reuniones del equipo y el espacio de supervisión se convierten en los lugares privilegiados para tratar esta problemática.
4° - Los pacientes. Llegan a la institución voluntariamente o traídos por sus familiares o judicializados. En cada caso su posición sobre el tratamiento varía. Por otra parte la situación catastrófica que atravesamos ha provocado que una clase media empobrecida llegue al sector público, cuando antes se trataba en su obra social o prepago. En general sienten que llegan al infierno porque están en el infierno; han perdido el oro que era lo privado y tienen que recurrir al barro de lo público. Los pobres que siempre se trataron en el área de lo público, hoy son inviables a los que les cuesta llegar a la consulta por que a veces no tienen para costearse el viaje y cuando llegan están muy mal. Desde allí se forjará el vínculo transferencial con la institución, el equipo y el terapeuta.
La inclusión de la dimensión institucional en la supervisión facilita la tarea de los terapeutas ya que se trabajan los conflictos que la institución provoca como así también las tensiones que se dan en el equipo. Con esta perspectiva trabajamos en la Casa de la Juventud, la que recibe pacientes drogadependientes ambulatorios. También hay talleres de pintura, escultura, música, por fuera del equipo terapéutico. Se brindan tratamientos individuales y grupales para los pacientes y sus familiares.
El mayor esfuerzo de estos últimos años ha consistido en generar nuevos dispositivos psicoanalíticos, para abordar a los pacientes de estas llamadas zonas inviables, que cada vez tienen una población más numerosa y están condenados a no entrar nunca al sistema de producción capitalista. La desprotección que padecen ha producido nuevas subjetividades, por lo tanto ser drogadicto, traficante o chorro es tener una identidad, sobre todo entre los varones. Manejar un fierro es ser macho. Entre las niñas ser madre alrededor de los 14 años es tener alguna identidad.
Algunas escuelas de la zona, para mantener la escolaridad, habilitan sectores donde los alumnos dejan las armas, estableciendo pactos que se cumplen sin problemas. Muchos adolescentes que nunca han manejado un revólver o robado nada, fabulan situaciones peligrosísimas que habrían atravesado porque quieren ser alguien. Para el barrio, la institución “Centro de Salud”es el templo, donde té psicologean, los terapeutas son la seño o el profe (desplazamiento de la institución escolar)
Seño vengo porque estoy pasado de pasta.
Mi hijo se está drogando y anda con los chorritos. Tengo miedo de que me lo mate la policía.
Salí de la cana pero me obligan a hacer un tratamiento acá.
Así aparecen los motivos de consulta en un equipo de terapeutas que tiene que enfrentarse con una primera paradoja: El Estado lo contrata para que trate lo que el mismo Estado considera un delito. Segunda paradoja: El sistema le encomienda que reintegre lo mismo que ha segregado y que no está dispuesto a reintegrar (es un inviable). Si se toman en cuenta estas paradojas quedamos en la parálisis. Los psicoanalistas tenemos que corrernos de esa encerrona y enfrentarnos con ese sujeto que el sistema y el Estado ha producido para la muerte y desde allí en el equipo se elaboran estrategias y dispositivos para trabajar con él, con su familia y con su comunidad (el barrio, la escuela etc.).
En este sentido es fundamental el trabajo en equipo pues se convierte, como dice Enrique Carpintero, en un espacio soporte, frente a la emergencia de ansiedades y angustias que se disparan y que el trabajo de la supervisión toma en cuenta, a fin de que las mismas no se actúen contratranferencialmente. Es un trabajo artesanal, arduo y costoso Se trata de ir construyendo estrategias de trabajo que no son iguales en todos los casos ni definitivas.
También hemos atravesado y trabajado momentos conflictivos como el despido y sanciones al personal, amenazas de no renovación de contratos, cambio de directivos y de políticas que fueron de mucha utilidad para preservar al objeto de trabajo que es el paciente, y también a los terapeutas.
Alfredo Caeiro
Psicoanalista
Analista institucional
alfredo.caeiro [at] topia.com.ar