Mi padre tenía unos ojos muy azules
me miraba crecer,
Yo sentía su mirada
Sentía que sus ojos hablaban
me faltaban las palabras
Querían quedarse conmigo,
Para acompañarme,
estarían allí para siempre.
Ese color como el cielo
está conmigo cada vez que miro el firmamento.
Tanto la maternidad como la paternidad deben ser separadas de las visicitudes biológicas.
Por el camino de la fertilidad asistida, el espermatozoide que participe en la procreación de sus hijos, puede no ser el propio. El proceso de ser padre es de otro orden. Posiblemente es más ajustado decir, que es del orden de la cultura del deseo. Única que subvierte el mandato natural sin repetirlo en un mandato cultural. Puede ocurrir, que un varón procree hijos y sin embargo, se desentienda de ellos y no ejerza la función paterna. También puede ocurrir, que alguien considere padre a alguien sin que lo una la génesis biológica. Creo que es imprescindible diferenciar la maternidad y/o paternidad biológicas de las funciones materna y paterna.
Hay sistemas de mandatos que las sociedades han ido construyendo para definir qué es un padre o una madre en lo macrocontextual, así como sistemas deseantes en lo interpersonal e individual.
“ Cuando nació el hijo de Kensaburo Oé, éste llegó a pensar en matarlo ya que era gravemente discapacitado, pero después de atravesar una grave crisis, de visitar el monumento de Hiroshima, decidió hacer todos los sacrificios necesarios para que su hijo se criara. Estaba dispuesto, a no ejercer su profesión: la escritura si era necesario, para ocuparse de su hijo.
Kertèsz tomó una dura decisión: no tener hijos, ya que el sentía que no podía asegurarles que no pasaran por lo que él vivió: un internado muy severo y un campo de concentración a los 14 años. El sostuvo, que no tener hijos, era su forma de rebelarse al orden patriarcal, ya que el pensaba que los campos de concentración son su expresión máxima.
Creo, que estos dos ejemplos fuertes, nos muestran formas de ser padre muy con-movedoras.
Los viejos fundamentos sobre los que se sostenían ciertos modelos de maternidad y/o paternidad se han licuado. Esto no significa que esos viejos modelos desaparecieron. Los padres necesitan construir su rol en las familias y en lo social para que la respuesta no sea por ej. el feminicidio u otra forma de violencia.
El modelo patriarcal es una construcción, represora. No una realidad sólida, atemporal. Vivimos en temporalidades agitadas. Y quizás líquidas como sostiene Bauman. Los lugares y las funciones están atravesando un permanente terremoto. Los viejos contenedores fueron destrozados por luchas visibles e invisibles El desorden actual está en permanente diálogo con la maraña de factores que intervienen en la construcción de un lugar 'madre' diferente de una 'paridora' o ‘padre’ diferente al “padrone”. Desde esta perspectiva no habría lugares estables y fijos.
Creemos que la epistemología de la complejidad que nos propone Morin nos permite aproximarnos más acertadamente a este problema ya que están presentes múltiples dificultades, un enmarañamiento de acciones de los padres , de subversión de las madres, de retroacciones de los padres, intentos de volver a establecer un orden , la dificultad de hacerlo porque la situación histórica y socio-económica ha ido trayendo nuevos ingredientes y cuestionando los antiguos cimientos. No es posible predecir las organizaciones que los humanos nos iremos dando, ya que están en permanente construcción/deconstrucción con un horizonte de incertidumbre.
Pero los humanos tenemos una necesidad continua de atrapar en la red, de instituir lo que corre como el agua. En este caso, nos referimos a : las funciones materna y paterna. Cada vez que se menciona a un madre, o a un padre, surgen expectativas, deseos, fantasías, ideas, pedidos, reproches, mandatos, características esperadas. Ser madre o padre sería un devenir producido por los sujetos deseantes en las tramas vinculares, interpersonales, macrocontextuales.
