ÁREA CORPORAL: ¿Es posible humanizar el cuerpo? | Topía

Top Menu

Titulo

ÁREA CORPORAL: ¿Es posible humanizar el cuerpo?

 

Con el correr de los siglos, los cambios de las ideologías y los contextos, modificaron el concepto y la experiencia del cuerpo. Estos factores incluyen la visión cartesiana dualista del mundo y del cuerpo tanto como el trato que le da el capitalismo, presentándolo como mercancía, consumidor y productor. Sirvieron de base a la perspectiva científica occidental, que ve al cuerpo como objeto, encapsulado, descontextualizado, delimitado dentro los confines de la piel. Esto afectó y afecta la subjetividad, la sensibilidad y la experiencia del cuerpo propio tanto como su relación con el entorno.

El avance de las nuevas tecnologías, de la biotecnología en particular, provoca transformaciones hasta hace poco inimaginables en los cuerpos humanos. Estos cambios son controvertidos; por un lado, salvan vidas y mejoran la salud, por otro lado, deshumanizan

Desde el comienzo del siglo XX, los límites, tanto del cuerpo como de los países y territorios, están cambiando. Inclusive, los límites del cuerpo encapsulado se expandieron más allá de las fronteras geográficas y físicas demarcadas arbitrariamente por los sistemas vigentes, sea desde lo científico como desde lo geopolítico. El avance de las nuevas tecnologías, de la biotecnología en particular, provoca transformaciones hasta hace poco inimaginables en los cuerpos humanos. Estos cambios son controvertidos; por un lado, salvan vidas y mejoran la salud, por otro lado, deshumanizan. Producen cuerpos desmembrados, descartados, indeseados. Son estos cuerpos los que intento poner en evidencia en este artículo. Pues estos estados corporales son sistemáticamente ignorados por los contextos, tanto profesionales como legos.

Cuerpos desmembrados

El progreso de las biotecnologías da información cada vez más rápida y precisa sobre el estado de la salud corporal. Para conseguirlo, genera intervenciones que controlan, vigilan y monitorean el funcionamiento del cuerpo bajo el argumento de prevenir enfermedades, hacer frente a amenazas de virus, bacterias, pandemias y otros riesgos. Según los profesionales, los datos algorítmicos dan más información sobre el cuerpo que las sensaciones o relatos personales.

Por ejemplo: Una visita al médico conlleva innumerables análisis, chequeos y pruebas biométricas para verificar el estado del organismo. Con frecuencia, se insertan dispositivos para vigilar y/o regular su funcionamiento, lo que altera los mapas humanos, nuestros límites psicofísicos, nuestra infraestructura corpo-subjetiva y las funciones de nuestro sistema nervioso.

Ya es habitual, el uso de sensores, señas secretas de ingreso, el reconocimiento facial para entrar al homebanking, al cajero automático y también para abrir el celular. Este aumento de las medidas de seguridad genera el encogimiento y desmembramiento del cuerpo

También, gran parte de las actividades cotidianas son monitoreadas, vigiladas, como el ritmo cardíaco, la presión sanguínea o un marcapasos. Nada escapa a los efectos del control, invadiendo-nos desde dentro de nosotros mismos tanto como desde el entorno (Membé, 2019). Ya el permitir la invasión y el control, amenazan la estabilidad emocional, personal y social del individuo generando un constante estado de alienación y desmembramiento. Que modifica la intimidad del cuerpo-sujeto y se aleja a la persona de la experiencia sensible de estar en su cuerpo, de sentirse, de sentir que tiene el control de su vida diaria.

