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Todo para atrás

 
Sobre el lenguaje adolescente y el default

La salida de la crisis hiperinflacionaria de 1989 permitió la continuación de la concentración monopólica que había dejado inconcluso la dictadura militar. Este fue llevado adelante por el menenismo. Como parte del proyecto de vaciamiento y desguazamiento del estado y de lo sectores populares la política se hizo farándula. La frivolidad con su slogan de “pizza con champagne” hizo lo suyo en el imaginario social.
Para la implementación de tamaño objetivo era necesario que el frente mediático estuviera bien aceitado. Bernardo Neustadt, con su interlocutora “Doña Rosa”, convocaba para una ilusoria Argentina donde el estado debía ser reducido para permitir la eficacia del capital privado. Tal fue el efecto de esta campaña que logró convocar a la Plaza de Mayo la denominada marcha del sí (Una especie de marcha Blumberg, organizada desde arriba, del proyecto monopólico).
Conjuntamente con “Doña Rosa” –una sencilla ama de casa- hubo un organizado y coherente plan de convencimiento mediático que incluyó un dispositivo específico para encolumnar a los hijos de esa madre hecha paradigma -claro ajuste de cuentas para tratar de borrar a las Madres de Plaza de Mayo-. En la televisión fue su expresión la exitosa competencia de los domingos a la noche entre Tinelli y Pergolini, centrada en sus inicios, en un alud de cámaras sorpresas que iban en una única dirección: el sadismo como sinónimo del humor. Así el proyecto general de la concentración monopólica capitalista tenía desinterés:
1) Por la salud de la población.
2) Por el trabajo.
3) Por la educación
4) Por la defensa del estado.
5) Por la ecología, etc.
Por todo esto se necesitaba que la televisión llegara con una propuesta masiva que convocara a los jóvenes. Estos debían asimilar y asumir la creencia en el éxito para sí y la hostilidad para aquél que era un perdedor. Haciéndolo responsable individual de la crisis colectiva –así el desocupado, el jubilado, el joven feo o un poco torpe, etc. aparecían como chivos emisarios. Reírse de la desgracia ajena estuvo de moda y fue el éxito de rating de los domingos a la noche. La desgracia ajena era posible de ser tomada a la ligera. Eran tiempos de apología al modelo yuppie, que traía como ejes: el consumo, la moda, la frivolidad, el éxito laboral en el mundo de los negocios y la cocaína como parte de la adaptación social. En suma el denominado modelo narcisista de la cultura posmoderna.
Este sadismo organizado contra el hombre común –modelo que quedó caracterizado como: “Esto es una joda para Tinelli”- se apoyó y expandió sobre la expresión “boludo”, dentro del lenguaje juvenil, que la dictadura había dejado como parte del empobrecimiento del lenguaje adolescente, forma clara de mostrar que los jóvenes se habían quedado sin palabras. “Boludo” fue un universal que, dejando cualquier característica personal, incluía a todos por igual. Todos los interlocutores se habían transformado en seres sin identidad. Un detalle no menor fue que en una homogenización llamativa las adolescentes se incorporaron a este tipo de lenguaje sin ningún prurito, ni reserva. Si, en verdad, el semejante era un “boludo”, anónimo, gris, fracasado y, sobre todo, débil la lógica consecuencia era prepararle una celada para que la audiencia disfrutara con ello. El desbarajuste que siguió, aceptando ese modelo que tuvo por propagandistas mediáticos a “Doña Rosa” y sus hijos sádicamente humoristas, es dolorosamente conocido y aterrador hasta la movilización del 19 y 20 de diciembre de 2001.

Todo para atrás y nada:
Estas dos expresiones del lenguaje adolescente surgen de la crisis social y describen la realidad desde el punto de vista de los jóvenes. Es nuestra hipótesis que estas dos definiciones vienen desde abajo, de la calle y no son producidas, ni tomadas, desde los medios, es decir no hay líderes mediáticos que la promuevan y no hacen al interés del sistema de captación ideológica para los jóvenes. Es claro que esta no es la forma en que el capitalismo “quiere” que los adolescentes piensen. Hay que hacer la salvedad que Indomables, el programada de Pettinato, hace una reivindicación de los “losers”.

Nada:
Con una atenta observación se puede decir que el nada, es no más ni menos que la expresión que mejor describe a la Argentina en default. No había quedado nada en pie.
Hoy, la expresión nada, aparece en el medio de la construcción de una frase evitando el silencio, como una muletilla. Muestra una repetición de lo traumático, que lo recuerda sin hilación o reflexión ninguna con las causas sociales y políticas que lo originaron. Que habla sin decirlo de la crisis social y, al repetirlo como muletilla, remarca que la misma dejó marcas profundas.

Todo para atrás:
A diferencia del nada, esta frase -que nadie sabe cómo ni dónde se produce- se propaga como pólvora encendida en el medio de la crisis social. Es una descripción exacta y sintética que define las consecuencias del default. En la Argentina toda la sociedad había retrocedido y, en caso de arrancar, debería hacerlo desde mucho más atrás en todas las áreas, esto, trabajo, salud, educación, etc.
Como en esos juegos reglados que se descubren en la etapa de latencia se habían retrocedidos inumerables casilleros en bienes y servicios, sobre todo, para los sectores bajos y medios. Habíamos retrocedido y los jóvenes expresan claramente esta situación con palabras propias.
A diferencia del modelo individualista y exitista esta expresión da una idea clara que la situación pertenece al conjunto y que nadie está exento del retroceso. Es un avance con referencia al nada y de una cabal expresión de lo traumático y sus consecuencias. En “Todo para atrás” no hay engaño, ni autoengaño, ni consuelo ingenuo. No hay perdedor individual, ni parte del conjunto que no haya sido tocada por la profundidad de la crisis. Así una crisis personal, de proyectos personales o grupales, un conflicto familiar o laboral se describe con un contundente. “Todo para atrás”.
Está definición colectiva es parte de la mirada critica de quienes observaron cómo los medios, por ejemplo, trataron de ocultar el asesinato de Santillán y Kosteki. Cuando la realidad es claramente descripta, con lenguaje propio y sin imposiciones de los que mandan ésta es posible de ser entendida críticamente y posible de ser cambiada. Sin pretender idealizar el lenguaje juvenil encontramos en estas definiciones maneras específicas de comprender lo traumático lo que abre un camino para salir de las “celadas mediáticas” para masificar a los jóvenes, que tiene como claro objetivo quitarles ideas propias. Quedará, ahora, en sus manos ver qué hacen con ello.

César Hazaki
Psicoanalista.
cesar.hazaki [at] topia.com.ar
 

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Articulo publicado en
Marzo / 2005

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