Estamos capturados por discursos que han cristalizado en instituidos burocratizados. Por lo tanto, les hemos otorgado valor de realidades sólidas. Pero hoy no existe narración o discurso capaz de dar un trazado único, un horizonte de sentido unitario de la experiencia de la vida, de la cultura o la subjetividad. Hay historias. La forma de madre o padre que cada ser humano va construyendo en la singularidad de su historia personal y vincular , se asemeja a una nube movediza siempre cambiante. Una función ejercida y no meramente declamada. El universal de los instituidos burocratizados ha sido perforado.
Consideramos que las maternidades y paternidades se producen en los vínculos. Existe una bio-lógica. Pero no debemos biologizar lo psíquico, lo social. Un ser humano puede participar activamente en la concepción de un bebé pero eso no es igual a ser padre o madre. Se abre la posibilidad, una condición necesaria pero nunca suficiente. Un padre o una madre son el fruto de la actividad de una comunidad humana. Freud hablaba del progreso en la espiritualidad, en tanto el padre es una inferencia y no un dato de los sentidos. Parir un hijo no es lo mismo que ser la madre y /o el padre.
Se ha consensuado en el imaginario social de una sociedad dada, en un momento histórico particular, que las características que reúne la función que cumple determinado varón en relación a sus hijos corresponde a las que se espera de un padre así como de una mujer se espera el cumplimiento determinada función para considerarla madre. El lenguaje es un vehículo que interviene en nuestra experiencia personal-social, teniendo un peso importante en la conceptualización. Cada comunidad establece sus categorías, que cree universales aunque sean recortes de los que cada comunidad es responsable, inconmensurables unos con otros.
La maternidad y la paternidad han permanecido más transparentes que los mecanismos históricos responsables de la deshistorización y de la eternización. Lo que se ha hecho es transformar la historia en naturaleza y la arbitrariedad cultural en natural”.(Bourdieu 2000).
El otro día, en el ómnibus viajaba en el asiento ‘maternal’, un hombre joven con dos niños chiquitos de dos, tres años, uno en cada pierna. Es una forma nueva de vínculo paterno. Me conmovió ese padre con los dos niños en las rodillas. Y luego reflexioné, si hubiese sido una mujer, seguramente ni me hubiera fijado. Lo con-movedor era el género, un varón, cumpliendo con su función paterna en un estilo nuevo, de hoy.
No es posible establecer ninguna generalización. En algunos sectores de la sociedad aún no se ha asumido que un padre es tan necesario como una madre. Y que ambos son imprescindibles, cada uno en su especificidad, en su diferencia que hace a la riqueza y suplementación de roles.
En los cursos de pre-parto, que se realizan en los servicios médicos mutuales[3], aquí en Montevideo, se invita tanto a las madres como a los padres. Al terminar el mismo, se les entrega a los padres-varones, el equipo de ropa que deberán usar en la sala de partos. Sería una ‘promoción deseante’ de parte del equipo interdisciplinario que da el curso. Queremos decir que la presencia de los padres, es esperada, que hay un lugar para ellos desde el comienzo, y que se les propone la integración desde el mismo proceso de gestación-nacimiento del hijo.
Estos son mensajes muy diferentes, a los de otras épocas. Parecería, que para los que dan estos mensajes, los nacimientos, dejaron de ser un tema exclusivamente femenino. Los hijos dejaron de ser un territorio exclusivamente de la mujer-madre.
En la película “Casi una imagen”, se muestra el vínculo entre un padre y una hija. La hija que estudia canto y desea ser cantante, un padre, escritor, que no mira a su hija, no puede verla, escucharla, participar de su logros. La madre la había abandonado hacía tiempo. Se muestra el sufrimiento de la hija porque ella no siente que cuenta para él. Ese vínculo la lleva a no confiar en sí misma , a no creer que alguien la pueda querer, ya que su madre se había ido, la había abandonado y su padre tenía dificultades para acompañarla. Sin embargo, las palabras del padre, serán las que le devuelvan el amor, ya que por él, sabrá que el joven que la corteja, la ama a ella. Está con ella por ella misma. No busca algún beneficio del padre de la muchacha. Muestra en definitiva, la importancia que tienen para esa hija, las palabras de su padre. Y como le faltaron esas palabras para el canto...
