La pandemia, por un lado, pone en evidencia las consecuencias que una sociedad consumista genera en el tejido social y ecológico; por otro lado, lleva a que los procesos de subjetivación propios del capitalismo tardío sean atravesados por los fantasmas que produce la angustia y la incertidumbre ante la presencia de la muerte. Pero no de la muerte final, de la que nada podemos decir, sino cómo su presencia ominosa nos remite -al decir de Freud- a esa primera muerte que señala el desvalimiento originario que aparece con nuestro nacimiento. Esta es la vivencia de una sensación de fragilidad que produce diferentes síntomas individuales y sociales. (Continúa...)