La supervisión, un espacio para aprender el oficio de psicoterapeuta | Topía

Top Menu

Titulo

La supervisión, un espacio para aprender el oficio de psicoterapeuta

 

El pensamiento psicoanalítico es un paradigma vivo, heterogéneo, abierto que hace aportes al mundo al mismo tiempo que se nutre del contexto donde se desarrolla. Convive e interactúa con múltiples teorías, prácticas, construcciones teórico-clínicas y otros paradigmas. Si no fuese así, empezaría su propio proceso de de-construcción, como le ocurre a todos los sistemas vivos que dejan de nutrirse y estar abiertos a lo que viene del contexto. Hoy debemos reconocer la inexistencia de UN psicoanálisis, tenemos una pluralidad de prácticas que tienen lugar al amparo de este nombre.

La supervisión es uno de los tres ejes fundamentales en el aprendizaje del oficio del psicoterapeuta psicoanalítico. ¿Super-visión? En ese espacio se trabaja con una versión de lo ocurrido en otro espacio (la consulta del paciente con el supervisando). No se trata de una visión superior del trabajo clínico llevado a cabo por el supervisando, sino de otra visión. En ese espacio interjuegan las visiones de los sujetos que conforman esa trama, el/la supervisando, el/la supervisora, el/la paciente. Los sujetos supervisor, supervisando, paciente se producen en estos vínculos, como el proceso psicoterapéutico supervisado se va tejiendo en esta trama intersubjetiva. Lo que ocurra en la trama se reflejará en el proceso terapéutico y viceversa. El 'entre' será el lugar de producción del proceso en el que se re-crea la clínica.

Otro pilar de la formación de un psicoterapeuta, es el conocimiento de la herramienta que tenemos en nuestro oficio, nuestro aparato psíquico, nuestro ser sujeto, nuestra subjetividad. Nos vamos conociendo a través de nuestros propios análisis y también del trabajo con nuestros pacientes, proceso imprescindible para no abrumarlos con nuestras subjetividades. Para ofrecer lo mejor de cada quien. Esta nuestra subjetividad como supervisores está respaldada en el marco teórico compartido, en este caso el psicoanálisis.

El psicoanálisis se abrió desde su origen hacia lo más íntimo de la vida psíquica individual, a lo inconsciente, y a lo que viene de los otros, cercanos , lejanos, familiares y macrocontextuales,(determinaciones culturales e histórico-sociales).

Estamos siendo construidos como psicoanalistas en un proceso que nunca debiera acabar por un conjunto de teorías de distintos psicoanálisis, así como colaboramos en la reformulación permanente del paradigma psicoanalítico. El mismo Freud fue un constructor e inventor de las formas de trabajo y pensamiento en relación a la clínica. Si solo no esforzamos por sostener un único modo de pensar, seguramente este se iría agotando. La potencia instituyente de un paradigma se sostiene en el intercambio que produce desorden, caos, pero que es la condición para abrir compuertas al enriquecimiento y la transformación. Algo de esto, tiene que ocurrir en este espacio de la co-visión. Puede ser un lugar desde el cual aportar al paradigma, puede ser una fuente de nutrición del paradigma.

En el proceso de supervisión, se dan transferencias y contratransferencias entre el paciente, el supervisando y el supervisor. En una supervisión que forma parte de un Curso de Postgrado, también habrá transferencias con la institución, y viceversa. Es un espacio de reflexión que abre la posibilidad de un análisis crítico de la clínica psicoterápica psicoanalítica.

Supervisar implica escuchar a un psicoterapeuta en formación, y/o que demanda otra visión para desarrollar su capacidad terapéutica, a través de un proceso de investigación post-sesión de lo ocurrido en la sesión, del juego de transferencias y contratransferencias, de las psicopatologías en juego, del vínculo con el paciente .

En este juego intersubjetivo podremos revisar las complejidades que plantea el padecimiento subjetivo hoy, para buscar un sentido al sufrimiento individual, teniendo en cuenta que la cultura actual también está en crisis. Lo que implica nuevas manifestaciones sintomáticas que requieren un escuchar diferente del sujeto en análisis, del supervisando y del supervisor.

Hoy se presenta una subjetividad donde predomina lo negativo (Carpintero, 2015) , es decir patologías en las que prevalece el vacío, la nada, un destino trágico del funcionamiento psíquico y el pasaje al acto. Nos encontraremos con los efectos de lo desligado y lo no ligado de la pulsión de muerte en la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada, particularmente en pacientes límites.

Muchas veces siento que tanto el/la supervisando como yo como supervisora estamos en un borde, lo que puede ser peligroso, pero puede ser un buen lugar como ámbito de producción, podemos modificar el estilo de nuestra labor psicoterapéutica, modificar el encuadre, estudiar como abordar las organizaciones narcisistas y los estados límites, recuperar lo que existente y producir lo que nunca estuvo. Colaborar para que el supervisando construya una práctica psicoterapéutica no idealizada, y donde surja el estilo singular de ese supervisando. La labor psicoterapéutica ocurre en la incertidumbre ya que no sabemos como se desarrollará el proceso terapéutico, no sabemos qué necesitaremos, qué podremos hacer, pero siempre tendremos como columna vertebral la ética, el criterio ético para elegir decir, no decir, hacer, no hacer. La causalidad es circular entre paciente, terapeuta y supervisor. Los tres producimos resonancias en el otro. Si lo hago, desde mi implicación subjetiva en el proceso de formación, de co-visión, de atención, lo que corresponde es conocer la implicación y asumirla, lo que nos permite ser más modestos y sensatos. Habrá que decir adiós a un psi objetivo. Será necesario conocer nuestro capital libidinal y relacional lo que remite a nuestra historia.

