Thomas Piketty es el hombre del momento y su Capital en el Siglo XXI la presea más deseada. Su nombre suena en la prensa alrededor el mundo, en todos los foros y congresos de economía, en los debates académicos y la prensa especializada.
Su libro se vende como pan caliente, no solo entre los círculos especializados, sino también como un artículo para todo público. Llegando a ser un autentico best-seller y ocupando durante varias semanas los primeros puestos de ventas en EE. UU. y Gran Bretaña entre los libros de no ficción. Se trata de un fenómeno un tanto extraño para un grueso volumen que supera las 600 páginas, plagado de datos y lenguaje técnico, de prosa poco amigable y lectura árida, que definitivamente no fue concebido como un libro de divulgación. Como en otro tiempo supieron ser libros tan disímiles como El fin de la Historia y el último hombre de Francis Fukuyama (1992); Imperio de Tony Negri y Michael Hardt (2000); o Cambiar el mundo sin tomar el poder de John Holloway (2002).
Sin embargo, si de libros de economía se trata, es difícil pensar en un ejemplo comparable en los últimos años. Quizás en su momento El malestar en la globalización de Josep Stiglitz (2002) tuviera un impacto considerable en el gran público, tratándose de un ex funcionario del Banco Mundial devenido en critico tardío a las políticas del consenso de Washington que el mismo aplicara a partir de 1998, lo que le valió la salida del Banco Mundial primero en el año 2000 y el premio Nobel de Economía en 2001.
Para la misma época, sin alcanzar la misma masividad pero con una profundidad teórica y un rigor empírico indudablemente mayor, La economía de la Turbulencia Global de Robert Brenner (1998), publicado originalmente como un número especial de la célebre New Left Review dio lugar a un amplio debate fundamentalmente entre economistas e historiadores marxistas sobre la naturaleza y dinámica de las crisis capitalistas en el largo plazo con amplias repercusiones que alcanzaron incluso en la prensa económica tradicional.
A decir verdad, ni el propio Stiglitz, ni los trabajos de Amartia Sen alcanzaron semejante difusión ni fueron celebrados con tal entusiasmo, y quizás sea necesario remontarse a la célebre obra de John Kenneth Galbraith (padre) La sociedad opulenta (1958) para encontrar una obra económica con un reconocimiento tan amplio.
Juan Franciasco Coloane va un poco más lejos y asevera que “Desde John Maynard Keynes y posteriormente Joseph A. Schumpeter no aparecía un economista difundido con tanto entusiasmo por los medios”.
Publicado en Francia en 2013 fue recibido con cierta indiferencia en un primer término, como ha señalado Michael Roberts[1]; pero fue con la publicación de la edición en inglés en mayo de 2014 y su llegada al mercado norteamericano que Pikkety saltó súbitamente de ser un economista académico que realizaba asesorías políticas sin por ello tomar mayor protagonismo, a ser un referente con fama internacional, celebrado y rápidamente apadrinado por los propios Stiglitz y Krugman.
Acerca de los alcances y el significado de la desigualdad en el capitalismo
¿De qué trata El capitalismo en el siglo XXI? Sobre la desigualdad en la distribución de los ingresos y de la riqueza en el capitalismo contemporáneo enfocado desde una mirada de largo plazo.
El trabajo de Piketty destacado por el alcance de sus datos, tanto en cuanto a su amplitud geográfica y temporal , contando con una base de datos construida junto a otros investigadores que abarca más de 20 países con series dispares que en algunos casos como el de Francia, se extiende hasta por más de 200 años. También destaca por la variedad de fuentes utilizadas, combinando desde rankings, hasta declaraciones de impuestos, pero seleccionando preferentemente las fuentes basadas en información oficial por sobre las encuestas. (Ver su respuesta al Financial Times).
PIketty pone el foco en la distribución personal del ingreso y la riqueza (entre los individuos y/o hogares), por sobre la distribución funcional del ingreso, que mide la distribución entre el trabajo y el capital entendidos como “factores de la producción” a partir de las cuentas nacionales[2]. Sin embargo, no se interesa especialmente por las medidas tradicionales como el coeficiente de Gini[3], sino en el crecimiento de los ingresos y la riqueza en manos de los segmentos más ricos de la población en relación a los ingresos y la riqueza totales, especialmente los muy ricos, que corresponden al 10%, es decir al decil superior de la distribución; y de los extremadamente ricos, esto es el 1% más rico de la población.
