Melindra, la madrina y las mandarinas Irene Tolkachier
-¡Ay madre¡ ¿Dónde habrás puesto los visones?
La vieja Paulina, arrastrando las chancletas se asomó por la puerta de la habitación de Melindra, preguntándose que le ocurría a su hija.
- Madre, madre, no hallo los visones.
- ¿Qué decís, las colas negras esas? No sé por ahí deben estar, me parece que las puse con naftalina, del año pasado que no las usas.