¿Crisis de las funciones materna y paterna...?
Creo que hoy estamos frente a una crisis de las funciones materna y paterna. . Entendemos por crisis, la presencia simultánea de la ruptura de un equilibrio, algo que se acaba, al mismo tiempo que surge una oportunidad. Es un momento previo a... Puede ser de re-acomodación o puede significar el final de un proceso, puede ser una catástrofe, que es esencialmente destructiva. La crisis no lo es, puede ser por lo tanto, la apertura a otras formas de parentalidad .
Una época, en la que hay permanentes ajustes en los roles de ambos padres, roles líquidos, en contextos inestables, en los que no es posible encontrar esos puntos fijos que en otros momentos nos acompañaron ilusoriamente. Será el momento de des-canonizar la funciones paterna y materna en el sentido de lo pater, el propietario de la hacienda, de las mujeres, de los hijos, de los esclavos, etc., para que podamos apreciar las formas singulares de ser padre, hoy. Así como es imprescindible re-pensar la función materna.
Los padres de hoy, pueden producir junto a sus hijos, vínculos afectivos cercanos, en los que participar activamente en la crianza junto a sus esposas, lo que se construirá en cada trama familiar. Así se irá escribiendo la ‘novela de cada familia’,
Las familias han sufrido transformaciones a lo largo de la historia de la humanidad. En el siglo XX, el divorcio, las uniones libres, las familias monoparentales, las familias ampliadas, las parejas homosexuales, dan lugar a otro tipo de familias. Por eso podemos discriminar en la actualidad la “familia” de “las familias”.
Al considerar que lo biológico no define el vínculo padre-hijo, será necesario re-pensar los mecanismos de construcción de esa funciones ’materna y paterna’. Estas se jugarán : quizás en la presencia afectiva y efectiva, en el interés y la participación activa en la crianza, en la fijación de límites, de normas, etc. No existiría EL MODO ÚNICO, lo que no quiere decir que no existan los marcadores macrocontextuales siempre. Cada quien irá construyendo su modo singular de ser madre, padre, pero no inventa todo, inventa sobre lo que existe.
Historias
Juan
Luis tiene veintitrés años. Su novia quedó embarazada. Este embarazo fue cuidado por los dos como pareja, hicieron los controles prenatales y Diana se preparó para el parto. Cuando llegó el momento del nacimiento, Diana vivía con su padre . Ëste la acompañó al sanatorio y le avisaron a Luis, una vez que el bebé había nacido. Luis no participó del proceso de nacimiento de su hijo. Luego , Diana inscribió a su hijo como hijo de su padre. Y desde ese momento, Luis no participó de la vida de su hijo.
Abuelo, madre y bebé se mudaron a otra ciudad, dificultando más el contacto entre Luis y su hijo, Antonio. Lo que ocurrió en el momento del nacimiento de Antonio, fue algo sorpresivo y no previsto por Luis. No entendía lo que había ocurrido. Estaba shockeado, ya que el deseaba ser padre. Se venía preparando para esa función-padre. Diana, y también su padre, le estaban imposibilitando el ejercicio de la paternidad.
Algunos datos de la trama familiar de Luis.
Sus padres se separaron, siendo el un niño de siete años. Su padre estuvo poco presente, durante su crianza. Su madre fue siempre una hija muy próxima a su propio padre, que era una figura patriarcal muy fuerte. . Para que Luis pudiese acceder de un modo estable y adecuado a su hijo, fue necesario llevar adelante un proceso judicial para que el chico pudiese ser inscripto como hijo de Luis y se estableciera un régimen de visitas. Esta tramitación judicial, fue un acontecimiento, familiar, y también social: un padre reclamando su derecho a la paternidad. No ocurre frecuentemente, que un padre reclame su lugar como padre. Más habitual , es que una madre reclame que el padre atienda a su hijo. Lo novedoso era el rol activo que tomó Luis para acceder a la paternidad.