Contando con estos elementos Piketty arriba a sus conclusiones principales que Rolando Astarita resume con mucha claridad: “Su planteo central es que la desigualdad de los ingresos y de la riqueza ha estado aumentando en los países capitalistas desde los años 1970 y hoy alcanza niveles similares a los que había a comienzos del siglo XX”.
Crisis capitalista resistencias a los programas de ajuste y alternativas
Si el éxito de los libros de Stiglitz sobre el malestar en la globalización se explica en buena medida por el surgimiento del movimiento altermundista o antiglobalización a partir de las la movilización contra la Organización Mundial del Comercio en Seattle en 1999 -replicadas en Praga 2000 y luego en Génova 2001- y la repercusión del debate Brenner para ese mismo período remite a la sucesión de procesos de crisis en la periferia -México 1995, Sudeste Asiático en 1997, Rusia en 1998, Brasil 1999, Turquía en el 2000 y Argentina 2001- que anticipaban la recesión en EE. UU. del 2000, el éxito de PIketty debe ser leído en el marco de la crisis internacional en curso que estalló con la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008 y no ha sido superada aún extendiéndose hasta nuestros días y manifestándose con fuerza en EE. UU. y con particular brutalidad en los eslabones más débiles de la Zona Euro, como los PIGS (Portugal, Italia, Grecia, España), pero también en Islandia, Gran Bretaña y hasta Francia.
La crisis dinamiza resistencias, así lo atestiguan las revoluciones populares de la “Primavera Arabe” como síntoma del potencial revulsivo de una crisis duradera, como también los movimientos que estallaron como expresiones espontáneas de resistencia ciudadana frente la crisis en la Unión Europea y EE. UU.; sobre todo el movimiento de los indignados, del 15-M en el Estado Español y meses más tarde el movimiento Occupy Wal Street en 2011 que popularizaron la consigna “somos el 99%”, apuntando contra el 1% más rico.
La representación de la distribución del ingreso y de la riqueza patrimonial de Piketty entre el 1% más rico y el 99% restante sugiere indirectamente cierta frontera “clasista” de estratificación social, entre los mega magnates y el resto de la población que se asemeja más a la imagen de una oligarquía financiera y gerencial. Si además pone la lupa sobre las riquezas heredadas contraponiéndolas con las “ganadas”, tenemos todos los elementos para un éxito editorial en los tiempos que corren porque tiende a coincidir con el sentido común muy difundido que percibe las desigualdades y encuentra en las instituciones financieras y los muy muy ricos los blancos inmediatos de un rechazo instintivo.
El debate Pikketty y sus derivaciones
Puede resultar llamativo proponer la publicación de un debate en torno a un libro que hasta el momento ni siquiera se ha publicado en español, aunque de hecho lo estará próximamente[4], sin embargo, los ecos del debate desatado en el mundo anglosajón no tardaron en llegar al ámbito local al punto que los principales medios nacionales se hicieron eco de la publicación del libro y los debates suscitados. En Argentina, publicaron notas La Nación, Clarín, Página 12 y Le Monde Diplomatique.
¿Son correctas las estimaciones de Piketty y su equipo o ha “forzado” sus datos? Y si lo son ¿cuáles son sus implicancias? ¿En qué medida resulta importante el modo en que ha definido y construido sus variables, y que perspectiva teórica subyace a la construcción de los datos? ¿Hasta qué punto pueden aumentar las desigualdades en el capitalismo? ¿Por qué disminuyeron las desigualdades en los 30 años gloriosos? ¿Cuál es la relación entre el trabajo de PIketty y El capital de Marx?
Contribuciones significativas o modas pasajeras, no podemos ignorar que El capital en el siglo XXI de Piketty se ha instalado como un punto de referencia y ha dado lugar a un debate que trasciende fronteras. Es de esperar que su próxima publicación en español renueve y amplíe el debate.
Estos y otros temas son tratados en este libro, para el cual hemos realizado una selección entre un cúmulo prácticamente inabarcable de reseñas, comentarios, artículos e intervenciones que han proliferado en torno al trabajo de Piketty, a un ritmo proporcional al de las ventas.
Presentamos una selección de 14 artículos e intervenciones surgidos a partir del El capital en el Siglo XXI de Thomas Piketty. Para seleccionarlos y ordenarlos hemos seguido un criterio tanto teórico como político y se presentan a partir de la mayor o menor distancia teórica y política respecto a los postulados de Piketty.