Dice Rosemaryn (2000), los pacientes buscan en nosotros, los terapeutas, un semejante, alguien como nosotros atravesado por la misma realidad, poseedor de un contacto ahondado con su compleja subjetividad. Aunque como parte del propio proceso terapéutico, nos rehusemos a jugar el rol que esperan de nosotros. Creo que eso es también lo que buscan nuestros supervisandos.

Un tema tan importante como los anteriores, es el tema de los encuadres. Es decir, las constantes del método de psicoterapia y también de supervisión: rol del terapeuta, del supervisor, del supervisando, las variables espacio-temporales, horarios, interrupciones regladas, formas de traer el material de las sesiones. (Bleger) . En definitiva estamos hablando de acuerdos entre paciente-terapeuta, supervisando y supervisor. Es un constructo flexible que tiene un objetivo funcional, tiene reglas, derechos y obligaciones. Es la escena que permite el juego, la relación intersubjetiva, la producción de registros representacionales que pertenecen al cuerpo, al lenguaje, al otro.

Tenemos elementos nuevos, como la tecnología, en particular la presencia del celular y todo lo que éste hoy trae. ¿Cómo respondemos a estos elementos? Con rigidez e interpretando como resistencias o cediendo irreflexivamente? Es una presencia que puede ser disruptiva, compleja y sin duda, nueva.

Y.Franco (2000), dice que el sujeto, necesita hoy más que nunca un espacio donde poder encontrarse consigo mismo. Si pensamos en el espacio de la co-visión, creo que es un espacio imprescindible para el encuentro con un otro que permita mirar desde cierta distancia lo que ocurre en el proceso terapéutico, en la producción de la clínica, en la revisión de lo que hacemos o no. El supervisando puede necesitar un respaldo en un momento difícil del tratamiento del paciente, lo que significa que podemos ser soporte clave para poder llevar adelante esta tarea que no es fácil . Es fundamental contar con estos espacios de co-visión para elaborar estas situaciones nuevas y encontrar caminos creativos.

Si lo imprevisible es lo posible, es importante que conservemos nuestra capacidad pensante, que permite la interrogación, teorizar acerca de los enigmas y recuperar el placer de convertir lo pasivo en activo. (Bleichmar, 2000).

 

 

 

Bibliografía

 

Bleichmar, S. (2000) Sostener los paradigmas desprendiéndose del lastre. Trabajo presentado en Primer Congreso Virtual de Psicoanálisis, organizado por la Rev. Topía. Bs. As.

(2004) Limites y excesos del concepto de subjetividad en psicoanálisis. Rev. Topía. Bs.As.

Carpintero, E. (2013) El necesario giro del psicoanálisis. Rev. Topía. Bs.As.

(2014) La soledad de narciso. Rev. Topía. Bs.As.

(2015) El giro del psicoanálisis II. La negatividad: clínica de los factores psicoentrópicos. Rev. Topía. Bs.As.

Franco, Y. (2000) Clínica psicoanalítica en la crisis: resignación y esperanza. Revista Topía, Bs.As.

Gruss, L. (2004)Todo lo sólido se desvanece en la fluidez... Entrevista a Ignacio Lewcowicz.

Helman, J.M. (2003) Del sentido de la supervisión a la supervisión del sentido. El Sigma. Bs.As.

Hornstein, L. (2000) En el 1900 y en el 2000 también. Trabajo presentado en el Primer Congreso Virtual de Psicoanálisis organizado por la Rev. Topía, Bs.As.

Kaës, R. (1994) El pacto denegativo en los conjuntos transubjetivos. En Missenard (Org.), Lo negativo. Figuras y Modalidades. Amorrortu. Argentina.

Lucioni, I (2013) Intersubjetividad en psicoanálisis. Rev. Topía. Cs.As.

Najmanovich, D. (2001) Complejidad, interdisciplina y psicoanálisis. Rev. APA, Bs.As.

Rosmaryn, A. (2000) Un día en la vida de una psicoanalista. Ed. Luna. Bs.As.

Restaigno, E. y Quirici, T. (2011) Acerca de la supervisión. Supervisar dentro de un marco institucional. Revista de psicoterapia psicoanalítica, tomo VII,No. 4. 131- 139. Montevideo

Vainer, A. (2009) Formación y praxis psicoanalítica. Rev. Topía. Bs.As.

Sotolano, O. (2014) La recuperación de la capacidad interpretativa. Rev. Topía

Vainer, A. (2002) Memorias para el futuro. Rev. Clepios. Bs.As.

 

 

 

 

Temas: 
 
Articulo publicado en
Mayo / 2016