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Muchas plumas, pocos pájaros

 
Columna

No es que el tema de la incertidumbre tenga mala prensa. Tampoco es que tenga poca prensa. Lo que tiene su prensa es mala fe. Es cierto que en general se oculta el tema y se simulan certezas, pero es aún peor cuando se pretende hacer un elogio de la incertidumbre como si en todos los aspectos de la vida ésta valiera lo mismo, significara las mismas posibilidades, o constituyera una especie de máxima existencial.

Pues no. No toda incertidumbre nos vale lo mismo.

Y ya que el mundo contemporáneo tiene poco vuelo, y que lo único que vuela son los precios, hablemos de economía y cultura.

Mientras que en la esfera cultural la crisis se aprecia en forma de retro-manía, en el mercado global se aprecia en novedades fuera de quicio.

Primero unas palabras sobre la manía retro, unas palabras obvias pero no siempre obvias: Lo retro, más que ser una relación con el pasado, es una no-relación con el futuro. Es la incertidumbre casi absoluta respecto de qué hacer con/hacia el futuro lo que dispara en muchos campos a la vez una crisis de la imaginación patente en el retorno, refinado y falsario, de lo que antaño fueran pasiones. No alcanza con que el tiempo avance para ir hacia un futuro. Es el síntoma del sentido histórico desplazado por la simple acumulación. Planteado este punto, pasemos a mencionar algunos fenómenos de la marquesina actual del capitalismo.

Uno de los eventos financieros que se plantea como novedoso es el de las criptomonedas, más conocidas a través del bitcoin. Lo principal a destacar es el uso de la tecnología internet para generar una reserva de valor, que se presenta como una moneda pero en la práctica cotiza a semejanza de un activo bursátil. Lo novedoso de este fenómeno es que si bien las criptomonedas se transan en dólares, su circulación evade los circuitos bancarios internacionales, y su volumen de comercialización supera el de varias reservas nacionales.

Otra novedad de 2017 que hace ruido son los resultados del balance financiero del Banco Central Suizo. Recordemos que el objetivo del banco central de un país es disponer de dinero líquido para regular el precio de las monedas en el mercado interno. Pero este y algunos otros bancos centrales están cambiando las reglas, y tanto ponen a cotizar sus propias acciones en el mercado, como invierten en acciones bursátiles de otros países. En 2017 el Banco Central Suizo obtuvo mayores ganancias que la empresa con mayor capitalización bursátil del mundo, es decir Apple, y lo hizo en parte a través de la compra de acciones de la misma Apple, contando con un capital 2000 veces menor que esta. Está claro que Suiza no es un país como cualquiera, pero este dato no deja de producir incertidumbre.

Por último, y ya comenzado 2018, una novedad de peso se presentó a la economía mundial con el inicio de la cotización de petróleo en una moneda que no es el dólar, sino la divisa china, el yuan. Este cambio está cargado de simbolización político económica, sólo que, tal como en los casos comentados previamente, es totalmente opaco el sentido en el que la transformación se dirige. Por lo pronto, en Estados Unidos se habla de probable crisis hiperinflacionaria ante la pérdida de valor del dólar.

Citamos sólo algunos ejemplos. Pero es en consecuencia de estos bruscos cambios de escenario económico que emergen nuevas hipótesis de conflicto bélico. Y al parecer, lo que está en disputa, es si las cabezas del poder podrán asumir un mundo rizomático, o habrá un intento de polarización para el reordenamiento centralizado.

Desde fines de los noventa algunos analistas político-económicos hablan de realidad VUCA, por su sigla en inglés, que significa Volatilidad, Incertidumbre (Uncertainty), Complejidad y Ambigüedad. Es decir, la condena a una hiperproductividad infructuosa para la enorme mayoría, aunque los gurúes del mercado no paren de hablar de los desafíos y ventajas de esta realidad.

En nuestro país, el gobierno de la Corporación Macrista, viciado de toda la codicia y la estupidez del mundo, quiere meternos en una vorágine de incertidumbre, quiere sumergirnos en el entorno VUCA, para sacar mejor provecho de la precariedad que eso significa.

Una de las más sensibles protecciones que pretenden desmantelar es la de nuestra salud pública. Por eso es que ya desde hace meses se habla de reforma hacia la Cobertura Universal en Salud, que exactamente al contrario de lo que su nombre indica, plantea reducir la cobertura gratuita a un nivel muy por debajo del necesario y del actual.

La incertidumbre por la salud, por la supervivencia, es buscada por los gobiernos neoliberales, no sólo en función de reducir el gasto público, sino fundamentalmente para producir un quiebre cultural que habilita mayores formas de explotación.

La privatización de la vida tiene su mejor encarnación en la de las prácticas sanitarias. Si no hay garantía universal, hay incertidumbre salvaje.

Erosionar aún más el sistema de salud pública es inyectar una droga irritante en la cultura, que estimula de forma muy particular la economía. Los escasos márgenes de libertad respecto del mercado se restringen drásticamente.

Incertidumbre es el nombre del futuro cuando no parece dirigido por una construcción, y también es el nombre comúnmente dado a un futuro que, como el nuestro, pinta mal, pero no quiere asumirse. Como decíamos, hay distintas formas de la incertidumbre. Quienes manejan poder confían en que esta sea selectiva, la utilizan como un arma de sometimiento.

También, es cierto, existe una incertidumbre vital, irreductible, que cala en la dinámica de nuestros deseos.

Por último, es patente una incertidumbre global; signo de la crisis inédita de esta época.

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Articulo publicado en
Abril / 2018