El cuerpo y la sangre de Cristo, según la mitología católica, se hallan presentes en la hostia, al momento de la culminación de la misa. De ese acto de teofagia brotaría una comunión particular, el hecho de tener en nuestros cuerpos, algo del Cuerpo, de ese resumen de cuerpos que resulta ser Dios. Dios, que es uno y tres, nos permite la digestión de su cuerpo humano, Cristo. Ninguna metáfora mejor para el lugar del trabajo en la sociedad capitalista.