Elsa
Juan es el compañero actual de María. María tiene dos hijas, Elsa que acaba de cumplir 18 años e Inés que tiene 13 años. Elsa es hija de la primera pareja de María. Roberto, el padre biológico de Elsa, fue extremadamente violento tanto con María como con Elsa. Tuvo varias internaciones psiquiátricas. En estos días, Elsa, ha presentado una crisis muy grave, con varios intentos de suicidio, con consumo de drogas, y un cuadro de descompensación psíquica que hace pensar en trastornos graves del carácter. En esta situación tan difícil, Juan que no es el padre biológico, ha mostrado ser el padre. Cumple horarios en el sanatorio donde está internada, ha discutido con los médicos, para que le den la atención que esta chica necesita, le ha puesto límites al novio, (en casa de quien ocurrieron tres intentos de suicidio, probablemente con consumo de drogas). Está atento a todos los detalles, para atenderla y brindarle lo mejor. Este es un ejemplo, de un padre-no biológico que se hace cargo de una situación extremadamente compleja.
Víctor
Víctor tiene tres años. Es derivado del jardín preescolar al que concurre ya que no logra participar en las actividades que propone la maestra. Se pelea con los compañeros y no puede hacer casi nada.
Llega con Raquel, una muchacha de 22 años. Ella tenía 18 años cuando tuvo a Víctor. Es algo que no fue planificado y diría más, no fue deseado. Raquel tuvo una relación con Raúl que no duró mucho, y que no logró constituirse como un vínculo de afecto, no llegaron a producir un proyecto de pareja, no tienen ninguna forma de cotidianeidad y hasta ahora han tenido contacto sexual.
Raquel no trae nada para que Víctor juegue durante la consulta. Y en el tiempo que dura la consulta, (una hora), Víctor 'muestra' lo que pasa entre ellos: hay una situación de caos, de soledad. Cada quien parecería que vino solo y que entre ellos no hay ninguna clase de vínculo. La 'madre' de Víctor parecería que no está. Raquel no parece la madre de Víctor, en el sentido de atender las necesidades del niño. Y se constituye , diría como un obstáculo para generar un buen vínculo con el niño. Ella observa lo que el niño hace, sin intervenir en ningún sentido. Da la impresión de que ese niño le genera una dificultad y es un problema que no pueda hacerlo desaparecer .
De a poco y contestando a algunas preguntas, relata que viven con los padres de Raquel,quienes sostienen a ambos. Ella trabaja en un negocio como vendedora y gana muy poco. La madre de Raquel es la que hace la comida para Víctor , lo lleva a la escuela y lo atiende todo el tiempo que ella no está en la casa. El padre de Raquel ha sido siempre alguien que ha estado ajeno a muchos procesos familiares.
Raquel tiene tres hermanas. Ella tiene mejor y más cercano vínculo con una de ellas, que vive también en la casa paterna y que es lesbiana.
En la primera consulta Víctor rompe la caja de juego, y todo lo que puede. Raquel ve todo, pero no hace nada. No interviene de ningún modo. En la segunda consulta, le damos a Víctor papeles y crayones. El empieza a hacer lo mismo que en la consulta anterior, romper los crayones. Intervine, diciéndoles: “Aquí llegó la bruja, si tu seguís rompiendo crayones, no pintarás en toda la consulta”. El suspende su actividad y se sienta en la falda de Raquel, que también está imperturbable. Cuando termina la consulta, le digo “Víctor, lo que te dije no era para molestarte ni para que te sientas mal, es porque si tu no cuidás tus lápices, crayones, y juguetes no vas a tener nada”. Su respuesta fue un beso en mi mejilla.