Defender al capital… de los capitalistas
Las críticas realizadas al El capital en el Siglo XXI desde posiciones netamente conservadoras no revisten particular interés. En este aspecto no deja de ser cierto lo apuntado por Krugman “lo realmente sorprendente del debate es que la derecha parece incapaz de organizar ninguna clase de contraataque significativo”. Las reacciones han oscilado entre desopilantes acusaciones de “marxista” carentes de todo fundamento y otras descalificaciones similares. Sin ir más lejos, en un artículo publicado por Piketty, “Defender al capitalismo, gravando la riqueza.” (FT 28/03/2014), dejando en claro, una vez más, desde dónde habla y hacia qué horizonte se orientan sus propuestas. El único elemento digno de mención han sido los intentos por cuestionar la construcción de las bases estadísticas de Piketty y su equipo, tratando de plantear un manto de duda sobre los resultados empíricos como método para desacreditar las conclusiones y las propuestas del autor. La serie de artículos publicados por los editorialistas del Financial Times, prestigioso periódico económico de referencia para el mainstream de la City Londinense, y que motivó la respuesta de Piketty se encuentran en esa línea. Se trata de artículos técnicos que pasan de cualquier discusión conceptual y concentran el fuego en la elección de fuentes y el procesamiento de los datos.
Consideramos más útil traducir y publicar directamente la respuesta de Thomas Piketty al Financial Times, donde él mismo detalla y explica las fuentes empleadas y los motivos de su elección. Esta opción tiene una ventaja adicional, permite a los lectores entablar un contacto de primera mano con el autor y sus concepciones y fuentes.
En primer término, aparecen los trabajos de autores que comparten los postulados fundamentales de Piketty, o desarrollan críticas conceptuales desde visiones relativamente cercanas en términos políticos, compartiendo mayormente las propuestas prácticas del autor. Paul Krugman encuentra, apoyándose en los datos de Piketty y otros autores, que la movilidad social en EE. UU. es cada vez más baja mientras se verifica “un drástico incremento en la desigualdad del ingreso y la riqueza (y), se llega a una incómoda conclusión: Estados Unidos tiene cada vez más el aspecto de una sociedad de clases.” Entre añoranzas al sueño americano, Krugman invoca el mito del período en el que “éramos relativamente una nación de clase media” y enciende su voz de alarma por el contraste con la sociedad actual invocando aquellos buenos viejos tiempos que ¿ya no volverán? para cuestionar las políticas ultra liberales a favor de la vuelta a la implementación de mayores regulaciones neokeynesianas. Su segundo artículo retoma la misma línea desplegando una defensa abierta y férrea del trabajo de Piketty contra las críticas “de la derecha”.
En otra tónica, para Juan F. Coloane, el problema de la actual fase capitalista radica en que “El sistema económico se ha quedado sin un sistema político que lo legitime”. Thomas Piketty “ha cuestionado la desigualdad histórica como ninguno”, pero el desafío que plantea este análisis no está en cuestionar supuestos errores de sus cálculos de la desigualdad que pudiera cometer, sino en “posicionar la crisis del Estado liberal”. Se trata del “fracaso del Estado liberal frente a ese gigantesco mundo corporativo del gran capital” porque el sistema vigente no ofrece más alternativa que el autoritarismo en defensa del libre mercado.
James K. Galbraith cuestiona el concepto de capital que emplea Piketty señalando su eclecticismo teórico que no presenta vínculo alguno con la teoría marxista y que tampoco termina de cuajar plenamente con los postulados de la teoría neoclásica. Esto redunda en una forma de cuantificación basada en la suma de activos a sus valores monetarios de manera que “su medida del capital no es física sino financiera”, lo que supone sesgos de medición e importantes inconsistencias en las “leyes generales” que pretende formular. Más allá de estos cuestionamientos realizados a la construcción de los datos del francés -que es sin duda el aporte más significativo de su artículo- y de señalar su falta de originalidad puesto que el mismo estudia la desigualdad, Galbraith comparte las mismas preocupaciones básicas de Piketty y encuentra con sus datos una pauta similar “es bueno ver confirmados nuestros resultados, porque eso viene a subrayar algo muy importante. La evolución de la desigualdad no es un proceso natural” pero la coincidencia en los objetivos y la valoración de los datos -que considera útiles a pesar de que no dicen lo que Piketty supone- no le impiden señalar el barullo conceptual y la falta de estatura teórica de celebrado best seller.
Un segundo grupo lo componen los artículos que ubicándose políticamente a la izquierda de PIkkety, dirigen su mirada hacia propuestas de reformas y medidas de política económica más profundas o radicales, ya sea como objetivos planteados o a plantearse desde las luchas de los trabajadores y los movimientos sociales o como medidas que eventualmente pudieran ser implementadas como reformas por gobiernos progresistas y de izquierda.