Verificar permanentemente la identidad a través de la tecnología es una rutina que vivimos como normal. Ya es habitual, el uso de sensores, señas secretas de ingreso, el reconocimiento facial para entrar al homebanking, al cajero automático y también para abrir el celular. Este aumento de las medidas de seguridad genera el encogimiento y desmembramiento del cuerpo, que es visto como un ancla indiscutible de la que extraer datos que servirán a los sistemas vigentes en el poder para aumentar el control, la vigilancia y lograr aún más poder. Así, el avance de las biotecnologías afecta la identidad y el sentido de ser, genera retroceso de la sensibilidad y la empatía y promueve la construcción de nuevas categorías: cuerpos desmembrados, descartados, indeseados.

Cuerpos indeseados

Las siguientes subcategorías de cuerpos indeseados, incluyen los cuerpos desplazados, descartados y fronterizos que, en la actualidad, son usadas como argumento político en muchos países.

¿Quiénes son? Comprenden los cuerpos que sienten vergüenza por la apariencia física, las personas que se enfrentan a discapacidades desafiantes, los que luchan con enfermedades críticas, las personas del “género equivocado” o del color de piel “equivocado” que viven en sociedades sexistas y racistas, de las víctimas de violencia, los desplazados y las personas encarceladas.

Cuerpos indeseados desplazados-fronterizos

Como dijimos, las fronteras ya no son una línea de demarcación, de separación de distintas entidades soberanas. Cada vez más, son el nombre que deberíamos usar para describir la violencia organizada que sustenta tanto el capitalismo contemporáneo como nuestro orden mundial (2019). Las fronteras tienen en común las cargas de tensiones que operan tanto externa como internamente hasta convertirlas en verdaderas trampas, dispositivos para capturar, inmovilizar y eliminar poblaciones consideradas indeseables.

La movilidad de la inmigración masiva, facilitada por la velocidad del transporte de un país a otro, genera expansión y flexibilización de las fronteras y de los límites corporales. Exige adaptación a nuevas condiciones contextuales, modifica el funcionamiento bio-psico social del individuo y el sentido de pertenencia, que ningún gobierno toma en cuenta.

El discurso geopolítico-pseudo-científico está plagado de continuas amenazas que, cimentadas por la media y exacerbadas por ciertos gobiernos, demonizan la inmigración. Deshumanizan a “los cuerpos frontera” descalificándolos bajo un denominador común: indeseables.

Mbembe (2023, cap. 5, p. 125) señala que el discurso geopolítico-pseudo-científico está plagado de continuas amenazas que, cimentadas por la media y exacerbadas por ciertos gobiernos, demonizan la inmigración. Deshumanizan a “los cuerpos frontera” descalificándolos bajo un denominador común: indeseables. Esta visión atemorizante aumenta el miedo, la incertidumbre y la sensación de inseguridad en la población local frente al inmigrante, el desconocido. Se promulgan nuevas leyes y restricciones que autorizan la creación de más controles. Justifican la invasión de la intimidad y el despojo de sus derechos a las personas en nombre de la seguridad. La identificación facial, el escaneo en aeropuertos y en la entrada a ciertos lugares públicos son sólo la punta del iceberg de una trama más compleja.

Las fronteras son, cada vez más, realidades móviles, portátiles, omnipresentes y ubicuas. El objetivo es controlar el movimiento y la velocidad, para clasificar, categorizar y reclasificar a las personas. Al mejorar la selección para saber quién es quién y si está donde debería estar, tanto como quién no debería estar donde está. El incremento del control usando la interconexión entre el cuerpo humano y la identidad facilita un registro detallado sobre el movimiento y la velocidad, factores esenciales para mantener las fronteras impermeables ante cualquier intento de “transgresión”.

Cuerpos descartados

El control en el puesto de inspección fronterizo hace ver aspectos de esos cuerpos en sus espacios íntimos, abre nuevas visualizaciones del cuerpo, desconocidas y potencialmente “riesgosas”.

Mbembe (2023) y Leder (2016) hacen una analogía entre la deshumanización a que se exponen los cuerpos fronterizos con los enfermos y los encarcelados. Tienen en común vigilancia, aislamiento e inmovilidad, impuestos por los “agentes del poder”. Al ser considerados peligrosos, representan una amenaza para el orden establecido.

