Cuenta Francisca.
que al Santuario del Salar volvieron los capangas,
Dizque son los de aquí con los de allá.
Hay nuevos gringos y otros que ni conocemos por su forma de hablar.
Vinieron con máquinas pesadas para explotar el litio de nuestro Salar.
Y nada para acá, más tienen, más quieren y quieren más.
Nos rompen las venitas de nuestra sagrada mamá,
revientan las aguas de vida
y a los críos, ya sin mamar,
Volvieron los capangas,
Volvieron otra vez, con máquinas,
quebrantan el suelo sagrado
y otras chiquitas en el cielo con ojos de mal.
Con unos papeles nos aplastan…
y dizque es legal por ley provincial
Los mercenarios del gran capital
azotan al pueblo y en lonjas, desgarran su lomo
meten miedo, meten plomo,
tras descarnado ritual, tiñen de sangre nuestra Bandera
como estandarte y como yerra,
para marcarnos tras violación serial.
En el siglo XVIII la invasión realista
topó con el pueblo de Francisca, San Salvador de Jujuy
al mando de Manuel Belgrano su General,
y ese éxodo jujeño ejemplar,
quemó sus tierras, sus campos, sus ranchos,
nada dejó sin calcinar
al invasor tierra arrasada.
Nada de la nada
Ni brote ni semilla ni rama
Coraje de soberanía y al hueso.
púrpura la brasa
arde la carne si es dignidad.
Mas de doscientos años después,
la potestad vendepatria pidió disculpas al Rey
genuflexo balbucea hasta hoy, la angustia que desconoce
haciendo valer. ¡Que viva el rey!
¡Y Elon Musk también!
Los miembros de la continuidad traidora
hacen campaña de modernidad extractivista
montados sobre el litio, cabalgan sus ejércitos sin freno
ni vergüenza. Sin intervención estatal
la “movilidad sustentable” a punta de Big data,
Tesla Company, Inteligencia artificial, Silicon Valley
y todo ultracondensador, la guerra nuclear,
en tu mano, el marketing del león y del dólar
y en tu celular y las redes, la bala global,
Olas de colonialismo, taludes de indignidad
leales a salpicar de sangre nuestra bandera
total, dicen, evapora y condensa, se llevan el agua, se llevan la sal
Los cuatro puntos cero (4.R), revolución industrial
leales solo a la renta derecha y liberal.
La Francisca de mi barrio, es kolla de la quebrada,
dizque el Salar aún está vivo, pero revientan las venas del agua.
Ya le mataron al nieto el mismo año de la peste
Sí el veinte veinte, él era minero
su paga apenitas unas fichas pa papear donde el despensero
hasta que cerró el almacén y ya sin coca, ni chicha, ni nada
se fue pa’ Caspalá a espaldas del Hornocal
divisó el cerro de los 14 colores por primera vez
y en el corazón de la quebrada, la quedó
Más nada que hacer.
Francisca te muestra su única foto de niño
Cuando ella lo sostiene a su espalda
acunaíto dentro el aguayo.
Apenitas la peste le dio permiso, se vino solita
porque ya nadie ni nada le quedaba en Hornocal
Francisca al costadito de un viejo garaje
puso unos cajoncitos con bolsitas de ajo y picante,
algunas papitas y pedacitos de anco.
Que le traían unos paisanos del mercado central.
En actitud respetuosa y amor solidario
si haciendo cola, donde la -Francisca de la verdura en paquetito-
como se la conocía en el barrio
y si en esa cola, te tocaba y otro vecino escuchaba
Francisca abría el paquetito del picante
y te decía bajito, bien bajo
“llévalo mamita…un apenitas
si aún no has cobrado,
pa’que el guisito te dure
a mañana y pasado”.
Su tesoro guardado es su legado.
Sus manos, la tierra, las venas lo sagrado.
pa siempre mañana y pasado
La semana anterior a la última represión en Jujuy
yo le había comprado y la venía observando…
porque ya no sonreía.
El delantal con pechera
ya no se lo ataba, y el listón le hondeaba
por arribita de sus hinchadas piernas.
Su pelo interminablemente largo, acabadamente negro
cotidianamente recogidos la tozudez de su trenza,
y en el bolsillo de las monedas
sus estigmas comunes, colgaban por el último agujero
él era su nieto, el minero.
Se piensa volver la jujeña, doliente indianada
dizque a pagar la deuda con la Pachamama
porque le reventaron las venas a su mamita la Pacha,
lo único que le quedaba.
No puso palabras.
su cara redonda se me fue haciendo enjuta
su rictus ancestral, padecer aborigen, saqueo y mapa.
Itinerario de la conquista loca
Altarcito de cajones
mantelito bordado
de pronto ardió púrpura su piel morena,
sus sombras azuladas por la condena
tanto como sus labios y sus anchas caderas.
No vimos tu cadáver Francisca
tampoco el entierro
el día que los cajoncitos quemaste
entendimos que cerraste solita por tu propio duelo.
Ay mujer la Francisca
qué me venís a encumpar
en el ánima de este caldo del comedor popular,
la parroquia evapora lágrimas de salmuera
son las venas que revientan
los que matan por matar.
Tu muerte abrió el duelo
que no se puede duelar
porque los desaparecidos
en los socavones del espanto,
somos rehenes mestizos y blancos
del secreto y del pacto electoral
cuando gobiernan los que nos vienen a saquear.
Ha muerto Francisca
la Francisca de mi barrio
con una muerte anunciada más allá del calendario.
Ay que te mueres Francisca
Ay que naces todas las veces cada vez
en Francisca la comunidad aborigen.
Todos los quinientos años.
Todos los quinientos más
Todos los éxodos jujeños
de soberanía y dignidad.