Tousaint, Saurin y Coutrot, retoman las propuestas de Piketty tendiente a implementar “impuestos al patrimonio de los más ricos”, al tiempo que cuestionan fuertemente su rechazo a las reducciones y anulaciones de deuda pública. Argumentan que la revisión y anulación de deudas ilegítimas resulta fundamental y que lejos de contraponerse constituye un complemento necesario a los impuestos progresivos sobre el capital. Para ellos, “los problemas de nuestras sociedades no se limitan a la deuda pública o la desigualdad engendrada por las fortunas privadas” y enfatizan que estas medidas “deben formar parte de un programa mucho más amplio… que permitan lanzar una transición hacia un modelo postcapitalista y postproductivista”.
Olmedo Beluche, desde un enfoque que articula elementos de Marx, la teoría del sistema-mundo y la teoría de la dependencia, coloca el centro de su análisis en el cuestionamiento al capitalismo en “la fase dominada por la globalización neoliberal” y dedica la mayor parte de su artículo a analizar sus principales características. Desde este enfoque rescata los datos aportados por Piketty para enfatizar que las causas de la creciente desigualdad social se encuentran en la globalización capitalista, rechazando las “tímidas propuestas del economista francés que sugiere aumentar los impuestos a los capitalistas” recalcando la necesidad de “grandes transformaciones políticas”.
Por su parte, Charles Udry, señala cómo la teoría de Piketty lo lleva a centrarse solamente en la lucha fiscal contra la desigualdad mientras “la lucha por salarios más altos… es un elemento inexistente en su razonamiento”, desatiende el modo en que “el desempleo pesa sobre el equilibrio entre capital y trabajo”. De este modo, la campaña favorable de la prensa especializada “no es ajena a la magnitud de la crisis internacional” y parte de la preocupación por “contener las protestas populares”.
Por último, en un tercer grupo, hemos seleccionado aquellos trabajos que desarrollan críticas de fondo sobre la base de la recuperación de El Capital de Karl Marx. Los artículos de Maciek Wisniewski y Paula Bach se complementan para componer una suerte de presentación general de las críticas marxistas a las tesis de PIketty. Wisniewski pasa revista a las críticas presentadas por Harvey y Roberts, y reflexiona sobre los motivos e implicancias para la elección de un título que parafrasea al de Marx, y que a juzgar por la orientación teórica de la obra así como la formación y las perspectivas políticas del autor, se acerca más a una usurpación que a un homenaje.
Paula Bach presenta una lúcida reseña crítica de la obra de Piketty, que logra condensar en pocas páginas una presentación sumamente clara de las principales conclusiones y aportes del libro de Piketty en lo que hace al movimiento de las desigualdades de ingresos y patrimoniales en el largo plazo, marcando las diferentes fases descriptas por el autor, investigación que “aporta elementos sugestivos -al menos como guía-”, pero llama la atención sobre la incapacidad de Piketty para explicar los movimientos que observa y coloca nuevamente el problema de la desigualdad en el capitalismo en términos de relaciones de clase “la propiedad de los medios de producción es la condición necesaria para la reproducción del capital... es la propia dinámica de la acumulación del capital la que engendra tanto al “rentista” como la concentración del capital y por tanto la desigualdad en la distribución”. Pero esto es precisamente lo que Piketty niega, ya que naturaliza al capital y “huye de cualquier ley interna del capitalismo que pueda explicar la regularidad que constata”.
Los debates dentro del debate
Partiendo de consideraciones similares, David Harvey coloca la mirada más alla de las desigualdades para apuntar que Piketty “No nos explica por qué se produjo el crash de 2008, ni por qué le está costando tanto tiempo salir a la gente del mismo bajo la carga doble del desempleo prolongado y los millones de hogares desahuciados… Piketty nos muestra mediante estadísticas… que el capital ha tendido a crear, a lo largo de su historia, niveles cada vez mayores de desigualdad”, algo que desde Marx en adelante ya sabíamos, acota Harvey, pero “una periodicidad estadística de este tipo difícilmente puede constituir una explicación adecuada, y mucho menos una ley”.
Harvey enfatiza que el problema central es que Piketty “descansa en la definición errónea que hace del capital. El capital es un proceso, no una cosa. Es un proceso de circulación en el cual el dinero se utiliza para crear más dinero” y re-vincula al capital con la explotación de la fuerza de trabajo.