Creo que esto que ocurrió es muy significativo de lo que le pasa, me agradeció mi intervención, mi puesta de límites, mi interv para poner un orden en su actividad, cosa que él no conoce y necesita. Lo que ocurrió ese día me llegó mucho, me hizo pensar en su soledad, en que él no cuenta en la vida diaria con nadie que le muestre lo que se puede y no. Sentí que era un niño inteligente y sensible que está pidiendo ayuda a gritos , pero parece que no hay nadie escuchándolo. No hay madre ni padre.
Gerónimo
Gerónimo había cumplido cinco años. Su familia hacía mucho que no andaba bien.
Sus padres estaban separados y el padre tenía otra pareja y una hija.
El vivía con su madre y su hermano mayor.
Se le hacía difícil la vida, las peleas entre sus padres y lo peor que le había pasado es que el regalo de cumpleaños que su padre le había dado, su madre lo había tirado en medio de la calle frente a él.
Gerónimo no entendió por qué no podía tener el regalo con él.
Como su madre estaba muy triste él la acompañaba todas las noches.
Dormía con ella, y algún mimito le hacía para que se sintiera mejor.
Pero su vida iba transcurriendo como si no tuviese mamá y papá. Si , le habían dado la vida, pero luego no eran madre y padre.
Muchas veces no tenía ni idea de que hacer, de que no hacer.
Tenía muchas ganas de sentir esos abrazos que dan los abuelos. ¿O los padres también?
Le hacía mimitos a todas las amigas de su hermano, quien decía que él las 'zorreaba'. Gerónimo lo que hacía era tocarle los pechos, porque le parecía que les gustaba y el quería que lo quisieran.
No sabía que hacer para que lo abrazaran.
Luisa
A través de la presentación de este caso clínico y de la intervención terapéutica quisiera dar cuenta de mi experiencia como protagonista de ‘un tratamiento psicoterapéutico cuestionado’. Es un caso de ejercicio de la función paterna cuestionada/able.
Fui citada a declarar en una audiencia judicial ya que un padre consideró que el proceso terapéutico familiar que estaban realizando su hija y la madre le parecía 'agresivo'.
El proceso terapéutico familiar se inició a pedido de la madre (divorciada del padre) ya que la niña, Luisa de 7 años sufría de enuresis nocturna. Durante las sesiones iniciales de este proceso, la niña contó como era el vínculo con el padre, de las caricias y del contacto físico entre ambos. Hasta que finalmente, se hizo evidente que el padre la masturbaba.
Roberto (38años) e Isela (35 años) eran los padres de Luisa. Hacía ya dos años que estaban separados. Roberto participaba en ciertas formas de corrupción en su trabajo. Isela sentía que ella se ‘había prostituido’ con su tía para que le pagara ropa, colegio para la hija, etc., y que el precio había sido que su pareja no funcionara.
Tanto Isela como Roberto compartían el hecho de haber pertenecido a familias donde el padre había sido una figura ausente o invisible, una función no ejercida en muchos momentos. El padre de Roberto estuvo ausente del país varios años. Y el padre de Isela no fue una figura valorada por la familia. Ocurrió con frecuencia que se paseara en calzoncillos frente a sus hijas. La madre siempre lo desvalorizó frente a sus hijas, y les confiaba datos de la intimidad sexual, también no ejerciendo su función materna.
En el momento de la consulta Isela tenía otra pareja. Fue la nueva pareja de I. que abrió el tema del abuso sexual, ya que Luisa intentó tocarle los genitales. El se escandalizó, y el tema fue traído a la consulta.
Estas sesiones tuvieron un efecto fuerte sobre Roberto (el padre), quien solicitó una entrevista y comenzó una acción judicial en contra del tratamiento.
