Los conceptos de fortuna y suerte se hallan, para el espíritu humano, constantemente cercanos a la esfera de lo sagrado. (…) En toda una serie de pueblos los juegos de dados forman parte de las prácticas religiosas.
Johan Huizinga
¡El viejo maestro brujo / Al fin se ha marchado! / Y harán sus espíritus ahora / También lo que yo les diga. / Sus palabras y conjuros / Yo recuerdo cómo usar / Y con la fuerza de mi mente / Yo también haré prodigios.
Goethe
No hace mucho tiempo atrás existía un dicho popular que llenaba de ilusión a los futuros padres: cada niño nacía con un pan debajo del brazo. Lamentablemente quedó muy lejos de cumplir esa ilusión un adolescente salteño que se suicidó luego de perder el sueldo de su madre haciendo apuestas en un casino online. Trataba de acertar resultados en espectáculos deportivos de todo el mundo, partidos y más partidos de los que en tiempo real conocía los resultados. Abrumado por las deudas entendió que le era imposible resolver la situación y terminó con su vida. El ejemplo vale para mostrar que las apuestas online han generado un problema difícil de enfrentar, uno más, para las crianzas y el desarrollo de las nuevas generaciones. El perfeccionamiento en la comunicación en tiempo real entre el apostador y el marketing de los casinos virtuales es un problema cada vez más grave al que durante mucho tiempo no se le dio importancia o hubo un silencio cómplice que el suicidio de algunos jóvenes ha puesto sobre el tapete.
El acercamiento a las apuestas online viene siguiendo un patrón:
Los resultados adversos lo convierten al apostador en un deudor que busca, cada vez más desesperadamente, dinero prestado en un mundo plagado de peligros y amenazas. Para resolver la situación comienza por vender sus pertenencias, luego hurta dinero en su casa para pagar las deudas, pide dinero prestado a familiares y amigos, etc. hasta que, ya sin recursos, recurre a los prestamistas.
En la cultura cyborg en que vivimos la prótesis incorporada al cuerpo, -el celular- abre las puertas del casino global. No hay restricción de entrada, todo está facilitado para que nada, ni nadie puede obstaculizar el ingreso de un menor en las ligas de las apuestas
Para el apostador, pese a los fracasos reiterados, el circuito de las apuestas no se detiene, por el contrario, se hace cada vez más compulsivo y urgente. Las deudas son cada vez más grandes, imposibles de pagar. Esto último hace que se busque prestamistas dentro del mundo de las apuestas que, por supuesto, cobran intereses exorbitantes, así la deuda se incrementa de manera incontrolable, no para de crecer. Los préstamos al no poder pagarse, ponen en juego los sistemas mafiosos de amenazas para hacer que el deudor pague. Las pérdidas en las apuestas se pagan sí o sí. Por las buenas o las malas. Como en las películas los matones mafiosos no escatiman amenazas, obligan a vender bienes familiares, etc. Dejar de pagar es imposible en estos brazos oscuros de los casinos virtuales.
Esa ilusión de enriquecerse por vía de las apuestas por dinero ha llevado, desde siempre, a los seres humanos hacia lo que hoy conocemos como ludopatías, en ellas lo central es una acción: apostar, de ninguna manera interviene una sustancia. Para mostrar la magnitud de apostadores no hay más que recurrir a lo escrito por el periodista Fabián Debesa, en el diario Clarín: “Los registros oficiales de las empresas que operan el negocio ya anotan 2.581.200 usuarios que prueban suerte con los resultados deportivos y otras ofertas lúdicas que se presentan en los dispositivos electrónicos. El juego online crece y le dejó $89.000 millones a Provincia. Esa cifra es la que recaudó el Instituto de Lotería Bonaerense por las apuestas en el primer semestre del año. El segmento sube a un ritmo del 13% por mes.”
El fenómeno de las apuestas por internet pone en el candelero cómo los casinos hacen negocios enormes con las nuevas maneras en que circula el dinero, es tan grande el negocio que existen casinos legales radicados en Argentina y muchos otros ilegales de los que no se sabe la procedencia. Que también operan en el país.
Los niños y los jóvenes se convirtieron en un apetecible nicho económico para todas las empresas, en este caso estamos viendo cómo fueron seducidos y encantados bajo el sueño del dinero fácil
El dinero que se aloja en las billeteras virtuales nos da una muestra más de cómo el mundo cyborg (hiperconectividad, tiempo real, placenta mediática, prótesis adosada al cuerpo, etc.) funciona y va alejando las maneras de contener a las infancias por parte de los adultos, una de sus consecuencias es que, volatizado el efectivo, se pierde la noción de cómo, cuánto y de qué manera los jóvenes apuestan. Recordemos que ya no hace falta ir a una agencia de apuestas, ni a un bingo o un casino. Todo circula por internet y no hay billetes, papeles o fichas que indiquen la materialidad del dinero que se apuesta. No está demás señalar que todo esto es parte del capitalismo de plataformas donde toda la economía transformada en e-commerce. Los casinos virtuales han podido globalizar las apuestas por la forma que adquirió la economía desde las plataformas, es decir, que el mundo de las apuestas funciona al compás de cómo funciona el capitalismo de plataformas.