A partir de aquí se abre otra discusión, ya que a Harvey le interesa especialmente explicar lo que Piketty ignora, esto es, los motivos de y la naturaleza de la crisis capitalista en curso, y argumenta que para ello es necesario partir de El capital de Marx.
Este es un debate fundamental que se enmarca en el contexto en el que aparece el libro de PIketty y en la base de su éxito. Difícilmente se explicaría el interés que ha despertado El capital en el siglo XXI o las propuestas políticas que promueve su autor, por fuera de los procesos de crisis en curso y las políticas de ajuste y salvataje al capital puestas en marcha por los gobiernos de las principales potencias industriales.
Harvey busca una teoría de las crisis en Marx en el Tomo II, a partir de los esquemas de reproducción del capital, en cuyo marco Marx señala que “la tendencia del capital a la depresión salarial en algún momento llega a restringir la capacidad del mercado de absorber el producto del propio capital”.
Michael Roberts responde cuestionando la explicación propuesta por Harvey por tratarse de una teoría de las crisis por insuficiencia de demanda, que se asemeja a otras teorías subconsumistas inspiradas en Kalecki y Keynes.
Roberts recupera la posición clásica que ubica el aporte fundamental de Marx para comprender las crisis capitalistas en su exposición de la Ley de la Tendencia Decreciente de la Tasa de Ganancia (LTDTG) y sus tendencias contrarestantes (desarrollada en el Tomo III de El Capital). Al retomar este planteo cuestiona también la identificación de Piketty entre riqueza y capital el supuesto de una tasa de rentabilidad fija[5].
El debate queda planteado sin llegar a desarrollarse en profundidad en estos artículos breves, pero reviste una importancia fundamental.
El capital como relación social, explotación y ley del valor
Finalmente Michael Roberts y de Rolando Astarita diseccionan el trabajo de Piketty desde la teoría del valor de Marx. Se trata, sin duda de los artículos de mayor profundidad y complejidad teórica incluidos en esta compilación (junto en el de Galbraith que parte desde otra perspectiva).
Ambos trabajos, con sus diferencias, tienen el mérito de recalcar la lógica autónoma del capital como causa de las desigualdades crecientes contribuyendo a develar las limitaciones implícitas en toda política de reformas. Insistiendo sobre el carácter irreconciliable del antagonismo entre capital y trabajo, y el carácter histórico (perecedero) del capital como relación social, enfatizando la necesidad histórica de reemplazar al modo de producción capitalista para terminar con la explotación.
En definitiva, El capital en el Siglo XXI de Thomas Piketty se ha convertido hoy en una referencia ineludible para el debate y, podríamos aventurar que -más allá de la valoración que se haga de su contenido- es también un signo de los tiempos que corren.
Matías Eskenazi
Septiembre de 2014
[1] En los artículos presentes en este volumen puede encontrarse una breve presentación de este derrotero. Que Roberts desarrolla con mayor amplitud en otra nota de su blog: “Piketty in French it´s worse (en francés es Peor)”
[2] Esto es la estimación de la proporción del ingreso que representa la masa salarial total (suma de todos los salarios, o salario promedio multiplicado por el número de asalariados) respecto al conjunto del ingreso susceptible de ser distribuido (p. e, el valor agregado durante un año por el conjunto de la economía), considerando que todo lo que exceda la masa salarial representa la porción apropiada por el capital.
[3] Expresa la distancia existente entre la curva que grafica los ingresos de todos los segmentos de la población en relación a una hipotética situación ideal donde el total de los ingresos se repartiría equitativamente entre todos los individuos/hogares, representando en número entre 0 y 1 cuanto se aleja la distribución real respecto a una situación de equidad ideal.
[4] La editorial Fondo de Cultura Económica anunció la publicación de la edición en español en España y Latinoamérica para Noviembre de 2014.
[5] En este sentido, el ejercicio realizado por Esteban Maito (no incluido en esta compilación, pero mencionado en el trabajo de Roberts) merece una mención. Maito se propuso utilizar los datos de Piketty y su equipo que estos mismo pusieron a disposición del público en sus páginas para procesarlos realizando un proxy de la Tasa de Ganancia, y constata una tendencia a la baja de en el largo plazo en lugar de tender a estabilizarse. Aunque puedan discutirse los supuestos con los que trabaja sus resultados son igualmente sugerentes. Maito, Esteban (2010): Piketty vs Piketty: La tendencia descendente de la tasa de ganancia en el Reino Unido y Alemania desde el siglo XIX confirmada por los datos de Piketty.