Las biotecnologías fragmentan el cuerpo humano con el fin de aumentar la seguridad y la limitación del riesgo, desarticulando la amenaza y evitando el contagio. A partir de eso, como en la pandemia de covid-19, se aísla a ciertos ciudadanos. Los infectados son considerados indeseados y, en consecuencia, son separados de los sanos. La sociedad protege a los “ciudadanos adecuados” vigilando a los cuerpos indeseados con elementos y dispositivos extraños a ellos mismos con el fin de detectar una enfermedad o un riesgo.

Los prisioneros, los enfermos, los cuerpos indeseables/descartados, pueden reclamarse y rescatarse mutuamente, pues los humanos no son sólo víctimas pasivas de los mecanismos de poder, también son agentes activos capaces de cambiar su entorno.

En el enfermo esa amenaza puede surgir del interior de su propio cuerpo o venir de afuera, contagiar-se. Cuando la amenaza se convierte en realidad ese cuerpo es hospitalizado y sometido a chequeos, para no contagiar a otros y también para vigilar y observar su estado de salud. El encarcelado también es privado de su movilidad, privado de sus pertenencias y controlado desde dispositivos exteriores por guardias que lo observan a través de una pantalla.

Estos cuerpos desplazados, descartados de nuestra sociedad y de nuestra conciencia, son despojados de su identidad, sus rutinas y relaciones. Viven en condiciones que desconocemos y, a menudo, se nos prohíbe conocer. ¿Cuáles son sus características, sus deseos, sus sueños, sus capacidades, sus derechos? Es importante invocarlos/tenerlos en cuenta, penetrar más allá del vidrio blindado, de los muros, las rejas y los alambres de púas que los mantienen apartados y, de esta manera, reivindicar a nuestros semejantes en el circuito de la conexión humana.

Los prisioneros, los enfermos, los cuerpos indeseables/descartados, pueden reclamarse y rescatarse mutuamente, pues los humanos no son sólo víctimas pasivas de los mecanismos de poder, también son agentes activos capaces de cambiar su entorno. Tal vez todos, no sólo los indeseados, necesitemos ser rescatados de nuestro mundo aplanado por el enfoque antropocéntrico de pantallas, dispositivos, gratificaciones materiales y relaciones monetizadas.

¿Qué recursos son necesarios para que recuperemos el significado de la existencia? Es esencial el sentido de pertenencia y el ejercicio pleno de nuestros derechos. ¿Qué podemos hacer para restituir la subjetividad y la dignidad a los cuerpos negados, desmembrados, indeseados, despojados? ¿Cómo aprender de y con los demás; sin reducirlos, sin racializarlos, sin clasificarlos según sistemas de control/diagnóstico o según las regiones de procedencia, ¿si vienen de “territorios de riesgo”? Este proceso/intento, no tiene por qué ser sólo individual. Es necesario un esfuerzo comunitario del cuerpo relacionándose con su contexto para ayudarnos mutuamente, rehumanizar-nos. ◼

 

Bibliografía

Leder, D. (2016), The Distressed Body (El cuerpo estresado), parte 2, parte 3, The University of Chicago Press, Chicago.

Mbembe, A. (2023), Brutalisme, capítulo 2, pp. 55-72 y cap. 5 pp. 125-144, Editorial La Découverte Poche, Paris.

Segato,R. (2022), Cenas de um pensamento incômodo; Cap.: “O fracasso do punitivismo como meta”, pp. 52-81, Bazar do Tempo, Río de Janeiro.

Nota

Los conceptos de cuerpos indeseados, fronterizos, desmembrados son descriptos por Mbembe (2023); y los conceptos de cuerpo desplazados, despojados son descritos por Leder (2016).


Berta Vishnivetz
Psicóloga - Eutonista
bertavis [at] gmail.com

Temas: 
 
Articulo publicado en
Abril / 2025

Topía en la Feria del Libro