El semáforo rojo detiene la caravana de autos, colectivos y motos que circulan por una de las grandes avenidas de Buenos Aires, a la altura de uno de los barrios elegantes, y a todo lo ancho de la misma aparecen tres grandes carteles coloridos captando la mirada obligada de los conductores y pasajeros.
Ofrecen la compra de dos celulares por el precio de uno. Es la gran oferta de una empresa muy conocida, cuyo nombre está reforzado en la camiseta de los tres fornidos muchachos que sostienen los carteles como estandartes.
Cuando el semáforo vira al amarillo, vuelven hacia la vereda en fila india y se ubican de tal manera que los carteles sigan viéndose desde la circulación de la avenida.
Estas idas y venidas se repiten durante ocho horas durante todos los días de una semana, y en la semana siguiente se puede ver el mismo operativo y los mismos tres muchachos en otra gran avenida de la ciudad.
Venden comunicación, invitan a la compra de dos ó cuatro ó más celulares, que no le falte a ningún integrante de la familia, ni a ningún niño o joven de su grupo de amigos. Que se ilusionen que desde cualquier lugar seguirán comunicados con sus seres queridos, y más aún con el mensaje de texto a un costo mínimo. La comunicación será constante.
Lástima que con la mirada puesta en el celular para no perder ningún mensaje, no se puede mirar a los ojos a quien esté presente, con cuerpo y alma, y no es infrecuente que así se produzcan enojosas situaciones de incomunicación.
Volviendo a la publicidad a tracción a sangre, debe ser la más barata del mercado. Miles de espectadores la miran y leen obligatoriamente, a costo mínimo. Hay tantos desocupados que la pueden aceptar hasta con alegría.
Los tres muchachos no tienen las manos disponibles, no podrían manejar el celular que promocionan, porque deben sostener los carteles con ambas manos, pero sí disponen de su mirada, oído, garganta y se comunican permanentemente entre ellos con gestos, señas, sonrisas y algún grito que supere los ruidos callejeros. También gozan de cruzar algún guiño cuando alcanzan a ver o ser vistos por alguna de las coquetas y sensuales chicas que caminan por el lugar. Se unieron entre los tres y así soportan la tarea.
La empresa necesita reforzar las ventas y ganancias con motivo del fin de año y los muchachos llevar comida a sus familias.