Como consecuencia de estas modificaciones los niños y los jóvenes se convirtieron en un apetecible nicho económico para todas las empresas, en este caso estamos viendo cómo fueron seducidos y encantados bajo el sueño del dinero fácil, consecuencia: existen ya muchos casos de jóvenes que se endeudan con las apuestas antes de terminar su formación escolar. Todo el sistema de apuestas que circula por la placenta mediática los lleva a ser deudores mucho antes de que puedan producir. La modalidad que adquiere el apostar dinero está centrada, desde ya hace mucho tiempo, en los espectáculos deportivos. El sueño de enriquecerse de un día para otro está asentado en el sueño de volverse millonarios por vía de las apuestas, un niño de doce años lo dice claramente: “Ganás mucho y no tenés que trabajar. Te quedas en tu casa jugando videogames con tus amigos.”
Tenemos que entender que:
1) la posibilidad de apostar dinero llega sin intermediaciones al celular del joven.
2) Que el mundo del negocio de las apuestas ha asentado sus reales en los espectáculos deportivos, las estadísticas indican que interesan mucho más a los varones que a las mujeres.
3) A los más jóvenes les atraen los espectáculos deportivos, son una parte importantísima de sus vidas.
4) En ellos están los ídolos con los que se identifican, no es lo mismo jugar un número a la quiniela que al resultado de un partido entre Boca y River.
5) Esto último ha sido, ya hace mucho tiempo, estudiado por los casinos para estimular a los jóvenes a apostar dinero.
6) Hay un predomino de lo vertiginoso, es el mundo de la sensación urgente e imperiosa. El vértigo impone la urgencia de lo que viene, omite cualquier reflexión crítica sobre lo que ocurre y sus consecuencias.
7) Está claro que la profusión de información sobre los deportes y sus protagonistas es un tema que interesa mucho a los adolescentes, en un momento de la vida donde todo está en esbozo, en aprendizaje, los casinos estimulan con publicidad en la camiseta de los clubes, en los programas deportivos de televisión (por ejemplo, en la camiseta de la selección de fútbol de Argentina) que ese conocimiento puede ser la llave de ingreso al dinero fácil a los noveles apostadores.
8) Convertido el mundo en un casino virtual existen espectáculos deportivos día y noche en todo el mundo, es decir que se puede apostar durante las veinticuatro horas.
9) El suicidio de algunos jóvenes puso sobre el tapete que el negocio de las apuestas viene de lejos y ha sido largamente silenciado.
Estamos hablando de cómo el espectáculo deportivo manipulado por los casinos va construyendo una infancia deudora. Es frecuente que la curiosidad por apostar comience no mucho más adelante de los diez años. En tres o cuatro años la promesa de enriquecerse sin esfuerzo, de que el azar estará a su favor, va absorbiendo a los jóvenes apostadores y los va despojando de otras curiosidades e intereses. Si los procesos del crecimiento son lentos y requieren de elaboraciones a cada paso, el impulso hacia las apuestas va en dirección contraria: todo tiene que ocurrir rápido y de acuerdo a los deseos del niño-apostador. “No sé lo que quiero, pero lo quiero ya” decía Luca Prodan definiendo muy bien la demanda urgente e imperiosa. En las apuestas podemos definir que el apostador cree fervientemente que puede vencer el azar, ganar siempre y que nunca terminará su suerte. No está demás remarcar que en ese proceso el joven no mide las consecuencias. Y se da cuenta de los peligros que corre cuando ya está en una encerrona trágica.
Los apostadores seriales han perdido lo que se inició como una posible aventura, perdiendo siempre se va haciendo cada vez más doloroso descubrir, constatar, que el sentido de la vida se va desvaneciendo y solo existe la presunción, o el ruego, de que la diosa fortuna les devuelva las ganas de vivir
De no mediar alarmas familiares o escolares, va camino a convertirse en un deudor de cifras impagables por creer que puede atrapar el azar. Todo ocurre mucho antes de que tenga la posibilidad de enterarse de los intereses y peligros que se mueven en el negocio mundial de los casinos virtuales.
Los apostadores seriales han perdido lo que se inició como una posible aventura, perdiendo siempre se va haciendo cada vez más doloroso descubrir, constatar, que el sentido de la vida se va desvaneciendo y solo existe la presunción, o el ruego, de que la diosa fortuna les devuelva las ganas de vivir. Las pérdidas producen desasosiego y el joven jugador compulsivo vuelve a las apuestas, una y otra vez, con la esperanza de salvación, repitiendo lo mismo que lo llevó a la desesperación.
Freud sostiene que el niño juega buscando en lo lúdico la manera de alcanzar la adultez: “La actividad lúdica está determinada por un deseo en particular, el deseo de ser grande, el niño juega a ser grande e imita aquello que sabe de la vida de los adultos.” Esta afirmación nos obliga a preguntarnos qué quiere decir ser grande, qué significa llegar a la adultez a medida que se atraviesa la adolescencia dejando atrás la infancia. Lo cierto es que este tránsito se obstaculiza en lo que ya no es lúdico, un juego, sino una compulsión donde el joven confunde adultez con convertirse en el aprendiz de brujo que cree poder dominar el azar. Goethe en el poema “El Aprendiz de Brujo” mostró esa ilusión de apurarse a crecer, el sueño de ser más grande convocando a la magia termina esperando que los adultos rescaten al fracasado aprendiz:
“¡Señor, es una emergencia!
Los espíritus que invoqué
No logro detenerlos.
¡Maestro Brujo! ¡Oiga mi llamado!
¡Ah, ahí viene el Maestro!” ◼
César Hazaki, Psicoanalista
cesar.hazaki [at] topia.com.ar
IG: @cesar.hazaki