Se podrían pensar múltiples razones que dispararon esa acción del padre de la niña. Una forma de pensarlo sería:
El padre sintió el tratamiento familiar como un ataque directo a su persona. Lo que podría tener su sentido, ya que lo que estaba ocurriendo entre él y su hija era del orden de la perversión y no del cuidado paterno-filial. El proceso terapéutico había puesto de manifiesto una situación que hasta ese momento había estado negada por toda la familia (incluida la madre). El tratamiento ponía un tope a su modo de vincularse con su hija. Pero él creía que su hija estaba en riesgo por el tratamiento. No percibía que su hija estaba en riesgo si los vínculos familiares permanecían inalterables. Sintió la acusación. En realidad fue denunciado y acusado , como abusador. No solo él. También la madre. Y el cuestionamiento de los dos padres hacía síntoma en la hija.
“El contacto físico primario con el cuerpo de los hijos que implica la crianza, produce la caída de represiones en el psiquismo de los padres, que los conduce a sentir placer en el contacto. (Que es lo que ocurrió en este caso). Pero a la vez, el amor por ese hijo, debería haber posibilitado la ligazón de todo esto y el rehusamiento al goce, para poder acceder a la protección del cuerpo de ese niño en términos narcisísticos y amorosos”. Toporosi, 1999. Ninguno de los dos padres podían cuidar de la hija adecuadamente.
“El goce con el cuerpo de los niños, ya sea en la violencia como en el abuso sexual, constituye una forma de ejercicio del sadismo, que es el modo de ejercicio pulsional en el cual la pulsión se apodera del objeto para su propia descarga, sin interesarse por el objeto, sino para el ejercicio de su propia satisfacción. Por eso los padres que no pueden rehusarse al ejercicio pulsional directo, no aman a sus hijos, y los exponen a traumatismos, que muchas veces ocurren en momentos en que el psiquismo de estos niños está en constitución.” Toporosi, 1999.
Isela en muchos momentos había pensado: "todo lo que hubiera hecho, si no hubiera tenido a la hija", lo que dejaba al descubierto el rechazo a su hija. Había una complicidad perversa ya que la madre sabía lo que ocurría... Ella había sido víctima de abuso (entendiendo por abuso el exhibicionismo del padre y también las confidencias de la madre acerca de la sexualidad de la pareja) en su infancia. Roberto no contó con su padre por su ausencia. La ley era un ausente transgeneracional.
A raíz del trámite judicial iniciado por el padre, éste fue citado al Juzgado y ante la Jueza él reconoció el abuso sexual de su hija.
La Audiencia
En la Audiencia a la que fui citada estaban presentes: el padre con su abogado, la madre con su abogada, la Fiscal, la Jueza, las profesionales psiquiatra y psicólogas que habíamos intervenido en el caso. Las profesionales de la salud mental, entramos de a una en la medida que nos fueron llamando. En ningún momento estuvimos juntas en la Sala. Salvo el padre y el abogado, todas éramos mujeres. Pero quien tenía una citación especial, era la que escribe, ya que el proceso terapéutico familiar fue el detonante de esta crisis.
Fue un momento muy difícil el instante en que fui llamada a declarar. Las dificultades desde mi punto de vista fueron:
1. El tratamiento familiar era el cuestionado.
2. Estaba en una Audiencia Judicial, y no en un ambiente de profesionales de la salud mental, lo que requería un lenguaje apropiado a ese contexto.
3. Estaban presentes los dos padres con sus abogados en un clima de extrema tensión.
4. Fui relevada por la Jueza del secreto profesional para que hiciera mi declaración. Y debí jurar decir: "la verdad, toda la verdad y sólo la verdad".
5. Cada palabra podía ser tomada en contra del proceso terapéutico. Y en ese momento era la representante de ese proceso que debía cuidar por sobre todas las cosas.
6.Era una oportunidad única de co-laborar con la familia en su conjunto en la búsqueda de nuevas formas de relacionamiento.
7.Estaban en juego la niña y ambos padres.
8. Sentía: rechazo por el abuso de la niña; miedo e incertidumbre por lo que allí podía pasar. No es grato estar en una Audiencia Judicial como parte cuestionada. Más allá de creer que me asistía la razón.
9. Alivio, ya que la jueza conocía la parte más difícil, el abuso, por lo que yo no debía agregar información, sino valerme de ese momento para intervenir terapéuticamente’ en ese contexto tan particular.
El padre había ejercido la función pervertizante. La madre oscilaba, pero buscaba ayuda e intentaba ser la madre de su hija. La nueva pareja de la madre, que fue un logro de la terapia familiar, fue un elemento central en todo esto. Los dos (madre y padre), coincidían en la des-valorización del padre y su función.
En ese contexto, la jueza me interrogó sobre la situación de la niña, del padre, de la familia en su conjunto así como del propio proceso terapéutico.
Fui construyendo mi respuesta con toda la delicadeza que me exigía la situación. La ética orientaba mi participación. Cuidando cada palabra, pensando en los integrantes de estas familias (pensando en la familia en la que había nacido la niña y la nueva conformada con la nueva pareja de la madre). Di mi opinión en torno a la niña, a la madre, y al padre, expresé claramente mi preocupación porque él pudiera desempeñar su función de padre de la mejor manera. Expliqué a pedido de la jueza como fueron surgiendo los datos de la situación, de la enuresis y de lo que el propio padre había reconocido en la sede Judicial, así como de las dificultades que los dos (madre y padre) habían tenido en el ejercicio de sus funciones. Yo pensaba que esta instancia judicial debía ser de valor terapéutico para esta familia. Es lo que buscaba con mi declaración. De acusada, que era el lugar en el que fui colocada, trabajé para rescatar mi rol terapéutico.
Creo que así fue. Este momento tan difícil que vivimos todos, la familia y yo como terapeuta, fue un acontecimiento, por lo inesperado y novedoso. Esta instancia, hizo aparecer a lo interno de esta familia, la ley, y desde allí la reorganización de lugares y funciones dio comienzo, lo que luego se fue afianzando en el proceso terapéutico.
Lo ocurrido en la instancia judicial partió el proceso familiar: desde allí hubo un antes y un después.
El padre a partir de esa experiencia y de las medidas que tomó la jueza en torno a sus visitas a la hija, se apoyó en un amigo de su propio padre con el que empezó a construir un modo de ser padre con su hija.
La función terapéutica como habilitadora de las funciones materna y paterna.
Sencillo sería dar como un hecho duro, sólido, que ‘fulano’ “no puede ser papá” o que ‘mengano’ “está inhabilitado para serlo” o que determinada mujer no puede ser madre.
Creo que nos corresponde cuestionar las condiciones vividas en sus tramas familiares e intergeneracionales que pueden llevar a sostener esas ideas, o a tener ciertas imágenes y vivencias en torno a la función materna y/o paterna que los inhabilita. Como si estas afirmaciones fueran definitivas y sólidas.
Creo que nuestro desafío, es la deconstrucción de este tipo de ideas generadas en lo macrosocial, en las familias y en lo individual, ya que al deconstruirlas, podremos dar lugar a la construcción de otras imágenes y posibilidades del ejercicio de la función materna y/o parental.
Los actos clínicos son operaciones complejas, de investigación, de elaboración teórico-clínica, de invención de estrategias para atender las distintas demandas, de construcción de los encuentros con los otros humanos. Estamos requeridos a interrogar la clínica, el imaginario, la maraña que produce el sufrimiento que trae cada quien así como la posibilidad de potenciar al otro y rescatar lo mejor de cada quien, para que cada encuentro psicoterapéutico sea un ‘acontecimiento’ y no una repetición .
Bibliografía
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Lewkowicz, Ignacio et al: (2003) Del fragmento a la situación. Notas sobre la Subjetividad contemporánea. Ed. Altamira. Bs.As.
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Najmanovich, Denise: Clases del Seminario: “La subjetividad a fin de Milenio”. En Psiconet, Internet.
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